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Terapia ocupacional en psicogeriatría.

  • Autor/autores: Corregidor Sánchez, A.I*.; Moralejo González, C*; Ávila Tato, MR.**

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Artículo | 09/02/2004

Introducción

Confusión, ánimo triste, pérdidas de memoria, agitación, astenia, desorientación, delirios, incomprensión, ausencia de identidad personal, son síntomas cada vez más habituales entre los ancianos con demencia que ingresan en nuestros hospitales, residencias o centros de día. Estas alteraciones les impiden progresivamente continuar con su ritmo de actividad normal. Desde la psicogeriatria, disciplina nacida de la evidente necesidad de abordar estos trastornos de una forma más específica, diversos son los profesionales que aúnan esfuerzos y conocimientos para aumentar la calidad de vida de estos pacientes y sus familias. Entre estos profesionales también se encuentra el terapeuta ocupacional, que desde su campo de acción: la ocupación, contribuye a mejorar/adaptar el desempeño del paciente en el medio que le rodea.



A través de “lo que hacemos”, del conjunto de ocupaciones/actividades que una persona decide realizar a lo largo de su vida (trabajo profesional, rutinas diarias como el aseo, vestido, alimentación, actividades de ocio: ir la cine, al teatro, al club, practicar deportes...) conseguimos adaptarnos progresivamente y dominar el entorno en el que estamos inmersos. De esta forma damos respuesta a nuestras necesidades vitales y además expresamos nuestros intereses, valores y creencias, conformando nuestra identidad personal/social. La implicación del ser humano en actividades productivas, de la vida diaria y lúdicas de una forma equilibrada contribuye al desarrollo y mantenimiento de sus estructuras físicas, psicológicas, afectivas y sociales y viceversa ( por ejemplo al participar en las actividades de un hogar de pensionistas, el anciano pone en marcha las capacidades motoras para llegar, la interacción comunicativa social con el resto de usuarios, las capacidad volitiva para elegir la actividad en la que desea participar y las capacidades cognitivas necesarias para realizarlas, obteniendo con ello satisfacciones personales).



En el caso de los ancianos que padecen demencia, depresión, ansiedad generalizada, las alteración de estructuras cognitivas (memoria, atención, planificación, orientación, comunicación, motivación) y afectivas acaban influyendo en el resto de estructuras y dificultando la realización de la mayoría de las ocupaciones que venían desempeñando durante toda su vida. Comienza entonces esa disfunción ocupacional que les impide adaptarse, responder a las demandas del día a día, ser independientes.



Desde este punto de vista, la ocupación puede ser utilizada terapéuticamente para enlentecer el deterioro y conservar y/o recuperar aquellas capacidades, habilidades y destrezas afectadas que frenan la independencia ocupacional.



La intervención desde terapia ocupacional se basará en una continua modificación y adaptación de las actividades de la vida diaria y de los entornos físicos y sociales en los que se desempeñan estas tareas. Este proceso de intervención comienza con una rigurosa valoración que recoge la historia ocupacional del paciente, los niveles funcionales, cognitivo, sociales, afectivos previos y actuales y los factores ambientales que le rodean. Con los datos que la valoración nos revela será el momento de comenzar el plan de tratamiento y posteriormente reevaluar los resultados.

Valoración de t.o. en la demencia

Tradicionalmente, la valoración de la demencia se ha analizado desde el punto de vista cognitivo (capacidades mentales o neuropsicológicas), pero esta aproximación es incompleta, ya que el trastorno mental tiene un impacto directo o indirecto sobre las capacidades para vivir en el día a día. Un nivel de funcionamiento normal adaptativo es fruto del equilibrio entre áreas, componentes y contextos ocupacionales. Las áreas ocupacionales son los distintos tipos de ocupaciones: autocuidados, productivas (instrumentales y laborales) y actividades de ocio y tiempo libre. Los componentes ocupacionales son las capacidades necesarias para realizar una ocupación: sensoriales, perceptivas, motoras, neuromusculares, cognitivas y psicosociales. Los contextos ocupacionales son los distintos ambientes en los que tiene lugar la ocupación (domicilio, residencia, club, etc.). Desde el enfoque ocupacional, la valoración del paciente con demencia ha de centrarse en detectar las áreas ocupacionales conservadas, las deficitarias y la capacidad del paciente para suplir estos déficit y adaptarse al entorno. Se trata de establecer la conexión entre la alteración de los componentes ocupacionales y el deterioro en la ejecución de las actividades cotidianas que el anciano venia realizando para el desempeño de sus roles y hábitos. En definitiva, lo que el terapeuta ocupacional valora es como incide el declive cognitivo en el día a día del paciente, como reaccionan éste (síntomas conductuales y psicológicos de la demencia) y su familia ante las disfunciones que se presentan y el carácter facilitador o no del entorno.



Con el inicio de la demencia, el paciente comienza a abandonar las actividades avanzadas de la vida diaria (le resulta difícil jugar a las cartas, retener los tantos marcados en un deporte, seleccionar un libro entre varios títulos, aprovechar clases de pintura, teatro, etc.). Progresivamente, son las actividades instrumentales las que se ven afectadas (no recuerda números de teléfonos, compra cosas innecesarias olvidando las imprescindibles, limpia la misma habitación varias veces, se confunde de autobús, etc.). Es en la fase moderada o grave cuando presenta grandes dificultades para las actividades básicas de la vida diaria.



El proceso de valoración ha de ser continuo ajustándose a los estadios de la enfermedad, esto supone ajustar las herramientas de valoración a cada fase para no provocar sentimientos de frustración, cansancio o rechazo en el paciente.



El principal método de valoración en terapia ocupacional es la observación directa de la realización de las actividades a evaluar, tanto en el medio natural como el en medio artificial (hospitalario). Los instrumentos de valoración específicos de terapia ocupacional se basan en la observación de cómo el paciente inicia, mantiene y completa la tarea. Esta información determinará si una actividad puede mantenerse realizando igual, si necesita ser modificada, simplificada o precisa la intervención del familiar/cuidador principal. Generalmente las escalas de medida están directamente relacionadas con el modelo de intervención, pues los datos obtenidos son utilizados para las estrategias de tratamiento que aportan los modelos, aunque también pueden ser utilizadas indistintamente de aplicar estas estrategias.



Allen, ha desarrollado un modelo cognitivo de valoración-intervención del funcionamiento en la vida diaria. Aunque en un principio este modelo se diseño para personas con enfermedad mental, hoy se ha extendido a más patologías que producen alteración de las funciones cognitivas. Las posibilidades de valoración estandarizadas que ofrece el modelo son dos. El Inventario de Tareas Rutinarias (RTI, Routine Task Inventory, Allen, 1995), mide la ejecución de tareas rutinarias (básicas e instrumentales) como el vestido, baño, la alimentación o el manejo del dinero graduándolas en función del nivel de discapacidad cognitiva. El Test de Ejecución Cognitiva (CPT) es utilizado en las primeras fases de la enfermedad. Proporciona una batería de niveles de ejecución de seis tareas: vestirse, hacer una tostada, manejar el teléfono, manejo de la ropa: lavado, compras y viaje. Organiza la evaluación en relación de la ayuda que hay que prestar para completar la actividad, el examinador modifica las demandas en función de la respuesta del paciente. Los déficit observados en este test pueden predecir el declive de las capacidades funcionales para la mayoría de las AVD. A partir de estos resultados puede establecerse cual es el nivel cognitivo en el que se encuentra el paciente. Hay 7 niveles cognitivos (ACL; desde el 0, estado de coma, hasta 6 compuesto por acciones planeadas). Además de estos test de valoración que vinculan el desempeño de la tarea con el nivel cognitivo, existen otras escalas que miden el continuo independencia -dependencia en el desempeño de las AVD.



El Índice de Barthel Modificado, ampliamente utilizado en geriatría, nos proporciona el nivel ejecución e independencia en diez actividades básicas de la vida diaria (baño, aseo, vestido, retrete, deambulación, transferencias, escaleras, continencia urinaria, continencia fecal y alimentación) aunque no establece ninguna relación con el nivel cognitivo. El RDRS (Rapid Disability Rating Scale, Linn&Linn, 1982) es una escala rápida de evaluación que considera actividades básicas, instrumentales, situación sensorial y afectiva. La Medida Global de Capacidad Funcional (Global Measure of Functional Capacity, Fitty JE y Kovar MG, 1987) es un cuestionario descriptivo formado por seis preguntas para cada una de las nueve actividades de la vida diaria. El Test Cm98 de ABVD y AIVD (López Mongil R, 1998), es una escala con 16+2 items que se diseñó para evaluar la capacidad funcional en las residencias de ancianos, prever la cantidad de cuidados requeridos y detectar precozmente el deterioro cognitivo.



La valoración de terapia ocupacional se completa con los datos que se obtienen de la revisión de la historia clínica, la historia ocupacional, la situación social y más específicamente los componentes neuropsicológicos. Para la valoración de estos componentes existen pruebas estandarizadas más o menos complejas. Entre las más rápidas de aplicar y por ello más utilizadas, destacan el Test de Pfeiffer (SPMSQ), el Mini Examen Cognoscitivo (MEC; Mental Status Examination-MMSE) de Folstein y el Test Cognitivo del Reloj (CDT; Clock Drawimg Test) de Goodglass H. Autores como Peña Casanova, Golden ChJ o Wilson, han diseñado baterías de evaluación neuropsicológicas extensas que proporcionan gran información acerca del estado cognitivo y de las que el Terapeuta Ocupacional se sirve para profundizar en el nivel de este componente ocupacional; son respectivamente, el Test Barcelona, Batería Neuropsicológica Luria-Nebraska y Test Conductual de Memoria Rivermead.



El GDS (Reisberg, 1982) es la escala global que se utiliza normalmente para definir la situación y el estadio en el que se encuentra el paciente. Se divide en seis niveles del 1 al 6 siendo este número el que corresponde al deterioro más grave.



La entrevista con los familiares/cuidadores principales supone otra parte importante de la valoración. Además de proporcionarnos información sobre la historia ocupacional nos revelarán datos acerca del desempeño actual y previo de las actividades y la velocidad del deterioro. El entorno social del paciente es la mejor fuente de información para describir también el acontecer de los Síntomas Psicológicos y Conductuales de la Demencia (SPCD) que tanto alteran e impiden la intervención. El manejo de estos síntomas puede convertirse en un momento dado en el punto central del tratamiento. De esta forma la valoración social coteja y unifica la información obtenida en las demás evaluaciones.

Intervención de terapia ocupacional en la demencia

El propósito de una intervención integral, en la que participan los diversos profesionales relacionados con la salud, es el de mejorar la calidad de vida del paciente y de la familia. Desde Terapia Ocupacional se contribuye a este objetivo intentando maximizar la funcionalidad del paciente y minimizar el esfuerzo del cuidador en cada uno de los estadios de la enfermedad. El eje central del abordaje ocupacional es el de ofrecer al paciente y a la familia técnicas de adaptación-compensación a través de la simplificación de tareas y la modificación del entorno según el grado de deterioro. Es fundamental apoyar el nivel de ocupación del paciente de acuerdo con los problemas que aparecen en cada fase. Mantener el funcionamiento ocupacional es la mejor arma contra al inactividad, sedentarismo, sentimientos de inutilidad, aparición de conductas problemáticas (vagabundeo, gritos, delirios...) desesperanza y depresión. Continuar realizando actividades en la medida que sea posible mantener la seguridad, contribuye a la orientación, establecimiento de rutinas, disminución de conductas disruptivas, fomentar el sentimiento de utilidad y conservar la identidad personal.



La intervención se dirigirá a mantener en lo posible las diferentes áreas ocupacionales mediante diversas técnicas que se adaptarán a la evolución de la enfermedad. Estas técnicas, descritas ampliamente en la literatura, se complementan entre sí y son utilizadas por el Terapeuta Ocupacional para abordar los déficit funcionales y hacer terapéutica la ocupación/actividad empleada. A continuación se exponen las más utilizadas.



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Rehabilitación Cognitiva de Allen

Frecuentemente utilizado por Terapeutas Ocupacionales, este modelo de intervención desarrollado por CK Allen, se basa en la división de las capacidades cognitivas en 6 niveles clasificados en una escala ordinal del 0 al 6: coma, acciones automáticas, acciones posturales, acciones manuales, acciones dirigidas a un objetivo, acciones exploratorias y acciones planeadas. Estos niveles se subdividen al mismo tiempo en cinco subniveles a excepción del nivel cero y seis. La teoría de la discapacidad cognitiva está relacionada con la dificultad para realizar actividades cuando el aprendizaje esta limitado. Esta limitación se debe a la dificultad para procesar la información necesaria para desarrollar la tarea. Los niveles cognitivos miden la capacidad para aprender o adaptarse a una discapacidad. La valoración se realiza con los cuestionarios mencionados anteriormente. Según este modelo se puede predecir la realización por el sujeto de los subcomponentes físico y cognitivo de las distintas tareas de la vida diaria. Las intervenciones a cada nivel proporcionan apoyo y estimulación ambiental para mejorar las capacidades funcionales, aminorar la confusión y ofrecer a la persona mantener un nivel de competencia a pesar del deterioro. Lo fundamental es que la tarea a realizar se corresponda con el nivel cognitivo en el que se encuentra el paciente. El terapeuta adapta las demandas de la actividad a la forma que tiene el paciente de realizarla. El objetivo es adecuar las demandas de la tarea a las posibilidades del paciente, teniendo presente la necesidad de aumentarlas o rebajarlas. El modelo fomenta el trabajo no solo con el paciente sino con el cuidador, entrenándole a emplear técnicas para que las utilice en todas las situaciones de la vida diaria para satisfacer las necesidades del paciente.

Adaptación cognitiva y funcional del entorno humano: Técnicas de Comunicación

La demencia provoca deficiencias cognitivas que limitan las posibilidades de comunicación, tanto en la comprensión como en la expresión. El lenguaje se empobrece al mismo tiempo que se disminuye la capacidad de comprensión. Esta dificultad comunicativa unida a la desorientación provoca constantes estados de ansiedad, aparición de los síntomas psicológicos y conductuales y tendencia al retraimiento y al aislamiento. Desarrollar formas de interacción positivas puede ayudar a prevenir/compensar estos problemas.

<u>Adaptación del contenido de la comunicación.</u>

La comprensión de los mensajes emitidos mejorará si se reduce la carga de memoria de trabajo y de procesamiento de la información. Para ello se han de tener en cuenta las siguientes indicaciones:

- utilizar frases cortas

- repetir las informaciones

- mantenerse en el tema que provoca la conversación sin cambiar a otro tema no relacionado.

- concentrar la información importante en los comienzos de las frases

- eliminar el uso de pronombres y sustituirlos por los nombres de las personas.

- formular preguntas cerradas para facilitar la elección (por ejemplo, en lugar de preguntar “que quiere para comer”, simplificar la elección preguntando “quiere carne o pescado”).

- acompañar la comunicación verbal con la no verbal: gestos, imágenes, etc.

- situarse cara a cara con el paciente, evitando las interacciones de lado o por la espalda.

<u>Terapia de Validación</u>

Desarrollada por Naomi Fiel, es una técnica que se basa en mantener una actitud de respeto y empatia con los pacientes. El abordaje de esta técnica supone aceptar y validar los sentimientos del paciente con demencia, reconocer sus pérdidas y las necesidades humanas que se deducen de sus conductas. No se intenta reconducir las concepciones irreales o erróneas del paciente había otras más reales. La autora insiste en la necesidad de estar alerta a las pistas verbales que el anciano emite para devolverle los sentimientos de una forma digna y sin emitir juicios. De esta forma, el cuidador nunca debe discutir o enfrentarse al paciente, ni intentar que el paciente se de cuenta de que su conducta es anómala. Discrepando con la terapia de orientación a la realidad, no se presiona al paciente para vivir en el presente, se intenta que reasuman su vida desde el pasado. Para obtener buenos resultados en la aplicación de está técnica es imprescindible que todos los miembros del equipo adopten esta actitud.

La práctica diaria avala su eficacia ante la aparición de síntomas psicológicos y conductuales como ansiedad, agitación, desorientación extrema y alucinaciones.

Adaptación Funcional y Cognitiva del Entorno Físico

El objetivo que se persigue con esta intervención es el de reducir las demandas cognitivas y funcionales del entorno que rodea al paciente. El terapeuta ocupacional obtiene de la valoración del domicilio la información necesaria para conocer la influencia facilitadora o inhibidora del desempeño habitual del paciente. Se pretende maximizar el dominio del paciente sobre este medio, disminuyendo las exigencias se consigue fortalecer las capacidades que conserva el sujeto. Con estas modificaciones se aumenta la seguridad, disminuye la ansiedad y se compensan así los déficit del paciente.



Un entorno adaptado (denominado también protésico) es aquel que está diseñado para minimizar las dificultades de ejecución del paciente. Previene los riesgos que pueden acontecer e intenta poner solución. Se adapta al nivel cognitivo-funcional del paciente para que este se desenvuelva lo mejor posible. Las modificaciones que se incluyen, son entre otras: instalación de pasamanos a 90 cm. del suelo en pasillos, habitaciones y baños para prevenir caídas, mantener buena iluminación en todo momento, situar el retrete cerca de la habitación y el salón-estar, fijar los muebles y suprimir los que sean innecesarios, evitar ruidos estridentes, utilizar colores suaves para la decoración, prevenir riesgos en la cocina con agua, fuego y productos peligrosos, dificultar el acceso a terrazas, ventanas, escaleras, ocultar aparatos eléctricos y objetos cortantes.,etc.



La adaptación cognitiva del entorno se basa en la reducción de los “descubrimientos” diarios que el paciente tenga que realizar (dónde esta el baño, si es la hora de comer, cuál es su habitación...). Es importante fomentar las rutinas y mantener el lugar y el horario. Puede resultar útil acompañar estas rutinas con música relajante que diferencia cada actividad. Deben suprimirse todas las puertas innecesarias para que el paciente pueda ver lo que hay, las puertas que sean necesarias pueden portar un dibujo/foto de lo que encierran. Además pueden distinguirse las estancias mediante el color de las paredes y el suelo. También se aplica al entorno la orientación 24 horas que se describe a continuación.

Orientación a la Realidad

Es un método de intervención muy utilizado para reducir la confusión y las alteraciones de la orientación y la memoria a través de la estimulación temporal, espacial y personal. Se pretende que con la información proporcionada el paciente reaprenda datos sobre sí mismo y sobre el entorno que le rodea. Se combaten con ello los problemas de confusión y desorientación.



La orientación a la realidad es una forma de ayudar a superar los problemas de memoria a corto y medio plazo y de estimular los componentes cognitivos. Para su aplicación deben quedar capacidades residuales que apoyen la intervención. Se basa en la idea de que la repetición de la información de carácter básico puede disminuir la orientación a la vez que reforzar el aprendizaje.

Se componen de los versiones: orientación a la realidad 24 horas y sesiones de orientación a la realidad. La primera es más básica, consiste en un proceso continuado de realización de actividades a lo largo de todo el día, de tal forma que al paciente se le suministra constante información que le ayuda a orientarse (día de la semana, lugar en el que se encuentra y actividad). Cada vez que un profesional/cuidador interactúe con el le recordará la misma información. Para ello es necesario establecer un programa de actividades que facilite este trabajo y consiga disminuir las ocasiones de desorientación y confusión.



El entorno también ha de modificarse para ofrecer continuas indicaciones orientativas: grandes relojes, calendarios visibles, carteles con las actividades a realizar, letreros en las puertas, fotos/letreros con nombres en las mesas para comer, etc.



Las sesiones de orientación a la realidad forman la parte más formal o intensiva de la técnica. Consisten en sesiones grupales de treinta o cuarenta y cinco minutos donde se trabajan distintos aspectos de la orientación y se fomenta el contacto entre los participantes. Se diferencian tres niveles: nivel básico en el que se tratan y repiten las informaciones actuales, nivel estándar en el que se repasa el nivel básico y se tratan temas actuales y del pasado, y nivel avanzado en el que se establecen temas de discusión sobre acontecimientos actuales.



Para conseguir mejores resultados deben aplicarse las técnicas que facilitan la comunicación y cuidar la comunicación no verbal. Es también importante no reaccionar de forma negativa cuando la respuesta por parte del paciente no sea la correcta.



Para obtener buenos resultados y optimizar el esfuerzo profesional es necesario seleccionar cuidadosamente los pacientes que participarán en las sesiones, se ha de valorar el grado de deterioro del paciente y el nivel de desubicación antes de decidir si tiene interés insistirle en los referentes temporales y espaciales.



Si está técnica se va a aplicar en el domicilio será preciso valorar previamente la disposición y el nivel de conocimientos del familiar/cuidador.

Reminiscencia y Revisión de Vida

La reminiscencia es una técnica que se sirve de la comunicación y la socialización para abordar esa parte de la memoria que se encuentra intacta en las fases leves-moderadas de la enfermedad. Aunque se ha cuestionado su utilidad y sus bases teóricas es una de las actividades más frecuentemente incluida en los programas de intervención.



Fomenta la reactivación del pasado personal y ayuda a mantener la identidad personal a través del recuerdo de hechos generales o particulares de la vida del paciente. En estas sesiones grupales se evita formular juicios sobre estos recuerdos. No se pretende que los recuerdos verbalizados sean correctos, sino que se hagan presentes y que vayan acompañados de emociones positivas. En definitiva se busca que esos recuerdos constituyan el puente entre el pasado y el presente. Su aplicación genera en el paciente satisfacción por poder recordar, -capacidad habitualmente anulada en estos pacientes-, mejora con ello la autoestima, favorece la comunicación y la socialización y crea un sentido de continuidad e identidad.



En la revisión de vida la intervención se centra en facilitarle individualmente al paciente la vía para recordar y evaluar acontecimientos de su pasado. El objetivo es la autoaceptación de la situación actual a través del análisis de la situación pasada.

Terapia de Estimulación Sensorial

El entrenamiento sensorial tiene como objetivo la estimulación de los receptores sensoriales para incrementar la función de éstos y conseguir así una mayor respuesta del paciente ante los estímulos y un mejor conocimiento del medio y de si mismo.



Las actividades de autocuidado son la oportunidad que el Terapeuta Ocupacional aprovecha para favorecer el contacto y el reconocimiento del paciente con su propio cuerpo. Se estimulan los receptores táctiles y visuales, a través del contacto con su cuerpo y con los utensilios que maneja. La discriminación entre estos y otros objetos contribuyen a que el paciente perciba el entorno como menos amenazante y más manejable. El momento de la comida es propicio par a estimular el olfato y el gusto.



También se organizar sesiones específicas en las que se estimulan y entrenan estos receptores. Se aprovechan también para enlazar y evocar mnesicamente los conceptos que se utilizan para la estimulación. Esta técnica no suele aplicarse de forma aislada sino en conjunto con otras de las aquí descritas.

Psicomotricidad

En el anciano en general y en el anciano con demencia en particular, suele ser frecuente la fragilidad física. Es este un estado de reducción de las reservas fisiológicas que se relaciona con una susceptibilidad mayor a la discapacidad. La reducción significativa de la fuerza muscular y la inactividad son dos factores importantes que favorecen esta situación.



La psicomotricdad es el conjunto de herramientas corporales que incluyen el tono muscular, el ritmo, el equilibrio, el movimiento, la respiración y el gesto destinadas a incrementar el conocimiento del cuerpo en el espacio que le rodea. La aplicación de esta técnica en actividades de tratamiento se basa en la creencia de que la integración de estos componentes facilita la expresión y comunicación del lenguaje corporal, mejora el conocimiento y la identidad personal y favorece la relación con el espacio.



La aplicación de técnicas de psicomotricidad en actividades dirigidas a pacientes con demencia pretende por un lado contrarrestar este déficit de actividad física a través del movimiento en el espacio y por el otro hacer que el anciano reconozca su espacio y se relacione amigablemente con él. Con la actividad física puede romperse ese circulo, que tanto caracteriza al paciente con demencia, compuesto por la desubicación-confusión-empeoramiento.



Esta técnica suele aplicarse en sesiones grupales y en espacios conocidos por el paciente. Incluye actividades de expresión corporal, deporte o música.

Estimulación y Entrenamiento Cognitivo

Este método se basa en la creencia de que las capacidades neuropsicológicas, al igual que las motoras, responden positivamente al ejercicio constante incrementándose su función. El objetivo de esta técnica no solo es estimular y mantener las capacidades mentales sino obtener un mejor rendimiento cognitivo y pro ende una mayor autonomía. La estimulación cognitiva es distinta al entrenamiento cognitivo, mientras la primera se dirige a “animar a la acción” el entrenamiento cognitivo, se fundamenta en un análisis detallado de las capacidades mentales a fin de establecer estrategias de intervención más metodológica y más implicación por parte del paciente. El entrenamiento cognitivo pretende desarrollar capacidades que están en la base de los procesos cognitivos (atención, capacidad sensorial, concentración) y los propios procesos cognitivos, combinando técnicas clásicas de rehabilitación, entrenamiento, aprendizaje y actividades pedagógicas y psicoterapéuticas. La sesiones se estructuran con actividades que incluyan la estimulación y el entrenamiento de las áreas cognitivas afectadas en la enfermedad:



MEMORIA: memoria de trabajo, episódica y semántica

ORIENTACIÓN: temporal, espacial y personal

CAPACIDAD VISUOESPACIAL: atención y concentración, gnosias

LENGUAJE ORAL: evocación de vocablos, sintaxis, comprensión

LENGUAJE ESCRITO: lectura, escritura

PRAXIAS: COMUNICATIVAS, CONSTRUCTIVAS E IDEOMOTORAS

CAPACIDADES EJECUTIVAS: conceptuales, de planificación de juicio y de autoreconocimiento.



Estas actividades, como todas las que conforman la intervención, se gradúan en función de las funciones afectadas y del nivel cognitivo. Existen pocos estudios realizados que demuestren la eficacia de esta técnica en personas con demencia, aunque si se ha visto demostrada en pacientes con deterioro cognitivo sin demencia.

Bibliografía

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Palabras clave: Terapia Ocupacional, Actividad, Demencia.
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