Se revisa en el presente trabajo el diagnóstico de trastorno obsesivo compulsivo (DSM IV. Eje I:42. 8); una revisión de las teorías del aprendizaje en relación a la génesis y mantenimiento del trastorno; una revisión sobre el procedimiento hipnótico y sus posibles implicaciones en la terapia de conducta; se revisa la metodología de análisis de series temporales propuesta por Tryon basada en el estadístico C de Young y su utilidad en el trabajo del clínico. Por último se analiza el proceso terapéutico y resultados en una paciente con el diagnóstico mediante un entrenamiento en prevención de respuesta y refuerzo positivo encubiertos realizado mediante procedimiento de inducción hipnótica.
Aplicación de la terapia de conducta coadyuvada de sugestión en hipnosis en un
caso de trastorno obsesivo-compulsivo.
FUENTE: PSIQUIATRIA. COM. 2001; 5(2)
José Fernando Calvo Mauri*, Alberto Francisco Bermejo Mercader** y Manuel Ramírez Trúncer***.
* psicólogo Clínico
Dirección General de Planificación y atención Sociosanitaria. Consejería de Sanidad. Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Toledo
(España).
** Psicólogo
Master UNED en terapia de Conducta
Gabinete de psicología "EIDOS". Alicante (España).
*** Psicólogo
Doctor en psicología por la Universidad de Granada
Gabinete de psicología. Jaén (España).
Correspondencia:
José Fernando Calvo Mauri
Dirección General de Planificación y atención Sociosanitaria.
Consejería de Sanidad
AVDA. Francia, 4, Toledo.
e-mail: jfcalvom@correo. cop. es
PALABRAS CLAVE: trastorno Obsesivo Compulsivo, tratamiento, hipnosis, Series temporales, análisis estadístico.
KEYWORDS: Compulssive Obsesive Disease, Treatment, Hypnosis, Temporal series, Statiscal analysis. )
Resumen
Se revisa en el presente trabajo el diagnóstico de trastorno obsesivo compulsivo (DSM IV. Eje I:42. 8); una
revisión de las teorías del aprendizaje en relación a la génesis y mantenimiento del trastorno; una revisión sobre
el procedimiento hipnótico y sus posibles implicaciones en la terapia de conducta; se revisa la metodología de
análisis de series temporales propuesta por Tryon basada en el estadístico C de Young y su utilidad en el trabajo
del clínico. Por último se analiza el proceso terapéutico y resultados en una paciente con el diagnóstico mediante
un entrenamiento en prevención de respuesta y refuerzo positivo encubiertos realizado mediante procedimiento
de inducción hipnótica.
Abstract
Compulsive Obsesive Disease (DSM IV, I Axis:42. 8) diagnosis is revised in this work. A revision of learnig theories
about adquisition and maintenace of disease in relation with the disease is done. Also hypnotical prodeure and
behavioral modification relationships is revised . Clinical relevance of Tryon temporal analysis methodological
approach based in Young C statistic is also revised. Finally therapeutic process and rersults obtained in a
diagnosticated female patient using response prevention and covert possitive reinforcement under hipontical
sugestion is presented and analyzed.
1. trastorno Obsesivo-Compulsivo
El término es utilizado por primera vez en el sentido actual por Wartburg en 1799 y se difunde a lo largo del Siglo
XIX a partir de los trabajos de Luys, en su primera mitad, y Faluet, a finales del siglo (1). Tradicionalmente, la
etiología y gnosología de los estados obsesivos han sido fuente de confusión y polémica desde el Siglo XIX, bien
sean por su origen -intelectual, volitivo o emocional- bien por su inclusión en el marco de las neurosis o en el de
las psicosis (2).
La prevalencia real del trastorno en población general es desconocida, valoraciones antiguas la sitúan en el 0. 05%
mientras que estudios mas modernos lo hacen cercana al 2%. Esto puede ser explicable por la existencia de
muchos casos que permanecerían ignorados en su medio, bien por la latencia media entre los primeros síntomas
y la primera consulta, que puede rondar los 9 años, o bien por la inclusión en los estudios más modernos en el
diagnóstico de síntomas reales que no constituyen una auténtica enfermedad. El inicio del trastorno se sitúa entre
los 20 y 40 años, con dos terceras partes con clínica activa antes de los 20 años y un 15% sobrepasado los 35;
con una distribución por sexos equitativa; y, asumiendose tradicionalmente aunque sin pruebas concluyentes, con
mayor probabilidad entre clases acomodadas, buena dotación intelectual y esmerada educación (1).
Los criterios actuales de diagnóstico de trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) se clasifican en la DSM IV en el eje I
como. F42. 8, gnosológicamente lo incluyen dentro de los trastornos de ansiedad y caracterizado (3) por:
A. Presencia de obsesiones y compulsiones
Obsesiones definidas por:
* Pensamientos, impulsos o imágenes recurrentes y persistentes que se experimentan en algún momento del
trastorno como intrusos e inapropiados, y causan ansiedad o malestar significativos.
* Los pensamientos, impulsos o imágenes no se reducen a simples preocupaciones excesivas sobre problemas de
la vida real.
* La persona intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o bien intenta neutralizarlos
mediante otros pensamientos o actos.
* La persona reconoce que estos pensamientos, impulsos o imágenes obsesivos son el producto de su mente (y
no vienen impuestos como en la insersión del pensamiento.
Las compulsiones se definen por:
* Comportamientos o actos mentales de carácter repetitivo, que el individuo se ve
respuesta a una obsesión o con arreglo a ciertas reglas que debe seguir estrictamente
* El objetivo de estos comportamientos u operaciones mentales es la prevención de
situación negativa; sin embargo, estos comportamientos u operaciones mentales o bien
forma realista con aquello que pretenden neutralizar i prevenir o bien resultan claramente
obligado a realizar en
algún acontecimiento o
no están conectados de
excesivos.
B. En algún momento del curso del trastorno la persona ha reconocido que estas obsesiones o compulsiones
resultan excesivas o irracionales
C. Las obsesiones o compulsiones provocan un malestar clínico significativo, representan una pérdida de tiempo
(mas de una hora al día) o interfieren marcadamente con la rutina diaria del individuo, sus relaciones laborales
(académicas en su caso) o su vida social.
D. Si hay otro trastorno del Eje I, el contenido de las obsesiones o compulsiones no se limita a él.
E. El trastorno no se debe a los efectos fisiológicos directos de una sustancia de una enfermedad médica.
Especificar con poca conciencia de enfermedad: si, durante la mayor parte del tiempo del episodio actual, el
individuo no reconoce que las obsesiones o compulsiones son excesivas o irracionales.
No existe evidencia científica solvente, fuera del presupuesto general de que se pueda actuar sobre aspectos de
personalidad obsesiva o en casos benignos, que permita inferir que los TOCs puedan beneficiarse del psicoanálisis
o las psicoterapias de orientación analítica (1).
Con respecto a los abordajes farmacológicos, se han propugnado múltiples intentos de abordaje: cocaína,
anfetaminas, psilocibina, LSD, choques de acetilcolina, curas de sueño, aunque en la actualidad todas en desuso.
También se han utilizado tratamientos con ansiolíticos y antipsicóticos, con resultados, incluso, contraproducentes
(1, 4).
El tratamiento farmacológico de elección son los antidepresivos (1, 2), siendo el de eficacia mas demostrada la
clomipramina a dosis elevadas (200-300 mg) con tratamiento prolongado a lo largo de toda la vida, dado que su
supresión acarrea recaídas, a dosis de mantenimiento de 100-150 mg. Consiguiéndose bajo estas condiciones una
tasa de efectividad cercana al 60% de los casos. También hay evidencias de efectividad con el uso de otros
antidepresivos, como los IMAOs (fenelcina a 45-75 mg) o los ISRS (fluvoxamina a 150-300 mg; flouxetina a 4080 mg; paroxetina a 40-60 mg; sertralina a 100-200 mg) aunque se asume que la mejor respuesta es a la
clomipramina antes que a cualquier otro antidepresivo (1).
Otros tratamientos biológicos y quirúrgicos también se han probado, como el litio, la clonidina, el triptofano, los
antiandrógenos o la psicocirugía, de los que se han referido resultados favorables, aunque la recomendación de
estos tratamientos sólo se hace en ausencia de respuesta demostrada al resto de alternativas terapéuticas (1).
Sin embargo, los tratamientos conductuales que incluyen la prevención de respuesta y exposición en vivo son los
que han demostrado la mayor efectividad, mostrando una mayor estabilidad del éxito terapéutico a largo plazo:
70-75% de pacientes asintomáticos en un seguimiento a 15 años (1).
2. tratamiento conductual del TOC
Según González Almendros (5) habría que dividir las teorías en función de la adquisición o bien del mantenimiento
de la conducta obsesivo-compulsiva, y en función de que sean teorías globales o específicas a los componentes de
la conducta problema.
Así encontramos a Carr (6) y Meyer (7) (1966) quienes plantean que la conducta compulsiva se produce tanto
para reducir la ansiedad como la expectación de desastre.
Seligman (8, 9), propone que se adquiere en base a la teoría de los dos factores de Mowrer y mediante un
condicionamiento preparado que consiste en que una situación relacionada con la supervivencia de la especie
humana se condiciona más fácilmente a un estímulo incondicionado. La teoría de los dos factores hace referencia
a la asociación, mediante condicionamiento clásico, de un estímulo condicionado (EC) con una estimulación
incondicionada (EI) de tipo aversivo durante un número de ensayos en los que el sujeto no da una respuesta de
evitación, como el EI es de tipo aversivo se considera que genera miedo y que el EC por tanto también lo elicitará,
así pues el primer factor de la teoría es el condicionamiento clásico de miedo al EC; si tenemos en cuenta que el
miedo es un estado emocional aversivo que motiva al sujeto entonces su reducción podría proporcionar un
reforzamiento negativo, es decir, favorecer la probabilidad de ocurrencia de una conducta al desaparecer una
contingencia negativa, y como el miedo está provocado por el EC la interrupción de éste reduciría el nivel de
aquel, así pues la respuesta de evitación se aprende porque interrumpe el EC y por tanto reduce el miedo
condicionado, esto es el segundo factor de la teoría, es decir, un reforzamiento instrumental de la respuesta de
evitación a través de la reducción del miedo. ello va a permitir un paso para la aplicación de técnicas terapéuticas
mediante procedimientos de extinción de la evitación mediante inundación o inhabilitación de la respuesta,
pretendiendo la extinción de la ansiedad, como veremos más adelante. En el caso de un TOC la cadena
conductual o análisis funcional de la conducta (AFC) sería formulada como sigue:
A este modelo se le han realizado críticas en particular por su excesiva simplificación y no tener en cuenta ciertos
aspectos del problema (11) Así Walker y Beech (12) indican que en algunos comportamientos compulsivos se
produce un aumento y no disminución de la ansiedad en contra de lo propuesto por el modelo, así como no
permite la explicación de la aparición de diversos rituales en respuesta a un sólo estímulo.
Por su parte Hernstein (13) propuso como ampliación al modelo el que los rituales serían reforzados y mantenidos
por la evitación mas que por la diferencia ente los niveles de ansiedad existentes antes y después de la emisión
del comportamiento, resultando una disminución relativa de la ansiedad, pero la ansiedad sería mucho más
intensa si no se hubiera ejecutado el ritual. Esta modificación al modelo permitiría explicar los fenómenos de
aumento de ansiedad tras el ritual, así como su multiplicidad.
Rachman (14) propone una predisposición constitucional y hereditaria caracterizada por una excesiva sensibilidad
a la crítica y al sentimiento de culpa determinado por padres con excesiva atención, control y superprotectores,
siendo críticos, meticulosos y con altas metas, lo que generaría en el sujeto con conducta compulsiva la evitación
de tipo activa o pasiva; el origen de las obsesiones y compulsiones proviene de un factor hereditario de tal forma
que se convierten en problema tras episodios depresivos o de exposición a stress; estando demostrada la
asociación entre ideas obsesivas y depresión (15) y entre 1/3 y 2/3 de los casos pueden detectarse sucesos
cotidianos estresantes al inicio del cuadro (16) Las respuestas emocionales se mantendrían por estímulos
desencadenantes.
Eysenck (17) en base a la psicología del aprendizaje propone una teoría explicativa general y propone que los
temores pueden ser innatos o adquiridos con cierta sensibilidad a determinados estímulos neutrales, las
respuestas de temor se adquieren por condicionamiento clásico siendo el estímulo incondicionado la "no
recompensa" frustradora, así las consecuencias posibles del no reforzamiento son la extinción o la incubación,
ésta ocurre ante estímulos ya condicionados que tiene la propiedad del impulso o "drive", lo que implica que las
respuestas condicionadas sean semejantes a las respuestas incondicionadas, por tanto ciertas condiciones
favorecen la incubación tales como la presencia corta del estímulo condicionado, un estímulo incondicionado
fuerte y una alta distimia. Junto a Rachman (18) ambos proponen que las obsesiones y las respuestas
emocionales asociadas se mantienen por incubación.
Beech y Perigault (11, 19) proponen que los sujetos obsesivo-compulsivos tienen una predisposición a patologías
de activación o arousal provocado por hipersensibilidad a la frustración y castigo, generando deterioro en el
estado de ánimo y labilidad emocional con una recuperación lenta al estado de normalidad; al no encontrar el
sujeto explicación a sus cambios emocionales crea la idea patológica y las conductas asociadas a ella, así la
elevación de la activación de forma progresiva facilita que un estímulo ambiental fortuito se asocie a ella de forma
que la conducta, cognitivo-conductual del obsesivo-compulsivo, sea persistente y favorecida por la inestabilidad
emocional, por lo que la activación proporciona nuevas posibilidades de asociación con estímulos ambientales
fortuitos. En general la obsesión se produciría por "estimulación" y la respuesta emocional asociada se produciría
por un estado elevado de arousal o activación fuerte y la lentitud en la inhibición y vuelta a la normalidad.
Otros autores proponen que la compulsión se mantiene por la reducción de la ansiedad asociada aunque hay
indicios de que las compulsiones puedan incrementar la ansiedad, lo que supone que la eliminación de la ansiedad
reduciría o eliminaría la compulsión, lo cual puede ocurrir. Foa (20) propone diferenciar entre la idea obsesiva e
idea sobrevalorada, y que los pensamientos obsesivos son exageraciones de aspectos importantes del
funcionamiento cognitivo del individuo.
Polaino (21) propone que los factores genéticos y de aprendizaje familiar parecen estar implicados en la
emergencia de la alteración; el paradigma de evitación-evitación es uno de los que mejor explicarían el
comportamiento dubitativo; el paradigma del condicionamiento clásico explica bien la aparición reiterada de las
ideas obsesivas, mientras que la conducta de evitación sería un modelo explicativo más pertinente para los
rituales, estos rituales parecen operar reduciendo la ansiedad; también hace referencia a la posibilidad de un
aprendizaje vicario u observacional. A pesar de lo anterior mantiene la propuesta de factores genéticos implicados
como vía explicativa de la aparición y mantenimiento de las obsesiones y compulsiones.
Domjan y Burkhard (22) plantean que las obsesiones son pensamientos recurrentes problemáticos que suscitan
gran ansiedad, y siguen la línea de Rachman (23) por la que los pensamientos obsesivos son estímulos nocivos a
los que el individuo no está habituado, por lo que el tratamiento apropiado sería provocar la habituación de las
respuestas de ansiedad por tratamiento de exposición prolongada a esas ideas u obsesiones, aunque inicialmente
se incremente la ansiedad para después reducirse según plantea experimentalmente Emmelkamp (24). Hacen
referencia también a la relación entre la teoría de los dos factores de Mowrer, al igual que Seligman, y la conducta
compulsiva, proponiendo que la ansiedad está inducida por un objeto o acontecimiento real o imaginario y la
compulsión es considerada como una conducta de evitación reforzada por la reducción de la ansiedad, de forma
que provocar experimentalmente la compulsión implica a un aumento de la ansiedad y la ejecución de ella una
reducción de la ansiedad; según esto el procedimiento terapéutico consiste en un procedimiento de extinción de la
evitación por inundación o inhabilitación de la respuesta, es decir, se provoca la compulsión pero se impide su
ejecución, se inunda al sujeto con el estímulo temido sin que se pueda ejecutar el ritual, se espera así que se
produzca la extinción de la ansiedad.
Un planteamiento adicional importante es el propuesto por Horowitz (25) el cual expone que las personas pueden
experimentar pensamientos intrusivos de forma normal en su vida cotidiana sin que ello suponga la presencia de
psicopatología, y según Rachman y Silva (23) estos pensamientos intrusivos tienen características semejantes a
las obsesiones pero sin que supongan la aparición de un trastorno obsesivo-compulsivo, por lo que Rachman (15)
sostiene que las rumiaciones de carácter obsesivo pueden considerarse como estímulos nocivos cotidianos a los
que los pacientes no logran habituarse, como se ha comentado anteriormente.
En general, en las teorías anteriores se hace referencia a factores de tipo genético y hereditarios, factores
ambientales como características de padres, a la teoría de los dos factores y a la reducción de la ansiedad como
elementos que están implicados en el origen y mantenimiento de las conductas obsesivo-compulsivas habiendo de
diferenciarlas de las que son ideas intrusivas normales, ideas sobrevaloradas y las cogniciones repetitivas que
pueden presentarse en cuadros de alteración del estado de ánimo como puede ser la depresión. Todo ello plantea
las bases para las técnicas de evaluación y de tratamiento como pueden ser la inundación, la exposición y
prevención de respuesta y la reducción de la ansiedad a fín de la habituación de las conductas obsesivocompulsivas.
Según Pasnau (26) los métodos y principios conductuales están jugando un papel cada vez mayor en la
evaluación y tratamiento de casos diagnosticados como trastornos por ansiedad. Rimm y Masters (27) como
teóricos de los principios del aprendizaje sostienen que los principios de la conducta y desarrollo normales son
también aplicables al desarrollo y mantenimiento de las conductas anormales, sin embargo Marks (28) argumenta
que esta proposición no ha sido demostrada convincentemente; a pesar de ello el modelo de la teoría del
aprendizaje proporciona apoyo suficiente al investigador y clínico para la formulación de hipótesis de trabajo útiles
en cuanto al desarrollo y mantenimiento de los diversos tipos de trastornos por ansiedad. Dollar J. Miller (29) y
Wolpe (30) en sus estudios con animales plantean como el condicionamiento clásico, el condicionamiento
instrumental y el aprendizaje social pueden actuar en el desarrollo de trastornos obsesivo-compulsivos; ello dió
lugar a otras investigaciones como las de Seligman (31) (1975) que añadieron más información sobre el papel
potencial del aprendizaje en la formación de las conductas rituales. La originalidad o diferencia fundamental del
modelo conductual respecto a otros modelos, médicos o psicodinámicos, es que se centra en la conducta
problema en sí misma y en las condiciones que la mantienen. Kazdin (32) propone una serie de pasos en el
proceso de evaluación y tratamiento conductual, es decir, tras haber realizado la evaluación conductual habrán de
fijarse objetivos terapéuticos y el enseñar al paciente nuevas conductas o técnicas que permitan resolver de
manera efectiva los problemas existentes. Una vez iniciado el tratamiento la valoración es importante e integrante
de cada fase de tratamiento a fin de evaluar la consecución de los objetivos propuestos, en caso de que ello no
ocurra se habrá de nuevo de evaluar las conductas problema, el establecimiento de objetivos y los métodos
terapéuticos empleados, provocando así una evaluación continuada de la evolución de la conducta del sujeto.
Existe una amplia gama de técnicas cognitivo-conductuales factibles de aplicación a los trastornos por ansiedad,
pero todos tienen el denominador común de exponer al sujeto a los estímulos temidos durante el tratamiento; por
ejemplo, en el caso de pensamientos obsesivos reiterativos la implosión es una técnica posible de aplicación, a
pesar del malestar que puede provocar durante las sesiones terapéuticas (26). En la actualidad se aplican
conjuntamente técnicas cognitivo-conductuales y farmacológicas que permiten una mayo rapidez y efectividad en
el control por parte del paciente de su conducta problema y la instauración de conductas más adaptativas.
Mira (33) plantea que el tratamiento de elección es la exposición a los estímulos que provocan ansiedad a fin de
que tenga lugar un proceso de habituación y la prevención de respuesta de todas aquellas conductas encubiertas
o que tengan lugar abiertamente que impidan un proceso de habituación.
La habituación es la disminución y eventual desaparición de reacciones como consecuencia de su repetición, como
una adaptación negativa, en la cual el organismo aprende a no responder aunque haya un enriquecimiento
conductual proveniente de la experiencia. Por su parte Domjan y Burhard (22) proponen que la habituación es la
disposición decreciente del organismo para responder como resultado de una estimulación repetida; es decir, el
sujeto deja de responder a un estímulo aunque siga siendo capaz totalmente de percibirlo y de realizar la
respuesta, y esta respuesta deja de darse porque los impulsos neurológicos sensoriales no se transmiten a las
neuronas motoras en base a un proceso neurológico de habituación.
En la práctica clínica es difícil la aplicación de esta técnica porque: 1) Las rumiaciones, rituales cognitivos y las
conductas de evitación son difíciles de identificar y controlar; 2) El contenido de las obsesiones es idéntico que el
del ritual; 3) Las conductas encubiertas tiene lugar sin que sean interrumpidas por la situación física o social, y
por último, 4) La supervisión pierde sentido; a pesar de ello afirma que no hay duda alguna de que el
entrenamiento en habituación conjuntamente con prevención de respuesta mejore los resultados terapéuticos en
estos pacientes, señalando que el seguimiento de los pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo indica que
alrededor de un 70% a 75% mejoran significativamente - 50% o más de mejoría - cuando son tratados con
técnicas de modificación de conducta combinadas con frecuencia con psicofármacos. Para mejorar la técnica de
exposición y prevención de respuesta se propone (34) mejorar los métodos de exposición y, en segundo lugar,
una explicación detallada de la prevención de respuesta de los rituales encubiertos así como intentar identificar y
resolver los problemas que puedan ir surgiendo.
En general, la valoración terapéutica con técnicas de modificación de conducta es que son de destacada eficacia
(24). Mira (33) hace un repaso a las técnicas de modificación de conducta generalmente más aplicadas como vía
terapéutica a trastornos obsesivo-compulsivos, y hace referencia a la prevención de respuesta como técnica
utilizada para disminuir la frecuencia de compulsiones del paciente con TOC (35), y como técnicas encaminadas a
los rituales obsesivos la técnica de intención paradójica, la parada de pensamiento, exposición y la intención
sistemática. Estas técnicas van encaminadas a la sintomatología obsesiva; la técnica de exposición propuesta por
Rachman es la técnica de mayor eficacia terapéutica (24) que junto a la prevención de respuesta es lo que se
denomina como interrupción sistemática. Es factible que esta técnica permitiendo la prevención de las
compulsiones no provoque una disminución de las ideas obsesivas, por lo que se recomienda incorporar técnicas
de modificación de conducta cognitiva, McKay, Davis y Fanning (37) proponen como técnica cognitiva más
efectiva para las obsesiones y pensamientos no deseados la aserción encubierta, y como técnica cognitiva de
ayuda para combatir las compulsiones la sensibilización encubierta.
Exposición
Se trata bien de un método técnico de tratamiento o bien un componente de una técnica terapéutica, puede
realizarse una exposición en imaginación o "in vivo", bien dirigida por el terapeuta o bien autodirigida por el
propio paciente. Como elemento terapéutico pertenece, entre otras técnicas, a la terapia implosiva o inundación.
Esta técnica se ha utilizado con éxito en trastornos conductuales como las obsesiones y compulsiones. Levis y
Rourke (38) exponen que la teoría y terapia implosivas representan un enfoque conductual para el tratamiento de
la psicopatología, basadas teóricamente en la extensión de la teoría de los dos factores del aprendizaje de
evitación de Mowrer; consiste en la presentación prolongada del estímulo condicionado en ausencia del estímulo
incondicionado, la tarea principal pretende detener o eliminar la conducta de evitación exponiendo al paciente a
tantos estímulos de evitación como sea posible intentando obtener una completa exposición al estímulo
condicionado, ello va a generar altos niveles de respuesta emocional pero que no va seguida de una respuesta
incondicionada, por lo que facilitan la condiciones para una ruptura de la asociación entre el EC y la respuesta
emocional la cual sufre un proceso de extinción.
Por su parte Kwee (38) propone en su referencia a la terapia multimodal una serie de ciclos como factores
etiológicos, de mantenimiento y de terapia en cuanto a las conductas problema; plantea que el círculo IV sería
correspondiente a las ganancias primarias del paciente, como por ejemplo la reducción de la tensión, y ofrece
como ejemplo de conductas problema las relacionadas con un comportamiento obsesivo-compulsivo, aconsejando
como técnicas de tratamiento la exposición, la prevención de respuesta y las tareas para casa graduadas. Del
mismo modo hace referencia a la exposición como técnica reductora de la ansiedad por medio de la exposición
gradual prolongada a la situación temida, y como técnica actual alternativa a la desensibilización sistemática.
También Meyer (7) explica los motivos por los que la exposición y prevención de la respuesta son técnicas de
mayor eficacia que la desensibilización sistemática para el tratamiento de la conductas obsesivo-compulsivas,
basándose en que el sujeto podrá comprobar que las consecuencias temidas no tendrán lugar si se le expone de
forma prolongada a los estímulos temidos sin dar la respuesta de evitación o la ejecución de los rituales, ya que
se considera las compulsiones como la respuesta de evitación.
González Almendros (5) propone varios parámetros a tener en cuenta a la hora de realizar un tratamiento con
exposición: 1) El papel de la exposición a los estímulos temidos; 2) El tipo de exposición; 3) La velocidad de
exposición; 4) El control de la exposición y 5) La duración de la exposición.
En cuanto a la exposición en imaginación para el tratamiento de las obsesiones consiste en la exposición en
imaginación a la obsesión y la prevención de los componentes cognitivos para evitarla, según Rachman (15) en su
"entrenamiento de habituación".
prevención de respuesta
Esta técnica va orientada a la prevención de la respuesta compulsiva y es dependiente, al igual que la exposición,
de varios factores como el papel, la velocidad, la supervisión y la duración de la prevención de la respuesta. La
técnica consiste fundamentalmente en la prohibición de ejecutar las conductas compulsivas como medio para su
extinción.
En cuanto al papel de la prevención de la respuesta es imprescindible para la extinción de la conducta compulsiva
(39) observándose que la sola prevención de la respuesta afectaba a las compulsiones y generando una leve
mejora en la ansiedad elicitada por los estímulos temidos. Respecto a la velocidad de la prevención de la
respuesta compulsiva puede hacerse de forma graduada o de forma brusca, sin que una forma de ambas parezca
ser más efectiva. Respecto a la supervisión es preferible una supervisión continuada, ya que el sujeto al
prohibírsele la ejecución de la conducta compulsiva incrementaría su necesidad de realización (15). Por último, en
lo referente a la duración de la prevención de respuesta no parece haber estudios controlados, sin embargo, se
suele proponer que es aconsejable una prevención entre catorce y ventiún días.
Parada o interrupción de pensamiento
Es una técnica de autocontrol cognitivo desarrollada para la eliminación de patrones de pensamiento recurrentes
que son poco realistas, improductivos y/o productores de ansiedad, y, o bien inhiben la ejecución de una conducta
deseada o bien sirven para iniciar una secuencia de conductas indeseables (11). Se aplica para detener los
pensamientos intrusivos y rumiados que el sujeto padece de forma obsesiva, previamente el sujeto deberá ser
capaz de detectarlos, dificultad que debe de salvar debido a que tales pensamientos obsesivos pueden
permanecer automáticamente en el pensamiento del sujeto de forma continuada sin que sea consciente de ellos y
necesite un esfuerzo para detectar previamente estos pensamientos automáticos para poder después hacer la
detención del pensamiento intrusivo. A veces será posible llegar a detectar y detener la rumiación de
pensamientos intrusivos; lo que puede ser realmente más difícil es impedir la intrusión de ideas obsesivas, es
decir, podrá el sujeto disminuir la frecuencia de las rumiaciones pero puede ser realmente complicado reducir la
frecuencia de las intrusiones de ideas obsesivas. Por ello es necesario que previamente a la detención del
pensamiento obsesivo rumiado el paciente tenga capacidad de darse cuenta que lo está rumiando para poder así
detectarlo previamente a su detención.
Aserción encubierta
La aserción encubierta es una técnica cognitiva que contiene dos componentes dirigidos a reducir la ansiedad
emocional, uno de ellos es la interrupción del pensamiento y el otro la sustitución del pensamiento. El primero de
ellos, la interrupción del pensamiento, es propuesto por Bain a pricipios de Siglo XX y aplicado posteriormente a
los pensamientos obsesivos por Wolpe (30); la sustitución del pensamiento, el segundo de ambos componentes,
fue propuesta por Meichenbaum denominando al proceso como entrenamiento en inoculación al estrés.
La técnica de aserción encubierta se utiliza al inicio de pensamientos que generan malestar emocional
interrumpiéndolos y se llena el espacio vacío por pensamientos positivos previamente preparados que sean más
realistas, asertivos o constructivos. El procedimiento de interrupción consiste en gritar la palabra "basta" o "stop"
hasta llegar progresivamente a la interrupción subvocal sin necesidad de verbalizar la orden de interrupción, lo
cual habrá de repetirse reiteradamente hasta la extinción de los pensamientos negativos a interrumpir. El
procedimiento de sustitución supone el elegir previamente frases a utilizar cognitivamente previa a la aparición, al
comienzo, durante y/o después de un suceso considerado como aversivo. La aserción encubierta, según los
principios del aprendizaje, actúa como castigo o táctica distractora en el caso de la interrupción del pensamiento
reduciendo la probabilidad de recurrencia de los pensamientos negativos dejando paso a la aparición de, y
sustitución con, pensamientos más adaptativos; así las emociones negativas quedarían cortadas, creando un
circuito de retroalimentación positivo en el cual los pensamientos adaptativos dan origen a emociones más
confortables que a su vez proporcionan un refuerzo positivo a la aparición de aserciones positivas adicionales. Es
útil para una amplia constelación de pensamientos obsesivos, y especialmente cuando el cuadro obsesivocompulsivo tiene una predominancia cognitiva más que comportamental, ya que no pretende ser tan efectiva para
el tratamiento de las conductas rituales compulsivas (37).
Sensibilización encubierta
La sensibilización encubierta es una técnica cognitiva desarrollada por Cautela (41) para tratar hábitos
destructivos que han sido considerados como las mayores fuentes de emociones dolorosas y se caracterizan por la
asociación de la ganancia a corto plazo y con la pérdida a largo plazo.
La técnica, en general, es una forma de eliminar el hábito asociando la conducta habitual, por ejemplo
compulsiva, contingentemente con algún estímulo imaginario muy desagradable, de forma que el hábito deja de
evocar imágenes placenteras y empieza a asociarse con algo nocivo y repulsivo hasta que los hábitos pierdan la
mayor parte o todo su atractivo. Entre estos estímulos imaginarios aversivos pueden contemplarse la náusea, el
dolor físico, el ostracismo social, el rechazo o cualquier otra experiencia desagradable. Es una técnica efectiva
cuando se trata una situación particular pero no en situaciones generalizadas, es decir, una persona se hace
sensible a algo desagradable que asocia a un hábito, en un marco o situación particular.
Desarrollando aún más este tipo de condicionamientos encubiertos Cautela propone, en primer lugar el
reforzamiento positivo encubierto y la extinción encubierta (11) asumiendo unos resultados conductuales como
los del condicionamiento operante. En el reforzamiento positivo se procedería a la representación mental del
comportamiento deseado, seguido de manera inmediata por un estímulo reforzador también imaginario, mientras
que la en la extinción no habría ninguna consecuencia contingente al comportamiento.
3. Hipnosis
La hipnosis no es una terapia por sí misma, sino una técnica especializada que puede ser empleada como
catalizador de las técnicas cognitivo-conductuales utilizadas en el ámbito de la psicología Clínica. Los trabajos de
Kirsch y sus colaboradores (42, 43, 44) demuestran que la hipnosis, cuando se utiliza aneja a los tratamientos
psicoanalíticos y cognitivo-conductuales, mejora ostensiblemente sus resultados.
En tanto que la investigación no ofrezca pruebas irrefutables que sugieran un cambio de "estado" cuantitativa y
cualitativamente diferente del estado de vigilia, debemos convenir en que los fenómenos hipnóticos provienen de
características psicológicas y sociales tales como la motivación, las expectativas de entrar en trance, la creencia y
la fe en el hipnotizador, el deseo de agradarle y una experiencia positiva con el trance inicial (subjetivamente
interpretado por el sujeto como "muy relajante").
Existe un cierto consenso en el hecho de que la aplicación de las técnicas de hipnosis favorece la aparición de
fenómenos psicológicos y psicofisiológicos que caracterízarían al estado hipnótico y que han sido aceptados, con
más o menos reticencias, por la mayoría de los autores especializados (45):
* Aumento de la sugestionabilidad.
* Aumento de la capacidad de imaginería mental.
* Aumento de la implicación emocional respecto a situaciones imaginadas por el sujeto o sugeridas directamente
por el experimentador.
* Focalización de la atención a una situación estimular restringida: las sugestiones verbales y/o accesorias
dispensadas por el experimentador.
* Distorsión de las variables psicológicas de espacio y tiempo.
* Automaticidad del comportamiento.
* Disminución de la capacidad de análisis lógicoracional y crítico de las situaciones.
* sensación de relajación profunda.
* Alteraciones psicofisiológicas en relación directa con las características de las sugestiones.
Son multitud los procedimientos hipnosugestivos que pueden ser introducidos durante la terapia. Dado que el
espacio no nos permite desarrollar todo el conjunto de aplicaciones susceptible de emplearse haremos una
mención genérica para ofrecer una idea general de este bagaje terapéutico:
Instrucciones y sugestiones directas.
Visualizaciones y ejercicios de imaginación específicos.
Procedimientos de reducción de ansiedad.
Ejercicios de energetización / activación.
Ejercicios de reestructuración cognitiva (modificada para hipnosis).
Modificación de expectativas.
Ejercicios de autoafirmación personal.
Empleo de metáforas y asociaciones.
Instrucciones posthipnóticas.
Técnicas de transferencia de estímulos.
Manipulación del síntoma (46).
Distorsión del tiempo.
El procedimiento para conseguir la inducción hipnótica, de forma abreviada y siguiendo a Barber (47), seguiría un
esquema de seis pasos:
1. Suscitar la atención, el interés y la cooperación del sujeto.
2 Reducir el nivel de atención.
3 Sugerir un foco de atención cada vez más estrecho, dirigiendo esa atención hacia el interior.
4 Sugerir la disociación.
5 Ofrecer las sugestiones terapéuticas.
6 Proporcionar sugestiones para finalizar la experiencia.
4. Metodología de análisis de datos
Uno de los diseños más habituales para valorar si existe efecto de un tratamiento sobre datos recogidos en forma
de serie temporal es el denominado Diseño de Series Temporales Interrumpidas (DSTI). Definido como una
relación de puntos de datos con un comienzo y un final en un espeacio concreto de tiempo y recogidos de forma
periódica (48, 49). Aunque este tipo de diseños de recogida de datos presenta limitaciones para evaluar la
inferencia del impacto o efectividad del tratamiento, siempre es posible un cierto tipo de análisis estadístico
(ASTI) que permita detectar o minimizar los efectos de la posible dependencia serial de los datos a analizar (49).
Existen procedimientos estadísticos como los modelos autorregresivos integrados de medias móviles (ARIMA) que
aún siendo de elección para el análisis de los DSTI (50, 51, 52) presentan inconvenientes metodológicos y de
orden práctico como la gran cantidad de datos necesarios por fase a analizar para establecer significación
estadísitca: Box y Jenkins (50) establecen un mínimo de 100 datos, mientras Glass, Wilson y Gottman (52) lo
hacen a partir de un mínimo de 50 observaciones.
Un segundo problema de los modelos ARIMA es que son el resultado de una alta sofisticación estadística y
necesitan de gran complejidad de cálculo. Aunque están incluidos en los programas de análisis de datos más
conocidos como SSPC, BMDP o SAS (48), estos programas informáticos no son precisamente de fácil acceso en
general dado su alto coste económico, cuando no de formación especializada en su uso.
Una alternativa ASTI de fácil acceso es la propuesta por Tryon (53) para DSTI experimentales de fase A y B (línea
base y tratamiento) mediante el uso del estadístico C de Young, que presenta como mayores ventajas, en primer
lugar la escasa necesidad de datos necesarios por fase (a partir de 8 datos es válido realizar inferencias
estadísticas), y en segundo lugar, su fácil cálculo.
La metodología ASTI propuesta (53) es el resultante de calcular primero la C de Young correspondiente a los
datos en solitario de la fase A (C1) y luego calcular la C de Young correspondiente a todos los datos, tanto de la
fase A como de la fase B (C2). Los resultados se interpretan:
1. Si C1 y C2 resultan no significativas puede establecerse la no efectividad del tratamiento
2. Si C1 es no significativa pero C2 sí lo es, se puede concluir efectividad del tratamiento
3. Si C1 es significativa, independientemente de que C2 sea significativa puede concluirse la ineficacia del
tratamiento.
Aunque el modelo propuesto ha sido comprobado mediante la simulación de datos Monte Carlo para dos fases AB
(54, 49) con resultados que aconsejan el uso de la aproximación ASTI de Tryon, también es cierto que se le han
realizado críticas. Así Blumberg advierte que pueden existir errores de interpretación en el estadístico C de Young
si se comparan dos fases que muestren tendencias pero con distinta pendiente, o con la misma pendiente pero
distinto punto de interceptación, e incluso en casos de dependencia algebraica. Por otra parte Crosbie (56) señala
que esta aproximación de Tryon sólo es efectiva para retardo 1, obviando cualquier interpretación para otro tipo
de retardos.
De todas formas puede concluirse que pragmáticamente es una buena forma de plantearse el análisis de series
temporales, en particular en intervenciones aplicadas que no necesitan de una base metodológica y de
generalización tan potentes como las básicas. Siempre que no se olvide que a lo que realmente hace referencia el
estadístico C de Young es a una tendencia contrastada estadísticamente encontrada en la distribución de datos
observada, esto es, a una distribución no aleatoria.
Independientemente, y siguiendo con la misma lógica de razonamiento, sobre el modelo ASTI revisado sí habría
que añadir algunas reflexiones que pudieran mejorar su potencia descriptiva:
* En el supuesto 1, con C1 y C2 no significativas, antes de concluir ineficacia del tratamiento, sería cuestión de
replantear el tipo de análisis de datos, en particular si la C de Young de la fase B también fuera no significativa,
debiendo entonces concluirse que el análisis de datos necesitaría de alguna prueba estadística de otro tipo.
* En el caso 3, si C1 es significativa y C2 no, debería plantearse en primer lugar el aumento de datos en la fase A
hasta conseguir la máxima capacidad predictiva del estadístico (>25 observaciones), antes de concluir
inestabilidad de la fase.
* En el caso 3, además, con C1 significativa y C2 significativa, sería recomendable recapitular sobre la ineficacia
del tratamiento, atendiendo a las críticas señaladas (55, 56).
Bases estadísticas
Las fórmulas mediante las que se calcula el estadístico C están basadas en una razón de von Neumann
generalizada y permiten probar la aleatoriedad de un conjunto de medidas ordenadas secuencialmente (fórmula
1), se establece, además, un error estándar de la prueba que está en relación con la longitud de la serie (fórmula
2), y por último se establece una significación mediante un estadístico Z normal (fórmula 3) para n valores, que
muestra significación a partir de 8 valores a una cola (52, 48).
5. Caso clínico
Se presenta, como conclusión a las bases teóricas expuestas el trabajo realizado con una paciente ambulatoria en
la Unidad de Salud Mental del INSALUD de Ceuta. El procedimiento requirió de 7 sesiones con un encuadre
semanal en sesiones de 20 minutos.
Mujer 37 años, estudios básicos acordes a grupo social de referencia (primera mitad de vida en el norte de
marruecos), casada, tres hijos (13, 12 y 1 año respectivamente) en tratamiento psiquiátrico desde hace 4 años, a
raíz de violación con resultado de trastorno del estado del ánimo y por estrés postraumático sufrida dos años
antes de la consulta, del que evolucionó favorablemente, persistiendo diagnostico de TOC en aquel momento y
refiriendo la clínica una historia previa a la consulta psiquiátrica de seis años de evolución del trastorno.
tratamiento en aquel momento con clomipramina que abandona por no encontrar mejoría. Acude a consulta de
psicología tras tres meses de nuevo