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Asesoramiento para el complementario.

Fecha Publicación: 01/03/2007
Autor/autores: Hugo Marietán

RESUMEN

En la continuidad del tema psicopatía trataremos el asesoramiento del complementario (1). Ahora veremos más específicamente las bases conceptuales para armar un asesoramiento para la persona que es complementaria (C) del psicópata (Ps). Es decir la que puede convivir o tener una relación que perdure cierto tiempo. Repetimos que sólo se puede hacer esto cuando el sistema psicópata-complementario está debilitado.

Ya porque el complementario esté agotado, es decir que obtiene más sufrimientos que compensaciones y esto le resulta intolerable o bien porque el psicópata se desprende de la complementaria y debemos ayudarla a hacer el duelo de esta compleja relación. Mientras el sistema Ps-C está compensado, nada se puede hacer. Por más que los allegados a esta relación: familiares, amigos u otras relaciones, puedan captar el efecto negativo de Ps sobre C, si C no pide ayuda, es muy poco lo que se puede hacer en situaciones comunes.


Palabras clave: Asesoramiento, complementario
Tipo de trabajo: Conferencia
Área temática: Personalidad, Trastornos de la Personalidad .

Asesoramiento para el complementario.

Hugo Marietán.

Médico psiquiatra, Docente de la Universidad de Buenos Aires,  www. marietan. com

Introducción

En la continuidad del tema psicopatía trataremos el asesoramiento del complementario (1).  

Ahora veremos más específicamente las bases conceptuales para armar un asesoramiento para la persona que es complementaria (C) del psicópata (Ps). Es decir la que puede convivir o tener una relación que perdure cierto tiempo.  

Repetimos que sólo se puede hacer esto cuando el sistema psicópata-complementario está debilitado. Ya porque el complementario esté agotado, es decir que obtiene más sufrimientos que compensaciones y esto le resulta intolerable o bien porque el psicópata se desprende de la complementaria y debemos ayudarla a hacer el duelo de esta compleja relación.

Mientras el sistema Ps-C está compensado, nada se puede hacer. Por más que los allegados a esta relación: familiares, amigos u otras relaciones, puedan captar el efecto negativo de Ps sobre C, si C no pide ayuda, es muy poco lo que se puede hacer en situaciones comunes.


Porque te quiero te aporreo

Sí se puede asesorar a las personas periféricas al circuito Ps-C, como fue el caso por ejemplo de una madre que consultaba por su hija que estaba en pareja con un drogadicto, golpeador y estafador (con antecedentes penales). La hija, a pesar que de vez en cuando volvía a su casa materna magullada y con signos francos de efectos de drogas, no quería separarse de su psicópata y escuchaba, como quien oye la lluvia, cualquier argumentación en contra de la relación. En tres oportunidades hubo que internarla para que se recupere de las palizas y aún así, no quería hacer ningún tipo de denuncia. Es desesperante para los familiares ver semejante deterioro y no poder hacer casi nada. Hasta pensaron en procedimientos no legales para desprenderla de semejante sujeto. Hago esta acotación porque es frecuente que los familiares traigan esta posibilidad a la consulta.

Los padres, al principio, trataban de intervenir contactándose con el psicópata a lo que éste respondía golpeando más a la hija, por lo que se dieron cuenta que este procedimiento no solo no era adecuado sino más perjudicial.

Docencia a granel

Sí es pertinente explicarles a los familiares de qué se trata este tipo de relaciones. el terapeuta debe hacer esto desde distintos niveles y repetidas veces porque una y otra vez los familiares lo equiparan a una relación común: sólo con una buena docencia, paciencia y tiempo llegan a aproximarse al entendimiento de esta problemática: a entender que su hija está allí porque obtiene algo del psicópata, que está porque quiere estar y no porque está influida, sugestionada, hipnotizada, amenazada por Ps, que sí puede hacer todas estas maniobras, pero el anclaje está en lo irracional. Todo lo que se ve de afuera en estas “parejas” es lo negativo y las quejas. Y solo ellos saben (sienten), y no concientemente, el extraño disfrute de estar juntos. Desde luego que esto va más allá de lo sexual. Lo psicopático se enclava mucho más profundamente y abarca aspectos más básicos de la persona del complementario.


El agotamiento de los familiares

Puesto así el tema puede surgir la siguiente postura, que de hecho toman algunos familiares agotados los recursos: bueno, si a ella le gusta así, la dejamos. Y son espectadores resignados e impotentes del deterioro de su hija. Otros tomas la postura de enojarse con C, y dejarla sin apoyo familiar. Y esto es lo que, en la medida de nuestras posibilidades, debemos evitar. Debemos lograr que C sienta que tiene una puerta abierta cuando ella decida cortar la relación.

La postura del terapeuta

Como se habrán dado cuenta el asesoramiento no es ni común ni sencillo. Lo más importante es que el terapeuta tenga en claro el tema de la psicopatía, que tenga la suficiente apertura mental como para participar activamente en la recuperación de C y que sepa, desde el vamos, que la evolución tiene avances y retrocesos, que debe manejar su propia frustración como profesional y saber esperar.
Aquí no podemos decir C es responsable de su vida, ella debe decidir qué hacer, como en el caso de un neurótico. Porque cuando C salta del circuito psicopático lo que tenemos frente a nosotros es casi un minusválido: un ser agotado, deprimido, temeroso, desorientado, avergonzado y muy vulnerable a la acción de Ps.

Una participación activa

Debemos participar en la reconstrucción de la vida de esa persona, fortalecer su autoestima y por sobre todas las cosas explicarles lo que le pasó, de qué se trata la psicopatía y mantener rígidamente una premisa: el Contacto Cero. Evitar, por todos los medios cualquier tipo de comunicación con Ps. Las primeras semanas son las más duras y se asemeja en mucho a un síndrome de abstinencia. El sufrimiento es intenso y si no se tienen claras las cosas se puede ceder y permitir algún tipo de comunicación y esto es como a un alcohólico permitirle una copa de alcohol para evitarle el sufrimiento: todo vuelve a empezar otra vez.

Mano de acero, mano de seda

La conducta del terapeuta debe ser francamente directiva. Debe, desde luego, formar un “equipo” con su paciente y los familiares y amigos. Pero la dirección la debe llevar firmemente el terapeuta. Es decir, mantener el rumbo del asesoramiento y recuperación, pero nunca adelantase demasiado, debe guiar y mantenerse cerca del desarrollo psíquico de la asimilación del problema de los que están interviniendo. No es un dar órdenes y tampoco es un papel pasivo: como en todo lo relacionado con la psicoterapia es una mezcla de técnica y de arte.

La valla anti psicópata

Los familiares y amigos de C deben ser una valla para evitar el contacto con Ps. Muchas veces existen hijos de por medio, intereses comerciales o de otra índole, donde deben intercambiarse información u objetos entre C y Ps, pero esto debe hacerse siempre a través de terceros.
El terapeuta debe evaluar la situación real de C: medios y posibilidades para mantener la independencia, aliados con que cuenta, no debe desperdiciarse nada que pueda beneficiar a C en esta etapa de crisis.

Establecer prioridades

Hay que lograr que C concentre todas sus energías en el desprendimiento de Ps y no la disperse con nuevos problemas o atendiendo cuestiones menores o pasibles de delegar. Nada en C hay más importante que recuperarse a sí misma.

Ella debe contar en todo momento con la posibilidad de comunicarse con nosotros: no hay horarios ni postergaciones, debe saber que cuenta con nosotros.

Estar preparados para los errores de C

Y cuando cometa errores se lo señalaremos, trabajaremos sobre él, seremos firmes en el límite, pero siempre estaremos de su lado. En los primeros meses deben estar preparados para escuchar las letanías de la Complementaria que, aunque parezca increíble, “extraña” al Psicópata. Y lo dicen así: sé todo lo que me hizo, pero igual lo extraño. Este tipo de reacciones deben ser conocidas de antemano por el terapeuta y evaluarlas como parte del proceso de recuperación y no como una falla en el mismo.  

Desde luego genera irritabilidad, en las primeras experiencias, y desconcierto: ¿cómo puede extrañarlo si analizamos todo lo perjudicial que fue para ella? Es que el terapeuta es un ser básicamente lógico, está adiestrado en la lógica, y estos hechos son de base irracional, y, a veces, pierde la perspectiva y puede generar una reacción de hostilidad hacía la Complementaria. Con más experiencia se da cuenta que esto no escapa a las leyes de un duelo y que la afectividad tiene razones que incordia a la lógica.

Así que cuando C manifieste que lo extraña a Ps, guardar respetuoso silencio. Ella misma suele preguntar a continuación ¿Cómo puede ser que me pase esto? A lo que se le explicará que está pasando por un duelo y que estos retrocesos y estas nostalgias son comunes. Además, desde lo psicopatológico, se afirma con estas experiencias la existencia del “goce secreto” entre C y Ps. y es eso en realizad lo que extraña del psicópata. Esa vivencia intransferible e incomunicable que la mantenía unida al psicópata contra viento y marea ¿De dónde estaba agarrada la Complementaria en este circuito psicopático? No lo sabemos y creo que ella tampoco, pero podemos “palpar” ese anclaje, que muchas veces, la mayoría, no es sexual, y que cuando se separa de Ps sufre un profundo desgarro, doloroso, angustioso, y demandante de recuperar la parte perdida.

La perplejidad de C

Este “vacío del psicópata” es notable. En los primeros tiempos la persona del complementario está lisa y llanamente perpleja. En ese estado afectivo de no saber dónde se está, ni en qué situación ni cual es el rol de ella esta etapa. Es como un ser confuso. Inseguro. Dudoso y sufriente. Y desde luego, contradictorio. Es por eso que la acción del terapeuta debe ser firme sin dejar de ser tolerante y contenedor. Hay que dejar que la persona se exprese, aunque repita por enésima vez las experiencias con Ps y sus autorreproches: ¿cómo puede aguantar todo esto? ¿qué me pasó? y hasta planteos de tipo teleológicos: ¿por qué me tocó esto a mí?, incluso religiosos cuando son vividos como un castigo.

La falacia justiciera

También el discurso puede estar plagado de intenciones de resarcimientos y deseos de justicia: esta persona me hizo mucho daño, debe pagar por lo que hizo, no pararé hasta que se haga justicia. Aquí hay que recordarles que encaminarse en el sentido de la venganza es tener, de nuevo, al psicópata en la cabeza, es trabajar de nuevo para él, aunque el sentido parezca distinto. El odio es la otra cara del amor, pero sigue siendo un tipo de amor, de apego. Y siguiendo nuestra tesis inicial, la de Contacto Cero, tampoco debemos permitir esto: toda acción que la re ligue al psicópata debe ser combatida. No debemos prestarnos a ser aliados de la venganza de la persona que consulta, por más que esta venganza se disfrace con distintas máscaras.


No habrá perdón

Una vez vino a consultarme una mujer para que fuera perito de parte ante un juicio de divorcio para demostrar la psicopatía de su ex pareja. En realidad el ex marido estaba de acuerdo en divorciarse de común acuerdo y en repartir los bienes de acuerdo a lo que pedía esta mujer.  

Pero eso a ella no la conformaba, quería un juicio controvertido donde se demuestre que la relación se había concluido por la psicopatía. Quería demostrar a la sociedad que el ex era un psicópata, quería dejarlo marcado en ese sentido. Decía que un psicópata no podía quedar impune después de lo que le había hecho. Es decir, el móvil no era conseguir el divorcio, sino vengarse.  

Luego de escucharla durante un hora en que mostraba, con papeles incluidos, las “pruebas” de las maldades del ex, le expliqué en qué consistía su estado: su razonamiento estaba perturbado por el rencor y no podía entender que esta actitud la perjudicaba más aún, ya que había dejado prácticamente su actividades comunes para dedicarse de lleno a la causa de la venganza. Es decir, había dejado “su vida” a un costado para, otra vez, girar alrededor del psicópata, esta vez con un buen argumento lógico, la reivindicación, pero que la seguiría desgastando y quietándole calidad de vida. Amén de que, otra trampa de lo irracional, era una buena excusa para esta en contacto con el psicópata.

“Es que si yo no hago nada, él seguirá haciendo daño a otros. No puedo permitir esto, yo también tengo una responsabilidad con la sociedad”. Este es otro argumento que usan algunas complementarias, pero que no es más que una variante del anterior, disfrazado de “acto solidario”.

Rumbo fijo al Contacto Cero

En síntesis, el terapeuta debe oponerse a todo intento, lógico o no, de ruptura del Contacto Cero. Repito: cualquier contacto puede reestablecer de manera inmediata o mediata el circuito psicopático ya que el anclaje es irracional y todas las promesas de la complementaria de que “va a ser fuerte”, que “ya se encuentra en condiciones de ver al psicópata sin consecuencias para ella”, que es “sólo por un momento y para tratar tal asunto impostergable” y otras, sin meros artilugios para llenar el “vacío del psicópata”.

Del lado sano

A esta altura varios de los colegas lectores estarán razonando: “Si es eso lo que ella quiere, que vaya y listo, es su vida”. Pero está el detalle que ella se pone en nuestras manos para ser ayudada a salir del circuito psicopático. Su parte lógica está imbuida de ese propósito y su parte irracional oscila entre estar agotada por el sufrimiento de la relación por un lado y por el deseo de volver, por otro. Y es esta parte del deseo la que genera todas estas trampas, y nosotros debemos estar del lado que beneficiará a la persona que nos consulta. De ahí que nuestra postura debe ser clara y firme y evitar que a Complementaria caiga en sus propias trampas.

El rol de los aliados

Los familiares que comprenden la problemática, algunos no lo entienden nunca, deben ser asesorados y se les debe explicar cual es su parte, de qué manera pueden ayudar al proceso. Y serán los que intercedan ante cualquier acercamiento del psicópata a la complementaria. En ellos, y los amigos que colaboran, se tercerizaran todo trámite o gestión que deba hacer la complementaria en relación al psicópata: desde la entrega de los hijos para los fines de semana que le toquen al psicópata, hasta las cuestiones de papeles propios de los bienes en común. Todo detalle debe ser cuidado. Así la señora del servicio atendía todas las llamadas de la casa a fin de filtrar cualquier comunicación entre ellos. En otro caso la hermana se encargaba de abrir la puerta y neutralizar cualquier visita imprevista del psicópata. Se deben cambiar las cuentas de correo electrónicos, los números de teléfonos y todo resquicio por donde pueda pasar una comunicación del psicópata.

El valor del detalle

Se pensará que todo esto es exagerado. Pero cuando los colegas lleguen a experimentar el rearme del circuito psicopático por una falla mínima y las consecuencias que conlleva el rearme de ese circuito para la persona que nos consultó: enterarse del derrumbe de la auto estima, las conductas como de Zombis de algunas de ellas, las pérdidas de fortunas de otras y tantos otros perjuicios, entonces apreciaran estas indicaciones que les serán de utilidad para asistir a su próxima complementaria.


Nota

1) Es necesario leer previamente “Personalidades Psicopáticas” en: www. marietan. com/material_psicopatia/personalidades_psicopat
y “El complementario y su psicópata” en: www. marietan. com/material_psicopatia/complementario. htm


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