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Metodología para una historia de la psiquiatría latinoamericana 1850-1950. Ensayo, revisión y crítica.

Fecha Publicación: 01/03/2007
Autor/autores: Juan Carlos Luengo Peila

RESUMEN

El presente trabajo, es la propuesta de un marco metodológico para orientar una investigación en historia de la ciencia. El objetivo es desarrollar un acercamiento sobre la base a dos enfoques simultáneos acerca del mismo problema: un enfoque interno referido a la historia de la misma psiquiatría; y uno externo referido al nexo psiquiatría-sociedad. La superposición de estas dos perspectivas y su interacción, aportara elementos para la construcción de un marco teórico más completo e independiente de los límites históricamente impuestos.

Por ejemplo, el estudio de teorías y taxonomías es vital para la perspectiva interna; la relación del pensamiento científico-psiquiátrico con la autoridad política es esencial para la segunda; sin tener que adscribir, necesariamente, a Foucault o a la antipsiquiatría, se podrán correlacionar ambos elementos. Se parte del desarrollo de estos temas en Chile y se realiza una proyección al resto de Latinoamérica. La base de esta investigación es el actual proyecto de doctorado que desarrollo aquí en Francia.


Palabras clave: Ciencia, Historia, Metodología, Psiquiatría, Teoría
Tipo de trabajo: Conferencia
Área temática: Psiquiatría general .

Metodología para una historia de la psiquiatría latinoamericana 1850-1950. Ensayo, revisión y crítica.

Juan Carlos Luengo Peila.

Magíster en Historia. Universidad de Chile.

PALABRAS CLAVE: Metodología, Historia, psiquiatría, Ciencia, teoría.

(KEYWORDS: Methodology, History, Psyquiatry, Science, Theory. )

Resumen

El presente trabajo, es la propuesta de un marco metodológico para orientar una investigación en historia de la ciencia. El objetivo es desarrollar un acercamiento sobre la base a dos enfoques simultáneos acerca del mismo problema: un enfoque interno referido a la historia de la misma psiquiatría; y uno externo referido al nexo psiquiatría-sociedad. La superposición de estas dos perspectivas y su interacción, aportara elementos para la construcción de un marco teórico más completo e independiente de los límites históricamente impuestos. Por ejemplo, el estudio de teorías y taxonomías es vital para la perspectiva interna; la relación del pensamiento científico-psiquiátrico con la autoridad política es esencial para la segunda; sin tener que adscribir, necesariamente, a Foucault o a la antipsiquiatría, se podrán correlacionar ambos elementos. Se parte del desarrollo de estos temas en Chile y se realiza una proyección al resto de Latinoamérica. La base de esta investigación es el actual proyecto de doctorado que desarrollo aquí en Francia.

Abstract

The present paper is the proposal of a methodological framework to direct a research in history of science. The principal goal is to develop an approach based in two simultaneous conceptions about the same problem. An internal conception refers to the history of psyquiatry herself, and an external conception refers to the connection between psyquiatry and society. The superposition of these two perspectives and their interaction, contributed elements for the construction of a methodological framework more complete, and more independent of the limit historically established. For example, the study of theories and taxonomies is vital for the internal perspective; the relation of the scientist-psychiatric with the political authority is essential for second; without having to assign, necessarily, to Foucault or antipsychiatry, both elements could be correlate. The base of this investigation is my present doctoral project, researching about the development of these subjects in Chile and is made a projection to Latin America.



Introducción

Este trabajo pretende establecer lineamientos tanto generales como específicos, con respecto a un marco metodológico para el estudio de la Historia de la Medicina Psiquiátrica, entendiéndose a esta como insertada dentro del esquema más general de la Historia de la Medicina la que -a su vez- forma parte del conjunto historiográfico que conforma al resto de las ciencias. Comienza con un sintético examen de algunos problemas generales que pueden ser detectados en la Historia de la Ciencia como especialidad historiográfico-epistemológica y los posibles antecedentes de éstos. Debo advertir que los problemas y críticas expuestos se refieren-predominantemente- al contexto latinoamericano Luego continúa con el tema nuclear: el establecimiento de una propuesta de enfoque más adecuada para la historiografía psiquiátrica, .  

Paralelamente, se propone una conceptualización para los diferentes campos que se pueden historiar. Se toma como modelo al desarrollo de los estudios psiquiátricos en Chile, por ser uno de los más antiguos -dentro del período republicano- para el área del Cono Sur y se realiza una proyección para América Latina. Como de costumbre, asumo con toda responsabilidad los errores y omisiones de este escrito.


Algunos problemas generales con respecto a la Historia de la Ciencia

Al menos, tres clases de problemas –rangos de problemas, mejor dicho- son relativamente evidentes cuando se realiza un examen panorámico de este tipo de historia:

El primero es que el predominio -tanto intelectual como social- de algunas ciencias ha hecho que la historiografía científica (1) haya enfatizado más el desarrollo de disciplinas tales como la Física, Matemática Astronomía y Química, entre otras. Por su parte, la Historia de la Biología posee un status propio y muy bien ganado, relacionándose –evidentemente- en forma mucho más cercana con los avances y exploraciones en el campo médico.  

Las explicaciones para este fenómeno de predominio son sólo sencillas en apariencia. Por un lado, existe el hecho de desarrollos históricos tempranos, que contribuyeron a una maduración lenta pero estable, combinada con “revoluciones” teóricas (2). Por otro, la importancia científica de los descubrimientos en juego, importancia que se ve confirmada no sólo por el estatuto de verdad que poseen (hasta su reemplazo por una teoría y un respaldo de hechos, más adecuados como respuesta al mismo problema) sino que, y -más comúnmente- por la aceptación que el nuevo conocimiento tenga en la comunidad de pares investigadores. Esto último -que parece de una evidencia absurda- no lo es tanto, ya que si bien es cierto que es necesario el consenso de colegas que permita avalar una determinada propuesta, también es cierto que una buena teoría puede ser desechada, por esta especie de “tribunal del conocimiento”. Otro riesgo es la aceptación de una teoría formalmente bien presentada, pero errónea de fondo, problema no menor -pero inabordable para el caso de este análisis-, ya que la importancia del formalismo en la investigación, y sus consecuencias -tanto positivas como negativas- es un tema de trabajo que parece no haber sido explotado lo suficientemente. (3)

El otro espectro de problemas tiene relación con los impactos sociales del avance científico, que habían sido, históricamente, de largo plazo. En la actualidad, es difícil sostener este aserto, sobre todo en referencia a aquellas especialidades relacionadas con los ámbitos tecnológicos y comunicacionales. Sin embargo, -tanto para la historia, como para la contemporaneidad- resulta evidente que las ciencias “duras” parecen mantener un claro monopolio respecto al impacto antedicho, quedando tanto en la mente del común, y en parte de la del intelectual, la importancia “indiscutible”(4) de una determinada clase de ciencia, lo que ayuda, desde mi parecer, a que exista un mayor interés, -desde el punto de vista erudito- en historiar, analizar y criticar este tipo de desarrollos del pensamiento científico.

El último conjunto de problemas se relaciona con aquellos que hablan y escriben acerca de estos temas y aquí es necesaria una crítica fuerte en cuanto a las orientaciones investigativas de la profesión de historiador en América Latina. La preocupación por los contenidos contingentes ha generado un tipo de escritura historiográfica mayoritariamente centrada, en los desarrollos político-sociales, escritura que se encuentra –por lo general, pero no siempre- asociada al mensaje proselitista. Este fenómeno tiene una relación lógica con la un tanto caótica historia política ocurrida al sur del río Grande. En comparación, otros tipos de problemas -entre ellos la historiografía científica- parecen despertar un entusiasmo mucho menor, o no despertarlo. Con lo rescatable que pueda ser la postura contingente, resulta una limitante del espectro de estudios que pueden realizarse, al adquirir –con o sin intención- un cierto monopolio del espacio intelectual y de los recursos disponibles, siempre escasos para este tipo de actividades. Como antítesis, puede alegarse -con justa razón- que si no hay historiadores profesionales de la ciencia (o hay muy pocos) es porque -sencillamente- no existe suficiente capacidad para tales temas, entendiéndose por capacidad tanto la propiamente intelectual, como los espacios, medios y fuentes adecuados Otra causa posible para esto es el incipiente desarrollo científico latinoamericano, lo cual -desde otro punto de vista y para ciertos temas puntuales- puede ser perfectamente una falacia, ya que en los casos de la medicina y la clásica “historia natural” sus desarrollos, puede remontarse a la etapa pre-republicana, como lo demuestran con amplitud los minuciosos textos elaborados por los jesuitas(5)


En consecuencia, -y por paradoja- los que se han preocupado de historiar tales asuntos han sido especialistas provenientes del propio mundo de las ciencias y de la medicina, siendo relativamente pocos los historiadores de profesión abocados a estas problemáticas. (6) En el ámbito institucional -enfatizando lo anterior- han sido las Facultades de Ciencias y de Medicina las que se han hecho cargo del problema, a través de cursos complementarios, seminarios y otras iniciativas, que han desembocado en publicaciones tanto en formato papel como virtual A partir de esto, los trabajos historiográficos provenientes del mundo científico han desempeñado un rol fundamental, tanto en cuanto a la dilucidación de aspectos puntuales de algún problema en específico, como a la contribución de historias descriptivas generales -no por eso menos eruditas- (7)

Esta larga digresión era -desde mi punto de vista- necesaria: los problemas ligados al desarrollo de la historiografía de la Ciencia, no tienen que ver sólo y exclusivamente con ella, por el contrario se imbrican profundamente con factores socio-políticos, que –por desgracia- permean en demasía a las estructuras de la intelligentsia, en esta parte del mundo.


Bases para una metodología

La inserción de la historiografía psiquiátrica, en este contexto, hace que sus problemáticas de estudio sean cruzadas por los mismos factores y variables que se han venido analizando. Debo aclarar que los cien años escogidos como marco temporal, me parecen adecuados en tanto cubren la consolidación política, y por tanto institucional, -al menos en teoría- de la mayor parte de Latinoamérica. De esta manera se puede constatar el inicio y progreso de las prácticas y políticas médico-psiquiátricas, para los siglos XIX y XX, cuando ya es posible hablar de una cientificidad, o al menos la búsqueda de ésta, por parte de la medicina latinoamericana. Evidentemente, el camino hacia esta cientificidad ha sido desigual y ha estado muy interferido por la contingencia política, problema crónico -y al parecer inevitable- en esta parte del continente. (8) 

Desde la óptica de la abstracción se pueden distinguir -por lo menos- seis tipos de análisis de problemas que pueden configurar una historia de la psiquiatría: El más evidente para un primer examen es el estatuto de la psiquiatría, como ciencia, frente a la medicina de carácter somático, medicina que se presenta en forma monolítica ante una disciplina que, muchas veces, aparece desgarrada por la falta de consenso. Creo no estar tan errado al comparar este carácter monolítico, con aquel ostentado por las ciencias básicas, frente a otras disciplinas. En otros términos, los resultados teóricos y su aplicación práctica han tenido un desarrollo muy irregular en el campo de la psiquiatría, lo que ha marcado –positiva o negativamente, según como se vea- su propia historiografía, rica en debates por esta misma causa. Como consecuencia, el impacto social que pueda tener o no esta disciplina -tema digno de estudios propios- está directamente afectado por las razones antedichas De hecho, esta problemática es también abarcada por la Filosofía, en tanto Filosofía de la Ciencia.  

El segundo análisis explicita un desarrollo interno de la psiquiatría, que, aunque tiene ese carácter, resulta más o menos evidente a los ojos del historiador. Este desarrollo -propiamente médico- suele remontarse, tradicionalmente, a las primeras etapas de la historia escrita, pero gana en complejidad y cientificidad recién en el siglo XVIII, con el surgimiento de hipótesis verificables, las que- sistematizadas- se transforman en las primeras teorías de carácter general con respecto a las causas posibles de la enfermedad mental, las que dan origen, a su vez, a las respectivas taxonomías: teoría y práctica van íntimamente ligadas, en un ambiente de búsquedas, tesis y antítesis permanentes. Este tipo de análisis es de carácter clásico y configura una gran parte de los contenidos de la historia, que aquí nos preocupa. Particularmente interesante para el caso latinoamericano sería detectar los diferentes grados de adscripción a las teorías europeas, cómo fueron éstas aplicadas y enseñadas y lo más importante y dificultoso: verificar si hay rasgos de originalidad en este pensamiento psiquiátrico.

El segundo es muy específico y se desprende inmediatamente del primero, pues se trata de la configuración de los métodos de tratamiento, tanto físicos, como mecánicos y químicos. Esto último abarcaría, necesariamente, el campo relativo a los antecedentes y desarrollo de la psicofarmacia (9) Esto conformaría una “Historia de la terapéutica Psiquiátrica”

El tercer tipo de análisis resalta las escenografías institucionales que sirven de marco al desarrollo médico, marco estructurado por asilos y hospitales, tanto públicos como privados. Estas instituciones están caracterizadas por su acento administrativo: el orden del asilo y del hospital, tanto en su arquitectura, como en su reglamentación y asignación de roles genera una estructura que busca la sanación del interno, transformando en práctica la teoría médica. Podría llamársele “Historia Psiquiátrica Institucional”.


El cuarto tipo se refiere al estudio de la institucionalidad universitaria: fundación de Escuelas; generación de cátedras; manuales de medicina; autores más estudiados; profesores más destacados; teorías en boga; mallas curriculares; temas de tesis, entre otros. Propongo el término de “Historia Psiquiátrica Académica”

El quinto enfoque es sin dudas el más problemático y posee un carácter externo. Es el que relaciona a la psiquiatría con el resto de la sociedad y, a partir de esta ligazón, construye lo que se podría definir como una “Historia Social de la Psiquiatría”. Autores clásicos como Ackerknecht y Zilboorg, , junto a muchos otros, habían mostrado este desarrollo como una tensión entre ignorancia y ciencia, enfoque que si bien puede -a lo sumo- ser acusado de ingenuo, no puede ser desconocido en cuanto a su aportación enormemente erudita. A partir de Foucault -y otros autores que no sólo le han copiado mal, sino que, también, han hecho extrapolaciones completamente arbitrarias de sus ideas a otros campos- la psiquiatría se transforma, historiográficamente, en una villana que coligada con el poder político -en sus formas micro y macro- aplasta y victimiza a los enfermos. Al menos Foucault lo hizo en forma inteligente (10) Si a esto se le suman las hipótesis antipsiquiátricas, según las cuales la enfermedad mental pasa a ser un mero constructo, resulta que el cuadro no sólo es negativo sino que la Psiquiatría- en su conjunto- ha sido una especie de enorme pérdida de tiempo. Con lo respetables que puedan ser las hipótesis en juego, si no significan -al menos en algún sentido- un desconocimiento flagrante de todos los esfuerzos realizados históricamente, no tengo idea que podría ser.  

Como sea, para el caso latinoamericano esta red de relaciones aún no ha sido tejida en forma analítica, limitándose –no en todos los casos 11) a meros intentos de reproducción Foucaultiana. Creo que este es el punto más esencial del análisis, ya que al cruzar la variable societal con la disciplina que hemos venido examinando, se abren las puertas para las más variadas interpretaciones, aún las más arbitrarias. Pero esto es, sencillamente, un problema de falta de rigor tanto en el dato duro como en el aspecto analítico del problema, falencias de las cuales nadie está libre, pero que sí son susceptibles de mejoría.  

En conclusión, es necesario un nuevo tipo de escritura en Historia de la psiquiatría, al menos en A. Latina. Una escritura selecta, que parta de una base no negociable en cuanto a rigor erudito y mínima objetividad, más al servicio del conocimiento y aporte que a otro tipo de intencionalidades. Desgraciadamente, no es cuestión sólo de que los historiadores, o quien sea que escriba acerca de esto, cambien de actitud. El cambio parte también por las políticas en juego -y aquí adscribo sin ninguna vergüenza al amigo francés- pues en este campo el poder, (al menos académico-institucional) sí tiene, puede y debe decir algo.


Notas

(1) Entendido este concepto -al mismo tiempo- como Historia de la Ciencia y como escritura científica de la Historia. El segundo sentido es una referencia al protocolo de todo escrito historiográfico profesional.

(2) No se trata de sostener la hipótesis Kuhniana (reconociendo su valor intrínseco) de “derribamiento” y “reemplazo”, sino de establecer un punto ecléctico: la maduración lenta, del conocimiento -y a veces involucionada por factores histórico- sociales- es complementada por las revoluciones científicas y cognitivas, que permiten avances de importancia fundamental.

(3) Sería interesante realizar un seguimiento histórico -de largo alcance- de las estructuras lógico-formales que recomiendan los manuales de investigación, para establecer diferencias e, incluso, posibles puntos de quiebre, entre ellos. Esto sería similar a lo que la lingüística ha estudiado respecto a las formas que adopta el discurso científico.

(4) La “indiscutibilidad” de las ciencias duras tiene, sino totalmente, mucho que ver no sólo con su aportación de base al conocimiento teórico sino que además con la aplicación práctica de éste, lo que redunda también en su capacidad para capturar recursos, en desmedro de otras disciplinas. Sin embargo, esto tiene relación más bien con políticas estatales, que con el valor intrínseco de las propias ciencias, campo que corresponde tanto a la Filosofía como a la Historia de éstas.

(5) Para una mayor aclaración, me refiero a la investigación científica y sus logros durante la etapa colonial y no a la historiografía de estos aspectos, sobre todo en lo referente al concepto de “Historia Natural”, que en realidad apunta el conjunto de trabajos, recolecciones y clasificación, realizados por los naturalistas en terreno.

(6) Este problema se liga a la pobreza de las mallas curriculares ofrecidas a los estudiantes de Historia, a la falta de recursos de las respectivas unidades académicas y -muy importante- a la intencionalidad de las directrices académicas de los que encabezan estas unidades.  

(7) Aspecto particularmente importante en Historia de la psiquiatría, en donde se ha dado una exitosa producción de impresos entre historias generales, monografías -y conjuntos de éstas- de excelente calidad. Lo anterior se complementa con Internet, en donde el nivel de los escritos respecto de este tema, es notablemente disparejo, con la excepción de algunas páginas Web asociadas a universidades, revistas y entidades virtuales, -hispanas, lusitanas y anglosajonas- cuya calidad de documentación, reflexión y escritura, es de primera línea.

(8) En algunos países como Chile y Argentina, la institucionalidad médico- psiquiátrica se inicia casi exactamente a mitad del XIX, mientras que para otros países hay que esperar a las décadas del cuarenta y cincuenta del XX, sobre todo en lo que dice relación con políticas de carácter universitario. A contrario sensu, se da el caso de Perú y México con políticas asilares que se remontan a la Colonia, sin embargo la idea de este escrito es resaltar los comienzos y desarrollo de un pensamiento propiamente científico.

(9) No digo que no se haya hecho, pero creo que falta una mayor sistematización al respecto, en la forma de publicaciones, que vayan más allá del mero dato.

(10) Es imposible obviar el trabajo de archivo, al nivel de un historiador profesional, que realizó Foucault, para sostener la defensa de sus hipótesis, en los textos Los Anormales, Historia de la locura en la época clásica y El nacimiento de la clínica

(11) Sin dudas el caso brasileño es excepcional. Uno de sus aspectos más robustos en el campo académico de la historia latinoamericana de la ciencia, lo constituye tanto la historia clínica de la psiquiatría, como las relaciones entre ésta y la sociedad en su nivel histórico.


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