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Perspectivas actuales en la investigacion de las relaciones entre variables psicosociales y la enfermedad del cancer.

Fecha Publicación: 02/03/1999
Autor/autores: Violeta Cardenal Hernaez , Isabel Oñoro Carrascal

RESUMEN

El trabajo teórico que se presenta se enmarca dentro de un enfoque diferencial en la consideración de las variables psicológicas y sociales que pueden influir en el inicio, curso y recurrencia de las enfermedades físicas, frente a un enfoque generalista en el que no tienen cabida las diferencias individuales en personalidad en el padecimiento de una enfermedad. El estudio se circunscribe a la enfermedad del cáncer y tiene dos objetivos: Ofrecer una exposición sintética sobre: a) las propuestas más avaladas y actuales en cuanto a diferentes tipos de variables psicológicas implicadas en la posible predisposición y evolución de la enfermedad cancerosa. Se comentan distintas categorías y unidades de análisis utilizadas para referirse al amplio elenco de aspectos psíquicos estudiados por los autores, como factores, rasgos, expectativas, modos de afrontamiento, etc., en el estudio de la influencia psicológica en la neoplasia, así como la variedad de contenidos psicológicos que incluyen dichas categorías como depresión, represión. evitación emocional, etc. Se discute y se plantea la conveniencia de la utilización del modelo de dos vías de Contrada y col. (1990), referido y comentado en Cardenal (1997a, 1997b), como marco de trabajo para el estudio sistemático e interdisciplinar de las relaciones Personalidad-Cáncer. b) la metodología y tipos de trabajos llevados a cabo con pacientes que pueden padecer o presentan ya cáncer y que se agrupan, principalmente, en torno a estudios prospectivos, cuasiprospectivos y retrospectivos.


Área temática: Psicología general .

REVISTA ELECTRÓNICA DE PSICOLOGÍA
Vol. 3, No. 3, Enero 2000
ISSN 1137-8492

Perspectivas actuales en la investigacion de las relaciones
entre variables psicosociales y la enfermedad del cancer



Violeta Cardenal Hernaez
Isabel Oñoro Carrascal

Dpto. De psicologia diferencial y del trabajo.
Facultad de psicologia. Universidad Complutense de Madrid (España).

REVISIÓN
[Resumen]
Introducción.
Variables psicosociales
y su influencia en el
cancer y metodologia
empleada en las
investigaciones (breve
revisión actual)
Evitación emocional
Depresión Indefensión - Perdida
del apoyo social

Introducción Enfoque diferencial y p. De la salud, medicina psicosomatica: origen,
evolucion y desarrollo actual

El estudio de las repercusiones de los factores psicológicos en el organismo se encuadra en un
marco teórico amplio cuyo contenido principal es el conocimiento de las relaciones que se establecen
entre las variables psicosociales y la enfermedad física (Steptoe y Wardle, 1994; Stoudemire, 1995).
Se adopta un enfoque diferencial en el que pueden establecerse distintas relaciones e influencias
entre diferentes tipos de variables psicológicas ( rasgos, dimensiones, estilos cognitivos,
personalidad, etc.), factores sociales (acontecimientos estresantes, sucesos vitales, actitudes sociales,
etc.) y el inicio, desarrollo y progresión de varias enfermedades físicas.
Las disciplinas que han abordado este estudio han sido, tradicionalmente, la Psicología y la Medicina
a través de la Medicina Psicosomática, que ha servido como enlace y como punto de unión donde se
han depositado las diferentes teorías procedentes de una y otra área. En un principio, la medicina
psicosomática tenía una marcado carácter psicógeno en la consideración etiológica del trastorno.
Jeammet en 1982 la define así: "Se acepta como psicosomático a todo trastorno somático que
comporta en su determinismo un factor psicológico que interviene, no de una manera contingente
como pudiera ocurrir en cualquier afección, sino por una contribución esencial en el origen de la
enfermedad".
En la actualidad, "psicosomático" no significa psicogénico, ya que este concepto implica una
causalidad unidireccional en la aparición de la enfermedad: a partir de algún factor psicológico se
produce alguna enfermedad física. En cambio, se apoya un principio de multicausalidad para la
consideración etiológica de la enfermedad: muchos factores ( constitucionales, genéticos, familiares,
socioculturales, cognitivos, emocionales) interactuan unos con otros contribuyendo a la aparición de
un trastorno físico.

Por tanto, a lo largo de la evolución de esta disciplina, los diferentes autores han ido configurando a
través de sus aportaciones, una concepción del trastorno psicosomático, multicausal, encuadrada en
un modelo biopsicosocial que es aceptado por la mayoría de los investigadores. Se intenta acabar con
el dualismo mente-cuerpo, poniendo de manifiesto que el ser humano es psicosomático por
definición. Se propone, al menos como líneas teóricas que guíen el desarrollo de esta disciplina, que
la enfermedad ha de ser considerada como producto de esa interacción de múltiples factores que
siempre implica aspectos psicológicos y somáticos.
El acento debe ponerse en lo psicológico o en lo somático según las diferentes enfermedades. El
impacto de factores psicosociales u orgánicos y su manifestación a través de síntomas clínicos
variará dependiendo del trastorno, de la persona y del período de la enfermedad ( Lipowski, 1977).
Hay un énfasis ( Hentschel, 1993) en dar diferente valor o peso a los factores biopsicosociales en las
distintas enfermedades, y los trastornos psicosomáticos serían aquellos en los que el segundo y tercer
factor son más destacados y relevantes en comparación con otras patologías.
Van de Loo (1993) aporta una idea muy relevante como marco de trabajo teórico a partir del cual
considerar la medicina psicosomática. Se debe entender a esta disciplina como un sistema que consta
de diferentes subsistemas (factores psicológicos, sociales y físicos), los cuales están jerárquicamente
organizados y donde los subsistemas inferiores están integrados en los subsistemas más superiores,
formando una unidad compleja, de tal manera que "el todo es más que la suma de las partes". Como
han expresado algunos autores, entre ellos Henry Ey en 1974, la medicina psicosomática no es una
parte de la medicina, sino que pretende y debe ser una nueva concepción de la medicina, a partir de
la cual se considere la enfermedad desde una perspectiva multicausal y de interconexión entre
diversos factores.
También parece muy sensato apoyar ( Van de Loo, 1993) la idea de la necesidad de una integración
interdisciplinar y de las orientaciones más relevantes de la Psicología y de sus métodos de
investigación, para el desarrollo de este nuevo concepto de psicosomático. Será necesario tener en
cuenta la teoría psicodinámica, así como las aportaciones del enfoque cognitivo-conductual y de la
orientación fenomenológica-existencial. De la misma manera, será imprescindible contar, además de
con la aproximación experimental, con el estudio de casos como fuente importante de información y
de formulación de hipótesis. En el momento actual, también el mismo término de medicina
psicosomática ha sufrido cambios, proponiéndose el de Psicosomática desde un enfoque
psicodinámico y el de Medicina Conductual y Psicología de la Salud desde una orientación
cognitivo-conductual.
No obstante, desde el campo de la medicina se sigue utilizando la acepción clásica de Medicina
Psicosomática. Todas las aportaciones realizadas por estos enfoque son valiosas, como asimismo lo
son las ideas, modelos y teorías que han ido desarrollándose a lo largo de su historia, ya que han ido
proporcionando los cimientos para una comprensión holista del ser humano en toda su complejidad,
a la que cada vez aspiran con mayor intensidad Medicina y Psicología. En la investigación actual hay
algunas propuestas que tratan de ofrecer una explicación general válida para cualquier tipo de
alteración psicosomática. Así, Booth-Kewley y Friedman (1987), basándose en los resultados
encontrados mediante estudios de metaanálisis, argumentan que está más justificado hablar de una
"personalidad predispuesta al trastorno físico" caracterizada por el predominio de un estado
emocional negativo, que de enfermedades concretas asociadas a tipos de personalidad concretos.
También se manifiestan en esta línea Watson y Pennebaker (1989), al proponer que puede existir una
personalidad predispuesta al "distress", es decir, con tendencia a exhibir síntomas de malestar
emocional, quejas de salud, uso de fármacos y que en determinadas situaciones puede conducirles a
la enfermedad.
Por otro lado, hay que señalar autores como Eysenck y Grossarth-Maticek (Eysenck, 1995; Eysenck
y Grossarth-Maticek 1990, 1991) que, en contraste con los anteriores, intentan demostrar que
diferentes tipos de reacción al estrés pueden asociarse consistentemente a determinados trastornos

físicos y, muestran la influencia de los modelos de Alexander (1950) y Dunbar (1935). Sheier y
Bridges (1995), siguiendo la línea anterior, realizan un estudio y revisión de la evidencia prospectiva
sobre ciertas variables de personalidad que ejercen algún efecto en el desarrollo y desenlace de una
enfermedad.
La revisión considera el efecto de variables como hostilidad y enfado, supresión emocional,
depresión, fatalismo y pesimismo sobre enfermedades coronarias, cáncer y sida. Presentan un
modelo que integra todas estas variables en un esquema conceptual global. Además, identifican
distintas variables que ejercen cierto efecto moderador sobre la relación que existe entre ciertos
aspectos de personalidad y la salud.
Los autores proponen que deben realizarse investigaciones futuras utilizando un mayor aporte
teórico, un mayor número de estudios prospectivos y técnicas de medida más válidas y fiables. Una
tercera línea de investigación se centra en la búsqueda de modelos referidos a trastornos específicos.
Por ejemplo, un modelo explicativo sobre los aspectos psicológicos relacionados con el cáncer.
Pero, aun en este campo restringido, se suelen tomar en consideración aspectos parciales de las
relaciones entre los diferentes factores implicados:
1. En muchos casos esto es debido al variado número de disciplinas que abordan un mismo trastorno
desde su particular perspectiva y es tarea de un equipo interdisciplinar bien coordinado e integrado el
ofrecer a la comunidad científica un modelo lo más completo posible, de la interacción entre
variables psicosociales y la enfermedad concreta que se esté estudiando, a partir de la recopilación y
de la relación establecida de los diferentes hallazgos.
Así, en el estudio sobre las relaciones entre variables psicológicas y cáncer, algunos investigadores
se han centrado en buscar meras asociaciones descriptivas entre ciertos rasgos de personalidad y el
padecimiento del cáncer. Y ha sido otro grupo de autores el que ha establecido la relación existente
entre ciertas emociones y la función inmune. En concreto, Levenson y Bemis (1995) analizan los
resultados de distintos estudios que investigan dos hipótesis. La primera plantea que ciertas variables
psicosociales afectan al padecimiento y progresión del cáncer. La otra hipótesis planteada estudia la
posibilidad de que ciertos factores psicológicos afectan al sistema inmune, que a su vez puede
contribuir al padecimiento y progresión del cáncer. Las variables psicosociales examinadas incluyen
estados afectivos, estilos de afrontamiento o estrategias defensivas y rasgos de personalidad, así
como eventos estresantes.
2. Por otra parte, incluso dentro de una misma disciplina, como es la psicología, es evidente que los
investigadores ponen el acento en un tipo de variables psicológicas u otras, dependiendo del área de
conocimiento del que procedan. Este es el caso, nuevamente, del estudio de la influencia psicológica
sobre el cáncer, en el que los diferentes autores han propuesto diversos constructos ( dimensiones de
personalidad, estilos de afrontamiento o variables situacionales) como factores psicológicos
predisponentes a la neoplasia, conforme a sus tendencias por conceptualizar el mundo psíquico de la
persona desde un ángulo o desde otro. Por tanto, es necesario constituir un modelo explicativo de los
diferentes trastornos psicosomáticos, aunando criterios conceptuales y hallazgos extraídos de los
diferentes estudios para obtener una panorámica lo más completa posible en el momento actual. Esta
meta es ambiciosa y sólo algunos de los fenómenos psicosomáticos pueden ser analizados desde esta
perspectiva. Y aun así, se trata de líneas de investigación sugerentes y atractivas a partir de las cuales
guiar futuros trabajos, más que de modelos explicativos bien establecidos. Pero, es conveniente
recalcar, que estos esfuerzos son meritorios, pues presentan de manera conjunta y relacionada un
gran número de variables que se han encontrado relevantes hasta la fecha.
En este sentido Contrada y col. (1990) ofrecen un modelo explicativo de la influencia psicológica en
el cáncer bastante completo y digno de ser estudiado. Otras enfermedades que han recibido suficiente
respaldo empírico como para seguir ampliando su investigación son: la hipertensión y los trastornos

cardiovasculares, la diabetes, las enfermedades autoinmunes, las enfermedades dermatológicas, el
asma y los trastornos gastrointestinales.
Las variables psicosociales sobre las que se centran las hipótesis de su influencia en los trastornos
referidos, son principalmente:
1.- el estrés psicosocial;
2.- las emociones de ansiedad, ira, depresión y
3.- dimensiones de personalidad como alexitimia, agresividad, neuroticismo, personalidad resistente
al estrés (hardiness), etc.;
4.- el apoyo social y afectivo;
5.- estilo de afrontamiento represivo y evitativo.
Los sistemas orgánicos que sirven de conexión entre variables psicosociales y enfermedad son
fundamentalmente: sistema nervioso autónomo, sistema neuroendocrino, sistema de péptidos y
sistema inmune. De toda una serie de enfermedades que se están investigando en la actualidad,
podemos referirnos a una serie de variables psicosociales relacionadas con el cáncer, con un cierto
rigor y desde un abundante soporte empírico. Aunque dista mucho de conformar un modelo acabado,
bien verificado y se halla en un estado de continua revisión y de nuevas formulaciones, se pueden
exponer sus líneas fundamentales, ya que existe una coincidencia y acuerdo amplio en las hipótesis
principales que se refieren a los rasgos de personalidad generalmente identificados, en bastantes
pacientes con cáncer.
Es necesario recalcar que este grupo de variables psicosociales se evalúa siempre desde una
perspectiva multicausal, en la consideración de la enfermedad cancerosa. Se tienen en cuenta estos
factores psicológicos como un elemento más que puede tener alguna influencia y determinación en el
curso de la patología cancerosa, pero de ninguna manera, se está orientado este tipo de
investigaciones en el sentido de proponer que cierto tipo de personalidad podría ser la responsable,
(considerada ella sola, aisladamente) de la aparición del cáncer en un paciente.
Variables psicosociales y su influencia en el cancer y metodologia empleada en las
investigaciones (breve revisión actual)
Por tanto, en este trabajo se va a presentar una breve revisión de los últimos cinco años que ofrece
una panorámica actual de las variables que son más estudiadas por los investigadores en cuanto a su
influencia en el cáncer así como los estudios más frecuentemente utilizados. Son trabajos que
intentan analizar la influencia de variables psicosociales que tienen alguna repercusión en el inicio,
mantenimiento y progresión de la neoplasia. Pretende concretarse en diferentes estudios
prospectivos, cuasiprospectivos y retrospectivos (los más utilizados por los investigadores), en los
que se formulan hipótesis de acuerdo a las variables psicológicas principalmente identificadas en la
revisión, y que ya desde ahora conviene adelantar que se agruparían en torno a las dos grandes
categorías propuestas por Contrada y col. (1990) de:
1. Depresión y 2: Evitación emocional, y que se han analizado y comentado en trabajos previos
(Cardenal, 1997a; Cardenal, 1997b).
Evitación emocional
Esta categoría integra una serie de contenidos psicológicos, emociones, dimensiones, etc., que,
aunque pueden presentar diferencias de matiz, se englobarían todos ellos dentro del estilo de
evitación emocional. Se entiende por estilo la concepción propuesta por Sánchez-López (1997) que
lo define como una categoría para la clasificación de la personalidad, amplia, global y que acoge a a
diferentes dimensiones y variables que pueden presentar asociaciones débiles entre sí. Esta
conceptualización del estilo se adecuaría perfectamente a las características que presentan las
distintas variables psicológicas que se asocian con el cáncer, ya que, aun siendo diferentes muchas de
ellas, presentan correlaciones entre sí y señalan un modo de comportarse, una forma de afrontar los

acontecimientos, y, en definitiva, un estilo de personalidad que puede denominarse de evitación
emocional.
Por tanto, se irán exponiendo algunas aportaciones relevantes que han analizado distintos aspectos y
contenidos de este estilo de evitación emocional, como represión, alexitimia, Tipo 1, Tipo5,
inhibición, etc., y que cada autor ha etiquetado de una forma u otra, pero que, se insiste, podrían
considerarse todos ellos como elementos integrantes del estilo de evitación emocional. Desde una
perspectiva teórica conviene exponer que algunos de los grandes expertos de psiquiatría clínica,
psicología clínica, psicología de la salud y psicología cognitiva ( Singer, 1995) examinan los
orígenes históricos del concepto de represión además de las evidencias clínicas sobre su existencia
como una función psicológica. Algunas de las teorías más importantes de la actualidad sobre este
concepto abordan la perspectiva actual de la represión como un estilo de personalidad. Realizan una
contribución a la discusión histórica, teórica y metodológica sobre el concepto de represión. En esta
obra se incluyen los trabajos más recientes sobre la represión como un estilo de personalidad
asociado a procesos de conflicto, vergüenza, culpabilidad o evitación.
Y muchas de estas contribuciones exploran las implicaciones de un estilo de personalidad represora
sobre el organismo y la salud, estudiando su relación con el estrés y sus efectos en el sistema inmune,
y en enfermedades como el cáncer. Añadiendo, ahora, también, un punto de vista metodológico es
importante comenzar señalando que los estudios prospectivos tratan de identificar las variables
psicosociales que se asocian, años más tarde, con el padecimiento de alguna enfermedad. En general,
son investigaciones muy costosas y complicadas por la dificultad de seguir a la muestra escogida de
sujetos durante períodos de tiempo muy largos, de alrededor de 15 ó 20 años. Pero también, en el
caso de que hayan sido rigurosamente realizados, son la mejor evidencia de que ciertos rasgos de
personalidad, antes de que la persona presente ninguna enfermedad, son responsables en parte o
contribuyen de manera importante en el inicio de la misma. Uno de los estudios prospectivos más
relevantes (Grossarth-Maticek y Eysenck, 1995) examina la relación entre la auto-regulación (self
regulation. SR), evaluada mediante un test de personalidad y la salud. 5.716 sujetos fueron
entrevistados y se les realizó un seguimiento durante 15 años para demostrar la alta predictibilidad de
la mortalidad en trastornos del cáncer, enfermedades coronarias y otras posibles causas de muerte.
Para estudiar el papel que desempeñan los factores de riesgo, se diseñó específicamente una escala
que evaluaba el conocimiento que se tenía sobre estos factores de riesgo. La escala englobaba:
factores genéticos, ejercicio, nutrición, alcohol, tabaco, etc. Se administró a un grupo de 3.240
sujetos el Personality Stress Inventory (Grossarth-Maticek y Eysenck, 1991) y el Grossarth-Maticek
Typology ( Grossarth-Maticek y Eysenck, 1990). Se encontró que, de los 6 Tipos de reacción al
estrés que establecen Grossarth-Maticek y Eysenck, los Tipos 1 y 5 aparecían frecuentemente
asociados al padecimiento del cáncer. El Tipo 1 se caracteriza por presentar elevado grado de
dependencia conformista respecto a algún objeto o persona con valor emocional destacado para él
(consideran a estos objetos o personas como lo más importante para su bienestar y felicidad), e
inhibición para establecer intimidad o proximidad con las personas queridas.
Son personas que ante las situaciones estresantes suelen reaccionar con sentimientos de
desesperanza, indefensión y tendencia a reprimir las reacciones emocionales abiertas. La
pérdida/ausencia del objeto se mantienen como fuente de estrés, ya que la persona no se desvincula
definitivamente de él, pero tampoco logra la proximidad/intimidad necesaria. El Tipo 5 o racional
antiemocional presenta tendencia a emitir reacciones racionales y antiemocionales. Este tipo de
personas suele suprimir o negar las manifestaciones afectivas, encontrando dificultad para expresar
las emociones. Suelen denotar predisposición a la depresión y al cáncer, así como a la artritis
reumatoide.
Hay predominio de lo racional sobre lo emocional. Las personas de este tipo muestran una tendencia
a aplicar defensas como la racionalización y la intelectualización y no expresan sus sentimientos,
especialmente aquellos considerados por otras personas como "negativos" tales como hostilidad, ira,

etc. A veces estas personas son altamente escrupulosas y precisas y su comportamiento puede ser
etiquetado como compulsivo.
En otro trabajo que no llega a ser estrictamente prospectivo (Smedslund, 1995) se recogieron datos
demográficos, sobre comportamientos relacionados con la salud y acerca de las enfermedades
coronarias y cancerosas, y se administró la misma escala anterior que evalua los 6 Tipos de reacción
al estrés. Los resultados mostraron que alrededor del 92.5% de la población pertenecían al Tipo 4
( tipo saludable), 4.3% al Tipo 1 ( tipo con propensión al cáncer) y 3.6% al Tipo 2 ( tipo con
propensión a enfermedades coronarias). El Tipo 4 estaba formado por sujetos jóvenes, que fumaban
menos, llevaban una dieta sana, y realizaban más ejercicio que el resto de los grupos. Además estos
sujetos mostraban menos quejas sobre su salud.
No se observaron diferencias entre los tres tipos evaluados, pero sí se vio que los sujetos designados
en el grupo "sano" (Tipo 4) daban cuenta de menor número de trastornos cardiacos en comparación
con los grupos 1 y 2. Lo que ha interesado de este estudio anterior es que, en población sana, se
intentan identificar diferentes Tipos de personalidad que se relacionan con distintas enfermedades
físicas, ya que en algunos estudios (Cardenal, 1998 y 1999), se ha tratado precisamente de evaluar y
estudiar el grado de asociación de los rasgos psicológicos que integran el constructo de Evitación
emocional como un estilo de personalidad en población normal. Los estudios retroprospectivos han
tenido después de los anteriores, también bastante aceptación y consideración En ellos se ha
evaluado psicológicamente a personas con alguna finalidad (chequeos para el ejército, colegios,
universidades, etc.), ajena a la investigación posterior de enfermedades.
Pero al presentar algunos de estos sujetos enfermedades posteriores como el cáncer, por ejemplo, se
ha tratado de tener acceso a las pruebas psicológicas previas, realizadas años antes para estudiar
posibles influencias. Es el caso del estudio de Kavan, Engdahl y Kay (1995) en el que se analiza la
correlación que existe entre cierta personalidad premórbida y la tendencia que acompaña a la misma
a padecer el cáncer de colon. Se tomó un grupo de sujetos compuesto por 61 hombres veteranos que
habían completado entre 1947 y 1975 el cuestionario MMPI, y que posteriormente entre 1977 y 1988
habían sido diagnosticados de cáncer de colon y fue comparado con un grupo control. Mediante un
análisis de regresión se analizaron los resultados de ambos grupos y se observó que los enfermos de
cáncer de colon obtenían puntuaciones significativamente más bajas que el grupo control en la
variable de agresividad y hostilidad. Son muchas las tendencias actuales dentro de la medicina
psicosomática que consideran a la alexitimia como un rasgo que se presenta con alta frecuencia en
diferentes trastornos psicosomáticos como asma, trastornos gastrointestinales, enfermedades
autoinmunes, etc. Se podría definir la alexitimia como la incapacidad para reconocer y verbalizar los
sentimientos y emociones.
La persona posee un escaso grado en la producción de fantasías y vida simbólica. Hay, también, una
pobre capacidad de introspección que se caracteriza por una imposibilidad de distinguir los
sentimientos y emociones de los demás, así como una dificultad por establecer conexiones entre los
acontecimientos externos y las respuestas y emociones que aparecen en el propio sujeto (Nemiah y
Sifneos, 1970). Esta variable también ha sido utilizada con profusión en las investigaciones sobre
cáncer, así Paez y col. ( 1995) realizan un estudio sobre la alexitimia, el afrontamiento emocional y
la salud. Presentan una breve revisión bibliográfica acerca del efecto positivo que ejerce el
afrontamiento emocional activo sobre la salud tanto mental como física. Plantean los elementos
básicos de la alexitimia, su concepto (la incapacidad para identificar y expresar emociones) y escala.
Los datos confirman la asociación que existe entre la alexitimia y estilos de afrontamiento
inhibitorios o evitativos de emociones. Además, éstos permiten predecir distrés afectivo y problemas
de salud. Se exponen los resultados de un estudio cuasi-experimental en el que los sujetos son
mujeres enfermas de cáncer de mama, mostrándose el efecto positivo que tiene en éstas el participar
en grupos orientados al entrenamiento en afrontamiento activo afectivo, afrontamiento directo al
estrés y la participación social. Es un trabajo retrospectivo, por tanto, en el que se identifican rasgos

de alexitimia en las pacientes una vez que padecen la enfermedad. Posteriormente, se realiza la
intervención que va encaminada a instaurar estrategias de actuación más activas y con más
posibilidades de modificación del entorno de los enfermos. Otros estudios retrospectivos (Bleiker,
van-der-Ploeg, Ader y col., 1995) también muestran que mujeres con cáncer de mama presentan
mayor racionalidad, mayor control emocional y menor expresividad de lo afectos que personas
sanas. De la misma manera, en un grupo de 61 mujeres (30-82 años) que fueron evaluadas
psicológicamente nada más conocer su diagnóstico de cáncer de pecho y cuatro meses después, se
comprobó que el predictor de estrés más consistente y, en menor medida, de la calidad de vida, era el
afrontamiento evitativo; de modo que las mujeres que mostraban este estilo de comportamiento eran
las que más distrés mostraban (McCaul, Sandgren, King, O'Donell, Branstetter y Foreman, 1999).
Los resultados encajaban con las investigaciones previas, y sugieren una manera de identificar a las
mujeres que tienen más riesgo de padecer especiales dificultades ante el diagnóstico de cáncer.
Refiriéndose a otro tipo de cáncer (Molassiostis, Van-Den-Akker, Milligan y Goldman, 1997), se
realiza un seguimiento de los pacientes que habían sido sometidos a un trasplante de médula espinal
durante el año o dos años después de la intervención, al tiempo que se exploran los factores
asociados a la supervivencia. Son 31 pacientes adultos a los que se les realizaron evaluaciones
psicológicas nada más ingresar en el hospital para someterse al transplante y, posteriormente se
repitieron 3-4 semanas después y un año.
Mediante análisis de regresión se reveló la posibilidad de plantear un modelo interactivo
biopsicológico para la explicación del estatus de supervivencia. Las supervivencias más cortas se
asociaban a un rechazo en el injerto de médula, previa experiencia con quimioterapia, grado de la
enfermedad, síntomas más numerosos de distrés durante la intervención quirúrgica, menor esperanza
y mayor aceptación de la situación. Se plantea la hipótesis de que estas características psicológicas,
psicosomáticas y de personalidad deben actuar directamente sobre la función del sistema inmune o
indirectamente sobre otros comportamientos que afectan a la supervivencia del paciente. También la
aceptación estoica de los problemas, la resignación y la actitud de no lucha ante la enfermedad del
cáncer son variables que han sido consideradas como elementos integrantes de la evitación
emocional tal y como proponen Contrada y col. (1990) y prevalentes en la recurrencia del cáncer y
en una peor evolución.
Depresión - Indefensión - Perdida del apoyo social
La depresión y la asociación de factores como la indefensión, desesperanza y pérdida del apoyo
social, constituirían la segunda gran categoría de variables relacionadas con el cáncer (Contrada y
col., 1990). En el estudio de Grassi, Malacarne, Maestri y Ramelli (1997), se investigan los
trastornos depresivos y los factores psicosociales relacionados, en una población de 113 pacientes de
entre 20 y 67 años, un año después de haber sido diagnosticados de cáncer. A partir del CIEsujetos, comparados con un grupo control de no depresivos, mostraban índice más alto de locus de
control externo, un apoyo social más bajo y una incidencia más alta de hechos sociales indeseables o
incontrolables. También se diferenciaban por una mayor frecuencia de aparición, en algún momento
de sus vidas, de alguna historia de trastornos emocionales. Se concluyó que el historial del pasado
psiquiátrico y un apoyo social pobre podían ser buenos predictores de la depresión. Igual que el
anterior, es también retrospectivo el estudio de Saleeba y Meyers (1995), en el que se informa de los
datos obtenidos en una investigación diseñada para evaluar el estado emocional de 52 mujeres (36
años) supervivientes de cáncer de pecho y 88 mujeres que se había sometido alguna vez a revisiones
de control de cáncer (grupo control).
Las mujeres que habían sobrevivido no informaban de una historia de diagnóstico psiquiátrico y no
habían presentado una enfermedad en los últimos 5 años. Se les administró el Inventario de
Depresión de Beck y el Inventario de Ansiedad Rasgo-Estado de Spielberger. Aunque el nivel medio
de síntomas depresivos se encontraba dentro de los límites considerados normales en las mujeres del
grupo de supervivientes, este índice era significativamente mayor que el del grupo control. De la

misma manera, se examina la relación entre el ajuste emocional al cáncer de pecho avanzado, el
miedo, el apoyo social y el estrés en un grupo de 102 mujeres (30-80 años) con cáncer de pecho
metastático y/o recurrente (Koopman, Hermanson, Diamond, Angell y Spiegel, 1998). Completaron
un cuestionario de línea base que evaluaba variables médicas, apoyo social, estrés, miedo y
perturbación del humor.
Se establecieron tres tipos de apoyo social:
(1) número de personas en el sistema de apoyo social,
(2) apoyo positivo, y
(3) apoyo aversivo (negativo). En la puntuación del Perfil de Estados de Humor se encontraron
interacciones significativas entre el estrés y el apoyo social.
Además, se observó que a mayor número de personas dentro de la red de apoyo social del paciente,
menor grado de perturbación en el estado de ánimo mostraba ese paciente, aunque esto sólo se
observaba en pacientes que habían pasado por sucesos vitales estresantes. Estos resultados son
consistentes con la hipótesis de que el apoyo social protege a las mujeres con cáncer de pecho
metastático del efecto de previas reacciones de estrés en su ajuste emocional.
El apoyo emocional negativo/aversivo puede ser una fuente adicional de estrés, asociado al malestar
emocional de la enfermedad. Es interesante exponer, para finalizar, los resultados del meta-análisis
llevado a cabo por Van't-Spijker, Trijsburg y Duivenvoorden (1997), de 58 estudios durante 1980 y
1994, sobre los problemas psicológicos y psiquiátricos de enfermos de cáncer.
La prevalencia, seriedad y curso de los problemas (ej: depresión, ansiedad y distrés general) fueron
estudiados con la ayuda de meta-análisis y análisis cualitativos. Se mostraron las diferencias entre los
pacientes con cáncer (CPs) y la población normal, con respecto a la ansiedad y al malestar
psicológico. Además, los pacientes con cáncer presentaban índices más altos de depresión.
Comparados con pacientes psiquiátricos los CPs parecían menos deprimidos, ansiosos y distresados.
Comparados con un grupo de otro tipo de enfermos los CPs mostraban menos ansiedad.
Con la excepción de la depresión, el conjunto de problemas psicológicos y psiquiátricos mostrados
por los enfermos de cáncer no diferían apenas de la población normal, mientras que eran menores que
los de la población con trastornos psiquiátricos. Los índices de ansiedad eran menores en la población
de cáncer que en la de otros enfermos de otras patologías médicas.
Referencias
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Cardenal, V. (1999) Diferencias en emociones en sujetos con distinto estilo de afrontamiento. Comunicación
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Referencia a este artículo según el estilo de la APA:
Violeta Cardenal Hernaez, Isabel Oñoro Carrascal. Perspectivas actuales en la investigacion de las relaciones entre
variables psicosociales y la enfermedad del cancer Psicologia.COM [Online], 3 (2), 29 párrafos. Disponible en:
http://www.psiquiatria.com/psicologia/vol3num2/art_9.htm [1 Agosto 1999]
NOTA: la fecha indicada entre corchetes será la del día que se haya visualizado este artículo.

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