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Prevalencia de los trastornos de conducta y emocionales en niños de 2-3 años.

Autor/autores: P. San Román Villalón , J.L. Pedreira Massa, J. López-Torres Hidalgo, J.M. Bonete Yacer, T. Castelló Pons
Fecha Publicación: 06/05/2002
Área temática: Infantiles y de la adolescencia, Trastornos infantiles y de la adolescencia .
Tipo de trabajo:  Artículo original

San Román Villalón, P.(*) ; Pedreira Massa J.L.(**) ; López-Torres Hidalgo, J.(***); Bonete Yacer, J.M.(****); Castelló Pons, T.(****).

(*) Psiquiatra Infantil. Unidad Salud Mental Infanto-juvenil de Albacete
(**) Paidopsiquiatra. Hospital Infantil Universitario Niño Jesús de Madrid
(***) Médico de Familia. Centro de Salud Universitario Zona IV de 
Albacete
(****) MIR de Psiquiatría. Unidad Salud Mental Infanto-juvenil, Albacete.

Este trabajo forma parte del que obtuvo el Premio Nacional de Investigación Científica IMSERSO-2000.

RESUMEN

Se trata de un estudio observacional de carácter transversal en el que la población del estudio se compone de niñ@s cuya edad está comprendida entre los 2-3 años, que pertenecen al Centro de Salud Zona I de Albacete. Se utilizó el CBCL de Achenbach como instrumento de screening. La prevalencia de trastornos mentales en la población pediátrica fue del 25%.

Introducción

En la primera infancia (periodo comprendido entre 0-5 años de edad) es difícil diferenciar los comportamientos que pueden ser considerados como “normales” para esa edad y los comportamientos que pueden ser considerados como “patológicos”. Ello se debe a varias razones: el funcionamiento “normal” en el niñ@ pequeño puede caracterizarse por fluctuaciones bastante amplias y diversas en el comportamiento diario, además ciertos comportamientos “problemáticos” en niñ@s mayores, como desafíos, desobediencia, pérdida de control... pueden incluirse en el desarrollo normal de los niñ@s más pequeños. A estas edades existe una gran dependencia del niñ@ de sus cuidadores, lo que obliga al clínico a considerar en su estudio tanto al propio niñ@ como al vínculo que ha establecido con las figuras parentales y otras personas de su entorno, siendo frecuente que los diferentes informantes que tienen contacto con el niñ@ puedan manifestar algún desacuerdo con la presencia y severidad de los problemas de conducta presentes en el niñ@. Las descripciones que hacen los padres acerca de su niñ@ varían en función de múltiples variables, cada uno puede aportar datos válidos, aunque diferentes. Por último, la mayoría de los problemas de conducta en los niñ@s pequeños no se han aislado como categorías diagnósticas propias, con un contenido claro y preciso, ni son aceptadas internacionalmente, hasta el punto que algunos se hayan preguntado si realmente existen trastornos mentales a esta edad o bien si solamente se encuentran síntomas de riesgo que puedan desencadenar en etapas posteriores trastornos psicológicos (KOOT & col. 1991) (1). Algunos investigadores resuelven este problema utilizando puntuaciones cuantitativas de la sintomatología que presentan los niñ@s y evitan trabajar con categorías diagnósticas. 

Por todo ello una forma de detección de patología en niñ@s preescolares sería utilizar resultados cuantitativos derivados de procedimientos de valoración estandarizados y comparar estos resultados con la muestra de pares de la misma edad y sexo. Este es el sistema que se ha seguido en los escasos estudios epidemiológicos que se han publicado sobre de la psicopatología de la temprana infancia (Richman y col. 1975 (2); Earls y col., 1980 (3); Achenbach y col., 1987 (4); Koot y col., 1991 (1)). Estos estudios se han realizado en muestras de niños de 2 y 3 años, su interés radica en que aportan datos sobre la prevalencia de las alteraciones en niñ@s pequeños. En el último estudio citado, Koot y Verhulz (1) utilizaron el “Child Behavior Checklist para edades 2-3” (Achenbach y col., 1987 (4)) y, a partir de la información obtenida de los padres, hallaron una prevalencia de alteraciones psicopatológicas en un 7,8% de la población general holandesa. En un estudio anterior utilizando un procedimiento semejante se encontraron cifras más elevadas en Estados Unidos (Achenbach y col., 1987) y Larson y col. (1988) hallaron en Canadá una prevalencia de un 11,1%, algo inferior a la de los de USA.

En 1998 Robert y col. (6) revisaron 52 estudios que habían sido realizados durante las cuatro últimas décadas para estudiar la prevalencia global de los trastornos psiquiátricos en niñ@s y adolescentes y estiman que las 10 muestras de preescolares estudiadas presentaron una prevalencia media del 10,2% (media=8,3, intervalo=3,6-24%). Pedreira y Sardinero(1996) (7) realizaron un estudio de prevalencia de trastornos mentales en la etapa infantil sobre población que acude a consultas pediátricas y obtuvieron una tasa de prevalencia de 30.2%, con lo que demuestra que los problemas emocionales y comportamentales de los niñ@s son una parte importante en la práctica pediátrica de nuestro entorno; afirman que solo 1/3 de los niñ@s con trastornos mentales son derivados para evaluación y tratamiento al servicio especializado de salud mental infantil, los 2/3 restantes o no son identificados por los pediatras, o bien son asumidos por ellos mismos. De cualquier modo se confirma, también en este estudio, la existencia de morbilidad oculta en los problemas emocionales y comportamentales de los niñ@s que acuden a las consultas pediátricas de atención primaria, sea cual fuere la causa de su padecimiento (Costello, 1989). 

El objetivo principal de este trabajo es conocer la prevalencia de los trastornos de conducta y emocionales en niñ@s de 2-3 años de una zona de salud de la Comunidad Autónoma de Castilla La Mancha.

Palabras clave: Epidemiología, Trastorno mental, Primera infancia, Preescolar, Screening, Atención Primaria, Pediatría, Prevalencia.


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