Introducción Los trastornos de ansiedad se encuentran entre las condiciones de salud mental más prevalentes y discapacitantes en niños y adolescentes. A pesar de que la terapia cognitivo-conductual (CBT), especialmente aquella enfocada en la exposición, ha demostrado ser altamente eficaz en el tratamiento de la ansiedad juvenil a lo largo de décadas de investig...
Cuando los intentos de ayudar resultan contraproducentes: intervenciones psicosociales que pueden prolongar inadvertidamente la ansiedad entre los jóvenes

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Autor/autores: Erin E. Dunning, Anika N. Khan, Emily M. Becker-Haimes...(et.al)
Artículo revisado por nuestra redacción
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Introducción
Los trastornos de ansiedad se encuentran entre las condiciones de salud mental más prevalentes y discapacitantes en niños y adolescentes.
A pesar de que la terapia cognitivo-conductual (CBT), especialmente aquella enfocada en la exposición, ha demostrado ser altamente eficaz en el tratamiento de la ansiedad juvenil a lo largo de décadas de investigación, muchas de las intervenciones psicosociales actualmente disponibles no se fundamentan en esta sólida base empírica.
Este comentario, apoyado en un marco teórico cognitivo-conductual bien desarrollado, tiene como objetivo discutir críticamente las intervenciones populares y emergentes para jóvenes ansiosos que, paradójicamente, podrían prolongar o mantener la ansiedad en el largo plazo.
Puntos principales discutidos
Primero, aunque la disponibilidad de tratamientos de CBT con un enfoque adecuado en la exposición ha aumentado en los últimos años, el acceso sigue siendo limitado para muchos niños y adolescentes. Factores como la falta de profesionales capacitados, recursos limitados y barreras geográficas dificultan que los jóvenes reciban tratamientos basados en la evidencia.
Segundo, se señala que varias intervenciones actualmente disponibles promueven estrategias basadas en la evitación, como el uso excesivo de técnicas de distracción o el reforzamiento de comportamientos evitativos, que impiden a los niños desarrollar autoeficacia y experimentar aprendizajes correctivos frente a sus miedos. En lugar de disminuir los síntomas de ansiedad, estas estrategias podrían consolidar y mantener el trastorno a lo largo del tiempo.
Tercero, existe preocupación sobre el hecho de que muchas intervenciones emergentes no se basan en marcos teóricos claros ni en evidencias empíricas sólidas. Esto genera incertidumbre sobre sus beneficios reales y sobre su capacidad para tratar adecuadamente la ansiedad, lo que representa un riesgo considerable en términos de resultados clínicos para los jóvenes.
Conclusión
En un momento donde la preocupación social por los trastornos de ansiedad en jóvenes está en aumento, es fundamental construir sistemas de salud mental que apoyen intervenciones comprobadas y se basen en ciencia sólida.
Además, tanto la investigación futura como el despliegue de intervenciones y los esfuerzos de políticas públicas deben prestar mayor atención a los posibles daños que pueden surgir de intervenciones psicosociales que no estén adecuadamente fundamentadas.
Promover el acceso equitativo a terapias basadas en evidencia, como la CBT centrada en la exposición, debe ser una prioridad en los esfuerzos para mejorar la salud mental de la juventud.
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