Los ritmos circadianos son procesos biológicos fundamentales presentes en todos los organismos vivos, desde células individuales hasta seres humanos. Estos ritmos endógenos siguen un ciclo de aproximadamente 24 horas, genéticamente determinado, y se sincronizan con el ciclo externo de luz y oscuridad producido por la rotación de la Tierra. Esta sincronizaci&oacut...
El cerebro circadiano y la cognición

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Autor/autores: Christian Cajochen y Christina Schmidt
Artículo revisado por nuestra redacción
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Los ritmos circadianos son procesos biológicos fundamentales presentes en todos los organismos vivos, desde células individuales hasta seres humanos. Estos ritmos endógenos siguen un ciclo de aproximadamente 24 horas, genéticamente determinado, y se sincronizan con el ciclo externo de luz y oscuridad producido por la rotación de la Tierra. Esta sincronización permite anticipar cambios ambientales, lo cual proporciona una ventaja evolutiva clave para la adaptación y supervivencia.
En los seres humanos, los ritmos circadianos influyen directa e indirectamente en el funcionamiento cognitivo. Su influencia directa se manifiesta a través de fluctuaciones en la atención, el estado de alerta y el rendimiento mental a lo largo del día. De forma indirecta, actúan a través de su regulación sobre el ciclo sueño/vigilia, que es crucial para el mantenimiento de las funciones cognitivas superiores. El grado en que el ritmo circadiano regula el rendimiento cognitivo depende del nivel de deuda de sueño acumulada y del tipo de tarea cognitiva evaluada. Algunas funciones como la atención sostenida y la memoria de trabajo son especialmente vulnerables a las variaciones circadianas.
A nivel neurobiológico, se ha sugerido que esta regulación circadiana involucra la activación de los sistemas ascendentes de alerta y su interacción con redes corticales responsables de procesos atencionales. De hecho, estudios de neuroimagen han revelado que las respuestas corticales asociadas con la atención presentan ritmicidad circadiana extensiva, aunque los picos de actividad varían entre diferentes regiones cerebrales.
Además del impacto sobre la cognición, los trastornos del ritmo circadiano tienen importantes implicaciones clínicas. La alteración de estos ritmos se ha vinculado a un mayor riesgo de desarrollar trastornos mentales y neurológicos, como depresión, trastorno bipolar, esquizofrenia y enfermedad de Alzheimer, entre otros. El desfase horario, el trabajo nocturno o la exposición inadecuada a la luz natural son factores que pueden desincronizar el sistema circadiano y deteriorar la salud mental y física.
En conclusión, el sistema circadiano desempeña un papel central en la regulación del sueño, la vigilia y el rendimiento cognitivo. Su desregulación puede comprometer significativamente el bienestar psicológico y neurológico, lo que subraya la necesidad de desarrollar estrategias terapéuticas y preventivas centradas en la protección de la ritmicidad circadiana como pilar de la salud integral.
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