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La 'marca invisible' del vitíligo más del 50% de los afectados presenta depresión o ansiedad



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Noticia | 25/07/2024

 


El vitíligo, una enfermedad crónica autoinmune que causa despigmentación en la piel, afecta hasta al 1,6% de la población mundial, incluyendo a niños y adultos de ambos sexos. En España, se estima que hasta un 1% de la población la padece.


En el 50% de los casos, la enfermedad se manifiesta antes de los 30 años y no se trata solo de un problema estético. Tiene una base inmunológica aún no comprendida. En un 8% de los casos puede ser de carácter familiar, aunque también se considera que factores ambientales como la contaminación o la exposición a ácaros pueden influir en su origen al alterar la actividad normal de los melanocitos.



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El vitíligo puede estar asociado a comorbilidades como alteraciones autoinmunes, especialmente tiroideas, anemia perniciosa, alopecia areata, diabetes, artritis reumatoide o psoriasis, entre otras.La piel es el órgano más afectado y visible en los pacientes. Más del 50% de ellos -algunos estudios elevan la cifra hasta un 90%- han sido diagnosticados con algún trastorno mental, como depresión o ansiedad, debido a su condición.


"Una de cada tres personas con vitíligo es diagnosticada con depresión y tres de cada diez con ansiedad, además de problemas frecuentes de sueño. Las manchas blancas en la cara y otras partes del cuerpo afectan la imagen de los pacientes, impactando su vida personal, familiar y laboral", comenta José Luis López Estebaranz, jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Universitario Fundación Alcorcón en Madrid. Él participa en la campaña 'Vitíligo: más allá de lo que se ve', lanzada por la biofarmacéutica Incyte y apoyada por la Asociación de Pacientes de Vitíligo (Aspavit) y la Fundación Piel Sana de la Asociación Española de Dermatología y Venereología (AEDV).


BAJA AUTOESTIMA, AISLAMIENTO, ACOSO Y ESTIGMA


A pesar de que esta patología no pone en riesgo la vida del paciente, sí tiene un gran impacto en su calidad de vida, según Luis Ponce de León, presidente de Aspavit. El cambio constante en la pigmentación de la piel afecta mentalmente más allá de lo estético. "La adolescencia suele ser la peor etapa. Muchos jóvenes sufren acoso por su enfermedad y no es raro escuchar calificativos como 'vaca lechera' o 'dálmata', lo que contribuye a una baja autoestima y al aislamiento social".


Además, según subraya Pérez Estebaranz, actividades cotidianas como bañarse en la playa, ir a la piscina o al gimnasio "se convierten en un reto para los afectados. Incluso persisten mitos como que la enfermedad es contagiosa, lo que provoca rechazo".


Sobre si el desarrollo de depresión o ansiedad puede influir en la aparición del vitíligo o en sus brotes, el dermatólogo explica que "se desconoce si hay una relación directa. Lo que sí se ha observado es que en las enfermedades de base inmune existen mayores tasas de depresión y ansiedad. Lógicamente, en el caso de esta patología 'tan visual', las alteraciones mentales pueden ser más frecuentes".


Además del estigma social, los afectados por vitíligo también ven cómo su calidad de vida disminuye porque deben estar pendientes de su evolución. A esto se suma el desconocimiento de hasta un 60% de los profesionales sanitarios, que transmiten a sus pacientes que no pueden ser tratados, según un estudio europeo realizado entre Atención Primaria y Dermatología.


"Este hecho hace que muchos 'tiren la toalla' y se frustren aún más”, indica Ponce de León. "En este punto, es necesario reflexionar profundamente porque siempre se puede aplicar algún tipo de tratamiento", subraya López Estebaranz.


El profesional destaca tres aspectos fundamentales: "cada vez se avanza más en el conocimiento de la enfermedad, lo que a su vez implica que existen distintas estrategias terapéuticas que, en último término, también mejorarán las comorbilidades".


El vitíligo presenta fases activas, y el objetivo es repigmentar al paciente y controlar su evolución. Aunque actualmente no existe una terapia curativa, los avances en la comprensión de su etiopatogenia y en el desarrollo de tratamientos han permitido un buen control de los pacientes afectados.


Dependiendo de la extensión de la enfermedad, las guías de consenso establecen diferentes abordajes, cuyo primer objetivo es frenar el brote activo y luego proceder a la repigmentación cutánea.


"Actualmente se emplean inmunosupresores en combinación con fototerapia, lámparas de exímeros, inhibidores de la calcineurina, entre otros. También existe el trasplante autólogo de melanocitos, que tiene un mayor desarrollo en otros países de nuestro entorno. En resumen, se recurre a todas las posibilidades de tratamiento".


 



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Palabras clave: vitíligo, paciente, depresión, ansiedad

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