El dolor en los servicios de Urgencias está infravalorado en España, según han expresado los profesionales médicos en el XXXI Congreso Nacional SEMES (Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias) celebrado en la ciudad de Girona.
Según ha referido la doctora Anselma Fernández, médico adjunto del Servicio del complejo Asistencial de Zamora, a tenor de los resultados de la Encuesta Nacional de Salud de España 2017, el 58 por ciento de las personas que acudieron a los Servicios de Urgencias lo hicieron por dolor.
En cuanto a su tratamiento ha manifestado que "aunque el dolor es o se asocia al motivo de consulta en casi el 60 por ciento de los casos, sólo reciben tratamiento analgésico un 40 por ciento de éstos". Además, añade que "la ausencia de tratamiento, el retraso en su administración o una analgesia insuficiente son factores que propician que el dolor empeore o se mantenga", y concluye, "además, la persistencia del dolor hace más difícil su manejo y a largo plazo existe el riego de cronificación del dolor".
Los profesionales destacan que, en muchos casos, el dolor se trata tarde y de manera inadecuada en los Servicios de Urgencias, lo que propicia que el dolor empeore o se mantenga.
Respecto al tratamiento, el doctor Cesáreo Álvarez, jefe del Servicio de Urgencias del hospital de Verín de Orense, comenta que asociar fármacos en combinación a dosis fija brinda la posibilidad de utilizar dosis menores de cada principio activo para alcanzar el efecto analgésico.
En cuanto a su abordaje, el doctor Manuel Durán Ruíz, médico adjunto del Servicio de Urgencias del hospital de Viladecans de Barcelona, opina que este "ha de ser multidisciplinar, implicando a todos los profesionales sanitarios" e insta a todos los actores -médicos, enfermeras, terapeutas, psicólogos, rehabilitadores, etc. -, a las asociaciones de pacientes y a la Administración a seguir unas líneas paralelas de actuación.
Los profesionales médicos han planteado que la mejora de los procedimientos y del tratamiento en los servicios de urgencias hospitalarios supondría un notable impacto en la calidad de vida de los pacientes, ya que el dolor agudo "puede generar estrés, alterar la calidad del sueño, ocasionar trastornos alimentarios o causar temor a no poder recuperarse".