Un estudio de potencial relacionado con eventos sobre el reconocimiento facial en niños con y sin trastornos del espectro autista

Introducción

El reconocimiento facial es una habilidad esencial en el desarrollo social y emocional de los individuos. Dentro de la investigación en trastorno del espectro autista (TEA), se considera que los potenciales relacionados con eventos (ERP), y en particular los componentes P1 y N170, constituyen marcadores objetivos con alto potencial diagnóstico.

El componente N170, que refleja el procesamiento temprano de rostros, ha sido ampliamente estudiado por su relación con las dificultades sociales características del TEA.

El presente estudio tiene como objetivo explorar las bases electrofisiológicas del reconocimiento facial en niños con y sin TEA y examinar la correlación entre la actividad cerebral y la severidad del deterioro social.

Métodos

Participaron 13 niños con TEA (edad media = 6. 60 ± 2. 12 años) y 10 niños con desarrollo típico (edad media = 6. 65 ± 1. 64 años), emparejados por edad. Los participantes observaron fotografías de rostros, objetos y mariposas, mientras se registraban sus potenciales relacionados con eventos (ERP).

Para evaluar el funcionamiento social, los padres o cuidadores completaron la Vineland Adaptive Behavior Scale. Se controló la edad como covariable en los análisis estadísticos para aislar su posible efecto sobre los componentes ERP.

Resultados

Los niños con TEA presentaron latencias más prolongadas en los componentes P1 y N170 en comparación con los niños con desarrollo típico, lo que sugiere un procesamiento más lento de los estímulos faciales. Además, la amplitud del N170 fue mayor para rostros que para objetos, confirmando la especificidad del N170 para el procesamiento facial. Al considerar la edad como covariable, los resultados se mantuvieron estables, aunque se encontró un efecto significativo de la edad sobre las latencias de P1 y N170.

En cuanto a las correlaciones entre los ERP y el funcionamiento social, se observaron asociaciones significativas entre las latencias de los componentes P1 y N170 y la gravedad de las dificultades sociales, lo que sugiere que una mayor demora en el procesamiento de rostros podría estar relacionada con una mayor afectación en la adaptación social.

Conclusión

Los hallazgos apoyan la existencia de una base neurofisiológica del reconocimiento facial alterado en el TEA, y destacan el potencial del P1 y N170 como biomarcadores objetivos para el diagnóstico y la evaluación funcional en niños con autismo.

Asimismo, se enfatiza la importancia de considerar la edad como variable relevante en este tipo de análisis. Dado el tamaño limitado de la muestra, se recomienda la realización de estudios futuros con muestras más amplias y en múltiples centros para validar y generalizar estos resultados.

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