La vida se desarrolla entre paredes desde que Iñigo Urkullu, primero; y posteriormente Pedro Sánchez, decretaran el estado de alarma y la consiguiente prohibición de salir a la calle sin justificación. Un «paréntesis» de consecuencias todavía inciertas que, en mayor o menor medida, ha alterado la rutina de todo un país. Más si cabe la de los individuos más vulnerables frente al voraz coronavirus. Personas mayores, o bien aquellas que arrastran problemas de salud sufren de una manera más profunda esta situación de semireclusión. A todos ellos se dirige la nueva iniciativa de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT), que ha puesto su equipo psicológico al servicio de quien necesite esa «voz amiga» en tiempos de incertidumbre.
La organización que preside Maite Araluce ha contactado con el Gobierno central, así como con las diferentes Comunidades Autónomas, para «contribuir al bienestar psicológico» de sus poblaciones. «Queremos ofrecer pautas para poder afrontar este periodo de la mejor forma posible», explican desde la AVT. ¿Cómo? Principalmente, a través de vídeos que sus psicólogos publican en las redes sociales y envían por correo electrónico a los afiliados con información para sobrellevar este tipo de situaciones. No obstante, hay personas que bien no tienen internet o bien no saben utilizar correctamente el ordenador y que por esta razón precisan de una atención personalizada.
La organización maneja una lista con más de 400 nombres de este último colectivo. Se trata, generalmente, de gente mayor de 75 años con una «sintomatología ansiosa», explica la psicóloga de la AVT Natalia Moreno. La suya es una de las voces que escuchan quienes llaman a la asociación de víctimas en busca de ayuda: «Lo están viviendo con mucha incertidumbre, y eso puede acentuar las patologías que pudieran tener previamente», destaca la especialista, que subraya que no solo se está prestando apoyo a víctimas del terrorismo, sino a todo aquel que lo requiera.
Bien es cierto que algunas personas que sufrieron en carne propia el azote terrorista caminan por terrenos desconocidos. Aunque «generalizar sería muy complicado», incide Moreno, a muchos «les afecta de una forma más intensa» el confinamiento «por el hecho de que ya han vivido una situación traumática» en el pasado. «Aparece ese miedo a estar ante algo totalmente descontrolado, a que ese proceso de duelo se repita», destaca la psicóloga, que sin embargo afirma que las víctimas con las que se han puesto en contacto hasta la fecha «son muy resilientes, y más o menos, dentro de esa ansiedad, hasta ahora lo están controlando bien».
Preocupación por el futuro
En cualquier caso, añade Natalia Moreno, la mayoría de las personas a las que han asesorado comparten dos preocupaciones esenciales. La primera de ellas está «más dirigida al día a día». Es decir, a «cómo llevar lo de estar tanto tiempo en casa», o incluso al temor a contagiar a los seres queridos. «A ellos les damos pautas dirigidas a la planificación, con rutinas para organizarse especialmente en el sueño y la alimentación», puntualiza. También es importante «mantener el contacto con los seres queridos», así como ser consciente de que esta situación de emergencia «es temporal, dure más o menos, pero todo acabará».
Pero también existe inquietud entre la ciudadanía por lo que sucederá una vez todo termine. «Si habrá crisis económica, si nos recuperaremos…», comenta la experta, que, aunque es consciente de la dificultad que ello conlleva, aconseja no anticiparse al futuro: «Pensar a medio plazo y entrar en bucle nos lleva a estados ansiosos muy intensos y con mucho nivel de malestar», apunta. Para ello es importante evadirse de vez en cuando de las noticias de actualidad: «Está bien ver el Telediario pero no hace falta que hablemos todo el rato de lo mismo -incide-. Ese exceso de información puede complicar mucho la sintomatología».
