Ansiedad, angustia, depresión y otros fantasmas son los que, como barco sin rumbo, afrontan a la razón y la imaginación, las cuales deben trabajar e ir juntas para el bien de nuestra salud mental.
Se debe valorar cómo ante circunstancias adversas o desconocidas la cognitividad puede debilitarse, así como nuestro razonar, que se aleja de las realidades. Esta sensación, donde la ansiedad se mezcla con la imaginación y la última se retuerce acudiendo a vías extrañas, es una gran parte de la situación que actualmente vivimos.
La angustia, de los peores enemigos en salud mental, suele en momentos como éstos, superar las expectativas negativas de nuestras mentes. Por ello el controlarla y disminuirla, ya que cuesta minimizarla, invocando a la razón, que nos lleve a mares tranquilos.
La racionalidad, una vez más, debe ejercitarse, para no perjudicar el pensamiento, de forma coherente.
Sobre la depresión, ese mágico conjuro de negaciones, más en tiempos de pandemia, provoca una serie de trastornos, principalmente de personalidad, de insomnio, sexuales y de conducta, entre otros. Por ello, no todas las calles llevan a Roma ni tienen sorpresas negativas. La comunicación, el establecer puentes de conexión, demuestra que deseamos seguir, porque además estamos vivos.
De esta forma el futuro será más claro, y es cuanto de nosotros se espera, pues como profesionales en salud podemos darle a este futuro, al pasar de los tiempos y a nuestros propios hijos, sin olvidar nunca la conclusión principal de este trabajo: SALUD MENTAL, NUESTRA GRAN COMPAÑERA.
