Una investigación de la Universidad de East Anglia (Reino Unido) ha desarrollado una aplicación móvil para dejar de fumar que detecta dónde y cuándo se puede encender un cigarrillo.
'Quit Sense' es la primera aplicación para dejar de fumar basada en Inteligencia Artificial (IA) que detecta cuándo una persona entra en un lugar en el que solía fumar. A continuación, ofrece apoyo para ayudar a controlar los desencadenantes específicos del tabaquismo en ese lugar.
En concreto, la aplicación aprende sobre las horas, los lugares y los desencadenantes de anteriores episodios de tabaquismo para decidir cuándo y qué mensajes mostrar a los usuarios para ayudarles a controlar los impulsos de fumar en tiempo real.
"Sabemos que los intentos de dejar de fumar suelen fracasar porque las ganas de fumar se desencadenan al pasar tiempo en lugares donde se solía fumar. Por ejemplo, en el bar o en el trabajo. Aparte de la medicación, no existen formas de ayudar a los fumadores a gestionar este tipo de situaciones e impulsos en el momento en que se producen", ha comentado uno de los responsables del estudio, el profesor Felix Naughton.
El equipo de investigación llevó a cabo un ensayo controlado aleatorizado en el que participaron 209 fumadores reclutados a través de las redes sociales.
Se les enviaron enlaces por SMS para acceder al tratamiento asignado: todos los participantes recibieron un enlace a la ayuda 'on line' del Servicio de Salud británico (NHS, por sus siglas en inglés) para dejar de fumar, pero sólo la mitad recibió además la aplicación 'Quit Sense'.
Seis meses después, se pidió a los participantes que completaran medidas de seguimiento en línea, y a los que afirmaron haber dejado de fumar se les pidió que enviaran una muestra de saliva para verificar su abstinencia.
Cuando se ofrecía a los fumadores la aplicación 'Quit Sense', tres cuartas partes la instalaban y los que iniciaban un intento de dejar de fumar con la aplicación la utilizaban durante aproximadamente un mes de media. Además, el número de personas que dejaban de fumar seis meses después era cuatro veces mayor que el de las que sólo recibían ayuda por Internet del NHS.
