Durante años el mantra de que España tiene uno de los mejores sistemas sanitario del mundo ha calado hondo en la sociedad. Siempre hemos presumido de tener una buena sanidad pública. Sin embargo, ¿qué hay de verdad en esa afirmación? Existen varios rankings sobre la clasificación de los distintos sistemas de salud que hay en el mundo.
Cada uno tiene en cuenta diferentes criterios, pero los valores más recurrentes son los derechos de los pacientes y listas de espera, acciones y programas sobre prevención, acceso a la sanidad universal y gratuita, efi ciencia, esperanza de vida e inversión pública en sanidad.Por lo general, el español se sitúa bastante bien en las clasificaciones internacionales; el carácter universal del sistema sanitario, así como la calidad en la asistencia son garantía para formar parte de los países de referencia a nivel mundial.
Asimismo, nuestro país cuenta con la esperanza de vida más alta de Europa y ocupa un puesto alto en el ranking mundial. A pesar del desplome que produjo la pandemia. Y es que el Covid-19 frenó la tendencia progresiva que se venía registrando en los últimos y en 2020 cayó a 82,2 años (79,5 en hombres y 85 en mujeres). Es decir, 1,5 años menos que el año anterior. Hasta entonces, la evolución de la esperanza de vida en España fue poco a poco creciendo, de tal manera que de 2006 a 2019 aumentó 2,8 años (3,2 en hombres y 2,2 en mujeres).
El coronavirus dispara la mortalidad
Otro dato constatado que explica si el sistema sanitario español goza de buena salud o no es la tasa de mortalidad. A falta de que el Instituto Naciona de Estadística (INE) publique los datos correspondientes a todo el 2022 y las causas, las cifras revelan un número de fallecimientos considerablemente más alto que el año anterior, pero estos son atribuibles al coronavirus: fue la causa de muerte más frecuente en el año 2021, con 39.444 defunciones y una tasa de 83,3 por cada 100.000 habitantes.
También lo fue en el primer semestre de 2022, con 20.915 personas fallecidas. Con las mismas, el informe del INE indica que los decesos por enfermedades infecciosas se descontrolaron en España en mayo y junio del 2022, con incrementos del 69% y del 179% respectivamente. Los retrasos en los tratamientos y los diagnósticos durante casi tres años de pandemia serían el motivo del aumento de las muertes por cardiopatías, tumores e insuficiencia renal.
Todavía es pronto para evaluar acertadamente las consecuencias de la pandemia al respecto, pero previsiblemente las cifras de mortalidad se irán recuperando paulatinamente a medida que la estela de la crisis sanitaria vaya amainando. De hecho, España tenía y tiene una de las tasas de mortalidad más bajas por causas evitables y tratables, señal indiscutible de que la salud pública y la asistencia sanitaria funcionan de manera eficiente a la hora de prevenir la mortalidad prematura.
Eso a pesar de que seguía faltando inversión en el sector. Allá por 2019, mientras la media en la UE se situaba en el 7% del Producto Interior Bruto (PIB), el gasto sanitario público español rondaba tan solo el 6% del PIB. Y según la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), la media per cápita en inversión en sanidad superaba en más de un 15% la de los países de la UE.
