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Noticia | 03/07/2020

Beatriz Cazurro, psicóloga: `Los niños se van a adaptar, sí, pero a un precio muy alto´



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La experta subraya que las medidas de distanciamiento social entre los más pequeños acarrean «un alto precio emocional, psicológico y social», por lo que necesitan que los adultos entiendan sus emociones y cuiden de su bienestar, no sólo de los aspectos estrictamente académicos.

Bajo el hashtag #AsíNoSePuedeVolver,  Beatriz Cazurro, psicóloga, inició una campaña en redes sociales para mostrar públicamente su «desacuerdo con las medidas de distanciamiento social planteadas para la reapertura de colegios y escuelas infantiles por atentar contra el bienestar emocional y psicológico de niños y niñas y contra sus necesidades. Así no pueden volver«. Y parece que su grito de guerra, secundado por numerosos profesionales y familias, parece haber tenido efecto.


Los expertos llevan tiempo alertando sobre la necesidad de tener en cuenta las necesidades emocionales de los menores en la vuelta al cole. Obligar a los pequeños a mantener la distancia mínima de seguridad es simplemente inviable. Y parece que las autoridades al fin lo han entendido. La última novedad en la desescalada educativa es que desde Infantil hasta cuarto curso de Primaria incluido, es decir,  hasta los 10 años, los alumnos no tendrán que guardar la distancia de seguridad ni llevar mascarilla, a no ser que salgan a otra parte del centro. Se trata de una victoria en una larga batalla de la que aún quedan pendientes cuestiones por resolver.
 
Beatriz, ¿de qué hablamos cuando nos referimos al bienestar emocional y psicológico de los menores?


Aunque en el colegio se aprenden conocimientos, los niños y las niñas, en función de su edad, tienen una serie de capacidades, limitaciones, cada uno se encuentra en un punto de desarrollo diferente…. Y lo académico se enseña en base a su desarrollo. Por ello, un niño de 2 años no puede obedecer sin más que tenga que mantener la distancia de seguridad. Las medidas de restricciones movilidad que se pretendían implantar en Primaria e Infantil estaban obviando la necesidad de contacto que tienen los niños y niñas, de compartir, juego, movimiento… Son maneras naturales de aprender, de adquirir conocimientos y lenguaje. Si se les privaba de todo eso, de nada les iba a servir el contenido académico. Pero no solo eso: con esas medidas también se les estaba negando un montón de necesidades que les iba a dificultar que siguieran aprendiendo.


¿De qué necesidades hablamos?


De las afectivas. El lenguaje de los niños se basa en el juego, aprenden a regular sus emociones, y todo ello se da el el colegio junto al profesor o profesora. Si todo eso se retira, sus necesidades de relación desaparecen y empiezan a tener ansiedad, malestar, que le va a impedir otras muchas cosas. Ellos necesitan contacto, jugar, movimiento para poder expresarse, aprender, etc. Cuando les quitamos eso, se genera malestar, abocándoles a consecuencias psicológicas, problemas emocionales y de conducta


Los menores que sí están yendo al colegio ahora, tienen que mantener la distancia de seguridad. ¿Puede afectarles?


Depende de la edad. Si los niños son muy pequeños, se les fuerza a ir en contra de su propio instinto. Si vamos en contra de sus propias necesidades o emociones, lo normal es que luego tengan cambios en el comportamiento, se les note en el humor… Lo que hay que hacer es estar muy disponibles para ellos. Entender que si están «mas raros», por expresarlo de una manera coloquial, puede ser normal porque es su manera de expresar lo que están viviendo.


Es bueno que los más mayores puedan buscar sus espacios para simbolizar lo que sienten con dibujos, juegos, palabras, etc. Con los mas pequeños, que no pueden hacer eso, es conveniente que los papás y mamas estén lo más disponibles posibles, calmarles, atenderles… Es decir, hacer el papel que en el colegio o en la escuela infantil no les dejan.


Los progenitores están también en un momento complicado


Sí, es un problema. Están poco disponibles por las exigencias actuales de trabajo. Al final, a los pequeños se les deja sin alternativas. A pesar de ello, padres y madres no tienen que culpar a sus hijos de su comportamiento, de si se hacen pis otra vez encima o porque tienen pesadillas por la noche. Su equilibrio a nivel psicológico lo encuentran jugando, estando en contacto con otros niños, con el movimiento. No se trata de un capricho. Hay que acompañarles y ayudarles a regularse mientras tanto porque esta situación, sostenida en el tiempo, pasará factura: los niños se van a adaptar, sí, pero a un precio muy alto. De hecho, en China empiezan a pagar ahora las consecuencias psicológicas de la pandemia.


Efectivamente. Pero en el caso de la infancia hay un problema y es que existe la creencia generalizada de que a los niños hay que corregirles si se portan mal. Y con esta idea es muy difícil poder ayudarles en una situación como la actual: si ahora se están «portando mal» es porque se sienten mal. Y no necesitamos corregirles, sino ayudarles.


Existe una invisibilización de los niños en general. No se sabe mucho cómo funcionan o qué necesitan. La gente se preocupó mucho por el aspecto académico cuando se suspendieron las clases presenciales: muchos deberes, videollamadas con los profesores, etc. Sin embargo, la vida de los niños y niñas se puso patas arriba de repente y nadie se planteó qué necesitaban.


En ese sentido, no se ha hecho lo mejor ¿verdad?


Yo creo que no se les ha atendido lo suficiente. Es verdad que al principio de la pandemia la situación era tan grave que, por prudencia, hubo medidas muy rígidas. Más que con los adultos. Ahora, viéndolo con perspectiva, creo que quizás fue demasiado. Pero como tenemos la idea generalizada de que como los niños se adaptan, no les afecta. Y no nos damos cuenta de que en los casos más graves, ha habido niños encerrados en casa con padres que los maltratan, y en otros, los niños han estado con mucho estrés porque sus diferentes situaciones familiares, un exceso de tareas del colegio. . . El mensaje que se mandó fue: «aquí no pasa nada». Tenían que seguir en casa con sus clases y el curso. Sin embargo, tenía que haber primado un plan en el que que ellos estuvieran tranquilos y haber mandado lo justo a nivel académico porque en situaciones de altos niveles de estrés no se puede aprender.


¿Cómo valoras que ahora, los niños de hasta 10 años, no sean obligados a mantener la distancia de seguridad?


Es un buen paso. A esa edad, en general, los menores han desarrollado habilidades de autocontrol, saben gestionar la frustración, conocen la realidad de las cosas, no fantasean. . . Yo lo que espero ahora es que las medidas se puedan flexibilizar en función de las características de cada grupo, dependiendo de su diversidad.


Hasta esa edad, no es posible mantener la distancia de seguridad sin pagar un alto precio a nivel emocional, psicológico y social porque es ir en contra de las emociones de los niños, quienes necesitan sentir seguridad y no malestar. Imagino que habrán valorado el impacto.


¿A qué te refieres con flexibilizar la medida?


No todos los niños de 10 años son iguales, ni los de 12. El desarrollo de las capacidades de los menores varía y eso es lo que queda por hacer. Hay niños con determinados diagnósticos en las aulas que requieren de una flexibilidad de las medidas. Lo ideal sería que, los docentes, con responsabilidad y medidas claras, puedan cubrir las necesidades de todos los niños y niñas del aula. En caso contrario, los niños con más dificultades volverán a ser los más vulnerables.


¿Crees que hay esperanza para que esta situación cambie y la infancia sea tenida en cuenta?


Creo que esta situación nos ha removido tanto las conciencias que tenemos que buscar alternativas y otras maneras de acercarnos los niños y niñas. No hay que olvidar que el colegio, el instituto o la escuela son lugares no solo estrictamente académicos, sino sitios en los que desarrollarse a nivel creativo, social, afectivo y emocional. Esto último es lo que las autoridades deben valorar y dar la vuelta a las cosas. Hay familias preocupadas porque sus hijos de 4 años están perdiendo contenido y no hay que preocuparse de eso. Van a recuperar el temario pero, para ello, tienen que estar bien, de ahí la necesidad de dar valor a su bienestar emocional. Y, por supuesto, entender que los comportamientos de los niños no son buenos o malos, sino una manera de expresar cómo se sienten por dentro.

Fuente: ABC
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