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Noticia | 26/11/2021

Por qué (y cómo) evitar que los niños coman delante de las pantallas



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Cerca del 91% de los españoles ingiere alimentos mientras ve televisión, el ordenador, la tableta o el móvil. Los expertos nos cuentan por qué este hábito es perjudicial para los menores.


La dinámica de hacer más de una cosa a la vez se ha vuelto algo natural hoy en día, incluso a la hora de comer. A pesar de los muchos consejos que recibimos diariamente de los nutricionistas, el hábito de comer frente a un dispositivo es más que frecuente en los hogares españoles. Mientras los pequeños comen (rápido), los adultos acabamos las tareas domésticas o asuntos de trabajo. O también comemos, móvil en mano o viendo la tele. La escena es aún más evidente en los restaurantes, donde a los niños se los «conecta» desde el aperitivo hasta la sobremesa.


Sin embargo, varios estudios ya han constatado que comer viendo pantallas es perjudicial. Uno publicado en el International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity observó que niños de entre 10 y 12 años que comían delante del televisor aumentaron su índice de masa corporal (IMC) y que la calidad dietética era más deficiente. En España, el 41% de los menores sufre de sobrepeso y obesidad, por lo que no deja de ser alarmante que nueve de cada 10 españoles (91,62%) reconozca comer frente a pantallas durante alguna de sus comidas diarias, según una investigación sociológica de Maestros de Hojiblanca, asesorado por el Dr. Jesús Porta-Etessam, jefe de sección de Neurología del Hospital Clínico San Carlos. Si bien la muestra estaba conformada por adultos, los datos podrían extrapolarse a la población infantil, ya que, como dice el neurólogo, “nosotros hacemos las cosas y los niños nos imitan”. Ellos hacen lo que ven. De hecho, más del 87% de los encuestados considera que es un mal ejemplo.

Muchos padres recurren a las pantallas para que los niños coman, sobre todo, en los casos de los que lo hacen mal. Más de una vez habremos oído “es que si le pongo sus dibus, se come todo lo que está en el plato y así todos tan contentos”. Pero lo que ocurre es que ni se enteran qué comen ni disfrutan de ello, y es posible que estén aumentando la ingesta, casi sin darse cuenta. “Durante la infancia el cerebro es más plástico, por lo que la creación de hábitos es fundamental. Los adultos estamos habituando a los niños a degustar elementos muy sencillos como son los hidratos de carbono, y quizá deberíamos centrarnos en enseñarles a paladear y ser capaces de apreciar otra serie de aromas y sabores”, sostiene Porta-Etessam.


Miriam Huerta González, dietista-nutricionista de Clínica d-Médical, añade que cuando los niños comen centrando su atención en las pantallas, lo hacen distraídos; más rápido; su cerebro no procesa y no se sienten saciados en esa comida ni en la siguiente: “No les da tiempo a saberse saciados y pueden llegar a comer hasta un 10% más en esa comida; pero un estudio publicado en el American Journal of Clinical Nutritition demuestra que en la comida posterior pueden ingerir hasta un 25% más”.


No solo comen más, lo hacen peor


No solamente es la cantidad de alimento, sino también la calidad. Un trabajo de la Universidad Internacional de Cataluña (UIC) concluye que los niños de entre uno y 14 años que pasan más de una hora al día frente a una pantalla, comen más comida basura. Una explicación puede atribuirse la publicidad de alimentos poco saludables, dirigida a los más pequeños. Esperemos que eso se reduzca a partir de 2022, cuando entre en vigor el nuevo decreto ley del Ministerio de Consumo, que pondrá veto a los anuncios de alimentos con alto contenido en sal, azúcar y grasas.


Sin embargo, comer peor no únicamente se debe a la publicidad. Huerta sostiene que los niños “comen menos vegetales, más frituras y más comida ultraprocesada. Incluso, la influencia de la tele encendida, aunque no estén pendientes de ella, hace que la calidad de los menús decaiga. Y, muchas veces las prisas hacen que pongamos en su plato solo lo que les gusta”.


Comer en familia fortalece los vínculos


Los expertos recomiendan calma y atención plena a la hora de comer. Lo que ahora se conoce como mindful eating, no es otra cosa que los niños dediquen un rato a comer, en compañía, saboreen los alimentos, los disfruten con los cinco sentidos y socialicen. La nutricionista afirma que este hábito también impacta en la calidad emocional de los niños: “Es mejor que coman en familia, a que coman solos, ya que así aprenden las normas de la mesa y favorece que padres e hijos interactúen, se cuenten cómo ha ido el día, cómo se sienten o echen unas risas. Enseñar todo esto desde pequeños, sembrará un buen hábito a medida que vayan creciendo”.


Poner la atención en las pantallas mientras comemos, hace que esta sea cada vez más reducida y dispersa. Cuando los niños son conscientes de lo que comen, “mastican mejor, respetan los tiempos y se sacian; aprecian los sabores, las texturas, y, por lo mismo, mejoran la cantidad y calidad de lo que comen. De esta manera, la comida será, además, un momento de relax y tranquilidad”, señala la experta.


Comer de manera consciente hará que “disfruten más de la comida, los aromas y los sabores, cambiemos el tempo, y eso es beneficioso en un mundo en el que todo lo hacemos a gran velocidad, aunque no haya prisa”, sostiene Porta-Etessam. Como una alternativa a las pantallas, el proyecto que asesora ha elaborado una creación de ambientes sonoros, que demostrado que favorece la concentración y vivir mejor la experiencia plena: “El comensal puede ser más consciente del proceso y participar del proceso gastronómico de manera multisensorial y sin distracciones”.


Ayuda a tus hijos a comer alejados de las pantallas



Desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Dietistas-Nutricionistas, nos dan algunas sugerencias para evitar que los pequeños (y mayores) coman delante de sus dispositivos:


-Lo primero, hazlos partícipes. “Colaborar en los preparativos, ayudar a poner la mesa, colocar el pan en la panera, llenar la jarra de agua o llevar una fuente no solo les enseñará a realizar estas tareas, sino que también podremos aprovechar para enseñarles como se colocan los platos los vasos y cubiertos”, indica la diestista-nutricionista Marta Otero, del colegio profesional de Galicia (Codinugal).


-Fomenta la comunicación. Una vez que ya estamos en la mesa, podemos dedicar este tiempo para hablar de diferentes temas que sean de su interés.


-Además, crear un ambiente agradable a la hora de comer, hará que les apetezca ese momento. “Debemos ser capaces de adaptar esta conversación a su nivel y vocabulario para que no se sientan desplazados de la mesa. Cuando sientan curiosidad por algunos platos, podemos explicarles los métodos de cocinado y animarlos a aprender”, afirma Otero.



-Platos bien presentados. Siempre despierta más interés una presentación atractiva de la comida; los niños dedicarán tiempo a admirar lo que comen y podrán disfrutar de ello.



-¿Tu móvil? Fuera de la mesa también. “Si están aprendiendo a comer, es importante que vean a los padres comer bien, que comen ensaladas, legumbres, vegetales... Y que son los primeros en quitar el móvil de la mesa. Pero no lo aprenderán solo por decírselos; hay que enseñar con el ejemplo”, sostiene Miriam Huerta.



-Organiza la compra y los menús de la semana. Planificar será clave para evitar tirar de lo primero que encontramos. Y cuando se come fuera, “no conviene tenerlos dos horas a la mesa. Si es posible, es mejor ir a sitios apropiados para niños, donde haya planes para ellos, sin tener necesariamente que tomar comida rápida”.



-Descubrir juntos. Porta-Etessam nos propone sentarnos con los niños e intentar descubrir sabores y aromas y preguntarles lo que sienten, lo que huelen, dejarlos que degusten, que detecten si hay dulce o salado...: “Encima estaremos preparando su cerebro para que empiecen a apreciar sabores que no les ha sido posible descubrir antes. Y, a lo mejor, reducimos esa apetencia por la comida grasa y los hidratos de carbono”.



-También cuando esté solo. Si, por circunstancias familiares, los niños han de comer solos, los padres suelen querer asegurarse de que vaya a comer, por lo que le preparan lo que le gusta, no pensando siempre en la calidad nutricional: “En esos casos, es bueno enseñar a comer bien cuando se está la familia, para que cuando no haya nadie en casa apliquen lo mismo. Dejarles la comida preparada, que esta sea variada y con buena presentación, será clave”.



-Y si ya están ‘enganchados.’ Lo ideal es explicarles los beneficios de evitar comer frente a pantallas. La experta del Codinugal afirma que, según su edad, podemos recurrir a diferentes argumentos: “Una buena estrategia puede ser un cambio en el contenido de lo que visionan. Poner contenidos que les atraigan menos o que les resulten monótonos y aburridos”. Otra fórmula es dejar el dispositivo encendido justo hasta antes de comer y decirle al niño que lo encenderemos nada más terminar: “De este modo irá aprendiendo poco a poco a que, mientras está comiendo, no es bueno que haga otra cosa y aquí pondremos entablar conversación y darles responsabilidades”. Otero también propone juegos divertidos y en familia que les mantengan alejados de las pantallas hasta que llegue la hora de comer.

Fuente: El País
Palabras clave: niños, tecnología, pantalla, comer, alimentación
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