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Actualidad y Artículos | Alimentarios, Trastornos alimentarios y de la ingestión de alimentos   Seguir 50

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Prevalencia de trastornos del comportamiento alimentario en la población universitaria.

  • Autor/autores: A. R. Sepúlveda*; A. Gandarillas; J. A. Carrobles.

    ,Artículo,Trastornos de la alimentación,


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Artículo | 03/02/2004

Introducción

Los trastornos del comportamiento alimentario, comúnmente llamados anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastornos alimentarios no especificados, son trastornos multidimensionales que afectan a variables fisológicas, psicosociales y familiares.



La epidemiología de los trastornos del comportamiento alimentario en la población universitaria no se han estudiado con rigurosidad. Los estudios más fiables se han realizado en la población escolarizada adolescente de educación primaria o secundaria (Ruíz et al., 1998; Pérez-Gaspar et al., 1998) y ello a pesar de que la población de jóvenes universitarios es considerada un grupo importante de riesgo. El ambiente universitario propicia situaciones estresantes que alteran el funcionamiento psicológico y somático de los estudiantes. Los estudios epidemiológicos realizados con estudiantes universitarios son escasos y mayoritariamente utilizan instrumentos de cribaje para estudiar la prevalencia de riesgo de la enfermedad (Palmquist et al., 1995).



Por otro lado, aunque el desarrollo del trastorno es menor entre los varones, como es habitual existen datos que apuntan a la presencia de conductas de riesgo asociadas a los TCA y que necesitan de un estudio más pormenorizado para su detección.

Los resultados indican que aunque la prevalencia de casos completos es relativamente escasa, no podemos decir lo mismo al considerar todos los casos incompletos, o la alta proporción de adolescentes con conductas alimentarias anormales.



Su etiología especifica hasta el momento no está clara, lo cual conlleva consecuencias respecto a la efectividad en el tratamiento y en la aproximación preventiva. Una de las claves sin resolver se encuentra en cómo se evoluciona los síntomas hasta desencadenar un cuadro incompleto o hasta llegar a un cuadro clínico definido y grave. La presentación de estos trastornos en la comunidad parece que se produce en forma de continuum, desde conductas y actitudes de riesgo, como la preocupación excesiva por el peso, la dieta restrictiva, el atracón o el uso de conductas purgativas, hasta un trastorno clínico, que cumple con los criterios diagnósticos propuestos por el DSM-IV (1994). Al igual que múltiples estudios muestran la cormobilidad con otros trastornos psiquiátricos en la población clínica con lo que es razonable suponer que los sujetos con un perfil subclínico también tendrán una alta prevalencia de trastornos mentales o conductuales.



El objetivo principal del estudio se dirige a conocer la prevalencia de comportamientos y actitudes propias de un trastorno alimentario en una muestra representativa de estudiantes de la Universidad Autónoma de Madrid, y a través del mismo delimitar la posible existencia de una población de riesgo con posibilidades mayores de desarrollar estos trastornos.

Sujetos y métodos

<U>Encuesta y procedimiento</U>



El estudio estaba dirigido a los alumnos matriculados en el año académico 2000-01 y entre estos a los cursos 1º y 4º de la Universidad Autónoma de Madrid. De las 21 licenciaturas existentes en este campus se seleccionaron 13 de ellas, que eran las que tenían un mayor número de alumnos matriculados. El tamaño muestral diseñado como representativo, según curso y facultad en la UAM, era finalmente de 4.682 estudiantes.



<U>Instrumentos</U>



La encuesta autoadministrada en el aula incluía el Inventario de Trastornos de la Conducta Alimentaria (EDI-2; Garner, 1998) como cuestionario específico de conductas alimentarias problemáticas; el Cuestionario de Imagen Corporal (Body Shape Questionnaire, BSQ; Cooper et al., 1987), que evalúa específicamente la satisfacción con el peso y la figura; el Inventario de Síntomas Clínicos-90-R (Symptom Check List 90 Revised, SCL-90-R; Derogatis, 1977, 1983), que evalúa la existencia de la psicopatología y sintomatología psíquica y la Escala de Autoestima de Rosenberg (Self-Esteem Scale; Rosenberg, 1965). Estos cuestionarios se completaron con preguntas que evaluaban síntomas propios de un TCA, según los criterios diagnósticos del DSM-IV(1994) y otras cuestiones sociodemográficas.



<U>Definición de la población de estudio</U>



Se define como POBLACIÓN CASO al número de personas que responden que están o han estado en tratamiento por un TCA, y sus patrones psicopatológicos recogidos a través de los cuestionarios, confirman su patología.



Definimos como POBLACIÓN DE ALTO RIESGO de padecer un TCA a aquellas personas que obtienen una puntuación igual o superior al punto de corte de 40 en el EDI total (suma de las 8 escalas originales).



Definimos como POBLACIÓN DE BAJO RIESGO de padecer un TCA a aquellas personas que obtienen una puntuación inferior al punto de corte de 40 en el EDI total.



<U>Análisis estadísticos</U>



Para el análisis de los resultados se ha utilizado los paquetes estadísticos del SPSS V.10. Una vez calculada la prevalencia de la población de riesgo de TCA por sexo, y sus respectivos intervalos de confianza al 95% corregido el efecto de diseño. Se han llevado a cabo pruebas de contraste de hipótesis del grupo de riesgo de TCA según género. Para las variables cuantitativas se ha utilizado la T de Student.

Resultados

En el estudio participaron, finalmente, 2.551 alumnos, lo que supone una tasa de respuesta del 54,5 %. De los cuestionarios contestados se seleccionaron, a su vez, sólo los alumnos de 18 a 30 años, ambos inclusive, por lo que fue preciso retirar 25 de los cuestionarios procedentes de sujetos con una edad mayor. Igualmente, fue preciso excluir otros 140 cuestionarios por tener más de dos preguntas del EDI sin contestar o más de dos cuestionarios anulados (un cuestionario era invalidado con sólo tener una pregunta sin responder).



De esta manera, los análisis estadísticos se han efectuado sobre en una muestra final de 2.386 alumnos, de los cuáles, el 31,4% eran varones, el 67, 9% mujeres y un 1% no ofrecía este dato. La edad media para los chicos y para las chicas era de 20 años (DT=2,1). La edad media de los alumnos del primer curso era de 19 años (DT= 1,6) y la edad media de los de cuarto curso era de 21,8 (DT= 1,6).



Un grupo de 27 personas (26 chicas y un chico), afirman que padecen o han padecido un trastorno de la conducta alimentaria y suponen un porcentaje de 1,6% de la población femenina. La población caso autoreferida se confirma a través de los cuestionarios, ya que las puntuaciones obtenidas son muy elevadas respecto a la población general universitaria.



A través del punto de corte >=40 en el EDI, se ha seleccionado un 19% de la población que suponen 454 universitarios, 99 de ellos varones y 350 mujeres, cinco de ellos no informan sobre el sexo. Con esta población de Alto Riesgo de padecer un TCA se obtienen las tasas de prevalencia a través de ponderaciones estadísticas y por otro lado se observan sus hábitos y actitudes alimentarias.



La prevalencia de la población universitaria con Alto Riesgo de desarrollar un TCA es de 14,9% (11,6-18) en varones y un 20,8% (18,7-22,8) en mujeres. La realización de vómitos supone un 9,6% en varones y un 16% en mujeres (un 1,5% en el grupo de bajo riesgo). Y el uso de laxantes para controlar el peso es un 10,6% en chicos y un 14,5% en chicas (1.8% y 2.7% en el grupo de Bajo riesgo), siendo estas diferencias significativas estadísticamente entre género y entre grupos (p <.0001).



Nos podemos acercar a la población de caso probable de TCA a través de los cuestionarios. Si unimos el punto de corte del EDI con los puntos de corte del SCL-90-R, y el BSQ, y autoestima obtenemos una población con una gravedad clínica de un 1,1% en varones y un 3,5% en mujeres.



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Discusión

La tasa de no respuesta para este tipo de estudio en población adolescente escolarizada (12-16 años) es más baja, entre un 10-20%, pero la población universitaria poseen mayores dificultades para la recogida de muestra; a pesar de que los estudiantes no conocían el día en que se iba a realizar la encuesta, no está asegurado que los estudiantes que no colaboraron se produzca una prevalencia de riesgo de TCA mayor que entre los que han participado. Beglin y Fairburn (1992) examinan a los sujetos que forman parte de la tasa de no respuesta e indican que existe un alta prevalencia de sujetos con problemas alimentarios, es decir, que hay una alta frecuencia de TCA entre aquellas personas que eligen no participar en los estudios (28% tenían un TCA y 15% tenían obesidad). Por lo tanto, se produce una subestimación en la tasa de prevalencia de TCA en la población estudiada.



Los resultados muestran que la tasa de prevalencia de población de riesgo de TCA en el ámbito universitario es elevada, encontrándose un predominio en el género femenino, al igual que en la presencia de conductas propias de los TCA (uso de laxantes, provocación del vómito, recurrir a atracones). La prevalencia de la población universitaria con riesgo de desarrollar un TCA es de 14,9% en varones y un 20,8% en mujeres. Si a su vez, delimitamos esta población con otros indicadores de la salud mental y otras variables psicológicas, un 1,1% en varones y un 3,5% en mujeres presentan un perfil clínico más completo. Estos resultados son más similares a los estudios de doble fase en adolescentes (Pérez-Gaspar et al., 2000; Morandé et al., 1998; Gandarillas et al., 2003).



Aunque hay que estudiar con mayor profundidad las actitudes y conductas de riesgo de TCA en la población masculina universitaria. Observamos que existen conductas de riesgo asociadas a la muestra masculina y que indica que los factores socioculturales están afectando puntualmente a la población masculina en determinadas áreas pero que en la mayoría de los casos sigue sin generar un cuadro completo de la enfermedad. Puede que hasta el momento no haya sido valorado de forma fiable, ya que los cuestionarios no están validados en muestra masculina y no existen ítems específicos para valorar otras conductas de riesgo que podrían ser propias para esta muestra (Carlat y Camargo, 1991). El perfil de riesgo masculino para un TCA es distinto que el femenino, aunque se origine en parte, por la presión de un ideal de belleza, este ideal de belleza masculina es muscular no es de delgadez, aunque se termine asociando a conductas de riesgo propias de un TCA (utilización de esteroides, complementos dietéticos y dieta).



Aunque la patogénesis de los TCA está poco comprendida, en numerosos estudios se ha descrito su asociación con otros síntomas psiquiátricos, en particular obsesión, depresión, ansiedad, lo que concuerda con los resultados en este estudio (Sepúlveda et al., 2002). Esta asociación se ha observado en los casos, y también para la población de riesgo de TCA a través del cuestionario.

Los datos sobre las conductas y actitudes no saludables que afectan a los universitarios nos alertan de la gravedad de estos comportamientos y de la necesidad, por tanto, de considerar medidas preventivas para este tipo de población.



Por lo tanto, concluimos que los resultados obtenidos refuerzan la necesidad de incrementar los estudios dirigidos a delimitar los problemas alimentarios en el ámbito universitario así como implantar programas de prevención y programas de tratamiento en este ámbito. Estas intervenciones puntuales deberían ir dirigidas tanto a la población masculina como a la femenina aunque la frecuencia de mujeres afectadas sea mayor (Neumark-Sztainer, 1996; Striegel-Moore, y Steiner-Adair, 2000; Ruíz-Lázaro y Comet, 2003).

Bibliografía

American Psychiatric Association (1994). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (4ªedición). Washington: Author.



Beglin, S. y Fairburn, C. (1992). Women who chose not to participate in surveys on eating disorders. Int. J. of Eating Disorders, 12, 113-116.



Carlat, D.J. y Camargo, C.A. (1991). Review of Bulimina Nervosa in Males. Am. J. Psychiatry, 148 (7):831-843.



Gandarillas, A. Zorrilla, B., Sepúlveda, A.R., y Muñoz, P. (2003). Prevalencia de casos clínicos de trastornos del comportamiento alimentario en mujeres adolescentes de la Comunidad de Madrid. Documentos Técnico de Salud Pública, nº 85. Instituto de Salud Pública.. Madrid.



Morandé, G., Celada, J. y Casas, J. (1998). Prevalence of Eating Disorders in a Spanish School-age population. J. Adolescent Health, 24, 212-219.



Palmquist, J., Berglund, P., Dieken, H. A. (1995). Incidence of eating disorders among selected female university students. J. of the Am. Diet. Assoc., 64-66.



Pérez-Gaspar, M., Gual, P., Irala-Estévez, J. Martínez-González, M.A., Lahortiga, F. y Cervera, S. (2000). Prevalencia de trastornos de la conducta alimentaria en las adolescentes navarras. Med. Clin, 481-486.



Ruíz-Lázaro, P.M., Alonso, J., Velilla, J., Lobo, A., Martín, A., Paumard, C. y Calvo, A. (1998). Estudio de prevalencia de trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes de Zaragoza. Rev. De Psiquiatría Infanto-Juvenil, 148-162.



Ruiz-Lázaro, P. M. y Comet, P. (2002). La prevención de trastornos alimentarios es posible: experiencia del programa escolar controlado del grupo Zarima Prevención. 3er Congreso Virtual de Psiquiatría. Interpsiquis.



Sepúlveda, A. R., Carrobles, J. A. y Gandarillas, A. (2002). Mental health in a university population by age and gender. En I. Leal y J. Ribeiro (Eds.).Health Thought the Life Cycle: A Life Span Perspective.



Striegel-Moore, R. y Steiner-Adair, C. (2000). Prevención primaria de los trastornos alimentarios: nuevas consideraciones con una perspectiva feminista. En W.



Vandereycken y G. Noordenbos. (Eds.). La prevención de los trastornos alimentarios. (pp. 13-37), Barcelona: Ediciones Granica.


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