ArtÃculo |
26/08/2016
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ong>Resumen
Hace 30 años, el 26 de abril de 1986, la planta nuclear de Chernóbil explotó y emitió toneladas de radionúclidos a la atmósfera exponiendo a millones de personas en Ucrania y en los paÃses circunvecinos a las consecuencias. Finalmente, 350.000 personas que vivÃan cerca de la planta se reubicaron de manera permanente y 600.000 miembros del personal militar y civil de toda la Unión Soviética fueron alistados como trabajadores para limpieza (localmente referidos como los liquidadores). Para el vigésimo aniversario (2006), aproximadamente 6000 niños menores de 18 años en 1986 tuvieron un diagnóstico de cáncer de tiroides de tipo papilar1 , una enfermedad por lo demás infrecuente. En el vigesimoquinto aniversario (2011) se descubrió que los liquidadores tienen tasas más altas de leucemia, otras enfermedades malignas hematológicas, cáncer de tiroides y cataratas2 . Sin embargo, desde una perspectiva de salud pública, la mayor repercusión del desastre de Chernóbil durante todos los años ha sido en la salud mental, especÃficamente depresión mayor, trastornos por ansiedad, trastorno por estrés postraumático (PTSD), sÃntomas relacionados con el estrés y sÃntomas fÃsicos sin una explicación médica3 . Los segmentos más vulnerables de la población han sido mujeres de la región de Chernóbil que estaban embarazadas o que tenÃan niños pequeños en 1986, y los liquidadores, sobre todo los que trabajaron en el lugar en abril a octubre de 1986. Los efectos sobre la salud mental se debieron en parte a un sentido exagerado del peligro para la salud que representaba la supuesta exposición a la radiación, y que fue impulsado por la comunidad médica local y los funcionarios de gobierno. A liquidadores, evacuados y personas que vivÃan en regiones contaminadas oficialmente se les calificó como “enfermos” o “vÃctimas de Chernóbil”, términos que fueron adoptados por los medios de comunicación masiva. Ser reconocido como una “vÃctima” de Chernóbil, calificaba a las personas a la compensación económica, médica y educativa lo cual, en combinación con la vigilancia continuada por las organizaciones locales e internacionales, puede haber tenido un efecto yatrógeno sobre el bienestar psicológico1 . En nuestro análisis a 25 años de las repercusiones de Chernóbil en la salud mental3 , llegamos a la conclusión de que las consecuencias psicológicas, sobre todo para las madres y los liquidadores, seguÃan siendo un problema, y que la atención a la salud mental en las regiones afectadas no era adecuada para satisfacer sus necesidades. Dada la considerable literatura sobre comorbilidad de la salud mental y fÃsica, también hicimos un llamado a la vigilancia para que se realizaran estudios médicos a largo plazo, con el propósito de integrar medidas de salud mental en sus protocolos de evaluación. A nuestro entender, las últimas recomendaciones aún no se han aceptado del todo...
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World Psychiatry (Ed Esp)
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