Grillo N. Psicologia.com. 2012; 16:5.
http://hdl.handle.net/10401/5445
Otros artículos
Abuso Sexual Infantil Intrafamiliar. `Cuando el Incesto se
hace realidad'
Intrafamilial Child Sexual Abuse. "When incest becomes a reality"
Natalia Grillo1*
Resumen
El objetivo del presente artículo es abordar el Abuso Sexual Infantil Intrafamiliar, desde una
perspectiva bio-psico-social. Esto implica, por añadidura, analizar la temática del incesto y el
trauma psíquico, teniendo especial consideración un modo particular de `metamorfosis' que
tomará su lugar en el pasaje transitado desde la niñez hacia la adquisición de una identidad
adulta. El niño u adolescente que ha sufrido este tipo de violencia, puede ser considerado un
verdadero sobreviviente de una herida difícil de mitigar y simbolizar; verdadero convaleciente
del impacto psíquico que adquiere el trauma del incesto en el psiquismo en formación. El tema
encuentra su encuadre, análisis y conceptualización, a partir del análisis bibliográfico. Y
encuentra su apoyatura en una revisión de la teoría psicoanalítica, de la cual se realiza una
revisión respecto a sus virajes, con el fin de esclarecer conceptos tales como: "Fantasía",
"Realidad", Trauma sexual infantil, entre otros. En este marco, pues, se hacen notar los rodeos,
limitaciones y `omisiones' con las que se enfrentó la teoría psicoanalítica Freuideana, en la época
en que tuvo lugar. La temática ofrecida, debido a su peso e importancia como problemática
social de gran envergadura, atañe íntimamente, no solo la ética del Psicólogo interviniente, sino
a todos aquellos profesionales de la salud mental.
Palabras claves: Abuso Sexual Infantil Intrafamiliar, Incesto, Trauma, Desarrollo psicosexual,
Fantasia-Realidad, Escisión del alma, Hueco Representacional.
Abstract
This article aims to tackle Intrafamilial Child Sexual Abuse according a bio-psycho-social vision,
taking into account a particular way of 'metamorphosis' from childhood to an adult life. Thus,
children or adolescents who have undergone this type of violence, will transit the passage to its
adult identity with great difficulty. They can be considered true survivors of a traumatic impact
that implicates important injures to child psyches, a trauma that involves enormous difficulty to
be symbolize. The subject is analyzed and conceptualizes according a review of the
psychoanalytical theory, in order to clear up concepts as: "fantasy and reality", trauma, child's
sexual life, etc., and the limitations (and omissions) that took place on the psychoanalytical
theory of Freud by the time it took place. The thematic offered, because of its importance as a
social reality, involves the ethic of the psychologist intervening, and of any person involved on
mental health.
Keywords: Intrafamilial Child Sexual Abuse, Incest, Trauma, Psychosexual Development,
Fantasy-Reality, Scission of the soul, Representational Gap.
Psicologia.com ISSN: 1137-8492
© 2011 Grillo N.
1
Grillo N. Psicologia.com. 2012; 16:5.
http://hdl.handle.net/10401/5445
Recibido: 08/10/2011 Aceptado: 16/12/2011 Publicado: 22/02/2012
* Correspondencia: grillo.natalia@yahoo.com.ar
1 Licenciada en Psicología (Universidad Argentina John F. Kennedy). Clínica Alvear (Discapacidad,
Psiquiatría).
2
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ÍNDICE
Pág.
Introducción
4
Desarrollo
6
Capítulo I: Abuso Sexual Infantil Intrafamiliar
6
1. Definición y conceptualización del A.S.I.I.
6
1.1. Conceptualizaciones sobre el incesto.
11
2. A.S.I.I. Sus secuelas.
15
Capítulo II: Creencias, juicios y prejuicios
20
1. Desmentir la `desmentida'.
20
2. ¿Seducción o fantasía? Seducción fantasmatizada.
25
Capítulo III: La sexualidad violentada
33
1. La sexualidad en la teoría freudiana.
33
1.1. Desarrollo psico-sexual del niño y su `profanación'.
35
1.2. Complejo de Edipo: de la fantasía a la realidad.
38
2. Metamorfosis: de la sexualidad infantil a la adulta. Un pasaje particular.
41
Capítulo IV: Trauma y Hueco Representacional
44
1. Conceptualizaciones sobre el trauma.
44
2. "La escisión del alma en el proceso de defensa":
El Hueco Representacional.
50
Conclusión
57
Referencias
60
3
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Introducción
El presente trabajo tiene como fin abordar el Abuso Sexual Infantil Intrafamiliar
(A.S.I.I.) desde una perspectiva bio-psico-social, tomando en consideración un modo
particular de `metamorfosis' desde el ser niño al ser adulto. Así, los niños u adolescentes que
han sido objeto de este tipo de violencia, transitarán el pasaje hacia su identidad adulta con
grandes dificultades. Ellos, pueden ser considerados verdaderos sobrevivientes de una
situación traumática difícil de simbolizar y mitigar.
El A.S.I.I. es una compleja problemática que desborda el ámbito de lo individual y
familiar, lo que implica que, para su comprensión y análisis, es necesario contemplar su
aspecto multidimensional tanto desde lo clínico, familiar, legal y social. Este tipo de maltrato
tiene una característica particular: la faceta altamente patógena del A.S.I.I. consiste
precisamente en que dicho abuso se produce en la matriz biológica, simbólica y social más
elemental -y fundamental- en la que el ser humano adviene como sujeto; allí donde el niño
debiera recibir cuidado y protección.
Este trabajo tiene como objetivo, explicar y definir el A.S.I.I., describiendo y analizando
sus secuelas a corto y largo plazo.
A su vez, se intentará correr el velo que oculta dicho tipo de violencia, despejando
prejuicios y creencias, que dificultan la comprensión de esta problemática. Esto implicará, por
añadidura, un recorrido respecto de los conceptos de `realidad' y `fantasía' en la teoría
Freudiana.
Luego, se introducirá el concepto de sexualidad, describiendo el desarrollo psicosexual
en el hombre y la implicancia del incesto en el mismo.
Por último, se trabajará el concepto de trauma, introduciendo la noción de `hueco
representacional' como saldo de una escisión frente al A.S.I.I. Se tratará de comprender, por
consiguiente, el modo fundamental en que el psiquismo en formación se ve afectado por el
incesto.
Por todo lo expuesto, se tratará de responder a los siguientes interrogantes:
¿Cuáles son los prejuicios y creencias que velan y obstaculizan la comprensión del
A.S.I.I.?; ¿Cuáles son las secuelas y los efectos que produce en la construcción de la
subjetividad del adulto?; ¿Cómo se ve afectada la sexualidad en ese adulto a partir del
incesto?; ¿Cómo se realizará el pasaje desde una sexualidad infantil profanada hacia una
identidad adulta?; ¿Cuáles son los alcances del Trauma en el psiquismo en formación?
En el presente trabajo se partirá de la siguiente hipótesis: "El incesto consumado
crea en el niño una confusión y una carencia de simbolización fundamental,
dejando como impronta un vacío; un `hueco representacional', producto de la
defensa ante el A.S.I.I.". Esa carencia de simbolización a la que se alude es precisamente
lo traumático, y lo que hará marca en el cuerpo de ese adulto al que le han faltado palabras en
su niñez, y para quien en su presente las palabras no alcanzan.
El aporte de este trabajo consiste en introducir la noción de hueco representacional
como producto de una `escisión del alma en el proceso de defensa' frente al incesto.
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Capítulo I. Abuso sexual infantil intrafamiliar
1. Definición y conceptualización del A.S.I.I.
Garbarino, J & Eckenrode, J. (1999) refieren que el problema central para ofrecer una
definición de Abuso Sexual es que el significado de la mayoría de los actos humanos está
determinado por el contexto en que se producen. Intervienen así diversos elementos como ser:
la intención del agresor o abusador; el efecto que tiene el acto sobre su receptor; el juicio
valorativo de quienes estudian dicho fenómeno y el origen del criterio sobre el cual se basa ese
juicio, teniendo en cuenta las representaciones sociales que giran en torno a esta temática. Estos
elementos son fundamentales para definir el abuso. Afirman, a su vez, que "(...) puede definirse
como abuso cualquier conducta de un progenitor que da por resultado una lesión en el niño".
(pp. 18-19) Agregan:
La evaluación que lleva a considerar abusiva la conducta parental debe hacerse
sobre la base tanto de la cultura como de la ciencia (...) el proceso de definir el
abuso es (...) una negociación entre la cultura y la ciencia, el saber popular y la
pericia profesional. (p.21)
Esto refleja que la definición de abuso sexual presenta gran complejidad dado los
diversos elementos o factores que intervienen en ese fenómeno.
Es así como estos autores definirán al abuso como una forma de maltrato que provoca
daño, ya sea físico, emocional o psicosocial, siendo el maltrato, "todo acto de omisión o
comisión por parte de un progenitor o tutor que, por combinación de valores de la comunidad y
de apreciaciones de expertos profesionales, se considera inapropiado y lesivo". (p.22)
La Organización Mundial de la Salud (1986) especifica el abuso sexual infantil cuando
"un niño es víctima de un adulto, o de una persona evidentemente mayor que él, con fines de
satisfacción sexual"
Por su parte, Sarmiento, A et al. (2005) definen el A.S.I. como "todo contacto sexual en
un niño menor de 18 años por parte de un familiar-tutor adulto desde una posición de poder o
autoridad sobre él, agravado por el hecho de que el niño confía plenamente en este adulto". (p.
187) Agregan, a su vez, que también es considerado como abuso sexual el acercamiento
inadecuado que se da entre dos menores de diferentes edades, donde uno utiliza sobre el otro,
algún tipo de coerción. Estos autores señalan que:
El abuso sexual infantil (A.S.I), es una forma de abuso físico y psicológico y
consiste en la utilización de un niño, por parte de un adulto para satisfacer los
deseos sexuales de este último. El mismo puede incluir distintas formas de
acercamientos sexuales inadecuados: manoseos, caricias inapropiadas,
exhibiciones obscenas, manipulación de los genitales del niño, inducción a que
el niño manipule sus genitales o los genitales del agresor, penetración vaginal o
anal, sexo oral, corrupción, obligar al niño a contactos sexuales con animales,
inducción y/o presión para el ejercicio de la prostitución (...). (p. 71)
Además, agregan que se debe tener en cuenta el `consentimiento' para dicha actividad
sexual. Para que una relación sexual, o cualquier otra actividad sexual, no sea considerada como
abuso, debe realizarse con el consentimiento de ambas partes; consentimiento que un niño no
está en condiciones de proporcionar, debido a su inmadurez biológica y psíquica.
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El Diccionario de la Real Academia Española [Vigésima Segunda Edición. Versión
Electrónica], en una de sus acepciones, define el Abuso (Del lat. absus) de la siguiente
manera: "Delito consistente en la realización de actos atentatorios contra la libertad sexual de
una persona sin violencia o intimidación y sin que medie consentimiento".
Sarmiento et al. (2005) insisten en que el abuso es en muchas ocasiones crónico, "(...)
en el cual el agresor no utiliza la fuerza física ya que en el 90 % de los casos es un conocido del
niño quien abusa de su relación de confianza". (p. 72)
Esto lleva a introducir el abuso sexual en su dimensión intrafamiliar (e incestuosa), al
ser precisamente en el seno de la familia donde éste es realizado con mayor frecuencia. "Al
contrario de lo que sostienen las exageradas afirmaciones de la prensa y otros medios de
difusión, los desconocidos sólo constituyen una pequeña proporción del abuso sexual (del 6 al
16 %) (...)". (Briere & Elliot, 1994; citado en Garbarino & Eckenrode, p164)
Grosman, C. & Mesterman, S. (1998), al igual Sarmiento et al. (2005), expresan que:
Los abusos sexuales se definen como la implicación de niños y adolescentes,
dependientes e inmaduros en cuanto a su desarrollo, en actividades sexuales
que no comprenden plenamente y para las cuales son incapaces de dar un
consentimiento informado y que, asimismo, violan los tabúes sociales o papeles
familiares. (p. 43)
Dichos autores, al definir el abuso sexual, incorporan a las definiciones ya citadas, el
hecho de que "(...) el/la niño/a son sujetos pasivos de tales actos, y pierden la propiedad sobre
sus propios cuerpos". Esta `pérdida' del propio cuerpo, a la cual hacen referencia, posee una
implicancia radical para la comprensión del arrasamiento subjetivo que sufre el niño abusado;
un niño cuyo cuerpo es objeto de `ab-uso' y profanación.
Garbarino, Eckenrode & Thomas, M (1999) explican que "(...) los "desconocidos"
constituyen sólo un porcentaje muy pequeño de los abusadores sexuales. (...) hemos aprendido
que los padres y padrastros no son los únicos abusadores dentro de la familia". (p. 159)
Es así como deben derribarse mitos sostenidos en el imaginario social, donde la figura
`vulgarmente' concebida del abusador dentro de la familia, se encuentra encarnada sólo en `el
padre o padrastro'. Los abusos pueden ser cometidos por hermanos mayores, tíos, abuelos,
incluso por figuras femeninas (esto último suele escotomizarse por una sociedad que niega las
caras más siniestras del incesto).
Intebi, I. (1998), se pregunta si la resistencia que generan los intentos por develar la
violencia familiar, y el abuso sexual, es fruto de presentársele una cuarta herida a la humanidad;
herida narcisista que viene a sumarse a las otras tres ya sufridas: derrumbe de la teoría
geocéntrica; del ser humano como creación divina; y del libre albedrío psíquico (cogito
cartesiano), con el descubrimiento Freudiano del inconsciente.
Ferenczi, S. (1933) sostiene:
(...) nunca se insistirá bastante sobre la importancia del traumatismo y en
particular del traumatismo sexual como factor patógeno. Incluso los niños de
familias honorables de tradición puritana son víctimas de violencias y de
violaciones mucho más a menudo de lo que se cree. Bien son los padres que
buscan un sustituto a sus satisfacciones de forma patológica, o bien son
personas de confianza de la familia (Tíos, abuelos) (...). La objeción de que se
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trata de fantasías de los niños (...) pierde toda su fuerza al saber la cantidad de
pacientes que confiesan en el análisis sus propias culpas sobre los niños.
Siguiendo a Kendall-Tackett, Williams & Finkelhor, (1993 citado en Garbarino &
Eckenrode, 1999) se puede considerar que "(...) existen buenas razones para creer que el abuso
sexual dentro de la familia es más perjudicial que el que puede provocar un desconocido". (p.
161)
El A.S.I., al ser provocado por una persona allegada, y más aún cuando esa persona es
un progenitor u otro adulto cuyo lazo afectivo es fuertemente significativo para el niño, por el
hecho de depender emocionalmente de sus lazos familiares, es altamente patógeno para éste.
Se puede considerar que, el carácter `incestuoso' de la situación abusiva es gravemente
perjudicial, debido al avasallamiento del cuerpo y de la subjetividad que proviene desde el
mismo seno en donde el niño debe recibir cuidado y protección. La familia, como sistema
socializador y formador del individuo, desfallece en su función cuando quien ejerce el abuso
desgarra la integridad emocional y física de ese niño; el abusador está así rompiendo una de las
prohibiciones (precepto tabú) más necesaria, primordial y constitutiva fundante- de la
sociedad, prohibición indispensable para la constitución del psiquismo de forma saludable.
Finkelhor (1995, citado en Garbarino & Eckenrode) afirma que:
Debido a su situación evolutiva, los niños más pequeños no pueden reconocer
que se están violando ciertos tabúes (...) sólo en la adolescencia los niños
pueden entender totalmente las normas y expectativas de la cultura que se
encuentra más allá de su familia inmediata. (p. 168)
Esto nos remite a lo que Freud, S. conceptualiza como los `dos tiempos del trauma', lo
cual se trabajará en el Capítulo IV del presente trabajo.
1.1 Conceptualizaciones sobre el incesto.
Según Romano, E. (citado en Grosman, & Mesterman, 1998), el incesto se puede
caracterizar como "(...) una actividad sexual entre los miembros de una familia sobre la que pesa
una prohibición (cultural o legal) para su realización". (p. 43)
El fundamento del lazo social es, para el Psicoanálisis, la ley que prohíbe cometer
parricidio, incesto o abuso sexual. La `renuncia' es así condición (y antecesora) de la ley. No hay
ley sin renuncia. La prohibición del incesto viene entonces a posicionarse en el marco de los
intercambios simbólicos; y pugna por establecer dicho marco y mantener un ordenamiento
simbólico mediante el cual el ser parlante se sitúa como sexuado en relación al otro.
Es importante señalar, que aquello que se entiende por incesto, tendrá diferentes
significaciones de acuerdo a las diversas culturas, como así también, según las variables
implicadas desde el punto de vista jurídico, psicológico, social, antropológico, etc. Es por ello,
que su conceptualización vendrá determinada desde las discursivas circulantes en el imaginario
social, configurándose así la concepción de lo `incestuoso'. Más allá de las diversas
significaciones, se puede señalar, como denominador común ante este concepto, el `sentimiento
de horror' que suscita. Cyrulnik, B. (1994) refiere:
La palabra `incesto' designa circuitos sexuales muy variables de una cultura a
otra. No obstante, cada vez que se la emplea, suscita un auténtico sentimiento
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de horror, como si todos los miembros de un grupo lo utilizaran para organizar
un imaginario común. (p. 23)
Ese sentimiento de horror que provoca la palabra, siguiendo a dicho autor, debe
entenderse precisamente en relación al `sentir' y al `afecto'. Todo `afecto' es provocado por una
representación, "(...) por la imagen o la idea que uno se hace de la cosa". (p. 29) Y agrega: "Es el
testigo hablante y socializado quien experimenta el horror al incesto (...)". (p. 32) Es decir, es
aquel individuo que está inmerso en un orden simbólico quien puede representarse dicho
horror, pues comparte con el cuerpo social una misma (pero no igual) representación de dicho
concepto. El autor caracteriza al sentimiento de incesto como una metáfora, como una "(...)
representación en imágenes de la sexualidad entre próximos que provoca repugnancia, así como
la práctica de una sexualidad interdicta provoca un sentimiento de horror". (p. 49) Y para que
esta `metáfora' advenga, debe sostenerse mediante la ley que le da su forma.
Steele, B., (1987, citado en Intebi, I., 1998), afirma que: "El tabú de tratar el fenómeno
tan común del incesto parece tener la misma o mayor fuerza aún que el tabú del incesto en sí
mismo". (p. 69) Esto, muestra la dificultad de transformar el A.S.I.I. en objeto de estudio.
Considérese, que el interés científico por el tema comenzó a mediados de la década de
los '70; veinte años después que el estudio del maltrato infantil en general, que comienza a
aflorar en la comunidad científica en los años 50, especialmente en Estados Unidos y en Europa
del Norte (Intebi, I., 1998).
El horror al incesto, muestra que aún en la comunidad científica, se presenta soberano.
Los intereses que mueven a desmentir, mediante discursivas dominantes, una realidad tan
siniestra como la incestuosa, escapan al fin del presente trabajo; no dejando de significar, por su
propio peso y relevancia, un importante punto a tener en cuenta para los investigadores del
ámbito de la salud.
Siguiendo con la concepción del `incesto' como `tabú', es ampliamente tomado en
cuenta por Freud (1905), quien expresa:
Cuando la ternura de los padres hacia el niño ha evitado felizmente desarrollar
de una manera prematura el instinto sexual [pulsión sexual] del mismo (...)
antes de alcanzadas las condiciones físicas de la pubertad (...) puede acabar de
cumplir su misión, dirigiendo a este niño en la edad de la madurez en la elección
del objeto sexual. (...) Más por la avanzada época en que tiene lugar la
maduración sexual se ha llegado al momento en que es necesario alzar, al lado
de otros diques sexuales, los que han de oponerse a la tendencia al incesto; esto
es, inculcar al niño aquellos preceptos morales que excluyen de la elección de
objeto a las personas queridas durante la niñez y a los parientes consanguíneos.
El respeto de estos límites es, ante todo, una exigencia civilizadora de la
sociedad (...). (p. 1226)
Freud (1905) remarca la importancia de que la pulsión sexual del niño no sea
despertada prematuramente mediante una `inadecuada manifestación de ternura', ya que, sólo
así, dicha pulsión estará en condiciones de cumplir su adecuada función dentro de la vida
mental del niño. Esto posibilita, a futuro, una adecuada elección de objeto sexual, de
característica exogámica. Dado el diferimiento de la maduración sexual en el hombre, sólo en la
adultez, con la primacía de la genitalidad, y la disolución de la conflictiva edípica, se podrá hacer
una elección de objeto sexual heterosexual, no incestuoso. Es así como el tabú del incesto se
erige como necesario en todo individuo -y en toda familia- por su condición misma de
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posibilitador para el logro de la identidad adulta y lo que ella implica. La prohibición del incesto
se instaura como civilizadora.
Si la familia no vela por el cumplimiento de este precepto moral, estará obstaculizando
el desarrollo y la sana constitución bio-psico-social del niño dentro del seno socializador que ella
constituye. Freud (1915), asevera que "(...) el psicoanálisis nos revela cuan intensamente tiene
que luchar aún el individuo, en los períodos de su desarrollo, contra la tentación incestuosa, y
con cuánta frecuencia sucumbe a ella en su fantasías o incluso en la realidad". (p. 1227)
Cyrulnik (1994) expresa:
(...) nuestra necesidad de amar, que nos impulsa a buscar al otro, debe tomar
forma bajo el efecto de las imposiciones del medio. Un medio estructurado
estructura esta necesidad, y, al permitir la coexistencia afectiva, posibilita
también la creación de un mundo intermental. (...) cuando estamos solos en un
desierto afectivo porque el otro falta, cuando ese medio está mal estructurado
por la alteración familiar o la desorganización social, entonces esa necesidad no
toma forma. (...) El incesto ya no se nombra ni se siente, puesto que se
desarrolla en la banalidad del impulso sexual. (...) la cultura ya no sabe ir en
beneficio de lo que prohíbe. (pp.54-55)
Héritier, F. (1994) refiere que "La desaparición de la autoridad paterna borra una
diferencia y crea, por lo tanto, un problema en nuestras culturas". (p. 11) Este autor, al hablar de
`diferencia', hace referencia a lo `exogámico'; pues sostiene dos conceptos: lo `idéntico' y lo
`diferente', los cuales se homologan, a grandes rasgos, a lo endogámico y lo exogámico
respectivamente. Por ello afirma, que en la actualidad se esfuman los límites de las relaciones de
parentesco; siendo `lo idéntico', el resultado de una no diferenciación de roles (posiciones
simbólicas) que sufre la sociedad actual. El autor asevera:
Cuando la diferencia entre una madre y su hija no se puede apreciar más que en
las arrugas alrededor de los ojos, cuando las marcas simbólicas, como la
indumentaria, son las mismas (...) cuando los roles sociales (...) son
intercambiables (...) ¿Por qué no habría de suceder lo propio con las
competencias sexuales? (p. 11-12)
2. A.S.I.I. Sus secuelas
Kendall-Tackett, Williams & Finkelhor (1993, citados en Garbarino & Eckenrode, 1999)
dividen los efectos del abuso en tres áreas. Así delimitan: efectos iniciales o a corto plazo; ajustes
en una relación permanente de abuso; y consecuencias a largo plazo en el desarrollo psicosocial.
Refieren que los niños abusados sexualmente presentan más miedo y ansiedad que los que no lo
han sido.
Según McLeer et al. (1999, citado en Garbarino & Eckenrode, 1999) "(...) algunos de
estos niños están experimentando un trastorno por estrés post traumático". (p. 174)
Oates, Forest & Peacock (1985, citado en Garbarino & Eckenrode, 1999) explican que el
niño suele culparse a sí mismo, siendo la culpa, uno de los precursores de la baja autoestima que
prevalece en estos niños y en adultos que fueron abusados en su infancia:
Muchas conductas autodestructivas observadas en adolescentes y adultos
abusados cuando eran niños pueden ser clasificadas como recursos elusivos de
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autosuperación. Estas incluyen distintas formas de disociación (como la
amnesia y el bloqueo emocional), el consumo de drogas y alcohol, y las ideas
suicidas. (p.174)
Estos autores consideran que el abuso afecta íntimamente la idea que tiene el niño de
las relaciones sociales, por lo que repercute así, en sus futuras relaciones interpersonales. De
este modo, los vínculos se verán afectados debido a la dificultad para establecer relaciones
cercanas y de confianza mutua. También, se verá alterada la vida sexual, previéndose
disfunciones en la misma y en las relaciones íntimas.
"Se considera (Finkelhor, Hotaling, Lewis & Smith, 1990, citado en Garbarino &
Eckenrode, 1999) que los adultos que han sido abusados corren un mayor riesgo de quedarse
solteros o divorciarse o (según Briere & Elliot, 1994, citado en Garbarino & Eckenrode, 1999) de
tener problemas con la intimidad sexual". (p.175)
Según Sarmiento et al. (2005), la práctica pericial y las investigaciones científicas
denuncian
dos
tipos
importantes
de
consecuencias
del
abuso:
El
stress
post traumático y la desviación del desarrollo sexual. El primero comprende, entre otras cosas:
recuerdos desagradables, recurrentes e invasores; dificultades para conciliar el sueño o
mantenerlo; pesadillas; conductas connotadas por hiperalerta o reacciones súbitas de carácter
emocional; evitación persistente de los estímulos asociados al trauma; amnesia psicógena;
intensa disociación, con disminución del rendimiento integral.
Respecto a los efectos del abuso sexual en el psiquismo, estos autores refieren que las
consecuencias varían, dependiendo del tipo de relación que se tenga con el abusador, siendo las
relaciones de tinte incestuoso las más graves. Los indicadores que se pueden apreciar son (pp.
189-190):
-
Cambios bruscos en el comportamiento de las víctimas
-
Sentimientos de hostilidad hacia el agresor
-
Llanto inexplicable
-
Miedo
-
Retraimiento
-
Conducta autodestructiva
-
Pesadillas nocturnas
-
Trastornos conductuales y de relación
-
Baja autoestima
-
Signos de stress postraumáticos
-
Resistencia a regresar al hogar
-
Excesivo conocimiento del actuar sexual
-
Conductas masturbatorias
-
Conductas regresivas (enuresis, encopresis)
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Indicadores a largo plazo:
-
Alteraciones psicopatológicas
-
Depresión
-
Fracaso escolar
-
Trastornos en hábitos alimentarios
-
Trastornos en las relaciones con el sexo opuesto
-
Trastornos en la sexualidad
-
Predisposición a sufrir abusos en la vida adulta
-
Baja autoestima
-
Conductas antisociales
-
Conductas adictivas
-
Intentos de suicidio
-
Automutilaciones
-
Psicosis
Las secuelas o consecuencias del ASII que se pueden enumerar son múltiples, y
dependerán de factores tanto constitutivos, adquiridos, individuales, ambientales y sociales,
etc. Por lo tanto, debe considerarse que cada individuo será afectado de un modo que le es
particular, no habiendo fórmulas deterministas de tipo `causa-efecto', con las cuales explicar
un determinado posicionamiento (sintomatología) frente a la adversidad.
En el acontecimiento de lo traumático, (entendido como exceso imposible de tramitar
psíquicamente, lo cual provoca una injuria o daño), se encuentran variados y diversos `matices',
que van a ir delimitando distintas modalidades psíquicas de procesamiento de aquello que se
presenta como contingencia. Es en este marco de posibilidades donde debe entenderse el
A.S.I.I., en tanto un suceso que tendrá sus consecuencias, según los recursos internos y externos
de que se disponga. Lo que sí se debe contemplar, es que todo incesto provocará una alteración,
una ruptura o quiebre en el desarrollo biopsicosocial del niño, afectando el devenir de su
personalidad en formación.
Dominique Vrignaud (1994) expresa que para convencerse del daño o peligro que
implica el incesto, los síntomas objetivos presentados por los menores o por aquellos adultos
que han sido confrontados a una situación de abuso en su niñez, bien lo certifican. Y agrega:
Empero, la noción de peligro no reside solamente en la existencia objetiva de
esos síntomas o en los atentados físicos o afectivos, sino también y sobre todo en
la alteración principal operada en el continuum de la vida del niño. Frases como
"me confiscaron, me robaron la infancia", o fórmulas como "el niño incestuado" [en Francés inces-tué; donde tué significa `matado, asesinado', dando el
sentido de `matado por medio del incesto'] no son vanas: traducen esa abolición
o, mejor aun, esa negación de un estado de transición, de pasaje. El niño -en su
estatuto, su función- es "fagocitado". (pp. 114-115)
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Esta `fagocitosis'; esta `absorción' del sujeto puesto en lugar de objeto
del goce del adulto, bien puede expresarse en la noción de una abolición del
deseo en ese niño.
Capítulo II. Creencias, juicios y prejuicios
1. Desmentir la `desmentida'.
Para comprender el A.S.I.I. en su cabal dimensión, es preciso aclarar el nebuloso terreno
en que se lo sitúa. Se intentará, por tanto, correr el velo encubridor de realidades que no son tan
obvias; despejando creencias, mitos y juicios que delatan, una vez más, que las sociedades, y los
individuos, aceptan como realidad sólo aquello que pueden tolerar. Esto, por supuesto, incluye a
los investigadores y profesionales de la salud, quienes no son ajenos a la `desmentida' en cuanto
a esta temática.
Para tal fin, serán de valor los aportes de la autora Intebi (1998), en relación a los
`juicios y prejuicios' que se sostienen sobre el tema.
Entre varios de los `mitos' y prejuicios que la autora cuestiona, encontramos el que
afirma que, el A.S.I.I. `es un hecho excepcional'. Expresa que, si bien no contamos con
estadísticas de prevalencia en nuestro país, en EE.UU., las cifras son alarmantes. Cita a
Finkelhor, quien en 1979, encontró, en un relevamiento realizado a estudiantes secundarios,
que el 19.2 % de las mujeres y el 8.6% de los varones entrevistados reconocían haber sido
víctimas de situaciones abusivas en su infancia. En otra encuesta, realizada por el mismo
investigador a 930 mujeres, se encontró que, el 38 % de las mujeres, habían sido abusadas antes
de los 18 años.
Ha de tenerse en cuenta, que los datos que puedan arrojar estadísticas mediante
cuestionarios, o, aquellas estadísticas realizadas en base a las denuncias de este tipo de
violencia, siempre serán un recorte de la realidad total de los abusos perpetrados a menores; ya
sea porque, en el primer caso, los individuos no siempre reconocerán haber sido víctimas de
abuso sexual; o bien, en el segundo caso, que las denuncias de abuso son siempre una porción
menor del porcentaje real de los abusos existentes; puesto que se estima que, de la cantidad
total de abusados, sólo pocos casos son denunciados.
El segundo prejuicio, corresponde a la creencia de que `es un problema de pobres y
borrachos'. Se sostiene así, la convicción de que el A.S.I.I. es asunto de los estratos sociales
más bajos, asociándolo con carencias económicas y educativas. Si las formas de maltrato
infantil se detectan en estratos sociales bajos, no es por su mayor prevalencia, sino porque se
trata de una franja de población que está más expuesta a la intervención de la comunidad.
Afirma la autora:
(...) una cuestión es la detección y otra muy diferente la ocurrencia de ciertos
hechos: el abuso sexual se produce en todos los niveles sociales pero existe
mayor dificultad para diagnosticarlo e intervenir en las familias de clase media y
alta. (p. 26)
Otro de los mitos a los que hace referencia, es el siguiente: `los niños provocan a los
adultos', es decir, `por algo será', `se lo buscó'... creencias que se sostienen desde una teoría
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donde se sitúa al niño como seductor. Si el niño presenta conductas `hipersexualizadas', es
precisamente como consecuencia del abuso; no su causa.
Salter, A., (1988, citada en Intebi, 1998), se opone a las teorías del `niño como seductor',
afirmando:
Un niño que se involucra en contactos sexuales con un adulto debido a su
ignorancia, confusión, manipulación, temor o dependencia psicológica, no debe
ser rotulado como `participante', connotando que el niño buscó y continuó
voluntariamente el acercamiento sexual. Si el niño (...) generaliza este
comportamiento y se acerca a otros adultos de la misma manera en que
aprendió, para intercambiar sexo por cariño, no podemos rotularlo (...) como
`provocativo', sino que deberíamos considerarlo dañado por sus experiencias.
(p. 35)
Una creencia que también debe desmitificarse, es que `todos los abusadores son
varones'; esto es, que `las mujeres no cometen abusos sexuales'. Refiere Intebi (1998) que "(...)
en las estadísticas sobre quienes abusan de niños, el mayor porcentaje está representado por
varones, (...) las cifras varían entre el 90% y el 95 %". (p. 124)
Agrega la autora, que estas cifras se modifican, siguiendo a Finkelhor, D. y Russell, D.
(1984, citado en Intebi, I., 1998), al considerar que: "(...) el 5% de las niñas son abusadas por
mujeres adultas o adolescentes mientras que el 20% del abuso de varones es perpetrado por
mujeres". (p. 124)
Son muchas las razones por las cuales se dificultó siempre creer que el abuso sexual de
niños pudiera estar en manos de mujeres. Por un lado, aceptar a la mujer como abusadora,
implica cuestionar seriamente el `instinto materno', creencia arraigada en nuestra cultura y
sociedad.
A su vez, considerar esta realidad, enfrenta la convicción fuertemente circulante en el
imaginario popular- de que las conductas violentas (incluyendo a la violencia sexual), son
propias de los varones, ya que se los considera como `sexualmente agresivos', debido a una
`imperiosa necesidad fisiológica' que los `gobernaría', con una perentoriedad no presente en la
mujer.
Por otro lado, siguiendo a la autora, hay una confusión generalizada en la sociedad,
respecto de los conceptos abuso y violación. Estos conceptos son, en general, considerados por
la gente como sinónimos. Esto, dificulta entender cómo, una persona que no tiene pene, puede
abusar de un niño.
`Este es un problema típico de los tiempos violentos que vivimos', es otra de
las conjeturas que se suelen hacer, con el fin de encontrar una explicación simplista por
supuesto- de un hecho tan difícil de tolerar para el psiquismo. Lo cierto es que, no se dispone de
estadísticas sobre la prevalencia del abuso sexual en siglos pasados. Téngase en cuenta, la
explicación revolucionaria, y, por supuesto, no falta de críticas, resistencias y rechazos, que da
Freud en el año 1896, respecto de los traumas sexuales infantiles. En su "Etiología de la
histeria", Freud (1896) brinda una teoría sobre la seducción, que hace tambalear fuertemente a
los círculos científicos de ese momento. No sólo desenmascara las facetas más siniestras de los
sucesos de abusos y aberraciones sexuales en la infancia, sino que le costará su propia
reputación en el círculo de su época.
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En este punto, se roza otro mito importante: `los niños son muy fantasiosos'.
Emergen, así, las siguientes preguntas: ¿Ocurrió en realidad?; ¿Cómo saber si lo que el niño
relata realmente ha sucedido?
A partir de los aportes psicoanalíticos, se sabe que los niños sostienen sus propias
teorías sexuales infantiles. Intebi (1998) refiere:
Habitualmente los niños más pequeños desconocen por completo los detalles
precisos de la sexualidad adulta y elaboran teorías acerca de cómo se hacen y
cómo nacen los bebes. Estas teorías están basadas en sus propias experiencias
corporales y suelen ser universales, (...) compartidas por todos los niños de la
misma edad que pertenecen al mismo grupo cultural. (...) Las construcciones
realistas se logran en la medida en que la maduración les permite una
observación más objetiva del mundo circundante, a la par que la organización
del pensamiento admita la introducción de nuevas variables y, (...) en que sus
propios intereses corporales se desplacen desde la zona oral a la anal y a la
genital. (p. 29)
Se entiende, entonces, que si bien un niño puede crear teorías con las cuales responder a
sus inquietudes respecto de la sexualidad, -como ser el origen de los niños, la universalidad
fálica, el coito sádico, etc-; dichas teorías presentan siempre ciertas convergencias y elementos
constantes, propios del desarrollo psicosexual y de la capacidad particular, que tiene el niño en
determinado período evolutivo, para `comprender' lo que se le presenta como enigma. Esto, de
ningún modo implica descartar los relatos de aquellos niños que, lejos de estar formulando una
fantasía sexual infantil, pueden, con detalles y descripciones alejadas del `reino de las fantasías',
estar mostrando una terrible realidad desubjetivizante.
Lo fundamental para empezar a proteger a los niños es creerles. (...) si la
persona que escucha la revelación del secreto lo desestima y no interviene, el
niño permanecerá callado durante meses o años, permitiendo los avances del
abusador mientras se sumerge en la desesperanza. (Intebi, 1998, p. 29-30)
El psicoanálisis se ocupó arduamente por investigar y explicar las teorías y fantasías
sexuales infantiles. Freud, a lo largo de su teoría, irá produciendo cambios respecto a los
conceptos de `seducción', `trauma' y `fantasías'; realidad material vs realidad psíquica. Estos
virajes en la teoría Freudiana, serán analizados a continuación, lo cual permitirá, llegado el
momento, analizar el concepto de Trauma.
2. ¿Seducción o fantasía? Seducción fantasmatizada.
Considerando el debate en torno a la realidad o fantasía del relato de las víctimas, es
importante situar el viraje realizado por Freud desde la teoría de la seducción hacia las
fantasías; es decir, desde los efectos patógenos de lo externo, hacia el componente interno
fantasmático pulsional.
Se tomará, como lineamiento, lo trabajado por Calvi, B. (2005) e Intebi (1998).
Ambas autoras, se referirán a Masson -psicoanalista formado en Toronto y profesor de
sánscrito- quien realiza una minuciosa indagación de lo sucedido a fines del siglo XIX.
En 1981, Masson, J. (citado en Calvi, 2005; Intebi, 1998), dirigió los Archivos Sigmund
Freud y los Derechos de Autor Sigmund Freud. Con la colaboración de Anna, F., tuvo acceso a la
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biblioteca privada de su padre, y se dedicó a analizar la correspondencia personal entre éste, y el
médico Fliess W. Encuentra hechos que llaman su atención: omisiones deliberadas aparecidas
en versiones abreviadas- de la correspondencia entre Freud y Fliess; omisiones que se referían a
casos clínicos, donde se exponía el tema de la seducción sexual de niños.
Anna Freud (quien suprime dicho material), le expresa a Masson que tales omisiones las
consideró apropiadas para evitar confundir al lector, decidiendo prescindir de aquellos párrafos
en los que su padre presentaba dudas y vacilaciones sobre una teoría que finalmente
abandonaría.
Anna Freud le escribe a Masson el 10 de setiembre de 1981: "Sostener la teoría
de la seducción hubiera significado abandonar el complejo de Edipo, y con él
toda la importancia de las fantasías conscientes o inconscientes. De hecho, creo
que posteriormente no hubiera existido el psicoanálisis". (Intebi, 1998, p.96)
Prosigue la autora:
(...) Masson enfatizó la importancia de este material argumentando que, más
allá de la decisión final del fundador del psicoanálisis, estas dudas y vacilaciones
dejaban entrever lo atrayente que le había resultado esta teoría a Freud a lo
largo de toda su vida. (...) Masson (...) pensaba que la teoría de la seducción era
una piedra basal del psicoanálisis. Pero cuando llegó a cuestionar (...) algunas
premisas primordiales, el "establishment" psicoanalítico le dio la espalda y le
impidió seguir dirigiendo los archivos. (p. 87)
También Freud, en 1896, (Calvi, 2005; Intebi, 1998), experimenta el rechazo de los
colegas de su época, al presentar su tesis acerca de la etiología de la histeria.
Freud es el primer psiquiatra que escucha atentamente a sus pacientes mujeres,
se entera que en el pasado de todas ellas se esconden terribles y violentos
acontecimientos y, fundamentalmente, les cree. (Intebi, 1998, p. 87)
Freud (1896) presenta en su texto Nuevas observaciones sobre las neuropsicosis de
defensa, la etiología `específica' de la histeria, en relación a experiencias de efectos traumáticos o
traumas psíquicos de carácter sexual. Se basará en trece casos de histeria por él analizados.
Presenta a dichos traumas psíquicos, como aquellos que sobrevienen en la temprana infancia
(antes de la pubertad), y refiere que "(...) su contenido ha de consistir en una excitación real de
los genitales en procesos análogos al coito". (p. 286)
En este momento de su investigación psicoanalítica, Freud sostiene la teoría de la
seducción como causante de perturbaciones posteriores, las cuales sobrevendrán una vez
llegada la pubertad.
Basándose en esos casos, asevera lo siguiente:
Los traumas infantiles que en ellos descubrió el análisis eran todos de orden
sexual y en ocasiones de un carácter extraordinariamente repugnante. Entre los
culpables de estos abusos de tan graves consecuencias figuraban, (...) niñeras,
nurses y otras personas del servicio, (...) y (...) personas dedicadas a la
enseñanza infantil. En siete de los trece casos (...), se trataba, en cambio, de
inocentes agresores infantiles, casi siempre hermanos, que habían mantenido
durante años enteros relaciones sexuales con sus hermanas (...). Por lo común,
el origen de estas relaciones era uno mismo: el hermano había sido objeto de
un abuso sexual por parte de una persona perteneciente al sexo femenino, y (...)
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había repetido años después, con su hermana, exactamente las mismas
prácticas a las que antes lo habían sometido. (p. 287)
En la abundante correspondencia con su amigo, el médico y biólogo Fliess, se puede
apreciar cuánto le preocupaba dicho tema.
En la carta nº 52 (comunicación personal, 6 Diciembre, 1896) Freud refiere estar "(...)
cada vez más convencido de que lo esencial de la histeria es que consiste en el resultado de la
perversión del seductor". (p. 3555) Aquí, la seducción dejaba de lado a la `herencia', y pasaba a
tener su primacía la perversión del padre -seducción paterna-.
En otra comunicación (carta nº 59), le admite a su amigo Fliess, que comienza a
concederle importancia a la actividad de la fantasía, pero no por ello deja de lado su creencia
sobre la realidad de las experiencias de seducción que les comunican sus pacientes
(comunicación personal, 6 Abril, 1897).
A su vez, (comunicación personal, 28 Abril, 1897), vuelve a mencionarle a Fliess, un
caso de histeria, en donde se encuentra nuevamente con abusos; en este caso, sufridos por una
paciente suya, cuyo perpetrador era su padre, quien a su vez, abusaba de una hermana de la
paciente.
En otra carta (nº 61), manifiesta el haber alcanzado "(...) una noción segura acerca de la
estructura de una histeria". (p. 3565) Se refiere aquí a las escenas que son reproducidas en
análisis; algunas de las cuales pueden ser alcanzadas de forma directa, mientras que, a otras, se
llega a través de fantasías interpuestas. "Las fantasías proceden de cosas oídas, pero sólo más
tardes comprendidas, y todo su material es, por supuesto, genuino". (p.3565) Aquí, Freud ya
comienza a pensar la importancia de las escenas primarias y los impulsos derivados de ellas; lo
que será más tarde la formulación de su teoría pulsional y el Edipo.
Es en la carta nº 69, donde Freud expresa su `secreto' a Fliess (comunicación personal,
21 Setiembre, 1897): "Permíteme que te confíe sin más dilaciones el gran secreto que en el curso
de los últimos meses se me ha revelado paulatinamente: ya no creo en mis neuróticos". (p.
3578)
Freud, ya no va a atribuir los `actos perversos al padre', "(...) siendo en realidad poco
probable que los actos perversos cometidos contra niños posean semejante carácter general". (p.
3579)
Abandona, así, la hipótesis de la seducción, y comienza a otorgarle un lugar privilegiado
a las fantasías infantiles. Dirá que, en efecto, "(...) en el inconsciente no existe un <
realidad>>, de modo que es imposible distinguir la verdad de una ficción afectivamente
cargada. (Queda abierta así la posible explicación de que la fantasía sexual adopte
invariablemente el tema de los padres)". (p. 3579)
Como es de observarse, se perfila ya en ese momento, la puesta en escena de su
teorización posterior sobre el Complejo de Edipo y las mociones de deseo que se engendrarán
en torno a éste.
En 1924, Freud realiza una adición a su escrito sobre la etiología de la histeria
(mencionado mas arriba), donde va a retractarse, en parte, respecto a sus concepciones
sostenidas hasta ese momento respecto de la teoría de la seducción:
"(...) no sabíamos distinguir, de los recuerdos reales del sujeto, sus fantasías
sobre sus años infantiles. En consecuencia, adscribimos a la seducción, como
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factor etiológico, una importancia y una generalidad de la que carece. Al superar
este error fue cuando se nos hizo visible el campo de las manifestaciones
espontáneas de la sexualidad infantil. (...) Sin embargo, no todo lo expuesto (...)
debe ser rechazado, pues la seducción conserva aún un cierto valor etiológico.
(p. 289)
Para ese entonces (1924), los desarrollos de la investigación psicoanalítica condujeron a
Freud a reformular su teoría, mediante nuevas concepciones que son consecuencia necesaria de
su teorización sobre el Edipo y las fantasías en relación al inconsciente. Obsérvese, no obstante,
que expresa que la seducción `conserva aún un cierto valor etiológico'. Esto muestra que, si bien
sus formulaciones sobre las fantasías comienzan a ser preponderantes en su concepción
etiológica, no considera el factor `seducción' como una posibilidad a ser rechazada. Con
anterioridad, en el año 1917 (Lección XXIII), manifiesta que la seducción "(...) presenta un
interés particular, pues muchas veces no se trata de un hecho imaginario, sino del recuerdo de
un suceso real (...)". (p. 2353) Agrega, que estos hechos no son tan frecuentes como se cree,
según se lo demuestra el análisis. "Inventando una falsa seducción, trata el niño de encubrir el
período autoerótico de su actividad sexual (...)". (p. 2353) Prosigue: "No creáis, sin embargo,
que el abuso sexual cometido con niños por sus padres o parientes más próximos sea un hecho
perteneciente por completo al dominio de la fantasía". (p. 2354)
Se pueden resumir, a grandes rasgos, tres momentos que atraviesa la teoría Freudiana.
Un primer momento (Freud, 1896), donde la teorización se sitúa en derredor a la seducción
(traumas sexuales acaecidos en la infancia). El sujeto es aquí objeto de la perversión del padre.
Segundo momento: desarrollo del concepto de la sexualidad infantil como perversa
polimorfa (Freud, 1905). Cobran aquí importancia las fantasías infantiles de `seducción' como
modo de `defensa' frente a los deseos incestuosos y a la masturbación.
Tercer momento: Perversión inherente al sujeto; concepción del masoquismo primario e
importancia del factor pulsional. (Freud, 1919; 1920)
Intebi (1998):
Al rechazar la teoría de la seducción, Freud abre una exclusa -¿o una excusa?que permite a los profesionales intervinientes evitar el contacto con los intensos
sentimientos que genera creer la veracidad del abuso". (p. 99)
Muchos profesionales, sumergidos en sus propias creencias e ideologías, muestran cuál
es su toma de posición frente a una realidad como el A.S.I.I., y se encuentran impedidos, así, de
intervenir sobre hechos que un niño pudiera estar sufriendo, con las consecuencias
devastadoras que conlleva. Mientras se sostenga que los deseos incestuosos inconscientes, las
fantasías principalmente edípicas, son la causa del carácter traumático que revisten los hechos o
escenas relatadas por los niños, la capacidad de intervención por parte de quienes `hacen oídos
sordos' se ve anulada.
Si bien, la verdad `histórica' en psicoanálisis no es una verdad de hecho, es decir,
objetiva; sino más bien, una verdad de `sentido', de construcción; la conceptualización de una
`realidad psíquica' no debe dejar de lado una realidad `fáctica'. Y, es en este punto, donde se
halla la dimensión ética del problema.
Si Freud, a lo largo de toda su labor, pasa de una teoría de la seducción real, a
considerar como pivote de las neurosis al Complejo de Edipo y la importancia de las fantasías,
es porque en el recorrido de sus investigaciones comienza a dilucidar, cada vez más, la eficacia
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de lo Inconsciente; pero no, por ello, para dar por tierra sus aportes anteriores. No logra esto,
sino en un ir y venir teórico, donde se representa, como problema de importancia, el nudo que
`ata un adentro y un afuera'; realidad exterior vs. realidad psíquica, en un vaivén que,
precisamente, muestra la imposibilidad de concebir lo psíquico bajo las trabazones de la lógica
formal consciente; donde el Principio de Tercero Excluido obstaculiza toda comprensión.
Todo ello, él lo demuestra perfectamente. No es lo uno ni lo otro; ni un adentro ni un
afuera.
Con sus conceptualizaciones sobre las `Series Complementarias' (Freud, 1917), formula
la importancia de los factores tanto endógenos como exógenos en la etiología de las neurosis,
mostrando que el factor accidental, en tanto acontecimiento, adquiere un estatuto no menos
importante que las fantasías sexuales infantiles. En Análisis terminable e interminable (1937),
Freud pronuncia que la etiología de las neurosis es `mixta': "O bien ocurre que los instintos son
excesivamente intensos (...), o bien es el resultado de traumas prematuros que el yo inmaduro
fue incapaz de dominar. Por lo común existe una combinación de ambos factores: el
constitucional y el accidental". (p. 3342)
El concepto tan significativo de `realidad psíquica', en tanto historización, marca esa
diferencia, y a su vez hace de puente, entre la `historia', como hechos reales objetivos, y la
`subjetividad'. Esta forma de conceptualización, pude pensarse como el modo en que él logra
mostrar la imbricación entre realidad material y vivenciada. Desde los hechos, hacia lo que de
ellos se ha inscripto, significado, y re-significado, se entrama lo vivido en lo psíquico.
¿Seducción o fantasía? ¿Ha ocurrido en realidad? A ello se puede responder: Seducción
fantasmatizada. Calvi (2005) expresa: "La realidad psíquica dará cuenta de cómo se inscribieron
los hechos en la singularidad de la fantasmática subjetiva. Esto no es lo mismo que poner en
duda que estos hechos hayan efectivamente ocurrido". (p. 57)
Capítulo III. La sexualidad violentada
1. La sexualidad en la teoría freudiana
El Psicoanálisis considera la `sexualidad' como algo diverso a la genitalidad; siendo que
la primera, engloba a la segunda. La genitalidad viene a ocupar su lugar, en tanto un momento
culminante del desarrollo psicosexual del hombre. Es así como la sexualidad se manifiesta ya en
la niñez, y posee toda una significación particular en el desarrollo del niño. "Aquello que fuera
del psicoanálisis se entiende por sexualidad es una sexualidad extraordinariamente restringida
y presta al servicio de la procreación; esto es, tan sólo lo que se conoce con el nombre de vida
sexual normal." (Freud, 1916; p. 2321)
Freud, S., desde sus primeros escritos, dará a la sexualidad un lugar de importancia
capital; y esto, en cuanto a que se encuentra en relación al espacio de configuración subjetivo.
Si genitalidad y reproducción no coinciden con la sexualidad, es porque Freud
(1905/1916) muestra que, en el ser humano, lo biológico no es lo determinante. La sexualidad,
considerada como instinto, corresponde a una concepción vulgar, la cual presupone un `saber
hacer en la cópula', que se regiría según leyes connaturales al individuo; es decir, como una
conducta prefijada, con un objeto y un fin fijos (unión de los genitales en el coito). El estudio de
las perversiones demuestra, efectivamente, las variaciones en cuanto a la elección del objeto
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sexual y en cuanto al modo de actividad para el logro de la satisfacción. El concepto de `pulsión',
precisamente, viene a situarse como aquello que es propio y distintivo del ser humano, aquello
que lo diferencia del resto de los seres vivos: una `trabazón' entre lo psíquico y lo somático,
empuja al ser viviente hacia su realización como ser sexuado, a través de todo un desarrollo
libidinal, que comienza en la infancia. El saber de `lo sexual' no está dado de antemano, ni es
inherente al individuo innato-; no hay un saber completo sobre la sexualidad, ni "reglas
biológicas" (es el Edipo el que `ordenará' ese saber). Hay algo que está `más allá de la anatomía',
y que es precisamente lo que Freud no cesará de aseverar.
La sexualidad es problemática en el ser humano, precisamente por encontrarse la
pulsión con los escollos de lo cultural, que le imprimen restricciones. La sexualidad está
`atrapada' y regida por un orden cultural, e involucra a pulsiones que no apuntan a un fin
biológico (reproducción). La pulsión encuentra acotado su goce en la medida que la cultura
imprime restricciones necesarias para incluirse en ella. La prohibición del incesto es el eje que
diferencia la cultura de la naturaleza. Expresa Lacan, J. (1966): "La ley primordial es pues la
que, regulando la alianza, sobrepone el reino de la cultura al reino de la naturaleza entregado a
la ley del apareamiento. La prohibición del incesto no es sino su pivote subjetivo (...)." (p. 266)
Esta prohibición, como aquello que `acota' el goce, rescata la fijeza del objeto incestuoso en aras
de objetos variables, abriendo la compuerta hacia la exogamia en la pubertad.
La noción de cuerpo, en psicoanálisis, es la de un cuerpo erógeno; la libido es el
concepto que designa "aquella fuerza en que se manifiesta el instinto sexual análogamente a
como en el hombre se exterioriza el instinto de absorción de alimentos". (Freud, 1916; p. 2317)
Libido remite a sexualidad. Sitúa allí, un cuerpo erógeno, zonas erógenas; cuerpo que comienza
a libidinizarse desde los primeros momentos de vida, donde la pulsión sexual se apuntala en las
primeras necesidades del `infans', conformándose un placer autoerótico. Freud llamó etapas,
con sus primeros objetos, a aquellas `fases' en donde el niño erogeniza su propio cuerpo.
La sexualidad adulta es la continuación de la sexualidad infantil. Por lo tanto, el
desarrollo psicosexual del hombre comprende una compleja estructuración; la consecución de
una identidad adulta estará determinada por dicho desarrollo.
1.1. Desarrollo psico-sexual del niño y su `profanación'
En Tres ensayos para una teoría sexual, Freud (1905) presenta las organizaciones
pregenitales de la libido, señalando la diferencia entre la vida sexual infantil y la del adulto.
Desarrolla entre otras cosas: el carácter `bifásico' (arranque en dos tiempos) del desarrollo
sexual humano; la investigación sexual del niño; la sexualidad infantil en relación a su
conformación final en el adulto; la unificación de las pulsiones parciales, y su subordinación al
primado de los genitales; el pasaje por una actividad sexual infantil que quedará como `placer
preliminar' en la vida sexual adulta; la instauración del primado genital al servicio de la
reproducción, como la última fase que atraviesa la organización sexual.
El desarrollo de la libido e
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