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Anomic feelings and antisocial and criminal conducts: verification of a causal model in young brazilian.

Fecha Publicación: 19/11/2012
Autor/autores: Nilton Formiga

RESUMEN

La anomia conduce el individuo para una sociedad carente en el consenso del contenido de las normas sociales haciendo con que las personas vivan sin adherir o cumplir las reglas sociales causando daño a una buena interacción  individuo-sociedad; en este sentido, el sentimiento anómico refiérese a un estado mental de desespero y de abandono que acompaña el sujeto, debido a la falta de acceso a los medios socialmente prescritos para la realización de los fines sociales. Las conductas desviantes refiérense a los comportamientos que no están de acuerdo con los códigos y los preceptos morales socialmente establecidos, infringiendo simultáneamente reglas de conducta y causando prejuício a la sociedad  y al individuo. En este estudio se pretende verificar la asociación del sentimiento anómico con las conductas desviantes en jóvenes. Doscientos treinta y cinco hombres y mujeres con edad entre 13 y 20 años, de la red de educación pública y particular de la ciudad de João Pessoa-PB, han respondido a la escala de sentimiento de estar a la margen de la sociedad, a la escala de conductas antisociales y delictivas y cuestiones sociodemográficos. A partir del programa AMOS GRAFICS 16.0, se observaron indicadores psicométricos que comprobaron la asociación, positiva, entre sentimientos anómicos y las conductas desviantes.  Créditos de la imagen: Día de la Lucha contra la Violencia hacia la Mujer, por Melisa Nemecek en Flickr.


Palabras clave: sentimientos anómicos; conductas antisociales y delictivas; jóvenes.
Área temática: .

Formiga, N S. Psicologia.com. 2012; 16:27.
http://hdl.handle.net/10401/5527

Artículo original
Sentimiento anómico y conductas antisociales y delictivas:
verificación de un modelo causal en jóvenes brasileños
Anomic feelings and antisocial and criminal conducts: verification of a causal model in young brazilian

Nilton S. Formiga1*

Resumen
La anomia conduce el individuo para una sociedad carente en el consenso del contenido de las
normas sociales haciendo con que las personas vivan sin adherir o cumplir las reglas sociales
causando daño a una buena interacción individuo-sociedad; en este sentido, el sentimiento
anómico refiérese a un estado mental de desespero y de abandono que acompaña el sujeto,
debido a la falta de acceso a los medios socialmente prescritos para la realización de los fines
sociales. Las conductas desviantes refiérense a los comportamientos que no están de acuerdo
con los códigos y los preceptos morales socialmente establecidos, infringiendo simultáneamente
reglas de conducta y causando prejuício a la sociedad y al individuo. En este estudio se pretende
verificar la asociación del sentimiento anómico con las conductas desviantes en jóvenes.
Doscientos treinta y cinco hombres y mujeres con edad entre 13 y 20 años, de la red de
educación pública y particular de la ciudad de João Pessoa-PB, han respondido a la escala de
sentimiento de estar a la margen de la sociedad, a la escala de conductas antisociales y delictivas
y cuestiones sociodemográficos. A partir del programa AMOS GRAFICS 16.0, se observaron
indicadores psicométricos que comprobaron la asociación, positiva, entre sentimientos
anómicos y las conductas desviantes.
Palabras Claves: Sentimientos anómicos, conductas antisociales y delictivas, jóvenes.
Abstract
The anomie leads the individual to a society lacking the consensus of the content of social norms
so that people can live without adhering or fulfill the social rules hurting a good individualsociety interaction. That been said, the feeling anomic refers to a mental state of hopelessness
and helplessness that accompanies the subject, due to lack of access to socially prescribed ways
to the achievement of social goals. The deviant behaviors refer to behaviors that are not in
accordance with codes and socially established moral precepts, while violating rules of conduct
and causing harm to society and the individual. This study aims to verify the association of
feeling with the anomic deviant behavior in young people. 235 men and women aged 13 to 20
years, the network of public and private education in the city of João Pessoa, the scale of
respondents feeling of being on the fringes of society, the scale of antisocial and criminal
behavior and socio-demographic. From the program AMOS 16.0 grafics, it was observed
psychometric indicators that demonstrated the positive correlation, between anomic feeling and
deviant behavior.
Keywords: Feeling anomic, pipelines antisocial and criminal behaviors, young.

Recibido: 20/05/2012 ­ Aceptado: 26/07/2012 ­ Publicado: 19/11/2012

Psicologia.com ­ ISSN: 1137-8492
© 2012 Formiga N S.

1

Nilton N S. Psicologia.com. 2012; 16:27 - http://hdl.handle.net/10401/5527

*Correspondencia: nsformiga@yahoo.com.
1 Doctor en Psicología Social por la Universidade Federal da Paraíba. Profesor en el curso de Psicología en
la Faculdade Mauricio de Nassau.

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Nilton N S. Psicologia.com. 2012; 16:27 - http://hdl.handle.net/10401/5527

Introducción
Las explicaciones sobre las causas de la violencia entre jóvenes han sido buscadas por
las ciencias humanas, sociales y de la salud. Ese problema, también, ha preocupado la población
brasileña en general y las instituciones de control y formación social (por ejemplo, escuela,
familia, etc.) sobre las razones que llevan jóvenes a manifestaren comportamientos violentos.
La violencia entre jóvenes brasileños ha sido destacada, principalmente cuando sus
autores no son sólo aquellos que corresponderían a las características socioeconómicas y
culturales atribuidas a jóvenes considerados violentos cuando se refiere a los indicadores
estándar de pobreza-riqueza, ruptura de la personalidad, exclusión social, disfunción familiar
yde falta de oportunidades para gozar de bienestar material de sus autores (Adorno, 2002;
Beato, Peixoto & Andrade, 2004; Formiga & Gouveia, 2002; Paixão, 1983; Pino, 2007; Olmo,
1999).
No bastase el perjuicio de la violencia entre jóvenes, sobre el daño humano y social,
también ha sido discutido bajo a la perspectiva de un perjuicio material que ella causa.
Conforme Santos e Kassouf (2008), los gastos públicos y particulares en la prevención, combate
y control de la violencia a cada década, exceden el total de 5% del PIB brasileño, además, de las
pérdidas aún no contabilizadas, con respecto del capital humano, calidad de vida, reducción en
el turismo, etc. A pesar de esa inversión, la violencia ha aumentado, haciendo ascender a la tasa
de mortalidad de jóvenes de 15 a 19 años, haciendo que Brasil sea el 3er lugar en el mundo en
muertes de jóvenes asociados a la conducta delictiva (Coffey, Veit, Wolfe, Cini & Patton, 2005;
Kahn, 1999; Laub &Vaillant, 2000; Waiselfisz, 2008).
Sin embargo, ese es un fenómeno que tiene formas distintas, alcanzando un alto
porcentaje de actos desviantes y causando fuertes daños a la población. Para abordadlas, es
necesario tener claro las distintas modalidades en que la violencia se presenta, así como, sus
diferentes causas (Sanmartín, 2006). Según Formiga, Estevam, Camino, Anderson e Santos
(2010), las modalidades de la violencia entre jóvenes, generalmente, ha sido atribuido al
constructo del comportamiento agresivo, conducta desviante y uso potencial de drogas. Para
eses autores, en un estudio con jóvenes de Paraíba, estado brasileño, fue observada una relación
positiva entre eses constructos. Pero, a título de parsimonia científica, se pretende contemplar
en el presente estudio, solamente una de las facetas de la violencia: las conductas desviantes.
Las conductas desviantes no solamente estuvieron condicionadas a las incontables
elaboraciones cuanto a su concepto, pero también, las controversias en la forma de análisis del
problema y en la forma de tratar con las personas responsables por la conducta. De manera
general, este tipo de conducta se refiere a un conjunto de transgresiones, solo aceptas como es,
cuando considera un determinado contexto sociocultural (Neto, 2004).
En la actualidad, sin embargo, en estas conductas no ha sido identificadas autor y
rótulo específico, son conductas muy variadas, a pesar de evidentes, llevada a cabo por personas
que ni siempre son identificadas, pudiendo presentarse como una conducta antisocial y/o
delictiva. Estas conductas se refiere a los comportamientos que no están de acuerdo con los
códigos establecidos por las autoridades de determinado espacio geográfico y con los preceptos
morales socialmente establecidos, violando, simultáneamente códigos de conducta moral
(Carvalho, 2010; Formiga & Gouveia, 2003).
Según Formiga y Gouveia (2003) y Formiga (2005), la conducta antisocial se refiere a
falta de conciencia de las normas que deben ser respetadas ­ desde a la norma de limpieza de
las calles al respeto con los colegas en el que se refiere a ciertos juegos ­ no practicadas por
algunos jóvenes. En esa dirección, este tipo de conducta se caracteriza por el echo de causaren

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incómodo, pero sin que causen necesario daños físicos a otras personas; solo dicen a respeto a
las bromas de los jóvenes o simplemente a la búsqueda por la ruptura de algunas leyes sociales.
Sobre a conducta delictiva, eses autores a conciben como merecedoras de punición
jurídica, capaces de causar daños graves, morales y/o físicos. Así que, tales conductas pueden
ser consideradas más severas que las anteriores, representando una amenaza eminente a la
orden social vigente. Estas conductas tienen en común es que las dos interfieren en los derechos
y deberes de las personas, amenazando su bienestar, así como diferenciándolas en su función de
gravedad de las consecuencias oriundas (Formiga & Gouveia, 2003; Molina & Gómez, 1997).
Posiblemente, todo joven practica o ha practicado algún tipo de conducta antisocial, que es del
repertorio de ellos, resaltando como un desafío en la ruptura de las normas sociales y reglas
tradicionales de la sociedad, evidenciando las normas de la generación de sus padres, como
exceden y que impiden eses jóvenes de realizaren su propia voluntad.
Se considera que un fenómeno con esta fuerza entre los jóvenes es típico de una
sociedad que tiene sus valores debilitados y las acciones institucionales de control del
comportamiento, fracasadas cuanto al establecimiento de la norma social (Beato, Peixoto &
Andrade, 2004; Feijó, 2001; Minayo et. all., 1999; Moreira Rosário & Costa, 2008; Mulvey &
Cauffman, 2001; Paixão, 1983).
El aumento de la conducta antisocial y delictiva entre jóvenes, principalmente, aquellos
sin historia de delincuencia en la época actual, debe a un cambio cultural que tiene perfil de los
países occidentales, en otras palabras, el aumento del individualismo (Formiga & Diniz, 2010).
Conforme Reykowski (1994), esta perspectiva individualista destaca el bienestar do self como
principal orientación a la adaptación, por otro lado, la perspectiva colectivista tiene como
enfoque el bienestar para el grupo. Todas las diferencias cognitivas, actitudinales y de
comportamiento entre colectivismo y individualismo son oriundas de esta diferencia en
suposiciones implícitas sobre el mundo social.
El individualismo tiene como presupuesto fundamental la racionalidad, basándose en
los principios de regulaciones, reglas y leyes, de modo a favorecer a individualización,
autonomía, autorrealización y la libertad de elección. Por otro lado, el colectivismo tiene como
presupuesto fundamental las relaciones, basándose en los principios del bienestar colectivo,
papeles, deberes y obligaciones, favoreciendo a la convivencia en grupo.
Es en este sentido que "... el impulso para la individualización estimuló mayor libertad
en las relaciones entre trabajadores y empleadores, hombres y mujeres, padres y hijos. Las
formas tradicionales de deferencia cedieran lugar a una nueva afirmación de derechos
individuales, reforzadas, si necesario, por apelación a las cortes de justicia" (Kumar,1997, p.
179). De acuerdo con Giddens (1998), esta condición ya había sido vislumbrada por Emile
Durkheim, el cual defendía la necesidad de que las personas precisasen ser `individualistas',
pero sin que eso favoreciese la justicia social y el fortalecimiento y consistencia de la autoridad
moral en la sociedad.
Pero, para Sorj e Martuccelli (2008), la perspectiva defendida por Dukheim en el que se
refiere a la necesidad de una mayor individualidad de los sujetos, debería implicar en el
aumento de la autonomía y iniciativa individual, pero, no fue eso que pasó. Al contrario, las
personas con una acción individualista, no la realizaban con base en la negociación de las
relaciones interpersonales y del respeto a las normas y reglas sociales, tornando, con eso, opaca
la relación del mundo subjetivo del individuo y la sociedad. Esto ha causado una perdida del
reconocimiento y comprensión de los espacios de la sociabilidad destinados a la cohesión social
y no un estado de desorganización.

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El hecho es que este cambio cultural ha llevado el sujeto a la priorización de necesidades
personales en que la meta sería la obtención de prestigio. Así que, en la falta de recursos o
mismo de apoyo social para alcanzar tal prestigio, el individuo se utilizaría de conductas
desviantes, el que revelaría no solo la delincuencia juvenil, pero, una falta de estructura y
descrédito del poder disciplinario de las instituciones normativas y formadoras de la conducta
juvenil y la disolución del poder socializador de estas instituciones cuanto a la transmisión
moral y ética para los jóvenes, indicando así, un tiempo de anomia (Idhac, 2009; De Giorgi,
2005; Formiga & Diniz, 2010; Lipovetsky, 1986).
Tal estado de anomia sigue un camino de caos social, en la que, romper la norma o
manifestar alguna conducta desviante entre los jóvenes puede ser un acto ennoblecedor para la
construcción de la imagen juvenil y la busca de las aspiraciones del consumo para propia
realización del sujeto. Un desvío excesivo de la norma transpone los espacios de la vida
particular de las personas, afectando los espacios públicos y colectivos y un sentimiento de
inseguridad y exclusión social (Arendt, 2009; Neto, 2006; Sorj & Martuccelli, 2008).
A pesar de Durkheim (1893/1995; 1925/2002) considerar que la acción delictiva (leer,
criminal) podría ser entendida como algo normal en la dinámica de cualquier sociedad, mismo
que en niveles soportables, esa acción debería ser punida y inhibida, porque es reprobada por la
sociedad. Esto ocurriría tanto por causar perjuicio a la orden y armonía de la sociedad cuanto
por la indicación de que el sujeto no fue capaz de interiorizar las normas y los valores sociales
exigidos por la sociedad. Para aquellos que buscan la armonía y el bienestar social, una
condición delictiva hace surgir sentimientos y conductas de rechazo a esta situación. La
intensidad y la facilidad del delito revelan una debilidad en la integración entre individuo,
sociedad y las leys para la orden social, originando la anomia.
El estudio sobre la anomia ganó fuerza conceptual y de análisis de los problemas
sociales con Emile Durkheim en sus libros División del Trabajo Social y Suicidio. Para
Durkheim (1894/2004; 1897/2000), la anomia se refiere a una condición que la sociedad pasa,
una dinámica de sus relaciones interpersonales, cuanto al reconocimiento de la ausencia de
referencia de las normas y reglas sociales que orientan y regulan el comportamiento social
deseable del individuo y instituciones. La existencia de la anomia en la sociedad queda ineficaz
el poder regulador, que las normas sociales y instituciones de control tiene sobre los
comportamientos sociales, siendo incapaz de la cohesión de la sociedad.
Conforme Agnew (1997), Durkheim concebía que el estado anómico es una condición
peculiar de la sociedad moderna y consecuente del desarrollo económico de ella, en la cual los
valores, la moral y la ética es determinada por el enriquecimiento material de las personas,
haciendo con que se entreguen a sus pasiones y vivan solamente para si mismo, no existiendo
solidaridad y cooperación entre los miembros de la sociedad, por consiguiente, una consciencia
que pueda priorizar el colectivo y el social. De acuerdo con McClosky (1976; 1978), la anomia
conduce el individuo-sociedad.
Mismo que la concepción de Durkheim sobre la anomia ha sido significativa para el
establecimiento del tema en la Sociología y Criminología, otro estudioso de gran influencia en el
estudio de la anomia fue Robert Merton. Él desarrolló de forma sistemática la perspectiva
teórica propuesta por Durkheim, así como la asociación de este tema con la conducta desviante
desviante (Caliman, 2006; Giddens, 2005; Huertas, 200; Reyes, 2008).
Distinto de Durkheim, el concepto de la anomia elaborado por Merton (1938/2002) fue
cambiado, refiriéndose a la presión que la sociedad impone a las personas para que se
comporten, de forma desviante, cuando las normas y la realidad social entran en conflicto. La
fisura señalada por Durkheim entre la sociedad y las normas sociales, hasta puede ser
reconocido por Merton (1938/2002), pero, de acuerdo con este autor, la anomia ocurre entre el

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subsistema de los fines y de los medios institucionalmente aceptos para que el desvío social se
realice.
Merton (1938/2002), en su libro Teoría social y Estructura social, con base en la
concepción de la anomia y con el objetivo de avanzar en el concepto y explicación del problema
del desvío social en la sociedad moderna, además de ampliar el concepto, aclara la función de la
anomia cuando se tratar de explicar los conflictos y la orden social. Para este autor, la anomia es
un problema estructural y no cíclica, además de se causar del poder impuesto de las normas
sociales necesarias por la clase social favorecida, se trata de la imposibilidad de que el sujeto
acepte y actúe normativamente, pues, esto se debe a las desigualdades sociales determinadas
por la clase social mayor para la realización de los objetivos de los más desfavorecidos. La
ruptura de la estructura cultural da lugar a una división entre las normas y los objetivos
establecidos por la cultura y las condiciones estructura de las personas de la sociedad y del
grupo seguir de acuerdo con el que se requiere. En otras palabras, para Merton la anomia tenía
como origen la constatación por parte de los individuos y grupos de una incongruencia en la
sociedad, haciendo con que los medios socialmente disponibles sean insuficientes para el
alcance de metas socialmente valoradas.
A partir de los estudios de Durkheim y Merton, varias pesquisas fueron desarrolladas
con el objetivo de operacionalizar, psicológica y sociológicamente, el concepto y la
mensurabilidad de la anomia (Caliman, 2006; Rodriguéz, 2006). De esta forma, Srole (1956) ha
establecido, en termos psicológicos, un concepto y una mensurabilidad sobre esta variable. Este
autor concebía la anomia como un estado mental, es decir, un sentimiento de desespero y de
abandono que acompaña el sujeto, debido a la falta de acceso a los medios socialmente
prescritos para la realización de los fines sociales.
De acuerdo con Rodríguez (2006), a pesar de encontrar otros autores que también
atribuyó a la anomia un estado mental en termos de la falta de sentido y pertenencia en la
dinámica individuo-sociedad ­ por ejemplo, Mathieu Deflem (1989) Harold Laswell (1952) ­ en
termos pragmáticos, cuanto al constructoanomia, Srole (1956) merece ser destacado porque él
ha desarrollado un instrumento para la mensurabilidad del constructo. Se trata de una escala
del tipo likert, compuesta por cinco elementos para medir el grado de anomia (teniendo como
un sentimiento) de las personas.
Con base en la concepción de Srole, Travis (1993) elabora una escala alternativa para
evaluar la anomia en termos psicológicos, una vez que considera la propuesta de Srole (1956)
muy amplia en termos conceptuales y, principalmente, cuando se pretende medir la anomia con
muestras más diversificadas y compararlas a subculturas. Travis (1993), toma como referencia
la teoría de la alienación (específicamente, del aislamiento social) y de la anomia, pasando a
elaborar un instrumento con siete elementos, que debería ser respondido una escala del tipo
likert. Esta escala tenía como objetivo medir cuanto el sujeto siente que estar a la margen de la
sociedad en relación a la realización de sus objetivos, o sea, cuanto se siente socialmente
excluido.
Así, a partir de estas perspectivas teóricas, se cree que habiendo por parte de un
individuo una mayor percepción de su exclusión en la sociedad, sintiéndose impotente para
realizar sus objetivos, probablemente, este será capaz de manifestar una conducta antisocial y
delictiva. El presente estudio tiene como hipótesis la verificación de un modelo teórico en que el
sentimiento de estar a la margen de la sociedad a unirse, positivamente, con las conductas
antisociales y delictivas.

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Método

Participantes
Ha participado del estudio doscientos treinta y cinco jóvenes de 13 a 20 años, con una
distribución equitativa de jóvenes del sexo masculino (49%) y del sexo femenino (51%), de la red
de educación pública y particular de la ciudad de João Pessoa ­ Paraíba, que de manera
voluntaria ha aceptado participar del estudio.

Instrumentos
Los participantes respondieron los cuestionarios siguientes:
Escala de sentimiento de estar a la margen de la sociedad (MOS - Margins of Society
Scale). La MOS fue desarrollada por Travis (1993) y adaptada por Sousa y cols. (2003) para la
realidad brasileña, presentando alfas seguros.
La presente escala es compuesta por siete elementos que buscaban evaluar cuanto las
personas sienten sufrir una exclusión social (por ejemplo, Yo me siento mucho solo hoy; No
importa cuanto la persona luche en la vida, no hay diferencia; yo me siento discriminada
socialmente; Siento como si mi mundo estuviera cayendo; Yo quería ser alguien importante; Es
difícil para mí decir lo que es cierto y errado hoy; No me gusta vivir de acuerdo con las reglas de
la sociedad). Para responder, la persona debe leer cada cuestión y indicar cuanto ellas están de
acuerdo con cada una de las siete cuestiones y indicar (marcando con una X o círculo) una
escala del tipo Likert, que van de 1 - Desacuerdo totalmente, 2 - Desacuerdo en parte, 3 - Ni de
acuerdo ni en desacuerdo, 4 - De acuerdo en parte y 5 - De acuerdo totalmente.
En este estudio, fuera que la escala ha revelado indicadores de consistencia interna
aceptables para la realidad brasileña. Ella presentó indicadores de cualidad de ajuste para su
modelo estructural próximos a los recomendados en la literatura: 2/gl (7,11/11) = 0,64; RMR =
0,04; GFI = 0,99; AGFI = 0,98; CFI = 1,00; RMSEA = 0,00 (0,00-0,04). El valor de ECVI y
CAIC no fueron necesarios por no haber modelo para ser comparado (Byrne, 1989; Tabachnick
& Fidell, 1996; Van de Vijver & Leung, 1997).
Escala de Conductas Antisociales y Delictivas. Este instrumento, propuesto por
Seisdedos (1988) y validado por Formiga y Gouveia (2003) para la realidad brasileña,
comprende en una medida de comportamiento en relación a las Conductas Antisociales y
Delictivas. Tal medida es compuesta por cuarenta elementos, distribuidos en dos factores, como
sigue: conductas antisociales. Sus elementos no expresan delitos, pero comportamientos que
desafían la orden social y infligen normas sociales (por ejemplo, tirar basura sobre el piso
mismo cuando tiene un basurero; tocar la campana en la casa de alguien y salir corriendo); y las
conductas delictivas, estas incorporan comportamientos delictivos que están fuera de la ley,
caracterizando una infracción o una conducta incumplidora y perjudicial a alguien o mismo la
sociedad como un todo (por ejemplo, robar objetos de los coches; obtener dinero amenazando
personas más débiles). Para cada elemento, los participantes deberían indicar cuanto tenían el
comportamiento señalado en su cotidiano. Para eso, ha utilizado una escala de respuesta con
diez puntos, teniendo los siguientes extremos: 0 = Nunca y 9 = Siempre.
La presente escala reveló indicadores psicométricos consistentes identificando los
factores destacados anteriormente; para la Conducta Antisocial fue encontrado un Alpha de
Crobach de 0,86 y la Conducta Delictiva o Delincuente, 0,92. Considerando la Análisis Factorial

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Confirmatoria, realizada con el Lisrel 8.0, se ha demostrado esas dimensiones anteriormente
encontradas (²/gl = 1,35; AGFI = 0,89; PHI () = 0,79, p > 0,05) en la análisis de los
principales componentes (Formiga, 2003; Formiga & Gouveia, 2003).
Caracterización sociodemográfica. Los participantes respondieron un conjunto de
preguntas sobre características personales (sexo, edad, etc.) con el objetivo de caracterizar los
entrevistados de la pesquisa.

Procedimiento y análisis de los datos
Todos los procedimientos adoptados en esta pesquisa han seguidos directrices previstas
en la Resolución 196/96 del CNS y en la Resolución 016/2000 del Consejo Federal de Psicología
(Cns, 1996; Anpepp, 2000).
Para la aplicación del instrumento, el responsable por la coleta de los datos visito a
coordinación o dirección de las instituciones de educación, hablando directamente con los
directores y/o coordinadores para después intentar el permiso de los profesores responsables de
cada disciplina, buscando obtener su autorización para ocupar una clase y aplicar los
cuestionarios. Después del permiso, se estableció contacto con los estudiantes, exponiendo
brevemente los objetivos de la pesquisa, solicitando su participación voluntaria.
Fue declarado a los entrevistados que no habría respuesta correcta o equivocada y que
mismo que se necesite una respuesta individual, estos no deberían verse obligados en
contestarlo, pudiendo abandonar a cualquier momento, sea cuanto estuviera con el instrumento
en sus manos o al empezar su lectura, o otra eventual condición. En cualquier un de estos
eventos no hubiera problema de su abandono.
A todos era previsto el anonimato de sus respuestas, destacando que ellas serían
tratadas en su conjunto estadísticamente; a pesar del cuestionario ser auto-administrado, con
instrucciones necesarias para que puedan ser respondidos, los colaboradores ha estado
presentes durante toda aplicación para eliminar cualquier duda o realizar aclarar lo que ha
hecho indispensable, no interfiriendo en la lógica y comprensión de las respuestas de los
entrevistados. Un único aplicador, anteriormente entrenado, ha estado presente en clase,
presentando los instrumentos, resolviendo dudas y dando la cualidad general de las respuestas
emitidas por los entrevistados.
En el que se refiere a la análisis de los datos de esta pesquisa, fue utilizado la versión
18.0 del paquete estadístico SPSS para Windows. Fueron calculadas estadísticas descriptivas
(tendencia central y dispersión). Los siguientes indicadores estadísticos para o Model de
Ecuaciones Estructurales (SEM) fueran considerados según una bondad de ajuste subjetiva.
Este programa estadístico tiene la función de presentar, de forma más sólida, indicadores
psicométricos dirigido a una mejor construcción de la adaptación y precisión de la escala
desarrollada, así como, permita diseñar un modelo teórico pretendido en el estudio.
Con el programa AMOS, versión 16.0, ha pretendido probar la adecuación del modelo
unidimensional, considerando como entrada la matriz de covarianzas, teniendo que adoptar el
estimador ML (Maximum Likelihood). Este tipo de análisis estadística es más cuidadosa y
rigurosa de que aquella que a la del primer estudio en el presente estudio. Esto permite probar
directamente una estructura teórica, como es el caso de la que se proponen en el presente
estudio. Esta análisis presenta algunos índices que permiten evaluar la cualidad de ajuste del
modelo propuesto (Byrne, 1989; Hair, Anderson, Tatham & Black, 2005; Kelloway,1998;
Tabachnick & Fidell, 1996; Van de Vijver & Leung, 1997), por ejemplo:

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·

El ² proba La probabilidad del modelo teórico se ajustar a los datos; cuanto mayor este valor,
peor el ajustamiento. Este ha sido poco empleado en la literatura, siendo más común considerar
su razón en relación a los grados de libertad (²/g.l.). En este caso, valores hasta cinco indican
un ajustamiento adecuado.

·

Root Mean Square Residual (RMR), que indica el ajustamiento del modelo teórico a los datos,
en la medida en que la diferencia entre los dos se acerca de cero. Para el modelo ser considerado
bien ajustado, el valor debe ser menor que 0,05.

·

El Goodness-of-Fit Index (GFI) y el Adjusted Goodness-of-Fit Index (AGFI) son análogos al R²
en regresión múltiple. Sin embargo, indican la proporción de varianza-covarianza en los datos
explicada por el modelo. Estos varían de 0 a 1, con valores en la casa de los 0,80 y 0,90, o
superior, indicando un ajustamiento satisfactorio.

·

El Comparative Fit Index (CFI) compara, de forma general, el modelo estimado y el modelo
nulo, considerando valores más cerca de un como indicadores de ajustamiento satisfactorio
(Hair, Anderson, Tatham & Black, 2005).

·

La Root-Mean-Square Error of Approximation (RMSEA), con su intervalo de confianza de 90%
(IC90%), es considerada de un indicador de "maldad" de ajuste, así como, valores altos indican
un modelo no ajustado. Se supone como ideal que o RMSEA se encuentra entre 0,05 y 0,08,
aceptando valores hasta 0,10 (Garson, 2003; Kelloway, 1998).

·

El Expected Cross-Validation Index (ECVI) y el Consistent Akaike Information Criterion
(CAIC) son indicadores empleados para evaluar la adecuación de un modelo determinado en
relación a otro. Valores bajos do ECVI y CAIC expresan el modelo con mejor ajuste (Hair,
Anderson, Tatham & Black, 2005; Bilich, Silva & Ramos, 2006).

Resultados y discusión
Considerando el objetivo central de este estudio ­ la explicación de la conducta
desviante a partir del sentimiento de estar a la margen de la sociedad ­ compone, a partir de la
análisis y modelización de ecuación estructural, en el programa AMOS 16.0, la verificación
empírica cuanto a sus criterios predictivos de esta variable, garantizando, con eso, una fuerza y
consistencia explicativa entre ellas.
Para eso, ha considerado un modelo no recursivo de ecuaciones estructurales. En la
figura 1, después, los debidos cambios en los ajustes de error, he encontrado un modelo
adecuado, presentándose la siguiente razón: 2/gl = 1,97; RMR = 0,05; GFI = 0,98; AGFI =
0,96; CFI = 1,00, RMSEA = 0,02 (0,00-0,05). Se observó que el peso de la variable considerada
sobre el sentimiento de estar a la margen de la sociedad presentó una puntuación asociativa
positiva ( = 0,36) con las conductas desviantes (véase la Figura 1).

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8

0,51

0,89

1
2
3
4
5
6
7

0,14
0,10
0,43
0,35
0,08
0,10
0,12

MOS01 0,37
MOS02 0,15

e1

Conduta
Antissocial

0,03

0,95

MOS03 0,65
MOS04

0,59

MOS05

0,16
0,14

MOS06

0,16

MOS

0,36

Conduta
Delitiva
0,72

Condutas
Desviantes

0,16

e2

MOS07

Figura 1: Modelo estructural para la explicación de la conducta antisocial y delictiva a partir del sentimiento de estar a
la margen de la sociedad en jóvenes.

Considerando que el modelo propuesto fue comprobado, se eligió en realizar un análisis
de varianza a fin de evaluar la puntuación media de las respuestas de los sujetos en las
conductas antisociales y delictivas en relación al sentimiento anómico. De esta forma, hubiera
un resultado significativo cuanto a una puntuación media superior, solamente, para alta
conducta antisocial (M = 2,67, DP = 0,05) [F (1,234) = 7,54, p < 0,01] en el que se refiere al
sentimiento anómico de los sujetos. Para ça conducta delictiva, los resultados no fueron
significativos, condición esta que ES comprensible, pues, la muestra no ha contemplado,
específicamente, jóvenes con historia de delincuencia o aquellos que estaban en instituciones
coercitivas.
Así como, probablemente, el sujeto con un sentimiento de exclusión, no observa al
cumplimiento de las normas sociales, manifestando mayor conducta antisocial. Objetivamente,
se refiere al estado mental de este sujeto cuanto a la debilidad de la cohesión social y apoyo
afectivo de las personas en su entorno en termos de la aceptación y adhesión de las normas
sociales, impidiendo con eso la falta de acción desviante, mismo que los otros puedan
transgredir (Aceituno, Asún, Ruiz, Reinoso, Venegas & Corbalán, 2009).
Sin embargo, estando estos sujetos, con una autopercepción de abandono social, esta,
por su vez, distorsionaría la realidad, haciendo con que el sujeto no comprenda la organización y
la funcionamiento de la sociedad cuanto a la condición de alcanzar los fines sociales a partir de
los medios socialmente aceptos (McClosky & Schaar, 1965; Srole, 1956) sin romper la norma
social vigente.
De forma general, de acuerdo con López (2009), este sentimiento anómico objetiva un
análisis del individuo, el cual, como parte de la sociedad es quien, a partir de sus características
personales nota el sistema social desorganizado, llevando el sujeto al desvío de conducta. Este
desvío, por su vez, es justificado, no solamente porque la sociedad ha fracasado con sus
promesas sociales y económicas, destinadas a su ascensión personal, pero también, que ese
fracaso social ha influenciado la baja identidad y ambigüedad sentimental de la persona con la
sociedad vigente y el establecimiento de las reglas de control de la conducta, tanto de la
exterioridad cuanto de la internalidad de las reglas y normas sociales (Laswell, 1952; Deflem,
1989; MacIver, 1950).

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Un estudio desarrollado por Aillet, Le Queau e Olm (2000), mismo que no se utilice la
escala de Travis (1993), pero, abordando semejante perspectiva teórica sobre la anomia
psicológica, se observó que ese tipo de anomia, no solamente ha influenciado las conductas de
riscos y la criminalidad (mayor hedonismo, mayor inestabilidad psíquica, etc.), pero, también,
una tendencia suicida. A pesar del concepto de anomia psicológica necesitar de algún ajuste,
pues, existe una cuantidad significativa de teóricos que buscan proponer una mensurabilidad de
este constructo en termos psicológicos (Nikos & Agnew, 1997; Atteslander & Gransow; Western,
1999), tal constructo, cada un a su modelo de evaluación, tiene el objetivo tanto de verificar la
negatividad social del sujeto a fin de que si pueda establecer no solo compensaciones sociales,
cuanto a las intervenciones psicológicas cuando fuera el caso del sujeto presentar un alto
sentimiento anómico.
Silgemann (1981), en un estudio con brasileños, utilizando la escala de Srole se observó
una relación positiva con la Alienación. O sea, cuanto mayor el sentimiento anómico, el cual,
para Srole (1956) se refiere a la sensación de abandono, mayor el sentimiento de impotencia
social, mayor la pasividad y acomodamiento con la situación vivida por la persona, ya que ella
no era capaz de cambiar en nada, pues en el sistema, la persona no tiene poder de soberanía,
predominando una especie de vacío interior y impotencia.
Considerando la perspectiva de la anomia psicológica atribuida por Travis (1993), de
acuerdo con la prueba del modelo teórico verificado en este estudio, una autopercepción del
sujeto ante su papel en la sociedad, y, principalmente, en la valoración de él cuanto su función
para el cambio social y realización de los objetivos necesarios por la sociedad para que todos sus
miembros lleguen a lo que deseen con base en las normas prescritas, probablemente, podría
inhibir la conducta desviante entre los jóvenes; de otra manera, el desvío podrá ocurrir, pues,
con una auto sentimiento anómico, el sujeto no solo manifestará una experiencia de vacío social,
pero también, de que él necesita asimilar y reconocer los valores de los otros, a fin de que su
dignidad se afirme, colocando la margen de su desarrollo social y psicológico su condición de ser
creativo y espontáneo.
El instrumento propuesto por Travis (1993) para evaluar la anomia psicológica ha
probado un modelo causal en termos de la intensidad de la conducta desviante (la conducta
antisocial y la delictiva) asociada al sentimiento anómico, específicamente, en el que se refiere a
las personas que sienten sufrir una exclusión social. Tal resultado permite reflexionar sobre la
debilidad del estado mental de los individuos en termos de su valoración, como ser social, en la
sociedad, y la estructura y organización psicológica cuanto a la pertenencia y identidad social.
El sentimiento anómico podría, así, corresponder una traza psicológica de vacuidad,
atracción por el nuevo y el efímero, los cuales, cuando identificados, serían capaces de predecir
las conductas humanas, especialmente, aquellas destinadas a la ruptura de la norma y regla
social. Esta sensación de vacuidad y aislamiento reflexiona la declinación del poder de
instituciones tradicionales, como el Estado y la familia y su apoyo social y emocional a los
sujetos que forman estas instituciones, imperando con esto el individualismo, la incertidumbre
del futuro y una acción que experiencia el aquí-y-ahora, causando una crisis no solo en la
cohesión social, pero también en la cualidad de vida y en el estado psicológico ante a las
creencias y actitudes sociales socialmente deseables, causando una excesiva dedicación en
conductas individualistas (Aceituno, Asún, Ruiz, Reinoso, Venegas & Corbalán, 2006; Formiga
& Diniz, 2011; Gadea, 2006; Magalhães, 1998; McCloskey, 1976).
Esta dinámica invidualista, establecida en la estructura y organización del trabajo
concebido por Durkheim, así como, del conflicto medio-fin social señalado por Merton,
probablemente, puede predecir las conductas desviantes. Esto, porque el sujeto busca cada vez
más satisfacer su necesidad y interese particular, ya que el Estado no ha cumplido su promesa y,

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por no cumplir, no merece confianza, haciendo con que el sujeto se sienta rechazado y
marginado diante del avanzo social y económico de la sociedad (Formiga & Diniz, 2011;
Silgemann, 1981; Reyes, 2004).
Se señala, con esto, en dirección de la insatisfacción con las normas legales y/o sociales,
en la cual, ellas son insuficientes para orientación del comportamiento individual, de acuerdo ha
conformado a los medios y fines establecidos culturalmente llevando a las conductas desviantes.
Este individualismo, tal como discutido anteriormente, favorece una mayor valoración de las
normas individuales, las cuales se superponen a las normas sociales, principalmente, porque el
individuo no se siente integrado al sistema, pero, también, porque el respeto, la consideración y
civilidad para con él mismo y para con otro ya no son dedicados, así, la incredulidad en si mismo
y en la sociedad es una condición inevitable, construyendo en él una sensación de falta de
interese con él mismo y con todo que pueda hacer la sociedad mejorar. Esto es, nada más
importa, ya que el próprio sujeto no es importante.
De acuerdo con Garcia (2006), cerca al que considera Durkheim y Merton, se cree que
debido a la evolución de la sociedad industrial, los individuos están desorientados y
inadecuados, pues el éxito económico es provocador de la falta de control sobre los deseos del
hombre por una sociedad y normas socialmente aceptas, causando perjuicios en el grado de
control social y fuerza de los vínculos sociedad-individuo para el comportamiento social; al
enfatizar los resultados encontrados en este estudio, se va más allá, el proceso evolutivo de la
sociedad y su fuerza capitalista es influyente, también, de experiencias psicológicas subjetivas
del sentimiento de inferioridad, causando un desacoplamiento ante a los derechos u deberes
establecidos y exigidos por el Estado y sus autoridades.
El problema anomia y conducta desviante no debería ser exclusividad de carencias
sociales y económicas, pero, también, de la percepción del sujeto cuanto un ser que no siente
como parte de la sociedad, un ser que no valorado y incluso en los planes del avanzo y éxito de
la sociedad vigente, se torna un sujeto incapaz de interiorizar, con eso, un sentimiento de
ciudadanía. Así, la falta de la internalización de un sentimiento de orden, reflexiona una
limitación de la racionalidad de la identificación de los lazos sociales responsables por la
sostenibilidad de la armonía social y resolución de los conflictos causadores de las conductas
criminales (Pegoraro, 2006).
Este sentimiento anómico señala en dirección de una conducta de subversión, la cual es
responsable por la desintegración y ruptura de las relaciones sociales, pero, también, por la no
sumisión a las relaciones sociales de orden interior y social. El deseo de estar y permanecer
unido es lo que impide la disolución de la estructura social y psicológica, capaz de regular la
reciprocidad, el reconocimiento y aceptación de las diferencias de las funciones sociales de cada
sujeto establecida jerárquicamente y un enfoque mayor con la solidaridad social; si no es así, el
desvío social aparecerá.
Mismo que ha sido el objetivo principal del presente estudio, esto es, evaluará estructura
factorial de la escala MOS, es importante señalar que la escala propuesta por Travis (1993) es
próxima de la perspectiva psicológica de la escala de la anomia resaltada por McCloky y Schaar
(1965) y de Srole (1956) las cuales fueron validadas por Rodríguez (2006) con una muestra en
Costa Rica. Específicamente, la escala de McCloky y Schaar (1965) presentó indicadores de
ajuste aceptables por la literatura vigente (por ejemplo, 2 = 33,74; gl = 25; p= 0,11, RMR =
0,45, RMSEA = 0,04, CFI = 0,96, GFI = 0,96 e AGFI = 0,93).
Considerando el constructo psicológico para se evaluar la anomia, la escala de Travis
(1993) ha revelado, en este estudio, mejores indicadores de lo que fue encontrado por Rodríguez
(2006). Se nota que, a pesar de la diferencia cualitativa entre estos indicadores, esto no puede
ser considerado una condición de eliminación y inviabilidad de la escala evaluada por Rodriguez

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(2006), pero, se debe señalar que la escala de Travis (1993) se trata de más una pieza del
rompecabezas del estudio de la anomia psicológica. Sin embargo, se exige que futuros estudios
sean realizados con esa escala con fin de evaluar la precisión del constructo.
La prueba de este modelo teórico cuanto a la perspectiva psicológica de la anomia y su
explicación para la conducta antisocial y delictiva se reflexiona sobre la necesidad de se rescatar
no solamente de la autoestima, pero también, una consciencia colectiva en las personas en
relación al sentimiento de que ellas son parte de la construcción y integración de la sociedad.
Este hecho corresponde al establecimiento, en el sujeto, del sentimiento de inclusión social no
solo ante las promesas del Estado, pero también, del cumplimiento de ellas por parte del propio
Estado y de las personas que allí viven. Estas por su vez, probablemente, influyen en inhibición
de la manifestación de la conducta desviante (antisocial o delictiva).
Fuera los gastos con la violencia ya señalados anteriormente, otros pueden ser previstos,
ya que con el aumento de la violencia y la ineficiencia de las leyes y normas sociales, mayor la
necesidad de invertir en la vigilancia y otras estrategias destinadas a frenar comportamientos
desviantes (relato constante ante a la situación del tránsito o mismo de la criminalidad en las
ciudades brasileñas ­ por ejemplo, Rio de Janeiro, São Paulo, etc.), así como, aumentar con el
establecimiento de estas estrategias de vigilancia, el sentimiento de inclusión y de una
autopercepción de que la persona, el grupo, la comunidad, etc,. son importantes para la
sociedad, por eso, son organizados factores de protección social.
Estudios futuros podrían buscar nuevas variables asociadas a la anomia, con objetivo de
orientar profesionales en áreas distintas, sobretodo en la educación, así como orientar el
desarrollo de políticas públicas con el objetivo de disminuir la percepción de la ruptura de las
normas sociales. Por ejemplo, el ambiente educacional ofrece un campo rico para las
investigaciones de la relación entre anomia y otras variables relacionadas al tema, no solo por el
histórico de violencia en nuestras escuelas, pero también, debido al hecho de que la educación
ha sido desafiada en la función de permitir una mayor igualdad social.
Se espera que los objetivos de este estudio se hayan completado y que agregue más una
variable en el estudio sobre las conductas desviantes en jóvenes brasileños. Cree que
contribuyen, en lo que se refiere al estudio de la anomia en el espacio de la ciencia psicológica,
reflexiones sobre la participación de las instituciones de protección psicosocial (por ejemplo,
familia, escuela, ONG's, etc.) ante a la organización y administración de la conducta socialmente
deseable y mantenimiento de las relaciones interpersonales, mirando la armonía social y
psicológica.
Aunque considere probada la hipótesis levantada en el presente estudio, en estos
resultados es necesario considerar algunas limitaciones: sería interesante un estudio en que se
aborde las variables sociodemográficas como influencia de la anomia y de las conductas
desviantes; podría ser útil un estudio intercultural y transcultural con el objetivo de evaluar
tanto la variación de la anomia cuanto de la conducta desviante asumidas por los jóvenes de
diferentes contextos sociales y culturales; por fin, podría contestar un estudio con las mismas
variables, contemplando grupos juveniles considerando la dinámica parental de socialización
cuanto a la participación de los padres e de la escuela, comparándolos a los jóvenes sin
participación de estas instituciones.
Con todo, se debe destacar que cuando se considera los resultados de este estudio es
necesario tener en cuenta los aspectos específicos o universales de cada contexto cultural en la
evaluación de estas variables cuando se pretender abordarlas para otros espacios sociales. Por
un lado, es importante considerar las dimensiones locales, especificas o exclusivas (emics) de la
orientación d cada cultura, así como, y no menos importante, evaluar las dimensiones
universales (etics) de la Cultura, con el objetivo de comparar los constructos estudiados aquí

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para otro espacio geopolítico y social (Muenjohn & Armstrong, 2007; Triandis, McCusker,
Betancourt, Iwao, Leung, Salazar; Setiadi, Sinha, Touzard & Zaleski, 1993; Triandis, 1995; Van
de Vijver & Leung, 1997).

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Correspondencia

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Cite este artículo de la siguiente forma (estilo de Vancouver):
Nilton N S. Sentimiento anómico y conductas antisociales y delictivas: verificación de un modelo
causal en jóvenes. Psicologia.com [Internet]. 2012 [citado 19 Nov 2012];16:27. Disponible en:
http://hdl.handle.net/10401/5527

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