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Debemos considerar la necesidad, como paso previo a la selección de un sistema evaluador correcto, de un replanteamiento de la cuestión básica motivo de estudio, de los objetivos perseguidos con la evaluación. Los modos de evaluación serán distintos si pretendemos graduar a los médicos residentes y jerarquizarlos según sus conocimientos, o si queremos simplemente comprobar que dichos médicos han adquirido un conjunto mínimo de conocimientos y habilidades que garantizan su profesionalidad. Ante la posibilidad de la instauración de un sistema de evaluación final se suscitan diversos sentimientos y expectativas entre los especialistas en formación. De un lado, se aprecia un cierto cansancio ante la constante carrera de obstáculos que supone la formación médica. De otro, existe un verdadero interés porque se apliquen sistemas de evaluación que reconozcan de una manera objetiva el esfuerzo realizado. Todos los sistemas de evaluación empleados priorizan los conocimientos teóricos sobre los prácticos, siendo estos últimos sin embargo los que juegan un papel más importante en la clínica diaria. Algunos de estos métodos se caracterizan por ser más parciales; otros, por valorar algo mejor la práctica. Ninguno de ellos cumple todos los requisitos exigidos para la la valoración final (si bien es cierto que en la formación cotidiana del residente, el sistema de feed-back se nos antoja altamente eficaz, no es menos cierto que como sistema evaluatorio final no resulta válido). Creemos interesante por otro lado definir e incluir el sistema evaluatorio dentro de un marco global de evaluación continuada. Se trataría de alguna manera, de propiciar un sistema continuado de formación, del que el sistema actual MIR sería su momento inicial, englobándolo dentro de un amplio concepto de carrera profesional. Dicho sistema trataría de garantizar que todo especialista que ocupe plaza de atención sanitaria posea un mínimo de conocimientos que le permita llevar con diligencia su labor asistencial. La utilización para ello de créditos obtenidos en diversos momentos de formación y actualización, con sistemas de evaluación adecuados a los contenidos (test, trabajos de investigación, etc.), puede constituir la vía formativa tanto para médicos residentes como para especialistas.