Gabriel PJ. Av Neurol. 2011; 2:6.
http://hdl.handle.net/10401/4241
Artículo original
Depresión, ansiedad y estrés. Evaluación de la calidad de
vida en cuidadores de pacientes con daño cerebral
adquirido
Depression, anxiety and stress. Evaluation of quality of life in caregivers of patients with acquired brain injury
Pedro José Gabriel1*, Juan Manuel Barroso2*
Resumen
El daño cerebral traumático es una lesión que se produce en el cerebro, que previamente se
habían desarrollado con normalidad, como consecuencia de una condición neurológica
sobrevenida (TCE, ACV, tumor, etc...). Las consecuencias de este daño cerebral sufrido tienen
una incidencia importante, no solamente en el paciente, también en todo su ámbito de relación
personal. El cuidador informal es la persona que proporciona la mayor parte de la asistencia y
apoyo diario al paciente incapacitado que sufre este tipo de lesiones. Esta actividad rutinaria de
cuidar, expone el cuidador a un desgaste que se refleja en su vida diaria, presentando altos
niveles de depresión, ansiedad, y estrés con la consiguiente caída en su calidad de vida. Para la
presente investigación se estudió una muestra compuesta por 28 cuidadores divididos en dos
grupos, 14 controles y 14 cuidadores de pacientes con daño cerebral asistidos en Centro Médico
de Rehabilitación del Sur (CMRSUL).Todos ellos completaron un Cuestionario Personal, la
prueba Short-Form 36 Health Survey, (SF-36) y la Depression, Anxiety and Stress Scale (DASS21). Los resultados obtenidos han permitido verificar una diferencia estadísticamente
significativa en todos los dominios del SF-36, así como en todas las sub-escalas del DASS-21. Se
concluye que es evidente la disminución de la calidad de vida en los cuidadores informales así
como un aumento en los factores psicológicos de depresión, ansiedad y estrés en todos ellos al
ser comparados con una muestra de sujetos control.
Palabras claves: Depresión, ansiedad, estrés, calidad de vida, cuidadores, daño cerebral.
Abstract
The Traumatic Brain Injury is an insult that occurs suddenly in brain structures that had
previously been normally developed as a result of trauma or disease. The trend impact is not just
over the person but in all the family dynamics. The informal caregiver is the person who
provides most of the daily support and assistance to incapacitated patient. This routine care
activity exposes the caregiver to a high level of fatigue, ending up suffering some reflection of
this task in their lives, to show levels of depression, anxiety, stress and quality of life quite the
who's expected. This research involved a sample of 28 patients divided into two groups, 14
controls and 14 caregivers of brain damage patients in South Rehabilitation Medical Centre
(CMRSUL) who responded to: (a) Personal Questionnaire; (b) Short-Form 36 Health Survey
(SF-36); (c) Depression, Anxiety and Stress Scale (DASS-21). The results have allowed verifying
a statistically significant difference in all domains of the SF-36 and in all subscales of the DASS21. The conclusion from this research evidenced a clear decline in quality of life in informal
caregivers as well as an increase in psychological factors of depression, anxiety and stress when
compared to controls.
Keywords: Depression, anxiety, stress, quality of life, caregivers, brain injury.
Avances en Neurología ISSN: 2172-430X
© 2011. Gabriel PJ, Barroso JM.
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Gabriel PJ. Av Neurol. 2011; 2:6.
http://hdl.handle.net/10401/4241
Recibido: 10/08/2011 Aceptado: 17/08/2011 Publicado: 20/08/2011
* Correspondencia: gabrielpedro2@hotmail.com, jmbarro@us.es
1 Licenciado en Psicología Clínica; Máster Oficial en Estudios Avanzados en Cerebro y Conducta.
2 Dpto. Psicología Experimental. Facultad de Psicología. Universidad de Sevilla.
2
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1. Introducción
Los pacientes neurológicos suelen presentar alteraciones funcionales que disminuyen
significativamente su calidad de vida. Las características clínicas de las enfermedades del
sistema nervioso son determinadas por la localización de la lesión, y por su extensión/magnitud.
Sin embargo, es esencial apreciar las lesiones de forma global para determinar las características
clínicas de la cada una de ellas. Todas estas incapacidades sufridas alteran la auto-percepción
del individuo e incluso llegan a afectar a la su integridad psicológica. Recuperar la funcionalidad
y mejorar la calidad de vida de los pacientes es el objetivo final que persiguen los programas de
rehabilitación.
Conocer que la limitación física o psicosocial provocada en los pacientes es de gran importancia
para evitar caer en el reduccionismo que implica pensar que la "ausencia de déficit motor es
igual a recuperación". Las quejas subjetivas, la inseguridad, la alteración del estado de ánimo y
la enorme repercusión familiar, social, laboral, y económica que una lesión neurológica provoca
no deben ser pasadas por alto, y menos aún desde un punto de vista clínico.
El término daño cerebral sobrevenido hace referencia a cualquier lesión producida sobre un
cerebro previamente sano y desarrollado, con independencia de la causa que lo provocan:
traumatismos, accidentes vasculares, tumores, infecciones, anoxias, etc...
Las patologías más frecuentes que se encuentran en los pacientes ingresados en los Centros de
Rehabilitación de Daño Cerebral u Hospitales son traumatismos craneoencefálicos, accidentes
vasculares cerebrales y/o tumores (o las secuelas de los mismos, o de las intervenciones
relacionadas con éstos).
Los traumatismos craneoencefálicos (TCE) representan la principal causa de daño cerebral en
personas jóvenes, antes sanas y en edad laboral. Los grandes progresos de los servicios de
urgencias, unidades de cuidados intensivos, neurocirugía, etc., ofrecidos a estos pacientes, han
incrementado el número de pacientes que sobreviven a lesiones cerebrales de cierta gravedad.
Un porcentaje significativo de sujetos que sufren un TCE, presentan una evolución neurológica
favorable pos-trauma, pero muestran déficits cognitivos, emocionales, psicosociales y
conductuales que, muchas veces, afectan a la reinserción social, familiar y profesional de los
pacientes (Perea, Ladera, Blanco & Morales, 1999), justificándose así un abordaje rehabilitador
neurocognitivo y psicosocial del paciente afectado de TCE.
El accidente vascular cerebral (AVC) es la enfermedad vascular que constituye una de las
patologías más frecuentes en el campo del pathos neurológico (Junqué & Barroso, 1995), en la
que se alteras de forma súbita de la función cerebral causada por alteraciones de la dinámica
cerebral. Originalmente la designación de AVC surge como apoplejía, pero este término lleva
asociada una hemorragia cerebral que no se da necesariamente en todos los AVC (León-Carrión,
1995).
Un tumor o neoplasia es el resultado de un crecimiento anormal de tejido, debido a una excesiva
multiplicación de sus células de forma descontrolada. Los tumores pueden clasificar en
benignos y malignos. Las células de los tumores benignos crecen lentamente y suelen
diferenciarse del tejido que invaden. Los tumores malignos crecen rápidamente y tienen un
aspecto indiferenciado. Desde el punto de vista clínico, un tumor benigno que puede
considerarse maligno si se encuentra en una estructura que impide su eliminación/tratamiento.
Más allá del aspecto clínico de los síndromes neurológicos e de las lesiones neurológicas
provocadas por accidentes o enfermedades, los profesionales de salud necesitan aprehender
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holísticamente el paciente, para entender los aspectos psicosociales y los procesos de ajuste
asociados.
Para la Organización Mundial de la Salud (2001) la enfermedad mental es frecuente, en todos
los estratos sociales de todos los países. Trastornos como la esquizofrenia, el trastorno bipolar,
la depresión, la ansiedad y/o los trastornos relacionados con la demencia son algunas de las
principales razones por las que las personas viven con discapacidad. Depresión y ansiedad son
algunos de los diagnósticos más frecuentes en atención primaria representando
aproximadamente el 24% de los diagnósticos.
La importancia de reconocer y tratar la depresión y la ansiedad no puede ser subestimada ya
que estas condiciones pueden tener como resultado una reducción sustancial en la calidad de
vida percibida. Esto puede manifestarse como bajas laborales, reducción en la salud general y el
descontento en la familia o la vida social (Mendlowicz & Stein, 2000). Las personas con
trastornos de ansiedad son menos propensas a participar en la vida laboral en comparación con
las personas con discapacidad y problemas de salud, mientras que aquellas personas con
depresión tienden a ser menos productivos en el trabajo reduciendo considerablemente la
cantidad de trabajo que realizan.
El impacto de la depresión no tratada y la ansiedad sobre la capacidad laboral es igual o mayor
que la de otros problemas de salud como las enfermedades cardiovasculares. (Schonfeld,
Verboncoeur, Fifer, Lipschutz, Lubeck & Buesching, 1997). Wittchen, Holsboer, y Jacobi (2001)
describen que para el tratamiento oportuno y adecuado de estas alteraciones es necesaria la
detección temprana pudiendo ayudar a mejorar los resultados en estos pacientes.
Es importante detectar depresión y ansiedad en población joven, ya que de no hacerlo, podría
dar lugar a una reducción en los factores de salud mental para toda la vida para toda la vida,
sobre todo en las relaciones sociales. (Rowe & Rapaport, 2006) El uso sistemático de
instrumentos de evaluación puede mejorar sustancialmente el reconocimiento de los trastornos
de depresión y ansiedad, aumentando la probabilidad de su diagnóstico y su tratamiento
(Schonfeld et al., 1997).
El termino "calidad de vida" y los conceptos relacionados con el cuidado a la misma, surgen
hacia finales de la década de los 40 (1947), cuando la Organización Mundial de Salud (2001)
definió "salud" como "un estado de bienestar físico, mental y social", más que simplemente
como "ausencia" de la enfermedad.
La evaluación de la calidad de vida ha recibido una tención creciente tanto en el campo de la
práctica clínica como en su evaluación general. (Leplege & Hunt, 1997). Esta, ha pasado delante
incluso de la necesidad de evaluarse otros aspectos de la vida de los pacientes que no sea una
mera identificación de síntomas. Más aún, el avance tecnológico realizado por la Medicina hace
con que las medidas tradicionales de morbi/mortalidad se hayan tornado insuficientes para
describir las necesidades y expectativas de las personas enferma, de la definición de
tratamientos, y de las políticas de salud (Fleck, 2008).
La calidad de vida es un objetivo de interés creciente en el campo de la medicina y en el de la
rehabilitación. Con los avances médicos recientes, se ha conseguido aumentar la esperanza de
vida de las personas con algún tipo de lesión neurológica. Sin embargo, vivir más no siempre
significa vivir mejor. La rehabilitación - en contraste con los cuidados médicos de la fase aguda se centra más en la calidad de vida que en la longevidad, con el objetivo de que los pacientes
obtengan la máxima independencia y auto-suficiencia posible con dignidad.
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Tiendo en cuenta que el estudio de la salud mental es un concepto fundamental para
comprender la sanidad de los individuos, hemos intentado a través de este trabajo focalizar la
atención sobre aquellos aspectos que hoy en día merecen ser mencionados en los procesos de
rehabilitación física y/o neuropsicológica de pacientes neurológicos: los cuidadores informales y
la familia directa del paciente.
El cuidador familiar o informal es alguien de la familia o afín, sin formación en el área de la
salud que está cuidando de un familiar y, por lo tanto, se presupone que tiene relaciones de
compromiso con la persona cuidada. Puede ser clasificado como cuidador primario o principal,
y cuidador secundario, dependiendo de la mayor o menor intensidad en que presta estos
cuidados al familiar (Faro, 1999).
Cuidar no es una tarea fácil, exige un cambio radical en la vida de quien cuida, demandando
muchas veces la realización de tareas complejas, delicadas y sufridas. En muchos casos, el
cuidador es un persona frágil, de edad avanzada, o en vías de enfermar, y en el caso de que no
tenga un apoyo adecuado podrá en un futuro ser también un nuevo paciente. (Leal, 2000)
El cuidador familiar es el actor social principal en la dinámica de los cuidados necesarios para
las actividades de la vida diaria de los pacientes con daño neurológico sobrevenido, que tienen
su independencia comprometida. La mayoría de las veces, estos cuidadores prestan todos los
cuidados necesarios a su familiar sin ningún tipo de ayuda institucional.
Es patente la necesidad de evaluar la calidad de vida de los cuidadores de pacientes con daño
cerebral sobrevenido, una vez que, en su mayoría, son dependientes, o acaban generando en la
familia adaptaciones para sus cuidados, con una sobrecarga para sus cuidadores informales.
El objetivo principal de este estudio es evaluar la calidad de vida, y obtener cuantitativamente
datos referentes a los factores depresivos, estresantes y/o ansiógenos en cuidadores informales
de pacientes con secuelas neurológicas por daño cerebral adquirido (AVC, TCE, u otras lesiones
cerebrales sobrevenidas), especialmente aquellas que son tratadas en centros y/u hospitales de
rehabilitación, causando gran impacto en la vida de los cuidadores.
De este modo y con base en la literatura consultada, se han propuesto cinco hipótesis
específicas: (a) ¿Hay relación entre la bajada en la calidad de vida y el contacto directo con
familiares afectados de estas secuelas neurológicas?; (b) ¿Seran depresión, ansiedad y estrés (DAS)- factores responsables de la bajada en de la calidad de vida de estoa cuidadores?; (c) ¿Los
cuidadores informales presentan una sustancial reducción de la calidad de vida y aumento de
DAS cuando son comparados con el grupo control?; (d) ¿Qué tipo de lesión cerebral será más
provocadora para la disminución de la calidad de vida y aparición de DAS?; y (e) ¿Estarán los
centros de rehabilitación específicos para lesiones cerebrales capacitados para trabajar estas
alteraciones psicológicas con efectividad?
2. Método
2.1. Participantes
La muestra experimental estuvo formada por 28 sujetos de ambos sexos, divididos en dos
grupos: grupo 1 (n=14); y grupo 2 (n=14). De ellos, 16 eran mujeres y 12 hombres. Todos se
presentaron de forma voluntaria con las siguientes restricciones: (a) grupo 2: que no hubieran
tenido ninguna situación de acompañamiento a un familiar con DCA, ni otra enfermedad
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emocionalmente desviante para el cuidador, y no tener ningún tipo de formación en el área de la
salud; (b) grupo 1: tener un familiar con daño cerebral sobrevenido; ser una de las personas que
más contacto diario tenía con el paciente; y no tener ningún tipo de formación en el área de
salud. La media de edades por grupos fue de 45 ± 15,03 para el grupo 1, y de 48,93 ± 8,13 para el
grupo 2.
2.2. Material
Se utilizaron los siguientes cuestionarios:
Cuestionario Personal. El Cuestionario Personal diseñado para este estudio estuvo constituido
por seis ítems de respuesta breve en el que se recababa información poblacional descriptiva de a
muestra participante: edad, sexo, grado de parentesco con el paciente, situación laboral, tipo de
lesión sufrida por el familiar, tiempo diario de contacto con el familiar, tiempo de viaje hasta el
centro de rehabilitación. Es importante resaltar que la aplicación completa de este cuestionario
solo se realizó con el grupo 1. El grupo 2 solo contesto a las variables poblacionales de sexo y
edad.
Depression, Anxiety and Stress Scale (DASS-21). La Depression Anxiety Stress Scale 21 (DASS21) es la forma corta (42 items) de Lovibond y Lovibond (1995) para la valoración
autoinformada sobre depresión, ansiedad, y estrés. Está formada por un tres sub-escalas -tipo
Likert-, con cuatro puntos autorespondidos. Cada sub-escala se compone de siete ítems
destinados a evaluar los estados emocionales de depresión, ansiedad y estrés. Se pide a la
persona que indique cuanto de cada enunciado se puede aplicar a ella durante la última semana.
Existen cuatro posibilidades de respuesta en función de la gravedad o frecuencia, organizadas en
una escala de cero a tres puntos. El resultado se obtiene mediante el sumatorio de las respuestas
a los ítems que componen cada una de las tres sub-escalas. (Apóstolo, Mendes & Azeredo, 2006)
Esta prueba posee validez convergente y discriminante adecuadas para muestras extraídas de
población normal (Crawford & Henry, 2003; Lovibond & Lovibond, 1995). La fiabilidad,
evaluada a través del alfa de Cronbach, también ha mostrado ser aceptable para las tres escalas y
ambas muestras. (Antony et al., 1998; Brown et al., 1997; Crawford & Henry, 2003; Lovibond &
Lovibond, 1995)
Short-Form Health Survey (SF-36). El cuestionario de salud SF-36 (Ware & Sherbourne, 1992),
es una escala genérica que proporciona un perfil del estado de salud aplicable tanto a los
pacientes como a la población general. Está compuesto por 36 ítems que valoran estados
positivos y negativos de la salud. Se compone de ocho escalas (Función física, Rol físico, Dolor
corporal, Salud general, Vitalidad, Función social, Rol emocional y Salud mental) que presentan
los conceptos de salud empleados con más frecuencia en los principales cuestionarios de salud,
así como los aspectos más relacionados con la enfermedad y su tratamiento. (Ware, 2000)
Para evaluar la fiabilidad de la versión portuguesa del SF-36, Ribeiro (1999) utilizó el método
test/retest con su coeficiente alfa. Los valores de fiabilidad encontrados para las sub-escalas
exceden los padrones aceptables utilizados. Para cada sub-escala, estos coeficientes igualan o
exceden el valor 0,80, con excepción de la sub-escala "función social".
Alonso, Prieto, y Antó (1995) han adaptado y traducido la versión española del SF-36 bajo el
nombre de Cuestionario de Salud SF-36 y han establecido los valores poblacionales de
referencia por sexo e intervalos de edad. El alfa de Cronbach en la versión española ha sido
superior a 0,7 en todas las dimensiones salvo en la Función Social (0,45).
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2.3. Procedimiento
En primer lugar se procedió a contactar vía teléfono y correo electrónico con los responsables
directos de los centros donde acudían los pacientes y sus cuidadores Más adelante, se envió por
correo una solicitud formal donde se informaba de las características del estudio. Después de
confirmar el interés del Centro Médico de Rehabilitación del Sur (CMRSUL), y con
posterioridad a las autorizaciones por el consejo de ética interno se estableció una reunión con
los responsables para organizar la recogida de información, paso de los cuestionarios, horarios,
contacto con los familiares cuidadores y los pacientes, etc...
Se efectuó un primer contacto con los cuidadores informales a través del psicólogo del centro
durante el cual, eran entrevistados cada uno según llegaban al Centro con su familiar.
Los cuidadores fueron seleccionados en función del tipo de lesión neurológica sobrevenida que
presentaba su familiar (TCE, AVC u otra) y por ser el familiar que más tiempo está en contacto
con el paciente. La evaluación fue realizada de manera individual y por fases. Los participantes
fueron informados del tema y objetivos del estudio, explicándoles que su participación era
voluntaria y anónima, garantizando así la confidencialidad de los resultados.
Confirmada la disponibilidad de cada cuidador para participar en el estudio, se procedió a la
autorización formal a través del consentimiento firmado. Obtenida esta declaración de
consentimiento, y una vez finalizada la explicación inicial, se inició la aplicación de los
cuestionarios. Se comenzó con el cuestionario personal, después se aplicó el DASS-21, y por
último el SF-36.
Los datos recogidos se procesaron y analizaron con el programa PASW Statistic (Predictive
Analytics SoftWare), en su versión 18 para el sistema operativo Microsoft Windows.
3. Resultados
En la tabla 1 se pueden observar los valores de las puntuaciones en todos los dominios del SF-36
para el grupo 2 en relación al grupo cuidador. A pesar de la diferencia entre ambos grupos, etas
no son discrepantes. Se puede observar que las variables vitalidad y salud mental son las que
presentan una mayor diferencia entre los grupos 2 y cuidador. Al verificarse que las medias de
las puntuaciones son diferentes para todas las variables, (inferior a 0,05), no se acepta la
hipótesis nula y se concluye que cada grupo conduce a un dominio diferente de los restantes.
Tabla 1
Valor medio y desviación estándar de las puntuaciones de los dominios del SF-36 obtenidos
para el grupo cuidador informal (grupo 1) y para el grupo 2.
Cuidador informal
Grupo control
n=14
n=14
48,75±7,79
40,60±6,04
p
2
57
p<0,05*
20.78**
53,72±3,12
p<0,05*
20,56**
Variable
Función física
Rol físico
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Dolor corporal
Salud general
Vitalidad
Función social
Rol emocional
Salud Mental
44,77±10,55
60,19±3,14
p<0,05*
11,89**
47,46±6,68
59,67±2,86
p<0,05*
19,60**
45,18±8,57
67,04±1,80
p<0,05*
22,09**
38,14±10,63
56,80
p<0,05*
23,34**
37,28±7,93
54,51±1,94
p<0,05*
21,36**
40,73±12,51
60,07±3,63
p<0,05*
18,98**
Note. n=28. gl=1. *Kruskal-Wallis, **Qui-Cuadrado
Como se evidencia en la figura 1, para el grupo 2 existe una consistencia media (58) entre las
puntuaciones medias en los ocho dominios, imagen reflejada en el grupo cuidador que a pesar
de obtener valores por debajo de la media (50-100) no están, en su cómputo general, tan
discrepantes (42). Los dominios donde se verifico una mayor diferencia media entre cuidador
y grupo 2, fueron vitalidad (22), salud mental (19), función social (19), y rol emocional
(17).
Figura 1. Evaluación de la calidad de vida (SF-36)
En la tabla 2 se presentan los valores de las puntuaciones de las sub-escalas del DASS-21 para el
grupo cuidador en relación al grupo 2. La diferencia entre ambos grupos dentro de la hipótesis
global del DASS-21 es particularmente discrepante, podremos incluso realzar la sub-escala
estrés como aquella que mayor diferencia entre el grupo 2 y el grupo de cuidadores presentó.
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Tabla 2
Valor medio y desviación estándar para las puntuaciones de los dominios del DASS-21 obtenidos
para el grupo cuidador informal (grupo 1) y para el grupo 2
Cuidador informal
Grupo control
Variable
Depresión
Ansiedad
Stress
p
2
n=14
n=14
4,21±4,03
0,29±0,47
p<0,05*
15,76**
3,14±2,80
0,21±0,43
p<0,05*
13,90**
8,07±2,84
1,29±1,12
p<0,05*
20,31**
Note. N=28. Gl=1. *Kruskal-Wallis, **Qui-Cuadrado
Evidenciando la figura 2 se puede verificar la disposición algo particular entre los dos grupos, a
pesar de la substancial diferencia de puntuaciones, se puede asociar la capacidad de respuesta
semejante reflejadas en las líneas. Para ambos grupos, la sub escala que reúne un mayor
puntuación es la de estrés, indicándonos que la alteración en este estado es semejante en ambos
grupos, y que sus causas pueden ser independientes del contacto y la vivencia diaria con el
paciente con daño cerebral adquirido.
Figura 2. Evaluación de las sub-escalas DASS-21
En la tabla 3 se presenta el análisis de las correlaciones en las variables principales. Están
incluidas en el eje vertical las variables dominios del SF-36; en el eje horizontal las variables de
las sub-escalas del DASS-21, tipo de lesión, tiempo de contacto con el familiar y grado de
parentesco. Así, es importante mencionar que los factores depresión, ansiedad, y estrés se
correlacionan con los dominios del SF-36. Por otra parte es posible afirmar que mientras el
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grado de parentesco aumenta, también aumenta la salud mental y la función social, siendo de
esta forma indicador de una mayor predisposición a contener competencias sociales y mayor
aporte mental. Ninguna variable dominio del SF-36 se mostró asociada con la variable tipo de
lesión, ni con la variable tiempo medio de contacto con el paciente.
4. Discusiones y conclusiones
La experiencia de cuidar de alguien, en casa, afectado de daño cerebral sobrevenido se ha vuelto
cada vez más frecuente y usual en el ámbito familiar. La satisfacción con la Salud es una
preocupación necesaria para el individuo. Actualmente existe una gran preocupación con/por el
cuidado de pacientes con secuelas neurológicas y limitaciones físicas derivadas del daño cerebral
sobrevenido.
A partir de los datos obtenidos del estudio es posible observar que cuidadores y controles se
presentan en la misma franja de edad, a pesar de que la composición por sexos es diferente, con
mayor participación femenina en el grupo cuidador e iguales en grupo control. Esta situación en
parte es comprensible porque muchas veces el papel del cuidador es delegado a la mujer, siendo
esta la esposa y/o la madre el familiar cuidador más próximo, lo que se corrobora en otros
estudios que destacan su papel como cuidadora en nuestra cultura. (Martins, Ribeiro & Garrett,
2003)
Observamos que a pesar de que la media de edad del grupo cuidador (grupo 1) era más baja
(más jóvenes), hubo tendencia general de reducir su calidad de vida en comparación con el
grupo control (grupo 2). Esto pudiera llevarnos a pensar que hubo una sobrecarga psíquica y
mental en ese grupo. Bocchi (2005) indica que la sobrecarga física está relacionada a los
pacientes más dependientes, principalmente en lo que se refiere al transporte y a las actividades
de la vida diarias. Anderson, Laubscher y Burns, (1996), también sugieren que hay una
reducción de la calidad de vida de cuidadores relativa a la esfera mental. Nuestros datos
demuestran que el cuidador informal presenta una sobrecarga mayor en la calidad de vida en
relación al grupo control que no tiene el compromiso de estar con un individuo que necesita
apoyo y ayuda diaria, verificándose por las puntuaciones estadísticamente significativas en
todos los dominios del SF-36. Eso puede ser explicado, en parte, por la falta de preparación
técnico de los cuidadores que acarrea sobrecargas personales y alteraciones en el modo de vivir,
porque no consiguen administrar bien su auto-cuidado en la medida que cuidan del otro
(Bocchi, 2005).
Es posible, entonces, concluir que todos los dominios del SF-36 en este estudio estaban
alterados en comparación con el grupo control (grupo2). Se puede enfatizar con relación al
dominio vitalidad, con puntuación diferencial mayores, que indica una pérdida de energía
gradual y un cansancio acumulado con el paso del tiempo que depende del grado de
discapacidad del familiar.
Con relación al dominio salud mental, al igual que el anterior, se pudo verificar una reducción
en la media de las puntuaciones de los cuidadores. Estos resultados referentes al grupo cuidador
(grupo 1) se asemejan a la población general del estudio realizado por Lyons, Fielderl y
Littlepage (1995). Por otra parte, las puntuaciones encontradas por Bugge, Hagen y Alexander
(2001), así como las informadas por Anderson et al. (1996) para cuidadores de pacientes con
AVC mostraron valores más altos que los encontrados en este estudio, indicando la posibilidad
de mejor asistencia en ese aspecto. En otro trabajo realizado por Morimoto, Schereiner y Asano
(2003) se encontraron puntuaciones para el dominio salud mental más reducidas entre
cuidadores de forma semejante a las encontradas en el nuestro.
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Andrade y Rodrigues (1999) observaron que el cuidador es privado de sus actividades de ocio
acarreando déficits respecto a la convivencia social, así como disminución de la renta familiar.
En nuestro estudio, aun que no hay puntuaciones muy diferentes entre los grupos, se puede
verificar en el grupo cuidador (grupo1) un impacto negativo en los dominios función social y rol
emocional. La salud emocional puede estar directamente relacionada con el aspecto social.
Analizando los resultados comparativos en relación a las sub-escalas pertenecientes el DASS-21,
es importante realzar la diferencia de puntuaciones medias del factor estrés en relación al factor
depresión y al factor ansiedad en ambos grupos, existiendo una diferencia estadísticamente
significativa.
El factor estrés parece tener influencia en ambos grupos. Según estudios publicados por Brown
et al. (1997) los resultados actuales indican que la sub-escala estrés se asocia fuertemente con
los afectos negativos y de angustia, un dominio que puede coincidir significativamente con las
características comunes de ansiedad y depresión.
Es importante señalar que no se ha encontrado información referente a una puntuación entre
los factores DASS-21 tan discrepante como en nuestro estudio. Así que, pueden estar
subyacentes a este factor situaciones de la vida cotidiana de cada persona que sirvan para
favorecer el estrés, por ejemplo, la situación económica y laboral personal, la dificultad para
conciliar la vida laboral y el cuidado al familiar, etc...
Las correlaciones entre las sub-escalas DASS-21 y de los dominios del SF-36, muestran que
cuanto mayor son los resultados en los factores depresión, ansiedad y estrés, consecuentemente,
peor serán las puntuaciones en los dominios del SF-36, comparando ambos grupos. Estas
correlaciones fueron evidentes en la totalidad de los instrumentos aplicados. Cuando
correlacionamos el grado de parentesco y las respuestas de dominios SF-36 se concluye que
factores como salud mental y función social tienden a correlacionarse de manera positiva y
significativa, así podremos decir que personas más jóvenes tienden un factor socio-mental más
sólido que personas de más edad.
Los informes recientes publicados indican que cuidar/cuidado domiciliario es más que una
tendencia actual, es una realidad. El cuidador informal es, y continuará siendo un miembro de la
familia, en la mayoría de los casos, en situaciones que engloban condiciones crónicas, de
dependencia a corto, medio y largo plazo, con uso o no de aparataje tecnológico. Comprender
parte del proceso de cuidar al paciente con condición neurológica sobrevenida en el domicilio
posibilita identificar algunas de las carencias y limitaciones para las cuales los especialistas
pueden dirigir su atención, eligiendo prioridades y concentrando su trabajo.
Este trabajo alerta sobre la necesidad de programas efectivos de prevención a través de equipos
multidisciplinares, servicios de apoyo y orientación para posibles mejorías en la calidad de vida
y salud de los cuidadores.
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Cite este artículo de la siguiente forma (estilo de Vancouver):
Gabriel PJ, Barroso JM. Depresión, ansiedad y estrés. Evaluación de la calidad de vida en
cuidadores de pacientes con daño cerebral adquirido. Av Neurol [Internet]. 2011 [citado 19 Ago
2011];2:6. Disponible en: http://hdl.handle.net/10401/4241
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