http://hdl.handle.net/10401/6634
Avances en Salud Mental Relacional
Advances in Relational Mental Health
ISSN 1579-3516 - Vol. 13 - Núm. 1 Julio 2014
Órgano Oficial de expresión de la Fundación OMIE
Revista Internacional On-Line / An International On-Line Journal
EL GRUPO DE PSICOANÁLISIS MULTIFAMILIAR
"CONTEXTUALIZANDO LA EXPERIENCIA"
Norberto Mascaró Masri (Médico Psiquiatra, Psicoanalista. Director Médico de Extrahospitalario de
Avances Médicos SA. Bilbao).
npmascaro@yahoo.es
"Los guardianes del psicoanálisis no comprendieron que el
mayor peligro no eran las ideas erróneas, sino las sostenidas
rígidamente."
S. Mitchell (1977)
"El GPMF que yo propongo es un laboratorio social en el que
se puede trabajar los conflictos individuales, familiares y
sociales. En él, al desarmar las interdependencias
enloquecedoras, damos a los pacientes la oportunidad de
des-alienarse."
J. García Badaracco (2009)
RESUMEN
La práctica del Grupo de Psicoanálisis Multifamiliar (GPMF) permite profundizar el conocimiento del
psiquismo en relación a su entorno. También nos proporciona las condiciones necesarias para promover
la acción terapéutica. La dialéctica entre la teoría y la práctica es indispensable para ahondar en este
nuevo paradigma llamado Psicoanálisis Multifamiliar. La creación del Laboratorio Italiano de
Psicoanálisis Multifamiliar persigue este propósito. Esta investigación aplicada al GMF requiere una
reflexión permanente de los conductores en la reunión posterior al grupo. Se incluyen las vivencias, la
comprensión de lo ocurrido en cuanto al campo transferencial y las interdependencias producidas.
También evaluamos nuestras intervenciones y los principios teóricos que las sustentan. Esta posición
nos permite profundizar en el conocimiento del acontecer humano.
Palabras clave: Psique. Entorno. Grupo de Psicoanálisis Multifamiliar.
© 2014 CORE Academic, Instituto de Psicoterapia
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"contextualizando la experiencia"
SUMMARY
The practice of Multifamily Group Psychoanalysis (with a group of families present at each session)
allows us to go deeper into the knowledge of the psyche in relation to its environment. It also provides
the necessary conditions in order to promote the therapeutic action. The dialectic between theory and
practice is essential in order to delve further into this new paradigm called Multifamily Psychoanalysis.
The creation of the Italian Multifamily Psychoanalysis Group achieves this goal. The research applied to
Multifamily Group Psychoanalysis requires a permanent reflection on the causes at the meeting after
the group. They include the experiences, understanding what has happened as regards the transference
field and the interdependence produced. We also assess our interventions and the main theories which
support them. This position allows us to look in more detail at the knowledge of the human event.
Keywords: Psyche. Environment. Multifamily Group Psychoanalysis.
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El grupo de psicoanálisis multifamiliar
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Me referí al GPMF como un "campo dinámico interactivo" en donde la interacción mutua es el motor
del cambio psíquico. Señalé la importancia de las intervenciones terapéuticas como actos de palabras y
emociones que inciden sobre dicho campo, favoreciendo o no un clima emocional adecuado para el
desarrollo de la tarea. También mencioné que este recurso natural y complejo permite abordar en un
mismo espacio y tiempo las dimensiones individual, familiar y social de la mente. Esta circunstancia
requiere una lectura que integre en nuestro pensamiento psicoanalítico diferentes orientaciones del
mismo, así como otras disciplinas que estudian lo humano en sus diferentes ámbitos.
Este trabajo es deudor del pensamiento de J. García Badaracco (2000) y de otros autores psicoanalíticos
enrolados en las teorías relacionales. También del intersubjetivismo norteamericano, que introduce la
idea de contexto e intersubjetividad en el campo psicoanalítico, abre una perspectiva nueva en cuanto a
la metapsicología y al tratamiento. Al contextualizar la experiencia terapéutica destaca entre otras
cosas, la "presencia del terapeuta" y la repercusión que dicha presencia tiene sobre el espacio
construido conjuntamente con el paciente. Esta experiencia que corresponde al campo bipersonal
puede enriquecer nuestra perspectiva multipersonal. J. García Badaracco proponía recontextualizar los
aportes de las diferentes escuelas psicoanalíticas a la luz de la experiencia que nos ofrece el GPMF.
Esta corriente de pensamiento propone aplicar al funcionamiento psíquico el sistema de subjetividades:
intra, inter y transubjetivo, que complementado con las diferentes dimensiones de la mente permite
abarcar con mayor amplitud los variados y múltiples fenómenos que se dan en el GPMF. En este
contexto, cada persona aporta su subjetividad, es decir, su historia personal, sus conocimientos,
emociones y valores, creando un espacio intersubjetivo en donde se va a producir una serie de
experiencias vivenciales que contribuirán a favorecer los cambios necesarios para el crecimiento y
redesarrollo de la personalidad. Al incluir a los terapeutas con sus subjetividades se complejiza el
campo de investigación y estudio. La contextualización es una herramienta de las ciencias sociales que
encierra la certeza de que los seres humanos no se pueden estudiar aislados de su entorno. La
metodología de las ciencias naturales, en las cuales se apoyó el psicoanálisis, aislaba al ser humano y lo
estudiaba prescindiendo de su entorno. La investigación basada en la repetición y en la validación no es
aplicable a nuestra práctica. El contexto en el cual está inserto el individuo es particular de cada uno y
de cada momento, puede haber similitudes con otros, pero nunca son idénticos. Cada situación
experiencial es particular e irrepetible. Jerarquizamos el compartir con los pacientes y los colegas dicha
experiencia vivencial, lo que permitirá ahondar en los procesos psíquicos en relación al contexto en que
se producen, abriendo una puerta a una nueva forma de investigación basada en el intercambio
constante entre los miembros de la experiencia. Hablaré posteriormente sobre este tema.
Hoy nadie duda de que el diálogo (conversación) psicoanalítico producido, tanto en el ámbito bipersonal
como en el espacio multipersonal (GPMF), produce una acción continuada de influencia mutua. El
intercambio se establece a través del lenguaje verbal y no verbal, creando un espacio intersubjetivo
particular. Al hablar de una relación de persona a persona, nos preguntamos cómo introducimos la
persona del terapeuta. Decíamos que el terapeuta participa con su subjetividad, aceptar esta situación
no nos impide mantener una cierta asimetría con el paciente en cuanto a que éste es el que necesita
ayuda, pero queremos significar que lo que ocurre en la relación ya no responde exclusivamente a la
transferencia del paciente, sino que también responde a una organización particular de la personalidad
del terapeuta. L. Aron (1996) destaca que la asimetría es necesaria para que se mantenga la
operatividad. El terapeuta está para ayudar e investigar y el paciente para aliviar su sufrimiento
emocional. Uno sirve de guía y el otro busca organizar su experiencia de una forma más saludable. J.
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Coderch (2010) siguiendo el tema, señala que la asimetría está marcada por una actitud especial del
terapeuta con los semejantes.
Nuestra hipótesis de trabajo es plantear la tarea terapéutica desde el propio campo intersubjetivo. H.
Galdamer (1975) refiriéndose a esta situación, decía que el psicoanalista debía "padecer la situación
emocional" conjuntamente con el paciente. T.Ogden (2007) habla de la "irreductible subjetividad" del
analista en el encuentro con el paciente y plantea que sus actuaciones requieren una posterior reflexión
compartida con el analizado. La "segunda mirada" que proponían M. y W. Baranger, ya no se realiza en
la soledad del consultorio o con un supervisor, se realiza con el propio paciente en el encuentro
terapéutico.
Anteriormente, N. Mascaró (2011), describí la interacción mutua del encuentro de las transferencias
del paciente y del terapeuta. Desde esta visión, el concepto de contratransferencia quedaba reducido
para explicar todo lo que ocurre en el campo intersubjetivo. D. Orange (2012) prefiere hablar de cotransferencia para referirse a esta situación. M. E. Mitre (2003) propone estudiar este binomio desde la
idea de interdependencia. Es indudable que el tratamiento es para el paciente, pero no puede obviarse
que para la comprensión de lo que ocurre en la relación es necesario incluir la historia emocional de
ambos participantes. Esto no implica que el terapeuta deba compartir con el paciente sus problemas,
sino que debe realizar una introspección permanente para comprender su influencia sobre lo que trae el
paciente. De esta manera no sólo se amplía la comprensión de la transferencia, sino que se crea un
campo nuevo de experiencia. J. Coderch (2010) señala que la transferencia no es sólo la repetición del
pasado sino que permite la organización del presente a través de una experiencia nueva. E. Braier
(2009) introduce la noción de "doble direccionalidad": lo que ocurrió en el pasado no solo determina el
presente y el futuro, sino que la experiencia terapéutica puede modificar ese pasado que volviendo a
actualizarse repetidamente se sigue modificando, así se produciría también el cambio psíquico. Desde
nuestra perspectiva estas nuevas experiencias fortalecen el yo al crear nuevos recursos.
1. CONTEXTUALIZANDO LA EXPERIENCIA
Decía anteriormente que la contextulización es una herramienta de las Ciencias Sociales que estudia a
los seres humanos en su entorno. El GPMF representa un contexto social (minisociedad) jerarquizado
para dicha observación. La variedad de fenómenos simultáneos y la interacción entre los mismos, a
veces manifiestas y otras sutiles y silenciosas, hacen que este campo sea muy complejo y de difícil
comprensión en su totalidad. Esta experiencia nos da la oportunidad de integrar en un pensamiento de
matriz psicoanalítica, otros conocimientos que amplían la comprensión del GPMF. J. García Badaracco
(2007) lo expuso en un gráfico sobre "Psicoanálisis Multifamiliar donde articulaba el conocimiento de
múltiples disciplinas. E. Morin (2001) señala que más que yuxtaponer los conocimientos dispersos y
parciales de las ciencias y las humanidades, se trata de enlazar, articular y reflexionar sobre la
complejidad humana, enriqueciéndola con sus contradicciones y sus diferencias, contribuyendo a un
mayor conocimiento de las identidades biológica, psicológica y social.
Contextualizar la experiencia implica entonces, tener en cuenta en que ideas nos apoyamos para
comprender los fenómenos clínicos emergentes y establecer una dialéctica que permita, desde la
experiencia replantear los propios postulados teóricos y los procedimientos prácticos, destacando los
aspectos vivenciales y emocionales que van ligados a toda actividad relacionada con el ser humano.
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En el GPMF todos somos participantes de una experiencia terapéutica cuyo campo psicológico
multifamiliar dibujamos activamente con nuestras transferencias y además lo modificamos con nuestras
acciones. Los coordinadores debemos afrontar la complejidad que nos produce una participación
comprometida emocionalmente, manteniendo la necesaria distancia que nos permita intervenir de la
manera más adecuada. Contribuye a ello asumir una relación igualitaria con los otros, sean pacientes
designados, familiares o terapeutas. A. Eiguer (2009) hablando de una ética vincular, plantea la
necesidad de asumir una actitud de respeto, evitando los juicios de valor; de reconocimiento, aceptando
las diferencias; de responsabilidad, haciéndose cargo del sufrimiento ajeno y de reciprocidad,
permitiendo un intercambio creativo. El conocimiento de que el campo interactivo determinado
también por nuestra forma de participar, nos hace más humildes y cuidadosos, propiciando un clima
emocional de confianza, seguridad y solidaridad. J. García Badaracco nos enseñó que "mejor que aplicar
un conocimiento es escuchar y aprender del paciente", "no querer tener razón", "respetar el tiempo
que cada persona tiene para participar" y "tolerar la incertidumbre de no entender". Esta es la mejor
manera de ayudar a las personas, y a la vez ayudarnos a nosotros mismos en la difícil tarea de servir de
guías para favorecer el cambio psíquico.
En un trabajo de J. García Badaracco, María Elisa Mitre y Alejandro Fonzi (2008), se habla de ciertas
condiciones específicas para coordinar un grupo de estas características y se dan una serie de
recomendaciones generales y prácticas para llevar a cabo la tarea. Se puede observar que la idea de
técnica está devaluada. Aristóteles diferenciaba la técnica de la práctica. Atribuía a la primera un
conocimiento especial aplicado a la producción y a la segunda (phronesis), un conocimiento creativo
que resolvía las dificultades. Esta sabiduría práctica estaba dirigida a lo particular e implicaba hacer en
cada momento lo más adecuado.
El Psicoanálisis tradicional se esforzó en desarrollar una técnica pensando que las variables relevantes
del tratamiento podían ser controladas dentro de un encuadre. Creyendo en esta certidumbre, se pensó
que esta situación se podía extender a todos los tratamientos y que, a su vez se podía universalizar. El
propósito principal era imponer una serie de procedimientos fijos y rígidos (encuadre), con el objeto de
reducir la influencia de la subjetividad del que realiza la tarea, lo que suponía menos errores. Como se
puede apreciar esta concepción está lo más alejada de nuestra actividad terapéutica. S. Ferenczi (1932)
fue uno de los primeros en cuestionar la técnica psicoanalítica cuando los resultados terapéuticos no era
los deseados, planteó la flexibilización de la misma y que muchos fracasos se debían a las condiciones en
que se realizaba el tratamiento y no a la patología del paciente. Indudablemente S. Freud y sus
discípulos no tuvieron en cuenta lo que hoy corresponde a la admisión de una sabiduría práctica y
creativa y a una falibilidad.
Trabajando en el GPMF, esta sabiduría producto de la experiencia está dirigida a lo particular,
reconociendo a cada ser humano en su especificidad, supone una actitud investigadora de
descubrimiento y de deliberación. Se apoya en la conversación y en las preguntas, aceptando la
incertidumbre de no entender. Como decía J. García Badaracco "... escuchando y aprendiendo
podremos ayudar mucho mejor al paciente que creyendo que tenemos que aplicar un conocimiento".
Actitud por excelencia de estar siempre investigando e interesado por el sufrimiento humano.
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2. MODELO DE INVESTIGACIÓN
Crear un modelo de investigación en el marco de la complejidad referida a los problemas psíquicos y
sociales no es tarea fácil. Desde hace muchos años se viene utilizando diferentes métodos de
investigación que no daban cuenta de los fenómenos intersubjetivos. Resulta primordial encontrar
nuevas formas para abordar empíricamente dichos fenómenos. En oposición a los métodos
cuantitativos que se han utilizado en psicología clínica, han surgido evaluaciones cualitativas que tratan
de abarcar los procesos subjetivos e intersubjetivos. Es indudable que la complejidad de los fenómenos
que se producen en el GPMF no pueden percibirse en su totalidad. Surge entonces, la necesidad de
afinar la percepción para captar la mayor parte de los mismos. Significamos el clima emocional, la
dimensión transferencial de las situaciones (transferencias múltiples), la naturaleza de las
interdependencias (normógenas y patógenas) y cómo se complementan los terapeutas en sus
intervenciones. Los agentes que favorecen el cambio son múltiples y sus productos se expresan de
forma variada. Destacamos la imposibilidad de aprehender todos los fenómenos, pero al captar cada
uno de los participantes una parte de la realidad reducimos operativamente la complejidad, que se
restablece con el intercambio entre los mismos. La mayor comprensión nunca alcanza la totalidad de la
experiencia terapéutica.
Existen diferentes maneras de aprehender esa realidad compleja que nos brinda el GPMF. Los
positivistas y neo-positivistas sostiene que la realidad existe "allá afuera" y un observador distante y
objetivo formula leyes libres de tiempo y contexto. El intersubjetivismo destaca y estudia el espacio en
donde se construye el individuo. De esta manera el investigador y el investigado quedan funsionados en
un espacio interactivo. Esta visión intersubjetiva defendida por R. Storolow y G. Atwood (1992)
también la sostiene J. García Badaracco (2009) cuando dice que la mente humana se constituye en un
"campo inconsciente de interdependencias recíprocas" (trama) que tiene un sentido histórico y que la
"presencia de los otros en nosotros" es un fenómeno universal. La situación terapéutica permite
realizar nuevas experiencias que desde nuestra perspectiva enriquecen el yo a través de nuevos
recursos.
Al desechar la noción de neutralidad y objetividad (ilusión defensiva), en el encuentro con el paciente y
asumir intersubjetividad, la investigación en el GPMF requiere un examen permanente de las
subjetividades de los terapeutas y cómo inciden en el campo de trabajo. R. Storolow, B. Brandchaft y G.
Atwood (1987) propusieron la "investigación empático-introspectiva". Este procedimiento pone de
relieve los principios que inconscientemente organizan la experiencia del paciente que se expresa a
través de la transferencia (empatía) y los del terapeuta que con su co-transferencia incide en el campo
intersubjetivo. Esta postura no busca anular o reducir el impacto de la organización psicológica del
terapeuta en la experiencia, sino que reconoce dicho impacto como algo inherente a la naturaleza de la
relación.
Esta investigación aplicada al GPMF requiere una reflexión permanente de los conductores en la reunión
posterior al grupo. Se incluyen las vivencias, la comprensión de lo ocurrido en cuanto al campo
transferencial y las interdependencias producidas. También evaluamos nuestras intervenciones y los
principios teóricos que las sustentan. Esta posición nos permite profundizar en el conocimiento del
acontecer humano.
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Ferenczi, S. (1932). "Sin simpatía no hay curación". El Diario Clínico de 1932. Amorrortu Editores.
Buenos Aires.
Galdamer, H. (1975). Citado en "Trabajando intersubjetivamente" (2012) de D. Orange, G. Atwood y R.
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