Vol. 2, núm. 1 - Marzo 2003
Revista Internacional On-line / An International On-line Journal
El pensamiento evacuatorio como expresión de la insuficiencia yoica.
Artículo póstumo del Dr. Alejandro Gallego Mére
Psiquiatra, Psicoanalista
Psicoanalista brillante e infatigable que, a lo largo de la reciente historia del Psicoanálisis español,
mantuvo una actitud independiente y respetuosa con las distintas tendencias. Animador de varias
experiencias de formación, en los últimos años facilitó la sensibilización en la psicoterapia analítica de
un grupo de profesionales relacionados con el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de
Murcia.
Resumen
El autor resume su concepción del proceso psicoanalítico, basada principalmente en autores de la
escuela inglesa. Revisa también el concepto de FAIRBAIRN de "alteraciones esquizoides" y la visión
que ese autor y MICHAEL BALINT poseen de los mecanismos de internalización y de externalización.
Pasa revista a las concepciones de BION y de ROSENFELD sobre la "evacuación" de una forma
violenta de un estado psíquico penoso que se da con especial intensidad en la patología psíquica
"grave". Para el autor la "contención" del analista en esos casos va mucho más allá de lo establecido
por MELANIE KLEIN, al considerar el objeto "externo" como el punto de partida de un proceso circular
que devuelve las identificaciones proyectivas recibidas en forma de reintroyecciones "reparadoras".
La presencia y la "contención" por parte del objeto "externo" es la vía por la cual el sujeto puede
concebir una esperanza de "bondad" en su mundo "interno", pero a la par, es también la experiencia
a través de la cual el sujeto puede elaborar sus fantasías de omnipotencia y renunciar a sus defensas
narcisísticas, que se tornan innecesarias en la medida en que cesa la amenaza de separación.
Summary
The author summarizes his conception of the psychoanalytical process, which is based mainly on
authors of the English school. Likewise, he revises Fairbairn's concept of "squizoid alterations", and
the way this author and Michael Balint view internalization and externalization mechanisms.
The author then reviews Bion's and Rosenfeld's conceptions of the violent form of "evacuation" of a
distressing mental state, which arises particularly intensely in "severe" psychical pathology. For the
author, in these cases the "contention" of the analyst goes further than what Melanie Klein
established when she considered the "external" object as the starting point of a circular process that
sends back projective identifications received, in the form of "repairing" reintrojections. The presence
and "contention" by the "external" object is the way the subject can conceive the hope of "goodness"
in his "internal" world, but at the same time it is also the experience whereby the subject can work
out his fantasies of omnipotence and give up his narcissistic defenses, which become unnecessary in
such as the threat of separation disappears.
1. EL PROCESO PSICOANALÍTICO
Clásicamente, se ha venido entendiendo el proceso psicoanalítico como el esclarecimiento de las
vivencias "internas" del sujeto y la toma de conciencia de cómo sus experiencias iniciales, infantiles,
condicionan sus comportamientos actuales, haciéndolos inadecuados y anacrónicos. Con este
planteamiento el análisis es concebido como un trabajo de resignificación del mundo "interno",
considerando el "insight", promovido por la interpretación, como el instrumento esencial en el
proceso de cambio.
En las últimas décadas, la concepción del proceso psicoanalítico ha variado sustancialmente,
tendiendo a considerarse que el cambio que en el mismo tiene lugar, depende de "algo más" que del
puro trabajo revelador de la interpretación, y que la relación intersubjetiva que tiene lugar en la
situación analítica, juega un papel fundamental en el curso del proceso. Con independencia de que
sea adecuada, el paciente tiene que aceptar la interpretación y hacerla suya, y no solamente recibirla
como una clarificación venida de fuera.
Como señala BALINT(BALINT M, 1979), "...cuando los analistas informan sobre cómo sus
interpretaciones han desvelado en sus pacientes muy claramente determinadas implicaciones de su
enfermedad, y al comparar los resultados "reales" de las mismas con los que pretendían alcanzar,
ocurre sorprendentemente con frecuencia, que aquéllas fueron claras solamente para el terapeuta
pero no para el paciente, para el que no tenía ningún sentido."
Sea cual fuere ese "algo más" que debe de estar presente en la "cura" para que la interpretación sea
experimentada como propia, fue motivo de estudio y de reflexión en los últimos tiempos. DANIEL N.
STERN, junto a un grupo de analistas de Boston participantes en el "Grupo de Estudio sobre el
Proceso de Cambio en el Tratamiento Analítico", publicó en el International Journal of Psychoanalysis
del año 1999, un artículo bajo el título: "Los mecanismos no interpretativos en la terapia analítica, el
"algo más" que la interpretación", que establecía que en el proceso de la "cura" existen dos tipos de
fenómenos mutativos: la interpretación y los "momentos de encuentro", en los que tratan de
significar momentos especiales de conexión auténtica, de persona a persona con el analista, y a los
que asignan una función básica en el proceso. Estos momentos de "conocimiento implícito
relacional", corresponden a momentos de comunidad de experiencia, de relación empática recíproca,
que permiten al enfermo sentirse acompañado y comprendido, y que en la misma proporción
posibilitan el cese de sus actividades defensivas y hacerse más receptivo a las aclaraciones sobre su
mundo "interno". Son momentos de coincidencia de experiencia, de hermandad, de vivencia común
que hacen sentirse al paciente "persona" y no "cosa" para un "otro", y desde esa vivencia, reflejarse
en él como tal. Como señala BROMBERG (BROMBERG P. 1994) "...cualquier análisis exitoso es un
proceso dialéctico entre ver y ser visto, más que el simple proceso de ser visto "por dentro".
En las fases iniciales del desarrollo, en las que no existe aún una representación válida del "sí
mismo" como objeto separado y diferenciado, el Yo del sujeto se constituye en cuanto polo de la
relación desde su asunción como objeto del "otro", y desde su reconocimiento "en" ese "otro" puede
constituir su propia representación de sí. Uno "es" en la mente del "otro", y a través de la imagen de
ese "otro" nos transmite. Como señala ABADI (ABADI M, 1984), "...la noción de un Yo como algo
singular e intransferible, se constituye a partir de un malentendido radical, entre ser objeto para un
"otro" y ser sujeto en busca de un "otro". Para "ser", es necesaria una confrontación venida de
fuera, alienarse sintiéndose obligado a "ser", necesidad de ser el objeto que ese "otro" demanda
para su estabilidad. De hecho, va a ser la necesidad del "otro" y la inducción que hace sobre el
sujeto y la representación que le transmite, lo que va a crear el carácter "normal" o "patológico" de
la experiencia de relación, y consecuentemente, la imagen que el sujeto se va a hacer de "sí
mismo".
Este proceso de "mixtificación" o de alineación en un "otro", por utilizar el término de FROMM
(FROMM E, 1959), presupone una no relación a nivel vivencial. El sujeto se vive como un objetocosa al servicio de las necesidades "patológicas" del "otro", y por tanto, sin una sensación de
reconocimiento y de aceptación en "sí mismo". "Es" y "existe" en la medida en que se identifica con
las inducciones que ha recibido, pero sin una específica noción de "ser" en sí.
FRITZ RIEMANN señala que para el mundo de los sentimientos se constituya a partir del primitivo
mundo sensorial y se establezca la dependencia oral, se necesita la identificación con la figura
maternizante y sentir ese objeto "dentro" de sí, como garante y organizador de tales vivencias y
como figura de contención que le puede sosegar. La capacidad de "rêverie" de dicha figura, va a
venir condicionada por su propia posibilidad de conexión empática y de identificación con los temores
y angustias del paciente, sin perturbarse a su vez. Si la figura maternizante no tiene esta
disponibilidad, reaccionará con ese distanciamiento al que hace referencia BION o magnificando
incluso las vivencias caóticas y amenazantes al proyectar las propias. Sería el "pánico sin nombre",
como expresión del máximo fracaso en la capacidad de "rêverie".
FRTZ RIEMANN establece "...que todo lo emocional, la vivencia sentimental y más aún, todos los
lazos y vínculos, requieren para afirmarse de un compañero, de tiempo y de continuidad. El niño
necesita duración, estabilidad y retorno puntual del ser al que se liga emocionalmente para organizar
la dependencia oral,..." pero antes de ligarse de este modo, vive en un mundo en el que no dominan
los sentimientos sino las impresiones sensoriales", un mundo "esquizoide", conforme al cual el sujeto
no puede establecer la dependencia del objeto y reconocer su necesidad del mismo. No puede
confiar.
En su estudio sobre la "falta básica", como expresión de una elaboración deficitaria del "amor
primario", BALINT ha descrito dos modalidades de experiencia, básicamente opuestas e íntimamente
relacionadas con nuestro tema: la estructura "ocnofílica" y la estructura "filobática". En el mundo
"ocnofílico", la catexia primaria parece adherirse a los objetos emergentes, aunque con un alto nivel
de angustia por la amenaza de pérdida, en tanto que los espacios que hay entre los mismos se
experimentan como amenazadores.. Existe una relación significativa con el objeto, pero que es
"internalizado" como forma de control por el temor a la pérdida. En el mundo "filobático" los
espacios sin objetos son los que sirven de depositarios de las catexias originales, y son vivenciados
como seguros y fiables, mientras que los objetos se experimentan como peligrosos y temibles, a no
ser que sean "cosificados".
Si consideramos los planteamientos de RIEMANN sobre la transición entre el mundo sensorial y la
dependencia oral, podemos pensar que el mundo "filobático" descrito por BALINT corresponde a la
no evolución, o a una evolución deficiente de dicho mundo sensorial, persistiendo tal tipo de
impresiones como vivencias predominantes del sujeto, y del mismo modo, la experiencia "ocnofílica"
la entenderíamos como los primeros tanteos para con un objeto vivo y significativo emocionalmente,
pero establecido con tanto temor a la pérdida, que tiende a internalizarlo. La experiencia
"esquizoide" sería el puente de unión entre estos dos mundos vivenciales.
2. ALTERACIONES ESQUIZOIDES
FAIRBAIRN (FAIRBAIRN WRD, 1972), en su concepto de la "patología" psíquica, establece que las
"alteraciones esquizoides" de la personalidad son la raíz básica de todo desarrollo humano. A partir
de las mismas, y en la medida en que se produce una evolución satisfactoria, el sujeto va a
establecer una relación significativa de reconocimiento y dependencia del objeto "externo" como tal,
va a pasar de lo que FAIRBAIRN llama la "dependencia oral temprana" a la "dependencia adulta", y
va a ser capaz de elaborar una relación "anaclítica" de objeto a partir de la relación narcisística de
base.
Es importante plantearse cual es el proceso de elaboración de las "condiciones esquizoides" de la
personalidad, y cuales son las condiciones que pueden hacer tomar a las mismas una evolución
negativa, más bien habría que decir, una no evolución, impidiendo la organización de la dependencia
oral. La no evolución de las "condiciones esquizoides" de la personalidad o la regresión / reactivación
de las mismas, da lugar a que permanezcan bajo cualquier tipo de "patología" psíquica o
psicosomática, con la consiguiente repercusión en la dinámica de las mismas. Como ya señalamos
en otro lugar - MERÉ (MERÉ G, 1994) -, la no evolución de las "alteraciones esquizoides" de la
personalidad se configura conforme a las siguientes premisas y estructuraciones defensivas:
El sujeto no es reconocido por la imagen maternizante conforme a sus necesidades originales, sino
"usado" para compensar su estructura narcisista a través de las consiguientes inducciones. Es
"cosificado".
Experiencias de "defecto" por la privación de la significación propia de sus representaciones, con la
consiguiente incapacidad de construirse como sujeto.
Miedo a ser separado y aislado, ignorado, como consecuencia de la vivencia desvalorizada de sí,
movilizándose la correspondiente angustia de separación, con el reforzamiento de la experiencia de
"desvalimiento".
"Internalización de la relación", como forma de defensa frente a la angustia de separación, con la
consiguiente reactivación de las formas primarias de identificación.
Renegación del objeto externo como tal, y vivencia del mismo como parte de sí.
Bloqueo de la evolución de las "alteraciones esquizoides" de la personalidad, con la consiguiente
sobrevaloración del mundo "interno", vivencias de omnipotencia, disposición al aislamiento y al
despego.
Cuando se produce una persistencia de las "alteraciones esquizoides" de la personalidad, el paciente,
abrumado por la angustia de separación, tiende a "internalizar" sus relaciones de objeto, dificultando
la evolución de las mismas. Las transferencias narcisísticas descritas por KOHUT (KOHUT H, 1977),
son la expresión de la necesidad del paciente de lograr una vivencia de unidad con el terapeuta, y de
posesión del mismo, de modo que le permita organizar una moción de identidad, aunque sea
"patológica" e inducida.
Quizás se puede pensar que en las condiciones de evolución de las "tendencias esquizoides" de la
personalidad, hacemos demasiado énfasis en el temor a la pérdida. En efecto, estamos plenamente
de acuerdo con RESNIK (RESNIK S, 1988), cuando recogiendo trabajos de GRIESINGER, señala que
la experiencia depresiva es el punto de partida de toda enfermedad mental. Tal experiencia, es
considerada por GRIESINGER como el origen de la "depresión básica", a la cual el autor la
denomina: "psicosis única", considerándola como un duelo no elaborado, al carecer el sujeto del
medio de "contención adecuado". También RACAMIER, en una de sus últimas obras: "La génesis de
los orígenes, psicoanálisis y psicosis", plantea que el duelo es el origen del aparato psíquico y que la
"patología grave" deriva de una cierta forma de duelo consecuente con la perversión narcisística.
Llegados a este punto, tenemos que reflexionar en qué medida el sujeto va a poder hacer el proceso
de separación y de reconocimiento de los límites con un "otro", si ello le conlleva tal angustia de
"indefensión". Podemos considerar la identificación primaria como un primer vínculo del sujeto con
sus semejantes, y como el punto de partida de su propia noción de "ser". Pero a partir de ahí, la
experiencia de "intersubjetividad" tiene que tomar cuerpo para que se constituya la propia identidad,
apareciendo primero en el "otro" y revelándose al mismo tiempo como la propia existencia. Como
señala GARCÍA BADARACCO(10), "...el sujeto se descubre identificándose y más tarde se
reencuentra a través de esas mismas identificaciones", pero la cuestión en juego es: en qué medida
tal diferenciación es posible, si las identificaciones primarias están excesivamente presentes como
medio de mantener una vivencia de unidad.
3. INTERNALIZACIONES Y EXTERNALIZACIONES
Es necesario plantearse cómo se manifiesta en la clínica la permanencia en este nivel de
"internalización", que bloquea el reconocimiento del objeto "externo" como tal, y su necesidad del
mismo. FAIRBAIRN ha descrito como rasgos específicos de la persistencia de las "alteraciones
esquizoides" de la personalidad: una actitud de omnipotencia, una disposición al aislamiento y el
despego, y una preocupación preferente hacia la realidad "interna", con la consiguiente devaluación
del mundo "externo". Si tratamos de entender la función dinámica de estos específicos mecanismos
de defensa, diremos que la actitud de omnipotencia corresponde al manejo sistemático por parte del
sujeto de defensas narcisísticas (devaluación sistemática del mundo "exterior", fantasías de posesión
incondicional, renegación, actitudes hipomaníacas con negación de los propios límites y fantasías de
poder, a todos los niveles). La disposición al aislamiento y al despego corresponde a la evitación de
todo estímulo "externo", en la medida en que se puede movilizar su propia vivencia de necesidad y
la tentación de la dependencia del mismo. El pensamiento "evacuatorio", sobre el que deseamos
reflexionar, es el instrumento básico para mantener dicha actitud defensiva. El reconocimiento de la
carencia va a cuestionar al sujeto toda su actitud de omnipotencia. La actitud de preocupación
preferente hacia el mundo "interno" es la consecuencia lógica del intento de mantener la señalada
postura narcisística.
Utilizando términos de MICHAEL BALINT, el sujeto se defiende de todo proceso de estimulación
perceptiva y de movilización, mediante las defensas de "externalización", que le permiten renegar de
su propia "necesidad". Podemos agrupar las defensas de "externalización" descritas por BALINT, en
tres grupos. En primer lugar, las defensas orientadas a "externalizar" toda vivencia que cuestione
lasa propias fantasías de omnipotencia del sujeto. La proyección y la identificación proyectiva sobre
la base de una escisión previa, serían los mecanismos preferentes. El segundo grupo de defensas es
el "extrañamiento" de las reacciones emocionales promovidas por los estímulos "externos",
experimentándolas como cuerpos extraños u "orbitales", conforme a la concepción de WISDON, para
mantener su núcleo central ajeno a los mismos, pero con la consiguiente sintomatología clínica:
pérdida de la noción de lo "familiar", extrañamiento del mundo "externo" e "interno", experiencias de
despersonalización, bloqueo afectivo y vivencias de confusión y de embotamiento sensitivo y por
último, el uso de personalidades "inauténticas", mediante las cuales el sujeto recibe los estímulos
"externos" mediante partes no significativas de "sí mismo". El concepto de "pensamiento
evacuatorio" viene a ser la expresión global de estos mecanismos de "externalización" y el
"extrañamiento en el "sí mismo" o en el mundo "externo" de las vivencias de "necesidad" y de
carencia. Evidentemente, viene a representar la incapacidad yoica de tolerar las experiencias de
separación que supone el reconocimiento de algo significativo, no propio. La vinculación del sujeto se
produce entonces con un objeto "cosificado", desinvestido de sus partes positivas que son negadas,
y que el espacio en el cual se depositan, se "evacuan" los aspectos dañados y destruidos del sujeto.
Los fenómenos de escisión y de "externalización" son los instrumentos mediante los cuales el sujeto
ignora las partes de sí que le resultan conflictivas y consecuentemente, hace ajenas las partes de su
Self representativas de las mismas. Como señala BROMBERG, "...el analista tiene que negociar
constantemente con una multiplicidad de representaciones del Self, con diferentes voces, aunque la
voz doliente sea la más importante". No es necesario enfatizar el papel que juega la envidia en esta
forma de relación, que posibilita al sujeto la negación de sus carencias.
Por otra parte, el objeto "externo" o determinadas partes de "sí", se hacen necesarias como
instrumento para la organización de la relación perversa a la que hacemos referencia y que permite
la estabilidad de las defensas narcisísticas del sujeto. En tales condiciones, no podemos hablar de
una postura de aislamiento y de despego, de autismo, tomando el término en un sentido amplio,
puesto que el "otro externo" o las correspondientes partes de "sí" no están ausentes, sino
controladas y manejadas conforme a la forma perversa de relación, y en este sentido, necesitadas
4. EL PENSAMIENTO EVACUATORIO
Es importante diferenciar el concepto freudiano de proyección de la identificación proyectiva. En el
primer caso se trata de una "externalización" de ideas, impulsos, afectos y actitudes, mientras que
en la identificación proyectiva se "externalizan" partes concretas del Yo y de los objetos "internos"
con sus correspondientes contenidos emocionales y ansiedades. En la identificación proyectiva existe
una mutilación y un empobrecimiento de la propia estructura yoica, y la organización de una relación
complementaria con el objeto sobre el que han sido depositados tales aspectos. El pensamiento
"evacuatorio" se constituye con preferencia sobre estos mecanismos, por lo que adquiere una
fisonomía singular y específica, pudiéndose a la par conservar relaciones de otro orden con otras
representaciones objetales. Como venimos señalando, las identificaciones proyectivas pueden ser
intrapsíquicas, dirigidas a objetos "internos", y en las que el vínculo se establece entre el núcleo
central del Self y una internalización orbital. En concreto, las defensas maníacas se organizan
básicamente a través de la identificación proyectiva del núcleo del Yo con objetos orbitales
idealizados y omnipotentes, para desde el interior de los mismos y revestido de sus cualidades,
tratar de forma denigrante a los objetos "externos" o a otras partes del "sí mismo". Tanto BION
como ROSENFELD (ROSENFELD H, 1988) diferencian una forma "normal" de identificación proyectiva
de la identificación "patológica". En la forma normal se introduce en el objeto un estado psíquico
como medio de comunicarse con él acerca de un estado psíquico doloroso. En la forma "patológica"
esto se produce por la "evacuación" de una forma violenta de un estado psíquico penoso para
obtener una fantasía de alivio y control intimidatorio del objeto. La diferencia entre ambos tipos de
identificación viene dada por la violencia del mecanismo y la incapacidad yoica de "contener" sus
propias vivencias.
El pensamiento "evacuatorio", que se da con especial intensidad en la patología psíquica "grave",
con la siguiente perturbación de la noción de identidad del sujeto, aparece también en formas más
discriminadas de relación, originando una vivencia "cosificada" del "sí mismo" y del objeto que
perturba en alto grado la capacidad de empatía en general y en la propia situación analítica, y en
consecuencia, el logro de los necesarios "puntos de encuentro" para el proceso de cambio en la
"cura". Crea, no solamente un falseamiento de la propia imagen y de los objetos significativos, sino
una deshumanización y una dificultad de "encuentro" entre los mismos.
En esta situación de renegación del objeto "externo" y de utilización del mismo como puro soporte
de las necesidades "evacuatorias", es pertinente plantearse cual puede ser la naturaleza de la acción
terapéutica, y cuales sus posibilidades. Entendemos que existen dos procesos que deben ser tenidos
en cuenta y que se desarrollan paralelamente. Por una parte, la conceptualización y la nominación
de las identificaciones proyectivas, más allá de la significación mágica que se les asigna y su
discriminación en cuanto a la pertenencia, y por la otra, el reaseguramiento del sujeto mediante la
"contención" y la presencia del analista, que no se destruye por efecto de esas mismas
identificaciones, aportando una confirmación del carácter ficticio ligado a las mismas. La capacidad
de "rêverie", ahora del analista, y la forma nueva de relación que posibilita, será la base a través de
la cual el proceso de cambio se hace posible. Con paciencia y teniendo siempre presente que esta
forma "cosificada y "patológica" de relación, es en ese momento la única posible para el paciente.
Crear y mantener una relación significativa, especialmente con enfermos en regresión, es una tarea
más importante que la de dar interpretaciones correctas.
Debemos destacar el hecho de que cuando hablamos de la necesidad de una actitud interpretativa
de las identificaciones proyectivas del enfermo, hacemos referencia a "señalamientos", a una función
de nominación y de conceptualización de las vivencias, a "interpretaciones afirmativas", no a un
trabajo de devolución de sus contenidos que supondría una definición de límites y por lo mismo
movilizaría la angustia de separación. No podemos olvidar en todo momento, que es este temor lo
que mantiene al sujeto en las "alteraciones esquizoides" de la personalidad. La permanente negación
del analista y la consiguiente agresión que supone la propia actitud "evacuatoria", sin contacto
humano y sin posibilidades de relación empática, es lo que hace tan difícil la preservación de la
relación contratransferencial en estos momentos, salvo que el terapeuta esté muy lúcido respecto a
lo que está ocurriendo y porqué.
En nuestro criterio, la significación de la "contención" va mucho más allá de lo establecido por
MELANIE KLEIN, al considerar el objeto "externo" como el punto de partida de un proceso circular
que devuelve las identificaciones proyectivas recibidas en forma de reintroyecciones "reparadoras".
La presencia y la "contención" por parte del objeto "externo" es la vía por la cual el sujeto puede
concebir una esperanza de "bondad" en su mundo "interno", pero a la par, es también la experiencia
a través de la cual el sujeto puede elaborar sus fantasías de omnipotencia y renunciar a sus
defensas narcisísticas, que se hacen innecesarias en la medida en que cesa la amenaza de
separación. Como señala SPEZIALE-BAGLIACCA (SPEZIALE-BAGLIACCA R, 1988), "...solamente
consiguiendo interiorizar, día a día, un analista no omnipotente, un analista que para pensar necesita
tiempo y una relativa serenidad, podrá comprender que para ser consciente, para dejar de reprimir,
de proyectar, de renegar, es necesario ponerse en condiciones de comprender y de pensar los
propios sufrimientos antes de intentar solucionarlos". El paciente solamente podrá escuchar la
interpretación o el "señalamiento" desde la tranquilidad de la no amenaza de separación y desde la
comunicación a su propio nivel, no del nuestro. La capacidad del paciente para aceptar la imagen de
"sí mismo" que el analista le ofrece, está directamente relacionada con su capacidad de confiar en su
percepción de la persona que la presenta, "...cuando la rechaza, no solamente está rechazando una
forma de verse sino también la figura del analista que le resulta ajena a sus vivencias".
(BROMBERG).
5. BIBLIOGRAFÍA
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GÁLLEGO MERÉ, A. (1994). "La construcción del vínculo y de la representación". Rev de Psicoanálisis
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GARCÍA BADARACCO, J.E. (1985). "La identificación y sus vicisitudes en psicoanálisis. La importancia
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ROSENFELD, H. (1988). "Impasse e interpretación". Ed Tecnipublicaciones SA. Madrid.
SPEZIALE.BAGLIACCA, R. (1988). "A hombros de Freud". Ed Tecnipublicaciones SA. Madrid.
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