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Generalidades: Modelo Psicópata - Complementarios - Víctima

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Autor/autores: Giselle Lucía Fernanda Corti
Fecha Publicación: 10/12/2020
Área temática: Salud mental .
Tipo de trabajo:  Post/Entrada de Blog

UMSA - Universidad del Museo Social Argentino

RESUMEN

Resumen

Los psicópatas tratan a los demás como meros objetos, “cosifican” a las personas y actúan siempre en su propio beneficio, puesto que se trata de personas muy egoístas. Sus marcas de identidad son el engaño, la mentira, el desprecio por los demás, y su falta de empatía. Su personalidad se caracteriza por su locuacidad, su gran encanto superficial, un exagerado sentido de su propia valía, un marcado egocentrismo, una continua manipulación de los demás y su incapacidad para establecer relaciones afectivas duraderas. Tienen un estilo de vida parasitario, con tendencia hacia la grandiosidad, la insensibilidad emocional, la manipulación, así como a una alta autoestima. Frecuentemente son encantadores y divertidos, magnéticos, pero también son astutos calculadores e impulsivos sin escrúpulos a los que nada ni nadie puede llenarles su vacío existencial. Los psicópatas integrados se diferencian de los criminales en que a los últimos se los sorprendió cometiendo un ilícito por lo que fueron condenados a prisión. La psicopatía no tiene tratamiento ni cura. Existe aún un debate abierto acerca de si la psicopatía es un espectro de personalidad al que nos acercamos o alejamos en términos cuantitativos, o si es un fenómeno psicológico definido y con límites más o menos claros, es decir, una entidad cualitativamente separada del resto de rasgos de personalidad.  

Introducción

Según los expertos, el psicópata es una forma anormal e infrecuente del ser humano (los cálculos más aceptados sobre su prevalencia rondan el 3% de la población), con características conductuales especiales, tendientes a satisfacer diversas necesidades. El psicópata no percibe a los otros en calidad de personas, como un igual, sino como un medio para lograr sus fines. Son insaciables, con una tendencia al aburrimiento y descarte de personas como si se trataran de objetos desechables. Este proceso de devaluación de la persona lo denominamos cosificación.

El proceder maquiavélico y la cosificación del otro constituyen un tipo de mentalidad que dificultan la comprensión del psicópata, en comparación a una mentalidad que llamaremos estándar.

Muchos autores intentan acercarse a la temática de la psicopatía aplicando la empatía, es decir, tratando de colocarse en los zapatos del psicópata. El otro error que suelen cometer es anteponer lo emocional a lo racional y lo moral a los hechos, al momento de analizar su accionar. Muchas conductas psicopáticas son afectivamente impactantes, provocan perturbaciones emocionales en la mente del observador, quien hará por esta vía un análisis de los hechos errado, sesgado por elementos irracionales. Distorsionando lo real de lo irreal, lo moral de lo inmoral. Ejemplo de ello es colocar al psicópata, desde el vamos, como depósito de todas las maldades y a sus víctimas como personas de poca inteligencia o débiles de carácter.

En consonancia con este aspecto está la variable ética que se embarca en realizar un análisis regido del ‘deber ser’ en lugar de realizar un análisis ‘no prejuicioso’ de lo que es. Las acciones psicopáticas transgreden el deber ser, lo ético e incluso van más allá de lo imaginable. Por ejemplo, E, madre de G, le “roba” a sus hijos a corta edad y les “borra” cualquier recuerdo de la existencia de G. Manipulando a la justicia para satisfacer su necesidad de llenar su “nido vacío”, fruto de sus maltratos y negligencia como madre de G y sus hermanos, y con el fin de hacerse de la herencia de G. En este caso manipulando también al sistema de salud para que declarasen a G insana. E, una psicópata integrada a la sociedad, de la cual nadie sospecharía que detrás de su disfraz de pobre abuelita, hay un monstruo desalmado que conllevó a su hija al aislamiento económico y social, así como a un EPTC y TDM. Que condenó al maltrato directo de los niños que crecen con falsas memorias de su madre, G, y quienes son reprochados y castigados por su naturaleza (ser hijos de G). Mientras tanto, y sin perjuicio de ello, E despilfarra la herencia de G y la de sus nietos que viven en la pobreza.

Las personas estándar no logran ver más allá del disfraz. Les es más fácil creer en prejuicios y discursos delirantes y/o llenos de falsedades y medias verdades, que pensar por sí mismos para cotejar la verdad detrás de los hechos. Imperando la locura moral. Tal como ocurrió con la justicia y el sistema de salud que no sólo desprotegieron a G, prejuzgándola y estigmatizándola, sino que fueron cómplices inconscientes de una psicópata integrada muy peligrosa.

El psicópata integrado, conociendo la ética común, tiene su ética propia, tiene su visión particular de lo qué es bueno y de lo qué es malo, obrando en consecuencia, y siendo detectados muy raramente. De allí que los autores pensamos que su prevalencia es hoy por hoy imposible de cuantificar objetivamente.

Nos encontramos ergo ante dos obstáculos insalvables. Primero, no podemos meternos en la mente de un psicópata, esto es, “no podemos trabajar desde adentro”. Por lo que las circunstancias obligan a quienes estudian la psicopatía a ser observadores externos y a limitarse a describir lo visto con la finalidad de acercarnos a un mayor entendimiento del fenómeno psicopático. Que no tiene tratamiento ni cura. Y proteger a sus víctimas y despertar la consciencia de los complementarios.

Tipos de relaciones psicopáticas

Para aquellos que están en relación con un psicópata puede darse de la siguiente manera. Por un lado, el psicópata sólo sostiene relaciones interpersonales con psicópatas del mismo rango, aliados, a fin de lograr un objetivo común.

Para cazar y depredar a la presa, la víctima de turno, inciden profundamente en el psiquismo de sus complementarios, sin que estos puedan rozar apenas la comprensión de la mentalidad del psicópata.

Los complementarios son seducidos por el encanto superficial y locuacidad de los psicópatas. Siendo ellos junto al psicópata, victimarios de sus víctimas, arrastrados por sus propios infiernos. Así como también se vuelven víctimas desechables, que muchas veces terminan siendo condenados por los delitos de los psicópatas y cargando con todas sus culpas. En efecto, una de las características de los psicópatas es que no sienten culpa ni remordimientos por su accionar.

Las víctimas, en cambio, son directamente personas blanco o target que cometieron el error de estar en el lugar y momento incorrecto en condiciones de gran vulnerabilidad emocional.

La cosificación

Se transcribe un párrafo de Fundamentación de la metafísica de las costumbres: “Los seres cuya existencia descansa no en la voluntad sino en la naturaleza, son seres irracionales y tienen un valor relativo, como medios, y por ello se llaman cosas, en cambio lo seres racionales se denominan personas, porque su naturaleza ya los distingue como fines en sí mismo, esto es, como algo que no puede ser lícitamente usado meramente como medio, y por lo tanto en la misma medida restringe todo arbitrio y es objeto de respeto”

La cosificación del otro le permite al psicópata tomar distancia afectiva, no involucrarse emocionalmente y en consecuencia tener un razonamiento frío sobre la psicología del otro. Sea de los complementarios o de la víctima. Una mente que razona despejada de lo afectivo sin duda calará más profundamente en la psiquis del otro y le permitirá conocerlo, captar sus necesidades, sus oscuros apetitos, con mayor precisión que alguien que analiza al otro como su igual. Esta habilidad no es, probablemente, un mecanismo consciente en el psicópata. No ocurre que alguien se ponga a pensar “ahora voy a analizar a esta persona de tal manera” sino que es un mecanismo automático, quizá intuitivo y que la mayoría de los autores lo conocen como capacidad de captar las necesidades del otro. Es en este proceso donde participan las neuronas de von Economo, las neuronas en espejo y las superneuronas en espejo.

Las neuronas de la Empatía

Llamadas Neuronas Dalai Lama o de von Economo. Hay unas 193.000 en los seres humanos versus unas 6.950 en grandes simios. No todas las neuronas son iguales, hay distintos tipos y algunos sólo aparecen en ciertas especies como los elefantes y las ballenas. Las neuronas de von Economo se encuentran en la ínsula y en el cortex cingulado anterior (CCA), ambas situadas en áreas prefrontales del SNC. Permiten prestar atención a la conducta no verbal del otro. Se conoce que los psicópatas no reconocen apropiadamente gestos o expresiones faciales por lo que estas neuronas han de estar neurobiológicamente comprometidas con la fisiopatología de la psicopatía. Puesto que no se genera una simulación interna subcortical del significado (interocepción, cambios viscerales en la ínsula cerebral) y un flujo ascendente hacia el CAA significativo. Produciendo, por ejemplo, dolor físico y social por rechazo, cuando alguien ha dicho que no o se marcha) como tampoco conductas (como ofrecer ayuda, reactividad emocional, empatía o control cognitivo).

El circuito espejo de la empatía permite sentir y comprender lo que el otro siente. Los psicópatas usan las neuronas en espejo para captar las necesidades de sus víctimas y de sus complementarios. Estas neuronas son la base de la moralidad y de la conciencia social (lo que piensan de nosotros los demás). La empatía y el sentimiento de libre albedrío (percibir alternativas de acción) son los dos, condiciones para la moralidad. Nuestro rechazo del incesto madre–hijo es visceral, no obedece a una regla de oro moral lógica o intelectual, sino a una violación del sentimiento de apego. Estas neuronas se activan ante la injusticia, pero sólo si hay posibilidades de negociar, de hacer algo (no por ejemplo en situaciones dictatoriales) y pueden ser inhibidas por otras zonas del cortex prefrontal, denominadas neuronas super–espejo (que llevan a aceptar la injusticia por motivos egoístas cuando hay alternativas de acción). Esto es la base de la inteligencia socio–emocional, tanto intra como interpersonal: el control de la reactividad y el contagio emocional por la empatía y la inhibición de la empatía si el punto de vista (o el grupo social) no se comparte (con el psicópata o contra tal).

La manipulación, es más complicada que una cuestión entre dos

En la manipulación uno de los integrantes entrega al otro parte de su libertad. Manipular entonces, es usar a voluntad parte de la libertad del otro y el mecanismo por el cual el manipulado, entrega su libre albedrío. Está basado en la creencia de que a cambio obtiene algún beneficio para la concreción de determinados objetivos. Esto es muy común en el caso de los complementarios. No así de las víctimas quienes perdieron la libertad de elegir. Que mediante mentiras y verdades a medias son “hipnotizadas” por el conjunto psicópata - complementarios. Las víctimas a su manera podrían considerarse autómatas sufrientes, confundidos, inhibidos, bloqueados en todas las esferas de la mente humana. A diferencia de algunos autores, creemos que no obran a conciencia, siguiendo su conveniencia, como lo hacen los complementarios. Todo lo contrario, son muy perjudicados desde cualquier ángulo en que se los observe. Viven atribulados sin entender por qué. Como caminando por una cornisa. Se despiertan ante la psicopatía y la manipulación cuando tienen acceso a información respecto a la patología (los autores la consideramos una enfermedad dado los hallazgos genéticos y de nueroimágenes). Las víctimas salen adelante cuando comienzan tratamiento para estrés post traumático con comorbilidades como depresión, fobia, ataques de pánico, autolesiones, etc. Y se vuelven catadores de psicópatas que una vez entrenados mantienen lo más alejado posible.

Se dice que nadie hace lo que no quiere hacer a menos que haya una fuerza de coerción que lo obligue a realizar acciones. El manipulado-víctima, dado la merma de su autoestima, el miedo, el aislamiento físico, social y económico que les generan el complejo psicópata-complementario o el psicópata directamente, sumado a la incomprensión de los demás, se encuentra acorralado entre la espada y la pared. Todo el tiempo.

Los manipulados-complementarios están inconscientes del accionar del psicópata hasta cierto punto. En estos casos, muchas de sus conductas son resultado de un balance entre lo que recibirán y darán, que tal vez esté mejor expresado entre lo que creen que recibirán y lo que creen se les dará. Los complementarios después de ser tan vapuleados por los psicópatas no se quedan con ellos u otros psicópatas porque no puede salir del estado de fascinación hacia ellos, sino por cuestiones psicológicas patológicas propias conocidas como “el goce secreto del complementario”. Este apego dificulta que el complementario pueda salir del loop delirante construido junto al psicópata alrededor de la víctima, al negar sistemáticamente y sin sentido la realidad, la inmoralidad y las consecuencias de su accionar.

La psicopatía es acción 

La psicopatía se muestra en la acción, tanto en el psicópata como en el complementario, en uno de manera innata y en el otro a través de un estímulo.  Así el psicópata actúa en el complementario como un catalizador en el sentido químico del término. El catalizador es aquella sustancia que facilita una reacción que sin su presencia se realizaría muy lentamente o no se realizaría. Este despertar de apetencias latentes, este despliegue de acciones nuevas, este paladear de satisfacciones novedosas crea una impronta en la psiquis del complementario y un antes y un después en su historia vital. Es por eso qué, después de la experiencia con un psicópata, la persona sufre un cambio cualitativo en su experiencia que lo modifica permanentemente. Suelen resumirlo en “después de la relación con él ya no soy el mismo”.

Rápidamente se entiende que el aburrimiento, el hastío, no son componentes frecuentes de estas relaciones. Hay una base de tensión permanente en la relación, hay una descarga adrenérgica importante llevadas de distintas formas en función de la idiosincrasia de cada cual.

Este es otro de los factores que hace qué concluida la relación con un psicópata, para quienes no lo han detectado aún, las posteriores relaciones parezcan sosas, aburridas, e insustanciales y produce en el complementario un particular dejo de nostalgia por lo que busca relacionarse con otro psicópata a quien poder servirle de complementario. 

Lo que siente el complementario no es un mero sufrir sino que es una amalgama de sufrimientos, placeres, rencores y amores.  El complementario no es un ser pasivo, sereno, y amador. El complementario es una cuerda tensa que tanto se descarga hacia lo placentero como hacia lo displacentero, al dolor, hacia la sumisión y hacia la agresión, hacia la súplica y hacia la tiranía y otras modalidades afectivos que dependerán de la historicidad del complementario.

El disfraz de víctima 

Como vemos esto no dista mucho de considerar al complementario como una víctima o un sojuzgado por el psicópata, que queda atrapado en un ciclo sinfín, del que participa activamente siendo víctima del psicópata y victimario de la víctima de turno. Es así que, aún en pleno sufrimiento y abarrotados de quejas contra el psicópata-manipulador, el alejamiento del mismo le produce un desgarro de tal profundidad que los anteriores sufrimientos son meras migajas ante este hecho sustancial en su psiquismo. Visto desde afuera, incluso analizado retrospectivamente por el propio complementario, fuera del sistema psicopático, y utilizando su razón, muchas de sus conductas les parecen inadmisibles, incluso aberrantes. Es decir, su lógica no ignora la atipicidad de sus propias conductas las cuales no sabe, no puede o no quiere modificar. Es por ello que consideramos que los complementarios presentan un trastorno de la personalidad de cualquiera de los grupos del DSM-5. Pero de esto se comentará en la próxima entrega. 

El contacto nulo

 

Este rearmado del circuito psicopático donde la víctima que logró tomar distancia del módulo psicópata-complementario no debe bajo ninguna circunstancia, ni bajo ningún medio, contactarse nuevamente con estos. De lo contrario rearmará nuevamente el circuito psicopático y todo el esfuerzo realizado por alejarse habrá sido en vano.

Nótese en la profundidad psicológica en que recala esta relación y cómo se diferencia con relaciones neurótico-neurótico o normal-neurótico (si es que existe un ser humano “normal”). En la relación de un neurótico con otro o un normal con otro, los integrantes sienten que están con un igual, con las diferencias propias de cada uno, pero que nunca escapan al rango de lo comprensible. Sin embargo, con el módulo psicópata-complementario, ninguno siente no está con un igual y eso lo rebela primeramente contra sí mismo y luego, inútilmente, contra dicho modulo esclavizante emocionalmente. El primer choque que tiene la víctima-complementario es contra su propio orgullo, contra su propio sentido del valor. La víctima-complementario se da cuenta, y no puede evitarlo, que el módulo psicópata-complementarios patea los límites y se introduce en las áreas que considera propios de su dignidad y de su autoestima. Esto genera un primer período de perplejidad en el sentido de ubicar la situación y ubicarse a sí mismo en esa situación.

Desde luego que todo es un balance y en esta relación las satisfacciones son menos que los sufrimientos. Cuando se abre una puerta o ventana de escape la víctima-complementario huirá. Pero como se dijo con antelación, no soportará estar fuera del módulo sado-masoquista que se genera entre el psicópata y el complementario. Lamentablemente, los complementarios rara vez, a través del tiempo, para cuando los sufrimientos superen por lejos las satisfacciones, se encuentran en condiciones, aún con ayuda externa, o mediante una violenta mutilación psíquica, de separarse de los psicópatas. Concluimos que cuando el psicópata deja de producirle satisfacciones al complementario, éste lo abandona, hasta que aparece otro. Es una relación adictiva como el alcohol o las drogas recreativas, probablemente con los mismos circuitos de recompensa.

 

Minusvalía

 

El psicópata considera al complementario como un objeto especializado en satisfacer sus necesidades y concretar sus menesteres. Por el mecanismo antedicho no lo considera como un igual, como una persona. Sin embargo, esto es captado por el complementario que se desgasta en una lucha desigual por recuperar su posición de persona en la mente del psicópata. Es decir que el psicópata mantiene sus características estables a lo largo de toda la relación, permanece igual a sí mismo, mientras el complementario va generando distintas fantasías e ilusiones que compensan parcial y momentáneamente esta sensación de ser considerado una cosa.

No es que el psicópata necesite que el complementario disminuya su autoestima, no es que el psicópata utilice la descalificación para humillar al complementario, ni que su accionar tenga el objetivo de disminuirlo, todas esas definiciones son racionalizaciones del complementario y son el contenido de las quejas del discurso del complementario. La realidad es más dura aun, el psicópata desde el vamos lo considera como una cosa y así se mantiene, y no habrá acción alguna que realice el complementario que lo pueda recategorizar. Lamentablemente para el complementario, este ocupa una mínima parte en la cabeza del psicópata y estas fantasías de sentirse humillado, descalificado, etcétera, son recursos psicológicos del complementario para creer que es tenido en cuenta al menos en sentido negativo.

El psicópata sigue su plan, su proyecto de vida y detrás de sus intereses y las concesiones que hace al complementario son simples inversiones para conseguir un objetivo mayor. El psicópata se sigue a sí mismo, y esto es independiente del resultado de su camino   éxito, el fracaso o la autodestrucción.

La mentira

 

Una de las mejores herramientas de trabajo que usa el psicópata es la mentira.  La mentira es el ocultamiento a sabiendas de la verdad. Esta herramienta es propia de todas las relaciones humanas, en mayor o menor porcentaje, la gente miente. Hay mentiras que son socialmente admitidas, incluso convencionales como es el ocultar los sentimientos agresivos cuando expresarlos no es socialmente conveniente. Existe la mentira discursiva y conductual, existe la mentira por enunciación o por omisión. La mentira es considerada por cualquier persona como un acto incorrecto. Algo que no se debería hacer. Esta noción de ilegalidad se trasunta en la conducta del mentiroso a través de elementos paraverbales mínimos, pequeños gestos o posturas como tomar el lóbulo de la oreja, bajar la vista, cambiar el tono de voz, tocarse la nariz, mover los pies o las manos y, en el peor de los casos, sonrojarse. Cada individuo tiene su denunciador conductual que hace que la persona que lo conoce se percate que está mintiendo. Aceptar un porcentaje de mentiras de poca monta y dejarlas pasar es parte de la tolerancia humana. No obstante ello, el psicópata hace de la mentira un arte. No es una cuestión de mentir más o menos, es decir, no es un hecho cuantitativo, el mentir psicopático es cualitativamente diferente. La forma discursiva de armar la mentira y el comportamiento paraverbal que lo acompaña es indistinguible, para el común, de un discurso verdadero. El psicópata miente relajadamente, puede mentir mirando a los ojos y manteniendo un tono armonioso en sus palabras. Esto hace que la mentira psicopática sea muy convincente. Porque hasta ellos mismos se la creen, generando falsas memorias. Si unimos esta característica a la seducción, y a la captación intuitiva de las necesidades del otro, nos damos cuenta que es casi imposible sustraerse a la voluntad del psicópata.

Su sentido de persuasión es muy alto y muchas veces, como lo hemos visto en políticos, supera lo individual y se hace masiva. El mentido siente en todo momento que está participando activamente de ese fenómeno aunque no sepa que es objeto de la mentira. Este hecho de entrega hacia la construcción de la mentira, hace que al ser descubierta la misma, provoque en el mentido una gran descarga de agresividad tanto hacia el mentiroso como contra sí mismo, produce un disvalor en su propia inteligencia, odio, rencor, etc. Por lo general, en aquellos casos en que la verdad es revelada, el psicópata ya está lejos o bien su capacidad de persuasión vuelve a convencer a la persona que desde ya también aporta lo suyo para ser convencida. Paradójicamente una mentira bien armada produce, en ocasiones, cierto grado de admiración en el perjudicado, como en el caso de estafas diseñadas con mucho ingenio. También, mentiras bien armadas producen en el complementario una suerte de restitución de la locura moral, al refugiarse estos en la negación de los hechos, o peor aún en la aceptación indiferente de los mismos, auto justificándose que después de tanto tiempo de sostener un discurso que no tiene ni pies ni cabeza y que hasta acabó por convertirse en una falsa memoria, fija e irreductible, ya no les corresponde reparar el daño que causaron o hacer algo para desalienar a los perjudicados, los trofeos arrebatados de las víctimas como ocurrió en el caso de G. La familia de G, e incluso la justicia, se dieron cuenta del error cometido y de la psicopatía de E, pero nadie está dispuesto a hacer nada por reestablecer la ecuación a favor de G y sus hijos. Los vence la pereza comportamental.

 

¿Qué no es un psicópata?

 

Una persona que se esfuerza en humillar a otra, que adquiere poder disminuyendo a la otra persona, es alguien que compensa su sensación de inferioridad a través del otro y que sigue considerando al otro como un igual. Este mecanismo está más relacionado con la personalidad neurótica o normal, y está muy lejos del tipo de conducta psicopática.

Muchas personas pueden ser manipuladoras, mentirosas, crueles, pero estos ejercicios se mantienen dentro de un rango de lo cuantitativo y siempre es empático en el siguiente sentido “yo, puesto en esas circunstancias podría hacer lo mismo”; este razonamiento es válido incluso ante situaciones extremas como homicidios, estafas, hurtos u otros delitos. Este grado de empatía no ocurre nunca en los hechos psicopáticos. Además, está inhibida por las neuronas en super-espejo.

Hay muchas conductas negativas que se producen en las parejas por desgaste, por desamor, por aburrimiento, que son erróneamente calificadas de psicopáticas. Mentiras, infidelidades, humillaciones, descuidos, desaprensiones, alejamientos que generan en el sufriente una fuerte reacción emocional que contamina su razonamiento y las hace ver como psicopáticas. Sin embargo, es fácil salir del error, el psicópata es un ser distinto y aquel que convive a su lado vivencia esa diferencia. El neurótico es sólo uno como nosotros que puede hacer algunas maldades.

Palabras clave: psicópatas integrados, complementarios, sin empatía, mentirosos, manupuladores


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