Juncosa Aín C. Psicologia.com. 2012; 16:20.
http://hdl.handle.net/10401/5512
Revisión teórica
La facultad moral innata y la crítica de J. J. Prinz
Carlos Juncosa Aín1*
Resumen
Diversos autores postulan la existencia de una facultad moral innata en el ser humano, la cual
ha sido conceptualizada por Hauser como un instinto moral que se ocupa de emitir juicios
rápidos sobre lo que es moralmente correcto e incorrecto. Aunque las afirmaciones de los
innatistas resultan sugerentes y en algunos puntos esclarecedoras, el filósofo de la psicología
Jesse J. Prinz ha realizado una solvente revisión y crítica de esta perspectiva. En su opinión, la
moral es, en realidad, un subproducto de otras facultades humanas en interacción con las
exigencias del entorno social.
Palabras Claves: Facultad moral, instinto moral, innatismo, juicios morales, módulos
morales.
Recibido: 14/06/2012 Aceptado: 25/06/2012 Publicado: 07/09/2012
*Correspondencia: cjuncosa@salud.aragon.es
1 Licenciado en Psicología, Máster en Filosofía Teórica y Práctica, Enfermero Especialista en Salud Mental.
Psicologia.com ISSN: 1137-8492
© 2012 Juncosa Aín C
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Índice
Indice....................................................................................................................................................2
Introducción ........................................................................................................................................3
La facultad moral innata .....................................................................................................................3
La analogía lingüística de Marc D. Hauser................................................................................... 4
Módulos morales.............................................................................................................................7
Precursores de la moralidad en otras especies ............................................................................. 8
Crítica de los argumentos innatistas de la moral.............................................................................. 9
Normas universales.......................................................................................................................10
Dominios universales....................................................................................................................10
Modularidad .................................................................................................................................. 11
Pobreza de estímulos ....................................................................................................................12
Secuencia fija de desarrollo ..........................................................................................................12
Precursores de la moral en animales ...........................................................................................13
El origen de la moral según Prinz ................................................................................................14
Conclusiones ......................................................................................................................................14
Bibliografía.................................................................................................................................... .....17
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Introducción
Según "The Cambridge Dictionary of Philosophy", la ética "es el estudio filosófico de la
moral", mientras la moral es el "sistema público informal que se aplica a todas las personas
racionales, gobierna su conducta cuando afecta a otros, tiene como finalidad la disminución del
mal o del daño e incluye lo que normalmente se conoce como reglas morales, ideales morales y
virtudes morales"1.
No cabe duda de que muchos aspectos referentes a la moral son cuestiones de hecho, es
decir, susceptibles de ser estudiados empíricamente. Así, en las últimas décadas se han abierto
paso en este campo una serie de disciplinas que tratan de investigar científicamente la moral
humana, como son la psicología moral, la neuroética, la biología evolutiva o la etología. Se trata
de describir la conducta y los juicios morales de los individuos en las diferentes culturas, y de
buscar el origen de este aspecto tan característico del comportamiento humano, bien planteando
modelos evolutivos que puedan dar cuenta de él, bien buscando sus precedentes en otras
especies.
Numerosos autores y líneas de investigación apuestan por un importante componente
innato en la moral humana, y sus ideas han alcanzado amplia difusión impulsadas por la
popularidad alcanzada en nuestros días por las explicaciones evolutivas y neurocientíficas. Entre
los autores más conocidos de esta corriente podemos destacar a Steven Pinker, autor de "La
tabla rasa", quien en 2008 publicó un excelente artículo divulgativo en "The New York Times
Magazine" con el título "The Moral Instinct"; Franz de Waal, investigador dedicado a estudiar la
conducta de los primates y autor de "Filósofos y primates", entre otros conocidos títulos; o
Michael Gazzaniga, autor de "El cerebro ético", quien en su reciente libro, traducido al
castellano bajo el título "¿Qué nos hace humanos? La explicación científica de nuestra
singularidad como especie", dedica un amplio capítulo a la psicología moral. Tampoco hay que
olvidar a Marc D. Hauser, autor de "Moral Minds", a pesar de haber caído recientemente en
desgracia bajo la acusación de falsear algunas investigaciones.
Sin embargo, no todos los estudiosos de la moral humana se muestran convencidos de
las tesis innatistas. En primer lugar, procederé a exponer algunas de las ideas básicas de los
partidarios de la facultad moral innata y de su origen evolutivo, para, a continuación, exponer la
admirable argumentación crítica de Jesse J. Prinz, de manera que podamos ponderar en su justa
medida el entusiasmo de los partidarios de las tesis innatistas.
La facultad moral innata
En el mencionado artículo "The Moral Instinct", S. Pinker afirma que en nuestra
psicología hay una parte diferenciada para la moralidad y que los juicios morales difieren de
otros tipos de opiniones sobre cómo la gente debe comportarse. De este modo, no es lo mismo
juzgar que un acto es inmoral que calificarlo como desagradable o imprudente. Las dos
características fundamentales de los juicios morales son: (1) que hacen referencia a normas que
se "sienten" universales, y (2) que se "siente" que quien actúa de forma inmoral merece ser
castigado2.
El psicólogo Jonathan Haidt planteó a un grupo de estudiantes el siguiente dilema ético:
Audi, R. (Ed.), The Cambridge Dictionary of Philosophy, Cambridge University Press, 1999 (Edición española:
Audi, R. (ed.), Diccionario Akal de Filosofía, Madrid: Editorial Akal, 2004).
2 Pinker, S., "The Moral Insticnt", En The New York Times Magazine, 13 de enero de 2008.
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Julie y Mark son hermanos. Están recorriendo Francia juntos durante las vacaciones de
verano de la universidad. Una noche se alojan solos en una casa cerca de la playa. Deciden que
resultaría interesante y divertido hacer el amor. Como mínimo, sería una experiencia nueva para
ambos. Julie lleva tiempo tomando anticonceptivos, pero además Mark usa un condón, sólo
para mayor seguridad. Ambos disfrutan haciendo el amor, pero deciden no hacerlo nunca más el
uno con el otro. Mantendrán lo sucedido esa noche como un secreto especial, que les hace
sentirse aún más cerca el uno del otro3.
La mayoría de los estudiantes consideraba que estaba mal que Julie y Mark hicieran el
amor, pero cuando Haidt les pedía que justificasen tal opinión, se referían al riesgo de producir
un niño deforme por efecto de la endogamia o a los posibles daños emocionales para los
hermanos. Sin embargo, si se les recordaba a los estudiantes que ambas justificaciones
quedaban descartadas por el propio enunciado del dilema, la mayoría acababa por reconocer
que no sabían por qué, pero que tal acto no estaba bien.
Haidt interpreta estos resultados en el sentido de que la gente, en general, no razona
moralmente, sino que racionaliza; es decir, parten de una conclusión generada por una emoción
inconsciente y buscan a partir de de la misma una justificación4. Luego cabe preguntarse si tales
juicios intuitivos son fruto de la educación o bien proceden de una facultad moral innata.
La analogía lingüística de Marc D. Hauser
En "Moral Minds", Hauser afirma que la evolución nos ha dotado de un "instinto moral
(...) diseñado para generar juicios rápidos sobre qué es moralmente correcto o incorrecto basado
en una gramática inconsciente de la acción"5. Y poco después añade que "nuestra facultad moral
está equipada con una gramática moral universal, una caja de herramientas para construir
sistemas morales específicos. Una vez que hemos adquirido las normas morales específicas de
nuestra cultura, (...) juzgamos si las acciones son permisibles, obligatorias o prohibidas sin
razonamiento consciente y sin acceso explícito a los principios subyacentes"6.
Hauser propone un programa de investigación empírica de la moral análogo al
planteado por Noam Chomsky para el lenguaje. Para Chomsky los seres humanos están dotados
de una facultad para el lenguaje, una especie de órgano mental o instinto que guía el aprendizaje
de una lengua concreta cuando se es expuesto a ella desde la infancia. La idea de la analogía
lingüística la toma Hauser de un importante precedente: John Rawls, quien la propuso en "Una
teoría de la justicia" al opinar que los principios subyacentes a nuestras intuiciones sobre la
moralidad pudieran ser inconscientes e inaccesibles7.
3 Este dilema es citado frecuentemente, por ejemplo, en el artículo de S. Pinker al que me he referido y en el libro
de Marc D. Hauser, pero la cita reproducida pertenece a la versión que se encuentra en Gazzaniga, M. S., ¿Qué
nos hace humanos? La explicación científica de nuestra singularidad como especie, Barcelona: Paidós Ibérica,
2010.
4 Pinker, S., Ibíd.
5 Hauser, M. D., Moral Minds. How Nature Designed Our Universal Sense of Right and Wrong, London:
Abacus, 2009, pag. XV. La traducción es nuestra.
6 Hauser, M. D., Ibíd. pag XV-XVI.
7 Hauser, M. D., Young, L. and Cushman, F., "Reviving Rawls's Linguistic Analogy: Operative Principles and the
Casual Structure of Moral Actions". En Sinnott-Armstrong, Walter (ed.), Moral Psychology. Volume 2: The
Cognitive Science of Morality: Intuition and Diversity, Massachussets: The MIT Press, 2008.
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Hauser y colaboradores distinguen cuatro modelos que tratan de explicar nuestros
juicios morales8:
1.
La criatura kantiana (hace referencia a la filosofía moral de Kant): ante un evento o acto
el individuo reflexiona en base a ciertos principios para llegar a un juicio.
Percibir evento Razonamiento Juicio Emoción
2. La criatura humeana (acorde con la filosofía moral de Hume): ante el evento o acto
surge una respuesta emocional inconsciente que conduce a un juicio. Posteriormente se
puede racionalizar dicho juicio.
Percibir evento Emoción Juicio Razonamiento
3. La combinación de la criatura humeana y kantiana: en este caso el juicio moral incluye
emoción y razonamiento. Según Joshua Greene, las emociones actúan en las situaciones
más personales conduciendo a juicios más deontológicos, mientras la razón actúa en las
situaciones más impersonales conduciendo a juicios más utilitaristas.
Percibir evento
Emoción
Juicio
Razonamiento
4. La criatura rawlsiana (de acuerdo con las ideas de Rawls): los juicios morales se basan
en principios inaccesibles. Este modelo no niega el papel de la emoción y el
razonamiento, pero establece que para generar un juicio moral es preciso disponer de
un sistema de análisis de la acción, que constituye el núcleo de la facultad moral.
Análisis de la acción Juicio
Emoción
Razonamiento
En línea con este último modelo y continuando la analogía lingüística, mediante el
estudio de los juicios morales se podría tratar de descubrir los principios que subyacen a los
mismos y que constituyen la "gramática moral universal".
8
Hauser, M. D., Young, L. and Cushman, F., Ibíd.
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La facultad moral, siguiendo a Hauser y colaboradores, trata con acciones, las cuales,
como los elementos constitutivos del lenguaje, forman un "universo jerárquico" y cobran
significado al combinarse entre ellas. Algunas variables importantes dentro de este marco son:
"agente, intención, creencia, acción, receptor, consecuencia y evaluación moral". Como en el
caso del lenguaje, la facultad moral, para alcanzar su ilimitado rango de análisis, ha de disponer
de un conjunto limitado de elementos que se recombinan para formar principios nuevos y
significativos. Además, cabe suponer que, al depender la facultad moral de sistemas
especializados del cerebro, la lesión de los mismos debería conducir a un deterioro de la
conducta o los juicios morales.
La gramática moral universal consiste en un conjunto de principios innatos que
permiten, a lo largo del desarrollo del individuo, la adquisición rápida y con relativa escasez de
esfuerzo de un sistema moral concreto, dependiente del entorno cultural. Por otra parte, los
principios innatos de nuestra facultad moral suponen también un límite para el rango de
sistemas morales posibles y estables. Esta facultad moral, de acuerdo con el punto de vista de la
sociobiología, podría haber evolucionado por medio de respuestas emocionales que facilitarían
la cooperación y estimularían la agresión contra los tramposos.
Aprovechando las posibilidades de Internet, Hauser y colaboradores han realizado
amplias investigaciones por medio de diversos dilemas éticos que forman el Moral Sense Test9.
Veamos un par de ejemplos del tipo de dilemas utilizados:
1. Un tranvía sin frenos se dirige hacia cinco personas, que morirán atropelladas si
prosigue la actual trayectoria. El único modo de salvarlas es accionando un conmutador que
dirigirá el tranvía a una vía auxiliar en la que matará a una persona en vez de a cinco. ¿Es moral
desviar el tranvía con el objeto de salvar a cinco personas a cambio de una?
2. Al igual que en la situación anterior, un tranvía amenaza con matar a cinco personas.
Estás situado cerca de un corpulento desconocido, en un puente que cruza por encima de las
vías, entre el tranvía que se acerca a toda velocidad y cinco empleados que trabajan en la vía de
abajo. Empujar al corpulento desconocido, haciéndolo caer del puente hacia la vía de abajo,
detendrá al tranvía. Si lo haces, el desconocido morirá, pero el tranvía no matará a los cinco
trabajadores. ¿Es moral salvar a los cinco empleados empujando al desconocido y causándole la
muerte?10
La mayoría de la gente responde afirmativamente al primer dilema, mientras que la
respuesta más común al segundo es negativa. Tras aplicar diversas variaciones de este tipo de
situaciones a decenas de miles de personas, pertenecientes a un gran número de países, Hauser
y colaboradores llegan a dos conclusiones: (1) que el efecto de la cultura y las experiencias
personales sobre los juicios morales es pequeño e inconsistente; y (2) que hay una disociación
entre juicio y justificación, lo cual sugiere que es la intuición y no el razonamiento basado en
principios lo que guía los juicios11. Más complicado es descubrir los principios concretos que
subyacen a las intuiciones morales. Se ha sugerido que pueden ser relevantes la distinción entre
acciones personales e impersonales (como empujar a una persona o accionar un conmutador) o
la diferencia entre causar daño como efecto secundario para obtener un bien mayor y causar
Se puede acceder a él y participar en la investigación en moral.wjh.edu
Las versiones de los dilemas que reproduzco las he tomado ya traducidas al castellano de Gazzaniga, M. S.,
Ibíd. pag. 136.
11 Hauser, M. D., Young, L. and Cushman, F., Ibíd. pag. 133.
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daño como medio para conseguirlo12. En todo caso, para el grupo de Hauser los resultados
obtenidos sugieren que algunos juicios morales son universales y derivan de principios
inconscientes e inaccesibles, lo cual viene a reforzar su teoría basada en la analogía lingüística,
que postula una gramática moral universal innata constituida por tales principios, y unos
parámetros modulados por la experiencia que darán lugar a la diversidad de morales concretas
dependientes del ámbito cultural.
Las ideas de Hauser sobre la facultad moral en base a la analogía lingüística han sido
brillantemente elaboradas y sus textos son enormemente informativos y representativos de una
línea de investigación muy valiosa. Sin embargo, una gigantesca sombra de sospecha se ha
erguido sobre este personaje y su trabajo. En el 2010, fue acusado de manipular datos de sus
propias investigaciones13, lo cual le condujo a ser suspendido de la docencia en la Universidad
de Harvard.
Módulos morales
Haidt y Joseph consideran que los juicios morales no pueden describirse
adecuadamente mediante un mecanismo general de aplicación de normas y principios. Sus
investigaciones les conducen a afirmar que "la mente humana adulta está repleta de intuiciones
morales, que son como pequeños trozos de programas de entrada y salida que conectan la
percepción de una pauta en el mundo social (frecuentemente una virtud o un vicio) con una
evaluación y, en muchos casos, con una emoción moral específica (enojo, desdén o
admiración)"14.
Estos autores, intentado entender el "primer borrador" que crea la mente moral,
adoptan una versión moderada de la teoría modular de la mente, propuesta por el antropólogo
Dan Sperber, quien pretende explicar tanto la diversidad como la estabilidad cultural. Para este
autor los módulos se caracterizan por ser altamente variables, anidar con frecuencia unos
dentro de otros, por no ser innatos en muchos casos y por generarse durante el desarrollo
merced a un pequeño grupo de módulos de aprendizaje o instintos de aprendizaje15. Las
intuiciones morales de Joseph y Haidt podrían entenderse desde esta perspectiva. De este
modo, los autores proponen cinco fundamentos de la ética intuitiva que se basan en la
investigación sobre los universales humanos, las diferencias morales entre culturas y los
precursores morales hallados en los chimpancés16. Aunque se hable de módulos morales
universales, los autores no se comprometen por completo con el concepto de "módulo", y
piensan que podría bastar con hacer referencia a una "preparación evolutiva", en el sentido de
que la mente moral está parcialmente estructurada antes de toda experiencia, de manera que
hay cinco (o quizá más) tipos de preocupaciones sociales que pueden llegar alcanzar un carácter
moral durante el desarrollo. Veamos resumidamente los cinco dominios siguiendo el cuadro
presentado por los autores17 (cada columna representa un domino).
Gazzaniga, M. S., Ibíd.
Bartlett, Tom, "Documents Sheds Light on Investigation at Harvard", The Chronicle of Higher Education,
agosto de 2010.
14 Joseph, C. and Haidt, J. "The moral mind: how 5 sets of innate moral intuitions guide the development of many
culture-specific virtues, and perhaps even modules", Invited Submission to P. Carruthers, S. Laurence, and S.
Stich (Eds.), The Innate Mind, Vol. 3, 11 de mayo de 2006.
15 Joseph, C. and Haidt, J., Ibíd.
16 Gazzaniga, M. S., Ibíd.
17 Joseph, C. and Haidt, J., Ibíd. La traducción y las pequeñas adaptaciones son mías.
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Daño
Reciprocidad
Endogrupo
Jerarquía
Necesidad
adaptativa
Ayudar
a
familiares
jóvenes,
vulnerables o
heridos
Recoger
beneficios de la
cooperación
con
no
familiares
Recoger
beneficios de
la
cooperación
de grupo
Negociar
jerarquía
la
Dominio
propio
Sufrimiento
o amenaza
de la familia
Estafa,
cooperación,
engaño
Límites
familia
grupo
Signos
dominio
sumisión
de
y
Dominio
actual
Cachorros,
personajes
de
animación
Fidelidad
matrimonial,
máquinas
de
venta averiadas
Equipos
deportivos
Jefes,
profesionales
respetados
Tabúes
Emociones
características
Compasión
Enojo, gratitud,
culpa
Orgullo de
grupo,
pertenencia
Respeto, miedo
Asco
Virtudes
vicios
asociados
Amabilidad,
compasión,
crueldad
Imparcialidad,
justicia,
confiabilidad,
deshonestidad
Lealtad,
patriotismo,
sacrificio,
traición,
cobardía
Obediencia,
deferencia,
desobediencia,
arrogancia
Limpieza,
pureza,
moderación,
castidad,
hedonismo,
lujuria,
intemperancia
y
de
y
Pureza
Evitar
microbios
parásitos
y
Desperdicios y
enfermos
Precursores de la moralidad en otras especies
Frans de Waal es uno de los más relevantes estudiosos de la conducta de los primates,
en especial, en lo referente a los posibles precursores de la moral, como son la empatía y el
altruismo. Para este autor la moralidad apareció en el ser humano de una forma natural, pues
considera que la evolución favorece el desarrollo de las capacidades que la sustentan. La
selección familiar y el altruismo recíproco son mecanismos evolutivos que pueden explicar en
gran parte tal proceso. De Waal reconoce que las presiones evolutivas que han generado las
tendencias morales humanas no solo han favorecido la amabilidad y la bondad entre individuos.
"La moralidad es en gran medida un fenómeno intragrupal"18, de este modo los humanos
discriminan fuertemente entre el propio grupo y los extraños. Lo más probable es que la moral
evolucionase en relación con otras aptitudes necesarias para la vida en sociedad, como son la
resolución de conflictos, la cooperación y las conductas de compartir.
Sobre la base de las investigaciones que muestran los juicios morales como
determinados por intuiciones o emociones que surgen de forma rápida y automatizada19, de
Waal critica el que llama "modelo de la capa", según el cual la moralidad es un aspecto singular
de los seres humanos que ha aparecido muy recientemente en nuestra especie, como un
18 De Waal, F. B. M., Primates y filósofos. La evolución de la moral del simio al hombre, Barcelona: Paidós,
2006, pag. 81.
19 Por ejemplo, las desarrolladas por Haidt.
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"revestimiento cultural, una fina capa que oculta una naturaleza egoísta y brutal"20. Por el
contrario, desde su perspectiva, "la moralidad humana está fuertemente anclada en las
emociones sociales, con la empatía como centro"21. En definitiva, nuestro autor defiende una
continuidad entre los instintos sociales humanos y los de nuestros parientes más cercanos, los
monos y los simios. A esta teoría de Waal la denomina "el modelo de la muñeca rusa", para
expresar de manera metafórica el modo en que las formas más simples de empatía se relacionan
con las más complejas.
En el núcleo de la empatía se sitúa el mecanismo de percepción-acción (MPA), que de
una manera automática e inconsciente induce en el sujeto representaciones neurales similares a
las percibidas en el objeto22. En un nivel más elevado se sitúa la empatía cognitiva, que supone
comprender las razones de las emociones de otro individuo, y por encima de esta encontramos
la atribución del estado mental, que implica adoptar plenamente la perspectiva del otro. El MPA
se postula como la base del contagio emocional, y la empatía cognitiva permite el desarrollo de
una ayuda focalizada acorde con las necesidades del otro. Según de Waal, los monos muestran
claros indicios de contagio emocional y un cierto grado de ayuda focalizada, aunque este
segundo rasgo es mucho más evidente en los grandes simios.
En conjunto, la empatía y la reciprocidad son considerados los principales componentes
básicos de la moralidad, no suficientes pero sí necesarios para su desarrollo. La empatía, en un
sentido amplio con sus diversos niveles, constituye una capacidad evolutivamente antigua y
probablemente esencial para explicar la motivación que precisan las onerosas conductas de
ayuda de algunas especies sociales. De acuerdo con la selección familiar y la teoría del altruismo
recíproco, la empatía favorece a los familiares y a los individuos que han cooperado
previamente, mientras que predispone en contra de los tramposos. Así pues, la moral humana,
para de Waal, hunde sus raíces en capacidades ya presentes en otras especies sociales. Hay, por
tanto, una clara continuidad evolutiva en su aparición, y se construye sobre la base de
capacidades presentes en otras especies, y especialmente visibles en monos y simios.
Crítica de los argumentos innatistas de la moral
Sin dejarse intimidar por los numerosos argumentos e investigaciones de los defensores
de una facultad moral innata, Jesse J. Prinz en "Is Morality Innate?"23 realiza una detallada
crítica del innatismo moral. El autor deja bien clara su postura desde el principio:
Morality, like all human capacities, depends on having particular biological
predispositions, but none of these, I submit, deserves to be called "a moral faculty". Morality is a
by-product --accidental or invented-- of faculties that evolved for other purposes. As such,
morality is considerably more variable than the nativism program might lead us to think, and
also more versatile.24
De Waal, F. B. M., Ibíd., pag. 30.
De Waal, F. B. M., Ibíd., pag. 85.
22 De Waal, F. B. M., "Putting the Altruism Back into Altruism: The Evolution of Empathy", Annual Review of
Psychology Vol. 59 (2008): pag. 279-300.
23 Prinz, J. J., "Is Morality Innate?", En Sinnott-Armstrong, Walter (ed.), Moral Psychology. Volume 2: The
Cognitive Science of Morality: Intuition and Diversity, Massachussets: The MIT Press, 2008.
24 Prinz, J. J., Ibíd., pag. 368.
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Es curioso, sin embargo, que, coincidiendo con muchos innatistas, Prinz considera que
las normas morales dependen de las emociones, de la aprobación o desaprobación emocional de
determinados actos.
El análisis de Prinz se basa en la idea de que un rasgo concreto es innato cuando existe
un mecanismo psicológico que se dedica a dicho rasgo, en contraposición a los mecanismos
psicológicos que han evolucionado con otro propósito o sin propósito alguno. Los rasgos innatos
pueden ser más o menos rígidos, de manera que nuestro autor distingue al menos tres niveles:
los muy rígidos, los que presentan cierta sensibilidad al ambiente, y otros con mayor
flexibilidad. Por otra parte, hay rasgos que se pueden considerar subproducto de otras
capacidades, como los que dependen de un mecanismo general de aprendizaje o de mecanismos
que evolucionaron, en principio, para otro propósito concreto diferente.
A continuación repasaremos sumariamente las objeciones de Prinz a algunos de los
principales argumentos de los defensores de la facultad moral innata, si bien su texto no tiene
desperdicio y merece una lectura atenta y exhaustiva.
Normas universales
Suponiendo que existan normas morales universales, para utilizarlas en defensa del
punto de vista innatista habría también que demostrar que no existen explicaciones alternativas
para las mismas (no innatas), y que el mecanismo innato necesario es específico para el dominio
de la moral (y no un mecanismo general o evolucionado para otro propósito). Partiendo de este
argumento, Prinz explora algunas de las pretendidas normas morales universales.
En cuanto a la prohibición de dañar al inocente, aunque algunos autores consideran que
es una pieza básica de la moral humana, Prinz llama la atención sobre la gran variación cultural
de esta norma. Además, existen explicaciones no nativistas de la misma, como el hecho de que
parezca ser una condición necesaria para la estabilidad social. De este modo, si existe la norma
universal de no dañar al inocente, esta podría ser el subproducto del hecho de que los seres
humanos son innatamente gregarios.
Parecidos argumentos pueden aducirse respecto a las normas relacionadas con la
reciprocidad y el compartir, así como respecto a la prohibición del incesto. Existe también en
estos casos gran variabilidad cultural, la cual hace dudar de su universalidad, y es posible
asimismo hallar explicaciones alternativas no nativistas.
Por tanto, Prinz concluye que algunas de las reglas morales universales más
prometedoras bien pudieran ser no universales, no innatas o no intrínsecamente morales.
Dominios universales
Aun cuando las normas morales específicas sean altamente variables, quizá existan
dominios morales que sí sean universales e innatos. Aquí nos situamos en la perspectiva
previamente expuesta de Haidt y Joseph, con sus cinco dominios morales que corresponden a
módulos mentales innatos25. Tales dominios determinarían qué situaciones son susceptibles de
adquirir un carácter moral, e incluso podrían incluir esquemas de normas cuyas variables son
establecidas por la cultura.
25 En realidad, Prinz sólo menciona 4 dominios, no incluye el referente al endogrupo, pues se basa en un artículo
de Haidt y Joseph anterior al que yo he utilizado para exponer el punto de vista de tales autores.
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En cuanto a la universalidad de los dominios mencionados por Prinz (daño,
reciprocidad, jerarquía y pureza), el autor aduce que "si los cuatro dominios son universales, de
ello no se sigue que sean universalmente morales"26.
Por otra parte, considera Prinz que tales dominios pueden ser aprendidos, ya que al
estar asociados a diferentes emociones que son probablemente innatas, estas pueden ser
explicación suficiente del surgimiento de los diversos dominios a lo largo del desarrollo. En
definitiva, si fuera así, cada dominio sería "una extensión aprendida de una emoción no moral"
o, como dice más adelante, "los dominios morales pueden ser subproductos de las emociones
básicas"27, las cuales evolucionaron con otros propósitos diferentes a la moral.
Los nativistas todavía podrían aferrarse a la idea de que lo que es universal es la
existencia de un dominio de normas morales frente a las normas no morales. Pero Prinz insiste
en que el aprendizaje por medio del castigo y la culpa bastan para explicar el dominio de lo
moral.
Modularidad
Otra estrategia para defender las tesis nativistas de la moral es buscar módulos morales
en el cerebro, ya que se suele afirmar que las facultades innatas son funcional y anatómicamente
modulares. En este caso, el concepto de modularidad difiere del que vimos anteriormente
empleado por Joseph y Haidt. Una facultad anatómicamente modular debe "estar localizada en
circuitos propios del cerebro" y una facultad funcionalmente modular debe "procesar
información específica de un dominio particular"28.
Cosmides y Tooby, dos de los más célebres psicólogos evolucionistas, afirman que los
seres humanos poseemos un módulo especializado en el razonamiento sobre intercambios
sociales. Según estos autores, si los sujetos realizan correctamente tareas relacionadas con
normas morales, pero ejecutan peor otras tareas de razonamiento estructuralmente análogas,
habría motivos para defender la existencia de un sistema o módulo especializado en el
razonamiento moral. En un estudio los autores hallaron resultados en este sentido, sin embargo,
ante las críticas referidas al hecho de que habían comparado regularidades con normas,
emprendieron una nueva investigación. En esta ocasión, encontraron que los sujetos realizaban
igualmente bien tareas relacionadas con normas morales y con normas de prudencia, lo cual
indicaría que, en todo caso, lo que poseemos es una capacidad de propósito general para razonar
sobre normas. Sin embargo, Cosmides y Tooby todavía defienden que este último resultado
puede interpretarse como la existencia de un módulo especializado en normas morales y otro
especializado en normas de prudencia.
El caso de los psicópatas también se ha presentado a favor de las tesis innatistas. Tales
individuos realizan con normalidad las pruebas de inteligencia, pero les cuesta distinguir las
normas morales de las convencionales. Así, se ha sugerido que padecen una deficiencia
específica en la competencia moral relacionada con alteraciones del sistema nervioso central, lo
cual hablaría a favor de un módulo moral en el cerebro. Prinz responde a este argumento que los
psicópatas tienen "profundas deficiencias en todas las emociones negativas". Por ejemplo, se ha
encontrado que los psicópatas son menos susceptibles al condicionamiento del miedo, tienen
menos depresión y un umbral del dolor más alto. Con unas emociones negativas disminuidas,
estos individuos se ven menos afectados por los procesos de condicionamiento que permiten
establecer normas morales partiendo de las emociones básicas.
Prinz, J. J., Ibíd., pag. 382.
Prinz, J. J., Ibíd., pag. 382.
28 Prinz, J. J., Ibíd., pag. 387.
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Las investigaciones basadas en técnicas de neuroimagen tampoco convencen a Prinz. En
su opinión, los estímulos morales activan áreas dedicadas al procesamiento de emociones y
áreas relacionadas con el razonamiento social en general, pero no puede hablarse de regiones
específicamente morales.
En conclusión, Prinz no encuentra "fuerte evidencia de un módulo funcional o
anatómico en el dominio moral"29.
Pobreza de estímulos
Este argumento nativista sobre la facultad moral deriva de la analogía lingüística. Al
igual que los niños desarrollan normas lingüísticas sin que exista una suficiente explicación en
base a las capacidades generales de aprendizaje y los datos lingüísticos a los que se han visto
expuestos, los niños podrían adquirir normas morales tempranamente con escasa estimulación.
Dwyer ha argumentado en esta dirección sobre la distinción entre lo moral y lo convencional,
señalando que los niños la adquieren muy pronto. Prinz cree, sin embargo, que el aprendizaje de
la diferencia entre lo moral y lo convencional puede explicarse sin apelar a una capacidad moral
innata. Las transgresiones morales parecen más serias, más dañinas y menos dependientes de la
autoridad, tanto para niños como para adultos, y, según Prinz, no se puede demostrar
fácilmente la pobreza de estímulos en esta área. Hay pruebas de que los padres adaptan el tipo
de disciplina que aplican al tipo de norma que los niños transgreden. Las reglas morales suelen
reforzarse mediante "afirmaciones de poder y apelando a derechos", mientras que las normas
convencionales suelen reforzarse mediante "el razonamiento y apelando al orden social".
Además, Prinz señala que algunas normas morales se enseñan explícitamente y son fácilmente
generalizables, como la norma de no hacer daño a otros.
Así pues, Prinz concluye que aunque el argumento de la pobreza de estímulos es un
buen indicador de nativismo, la evidencia disponible sugiere más bien que "los niños adquieren
la competencia moral a través de la experiencia"30.
Secuencia fija de desarrollo
De nuevo nos encontramos con un argumento nativista directamente inspirado en la
analogía lingüística. Si el desarrollo de una facultad sigue unos estadios similares en los diversos
individuos y con un ritmo semejante, puede pensarse que tal desarrollo tiene una base
endógena, que depende de la maduración de unos mecanismos innatos. De este modo, quienes
defienden una facultad moral innata han buscado apoyo en las teorías de etapas del desarrollo
moral, entre las cuales destaca la de Lawrence Kohlberg. Según este autor hay seis estadios
principales del desarrollo moral, los cuales constituyen una secuencia que cada individuo ha de
atravesar. Los dos primeros estadios se califican de "preconvencionales": en el primero, el buen
comportamiento del niño se basa en el miedo al castigo; en el segundo, la conducta está dirigida
por el propio interés. Los dos siguientes estadios se tildan de "convencionales": en el tercero, los
niños buscan ser bien vistos por otros; en el cuarto, comienzan a preocuparse por la ley y el
orden, siguiendo las normas sociales. Los últimos dos estadios se consideran
"postconvencionales": en el quinto, los individuos justifican sus acciones apelando a un contrato
social; y en el sexto, se rigen por principios.
29
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Prinz, J. J., Ibíd., pag. 391.
Prinz, J. J., Ibíd., pag. 395.
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El primer problema para los nativistas al abrazar la teoría de Kohlberg es que este
mismo autor no cree que el desarrollo moral esté biológicamente programado, sino que
considera que son las experiencias sociales las que hacen razonar al niño sobre sus puntos de
vista y le inducen a progresar.
Por otra parte, las evidencias no están a favor de la teoría de Kohlberg. En primer lugar,
Prinz señala que esta teoría trata del razonamiento moral, no de la manera en que formamos
nuestras opiniones morales. Sin embargo, la investigación muestra que el razonamiento moral
es un proceso posterior que se utiliza para justificar juicios morales que se han alcanzado de
manera no racional, como revelan los trabajos de Haidt. De este modo, el progreso del
razonamiento moral no sería más que un producto del desarrollo de las capacidades racionales
generales.
En segundo lugar, se han hallado pruebas en contra de la progresión sucesiva a través de
los estadios propuestos por Kohlberg. Los individuos pueden razonar desde diferentes estadios
al mismo tiempo, a veces se saltan alguno o retroceden en la secuencia. Además, parece ser que
los estadios más altos no se alcanzan a menudo, de manera que la mayoría de adultos se queda
en el cuarto, llegando a este punto alrededor de los veinte años. Prinz hace notar que este hecho
va en contra de las teorías innatistas, pues suele afirmarse que las capacidades cognitivas
innatas surgen tempranamente. Más aun, el estadio moral alcanzado correlaciona con el nivel
formativo de los individuos, lo cual sugeriría que "las habilidades de razonamiento moral son el
resultado de la educación más que de la maduración31".
Por último, la investigación transcultural ha encontrado que en sociedades tribales los
individuos se quedan en el tercer estadio de Kohlberg, cosa que también contradice la idea
nativista de un desarrollo innatamente programado.
Precursores de la moral en animales
En defensa de sus tesis, los nativistas aducen que en otras especies se encuentran
algunos precursores de la moralidad humana. De este modo, se daría apoyo a la idea de que la
facultad moral humana se ha desarrollado a través del proceso de evolución biológica.
Se ha observado angustia vicaria en diversas especies, así como un sentido de la
desigualdad y reciprocidad selectiva. Ahora bien, en algunos casos, opina Prinz, las conductas
registradas podrían explicarse como resultado de los mecanismos de condicionamiento. Nuestro
autor no niega que los primates tengan predisposiciones prosociales, pero piensa que de ellas no
debe inferirse una protomoralidad.
Por protomoralidad puede entenderse "una disposición a comportarse de una manera
que nosotros consideramos merecedora de elogio moral"32. En este sentido, cualquier ser que se
autosacrifica podría decirse que posee protomoralidad. Pero si entendemos por protomoralidad
"una incipiente comprensión de lo que es correcto e incorrecto"33, entonces un animal posee tal
cualidad sólo si tiene motivos psicológicos y capacidad de valoración equivalentes a los humanos
en el terreno de la moral. Prinz nos recuerda que "un motivo moral es un deseo de hacer algo
porque es lo correcto, y una valoración moral es la creencia de que algo es moralmente correcto
o incorrecto"34, sin embargo, él no cree que estas capacidades se puedan atribuir a los monos y
los simios cuando actúan con reciprocidad. Tales conductas podrían ser "irreflexivas y
Prinz, J. J., Ibíd., pag. 397.
Prinz, J. J., Ibíd., pag. 401.
33 Prinz, J. J., Ibíd., pag. 401.
34 Prinz, J. J., Ibíd., pag. 401.
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automáticas" y controladas por motivos no morales. Además, si monos y simios fueran capaces
de realizar valoraciones morales deberían mostrar emociones de culpabilidad y preocupación
por intercambios desiguales en los que no participan directamente. En ambos casos, las
evidencias son escasas para Prinz, aunque los simios podrían tener ambas tendencias según de
Waal.
En suma, Prinz acepta que la facultad moral humana "se construye sobre recursos
innatos que compartimos con los simios"35, pero puntualiza que tales recursos no son en sí
morales.
El origen de la moral según Prinz
Si no existe una facultad moral innata, ¿cuál es entonces el origen de la moral humana?
Para Prinz la moralidad es el subproducto de otras capacidades en interacción con factores
situacionales. Entre tales capacidades destacan:
--Nuestras emociones (no morales en sí mismas), que permiten el condicionamiento
emocional como método fundamental de educación moral, e incluyen la angustia vicaria ante el
sufrimiento ajeno.
--Las metaemociones, es decir, emociones sobre emociones. Los humanos podemos
juzgar nuestras emociones morales de primer orden como inapropiadas, y poseemos normas
sobre como la gente debería sentirse en diversas situaciones.
--La teoría de la mente y la capacidad de tomar la perspectiva del otro. Así, cuando
observamos a alguien que es tratado injustamente o dañado, podemos sentir la misma furia o
indignación de la víctima.
--Preferencias no morales y disposiciones de conducta, como algunas conductas sociales
innatas (la reciprocidad, por ejemplo).
Si añadimos a estas capacidades psicológicas ciertas situaciones o problemas que son
prácticamente universales en los grupos humanos, como la necesidad de alcanzar un grado
mínimo de estabilidad social, llegaremos a una solución universal, que consiste en la creación de
un sistema de normas morales que regula la convivencia. Por lo tanto, para Prinz la moral es un
subproducto de otras facultades humanas en interacción con las exigencias del entorno social.
Conclusiones
Los enfoques empíricos del estudio de la moral humana están arrojando valiosos
resultados que contribuyen a un mejor conocimiento de la conducta y los juicios morales de las
personas, así como a formular hipótesis mejor fundamentadas sobre su origen. La idea de que
los juicios morales dependen con mucha frecuencia de intuiciones, y que posteriormente se
racionaliza para tratar de justificarlos, tiene hoy un fuerte apoyo científico. En buena medida,
este resultado es compatible con la opinión de David Hume, para quien las emociones de
aprobación o desaprobación eran el aspecto esencial del juicio moral. Hauser prefiere referirse
no a emociones en sí, sino a un mecanismo de análisis de la acción, que, en todo caso, actúa
según principios inconscientes e inaccesibles. Me atrevo a sugerir que tal mecanismo podría
considerarse parte del propio mecanismo emocional, en el sentido de que toda emoción precisa
35
Prinz, J. J., Ibíd., pag. 402.
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un análisis de este tipo para activarse, y todo juicio moral, en cuanto implica aprobación o
rechazo, contiene un componente emocional. Pero recordemos que estamos hablando del tipo
de "juicio moral" que los individuos parecen exhibir en las investigaciones, otros autores ni
siquiera los considerarían como verdaderos juicios morales por no basarse en la razón. Así,
James Rachels en su famosa "Introducción a la filosofía moral" escribió: "los juicios morales
deben apoyarse en buenas razones"36, lo cual los diferenciaría de las "expresiones de gusto
personal". Sin embargo, nosotros no nos estamos ocupando de los aspectos normativos de la
moral, sino de su aspecto descriptivo y de sus orígenes.
En lo que respecta al tema central de esta revisión, la cuestión de si existe una facultad
moral innata, creo que los autores que defienden este punto de vista no cuentan con tanto apoyo
empírico como ellos creen. Las críticas de Prinz son certeras y contradicen muchas de las
afirmaciones de los nativistas de manera muy convincente. El propio Hauser ha admitido dos
posibles versiones de la analogía lingüística. La versión fuerte defiende una facultad moral
dotada de mecanismos propios, principios innatos, inconscientes e inaccesibles que guían la
adquisición de la competencia moral, y la aparición de daños selectivos cuando se producen
lesiones en las áreas específicas del cerebro donde radica tal facultad. En la versión débil, la
analogía lingüística no es más que una estrategia heurística útil para formular "las preguntas
correctas sobre la naturaleza de nuestra competencia moral": sobre los principios que la guían,
lo que hay de adquirido en ella, sobre cómo interaccionan los factores internos y externos para
producir variación en el desempeño, el modo en que este conocimiento evolucionó y si ha sido
diseñado específicamente para el campo de la moral37. Aunque Hauser parece defender la
versión fuerte, la versión débil es, sin duda, una estrategia muy plausible y legítima para enfocar
adecuadamente la investigación.
Una objeción razonable a la argumentación de Prinz podría dirigirse contra la restrictiva
definición del concepto de innatismo que utiliza. Este autor afirma, siguiendo a Cowie, que "un
fenotipo P es innato si es adquirido por medio de mecanismos psicológicos que se dedican a P,
en oposición a mecanismos psicológicos que evolucionaron con otro propósito o sin ningún
propósito"38. Así, hay dos modelos fundamentales de adquisición de rasgos que no son innatos y
que, por tanto, podemos calificar de subproductos de otras capacidades: adquisición mediante
un sistema de aprendizaje general, y la adquisición mediante el uso de sistemas específicos que
evolucionaron con otro propósito diferente. Efectivamente, en estos dos casos podemos
imaginar rasgos que, por supuesto, como todo lo que hacen las personas, se fundamentan en la
naturaleza humana, en las capacidades propias del hombre como especie, pero que no son
innatos en sí mismos. Por ejemplo, no sería correcto ni útil afirmar que el ser humano tiene una
facultad innata para tocar el violín, aunque para hacerlo son esenciales algunos rasgos
propiamente humanos que evolucionaron por otros motivos, como nuestra habilidad con las
manos o nuestras capacidades cognitivas generales. Cabe añadir que el propio Hauser parece
estar de acuerdo con el criterio utilizado por Prinz, pues lo que defiende su nativismo es
precisamente la existencia de un "sistema especializado en hacer juicios morales"39.
En realidad, como tantas veces, gran parte de la controversia radica en las diversas
definiciones de los conceptos empleados. El concepto de rasgo innato, en el sentido en que lo
usa Prinz, como un rasgo que depende de un mecanismo especializado y evolucionado para ese
propósito específico, parece someter a una dura prueba la idea de una facultad moral innata. En
este sentido, la tesis innatista está por demostrar.
Rachels, J., Introducción a la filosofía moral, Mexico: Fondo de Cultura Económica, 2007, pag. 30-31.
Hauser, M. D., Young, L. and Cushman, F., Ibíd., pag. 139.
38 Prinz, J. J., Ibíd., pag. 370.
39 Hauser, M. D., Young, L. and Cushman, F., Ibíd., pag. 120.
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Por otra parte, podríamos plantearnos la amplitud del concepto de conducta y juicio
moral. Por ejemplo, Prinz considera entre los factores que determinan la moral humana ciertas
capacidades psicológicas posiblemente innatas, como la angustia o malestar vicario, la teoría de
la mente y ciertas preferencias o disposiciones, como la reciprocidad. ¿No podrían entenderse
estas capacidades como inherentemente morales y como componentes de la supuesta facultad
moral innata? Personalmente creo que no sería correcto hacerlo, pues tales capacidades tienen
propósitos mucho más amplios, y posiblemente evolucionaron de forma primaria con otros fines
(propios de criaturas sociales).
En definitiva, creo que el origen de la moral planteado por Prinz es más realista y acorde
con los hechos que muchas de las afirmaciones innatistas. Por supuesto, existe una naturaleza
humana que nos diferencia claramente de otras especies, y es indudable que la misma se ha
desarrollado mediante el proceso evolutivo, con la selección natural como mecanismo
fundamental (aunque no único). Las diversas capacidades humanas básicas, algunas que
evolucionaron con propósitos muy específicos y otras de muy amplio rango, como el mecanismo
general de aprendizaje o la capacidad general de razonamiento, influyen y marcan ciertos
límites en las acciones de las personas. De este modo, la moral puede entenderse como
subproducto de tales capacidades en interacción con los problemas que plantea un entorno que,
en gran parte, es un entorno social, y es razonable pensar que muchas regularidades o rasgos
universales derivarían de la convergencia de esa naturaleza humana (con sus límites) y unos
retos ambientales que, con frecuencia, suelen ser comunes. Desde esta perspectiva, tenemos un
marco capaz de dar cabida a las regularidades de la moral humana observadas entre individuos
y culturas, y también a la enorme variabilidad constatada. La facultad moral humana existe,
como existe la facultad humana de tocar el violín, y depende de muchas capacidades innatas, así
como de los retos ambientales planteados; pero tal facultad no tiene por qué calificarse en sí
misma como unitaria e innata, pues obedece a numerosos mecanismos de amplio espectro, no
específicamente evolucionados para la moral.
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Juncosa Aín C. Psicologia.com. 2012; 16:20 - http://hdl.handle.net/10401/5512
Cite este artículo de la siguiente forma (estilo de Vancouver):
Juncosa Aín C. La facultad moral innata y la crítica de J. J. Prinz. Psicologia.com [Internet].
2012 [citado 07 Sep 2012];16:20. Disponible en: http://hdl.handle.net/10401/5512
18
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