De un tiempo a esta parte se ha llegado a argumentar y contradecir la posibilidad de una crisis en la misma relación médico-paciente. Realmente, este planteamiento ha ido extendiéndose en el mismo ámbito clínico, existiendo un sinfín de académicos y clínicos que han contribuído a una situación variopinta que se ha ubicado en los mismos cimientos de lo asistencial y en los gestores docentes de las universidades y academias.
Es indudable que la praxis de la atención primaria y la desarrollada en el medio hospitalario se ha visto totalmente alterada, recibiendo los pacientes atención médica mediante videoconsultas, llamadas telefónicas u otros sistemas digitales, frente a la consulta presencial “de siempre”. Ni que decir tiene, que aquéllo que, antaño era como mínimo extraño -la telemedicina, por ejemplo-, se presentó ocupando un protagonismo ciertamente mayúsculo.
Entonces, la relación médico-paciente, el encuentro del médico con el paciente ¿en qué se ha convertido?, y, además, ¿la calidad asistencial se ha mantenido, mejorado o, acaso, empeorando?
Se analizan los principales modelos de la relación médico-paciente, examinando, en detalle, el modo de su desarrollo en un hipotético escenario virtual. El modelo de la actividad-pasividad de Hollender y el fenomenológico de las fases de Gebsattel son objeto de este estudio.
Se enumeran, de igual modo, las herramientas de mayor uso en telemedicina destacando, no así su metodología y protocolos, sino los posibles efectos en los pacientes, especificando qué limitaciones se encuentran obligados a aceptar. Nos preguntamos, ¿dónde está la transferencia, la empatía o alianza terapéutica en esa relación médico-paciente virtual?, o, ¿cabe determinar, en su caso, unos desarrollos específicos de las mismas?
Indudablemente, se podría empezar a hablar de una nueva Psicología Médica a raíz de la situación pandémica actual que vivimos. Pero, ¿qué dificultades de orden práctico están sucediendo en la misma relación médico-paciente? Podría, entonces, darse el caso de pacientes que “huyen” del médico o que niegan su enfermedad y que optasen por la asistencia y relación médico-paciente virtual para no tener que encararse con su médico.
En último término, otra cuestión urgente se avecina. Dado el escenario de post-pandemia, y pudiendo sanitariamente ya elegir entre lo presencial y lo virtual, ¿qué criterios se establecerán para optar a una u otra forma asistencial, sean éstos sanitarios o bien de tipo marcadamente económicos?