Es un reto en la actualidad considerar los procesos demenciales por sus implicaciones individuales, familiares, asistenciales y sociales.
A nivel individual es la pérdida progresiva de la identidad y de su contacto con el mundo externo, con el drama del olvido del sí mismo, de su historia vital y de paulatina confusión de su presente y su futuro.
A nivel familiar es la confrontación del ¿ Qué hacer? la angustia y la tristeza de observar el deterioro mental del miembro familiar antes activo e independiente, ahora sumido en su propio olvido y necesitado de los cuidados para su supervivencia. Además de las repercusiones económicas, de tensión en el seno familiar, la reorientación de actividades y responsabilidades de todos o algunos de los allegados, con la consiguiente alteración psicoemocional del o de los cuidadores.
A nivel asistencial plantea el reto de brindar servicios oportunos, adecuados y de calidad a este grupo poblacional, cada vez mayor, y la realización de programas de tipo preventivo para disminuir el impacto de la misma enfermedad demencial y los procesos morbosos concomitantes, así como de instaurar servicios de rehabilitación física y psicoemocional. El incremento de la demanda de servicios asistenciales origina el incremento de los recursos logísticos, humanos y económicos para satisfacer las necesidades, los cuales deben ser considerados en una perspectiva de eficiencia y eficacia.
A nivel social el incremento de la población mayor y anciana, así como de los estados demenciales, origina trasformaciones en todos los ámbitos de la sociedad con sus respectivas repercusiones económicas y de organización social. Interactúan consideraciones humanísticas, éticas, jurídicas, urbanísticas, ecológicas, de seguridad social, que impactan en los diferentes estamentos sociales y en el individuo demente.