El TLP puede ser diagnosticado de manera confiable a partir de los 11 años. La prevalencia en la población general de adolescentes es del 3%, aumentando al 11% en la población clínica ambulatoria y al 78% en aquellos ingresados en unidades psiquiátricas. Se sugiere que el inicio del TLP ocurre entre el final de la infancia y el comienzo de la adolescencia, representando un cambio cualitativo en el desarrollo de la personalidad en un período de mayores demandas en este aspecto.
La heredabilidad del TLP es relativamente alta, alcanzando el 0.67, comparable a otros trastornos mentales como el trastorno bipolar y la esquizofrenia. Diversos signos y síntomas preceden al inicio del TLP, incluyendo temperamento en la infancia, otros problemas de salud mental y trastornos de conducta de inicio temprano.
Aunque el TLP es precedido por trastornos de internalización y externalización, existe una compleja relación entre los genes, el temperamento, y el entorno, con efectos recíprocos y factores mediadores como influencias ambientales, mecanismos de afrontamiento, factores protectores y procesamiento cognitivo. Factores de crianza identificados como relevantes incluyen la presencia de enfermedad mental en los padres, baja cercanía emocional, uso de castigos severos, crianza desadaptativa y un pobre funcionamiento familiar.
Eventos adversos asociados con el desarrollo del TLP incluyen abuso y negligencia infantil, expulsión escolar, bajos logros educativos, falta de metas de vida y bajo coeficiente intelectual. El objetivo de esta presentación es resumir los modelos etiopatogénicos que explican el debut de los trastornos de personalidad en la adolescencia, facilitando así el diagnóstico y tratamiento en esta población.