REVISTA ELECTRÓNICA DE PSICOLOGÍA
Vol. 2, No. 1, Enero 1998
ISSN 1137-8492
Neuropsicología y daño cerebral.
J. M. Muñoz Céspedes
EDITORIAL
Profesor del Dpto. de Psicología Básica (II) Procesos Cognitivos.
Universidad Complutense de Madrid.
Consultor en Neuropsicología. Unidad de Daño Cerebral Hospital Aita
Menni, Mondragón (Guipúzcoa).
Correspondencia:
E-mail: jmcespedes@correo.cop.es
A principios de los años 90 el Consejo Asesor Nacional del Instituto de Trastornos
Neurológicos de los Estados Unidos y el Segundo Congreso de la sociedad Paneuropea
de Neurología decidieron declarar esta década como "La década del cerebro". Ello ha
favorecido en los últimos años un enorme impulso de la investigación en neurociencias
y el desarrollo de múltiples proyectos que han permitido enriquecer la comprensión de
los distintos modos de procesamiento de información en el cerebro, mejorar los sistemas
de evaluación y diagnóstico de las distintas lesiones y disfunciones del sistema nervioso
central, y conseguir tratamientos farmacológicos y programas de rehabilitación más
eficaces para las personas afectadas por estas patologías.
Desde esta perspectiva la Neuropsicología, como ciencia que estudia las funciones
psíquicas superiores -cognitivas y emocionales- en relación con las estructuras
cerebrales y funciones cerebrales que las sustentan, ha adquirido un gran auge en los
últimos años al favorecer la integración de los esfuerzos de diferentes áreas de
conocimiento como la neurobiología, neurorradiología, neurología, psiquiatría,
psicología cognitiva, etc. (Gazzaniga, 1995; Rugg, 1997). Sin pretender ser exhaustivos
podemos señalar entre las principales aportaciones de la Neuropsicología las siguientes:
La descripción detallada de las consecuencias de las lesiones cerebrales en
términos de funcionamiento cognitivo, trastornos de conducta y alteraciones
emocionales.
La explicación de los patrones de las realizaciones cognitivas afectadas en
términos de alteración de uno o más componentes de una teoría o modelo de
funcionamiento cognitivo normal.
La elaboración de pruebas, instrumentos y protocolos de evaluación para la
exploración de tales déficit.
La contribución a un diagnóstico más preciso en determinadas enfermedades
neurológicas y psiquiátricas, en especial en aquellos casos en los que existen
alteraciones funcionales no detectadas con las técnicas de neuroimagen habituales
y en los que se encuentran en las primeras etapas de procesos patológicos
neurodegenerativos.
La inclusión en los programas de rehabilitación de nuevos módulos de tratamiento
que tengan en cuenta las alteraciones cognitivas y emocionales específicas de
cada individuo y sus necesidades en los diferentes ámbitos cotidianos.
La comprobación de hipótesis sobre las relaciones entre el cerebro y la conducta,
lo que permite mejorar tanto el conocimiento de las estructuras y redes implicadas
en las diferentes alteraciones cognitivas como verificar los actuales modelos
explicativos sobre el funcionamiento cerebral.
Por otra parte, desde una perspectiva asistencial, no podemos olvidar que el número de
personas con discapacidades como consecuencia de un daño cerebral es creciente
(traumatismos craneoencefálicos, demencias, accidentes cerebrovasculares,etc.) , y que
la rehabilitación de estas personas plantea múltiples problemas a los diferentes sistemas
sanitarios por la complejidad y heterogeneidad de las secuelas que exigen la
participación de un equipo multidisciplinar, por la larga duración y coste del tratamiento
rehabilitador y por las dificultades que plantean a largo plazo para una integración
familiar, social, escolar o laboral satisfactoria.
Parece imprescindible en el ámbito clínico la incorporación de nuevas estrategias de
tratamiento que no se centren exclusivamente en la recuperación de los déficit
neuromusculares y lingüísticos, sino que ayuden también a paliar los déficit residuales
de memoria, funciones ejecutivas, habilidades sociales, autoestima,etc, tanto más
cuando la investigación más actual viene demostrando una y otra vez la importancia de
estas áreas para comprender la discapacidad y minusvalía residual de los afectados
(Muñoz Céspedes, 1997; Teasdale et al., 1997) y la favorable relación coste/beneficio de
eficacia de los programas de rehabilitación neuropsicológica (Malec y Basford, 1996;
Evans, 1997).
Por todo lo anterior invitamos desde este editorial a todos los investigadores y clínicos a
que colaboren en nuestra revista con sus ideas y experiencias sobre la evaluación y
rehabilitación de las personas con lesiones cerebrales, con el objeto de profundizar en
nuestro conocimiento sobre el funcionamiento cerebral y mejorar la calidad de la
atención y los servicios que se ofrecen a esta población.
Referencias
Evans, R.W. (1997). Postacute neurorehabilitation: Roles ans Responsabilities
within a national information system. Archives of Physical Medicine and
Rehabilitation, 78 (8 Suppl. 4), S17-S25.
Gazzaniga, M. S. (Ed.). (1995). The cognitive neurosciences. Cambridge, MA:
M.I.T. Press.
Malec, J. F., Basford, J. S. (1996). Postacute brain injury rehabilitation.
Archives of Physical Medicine and Rehabilitation, 77, 198-207.
Muñoz Céspedes, J. M. (1997). Secuelas neuropsicológicas y psicosociales del
daño cerebral traumático. Estudio prospectivo con 18 meses de seguimiento.
Mapfre Medicina, 8, 41-50.
Rugg, M. D. (Ed.). Cognitive neuroscience. East Sussex: Psychology Press.
Teasdale, T. W., Christensen, A. L., Willmes, K., Deloche, G., Braga, L.,
Stachowiak, F., Vendrell, J. M., Castro-Caldas, A., Laaksonen, R. K., Leclercq,
M. (1997). Subjective experience in brain injured patients and their close
relatives: A european brain injury questionnaire study. Brain Injury, 11, 543563.
Referencia a este artículo según el estilo de la APA:
Muñoz, J. M. (1998). Neuropsicología y daño cerebral [Editorial]. Psicologia.COM [Online], 2 (1), 11 párrafos.
Disponible en: http://www.psiquiatria.com/psicologia/vol2num1/art_1.htm [1 Febrero 1998]
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