Vol. 1, núm. 2 - Julio 2002
Revista Internacional On-line / An International On-line Journal
Nuevos desafíos: integración y salud mental de los jóvenes emigrantes y
transeúntes (pág. 1)
New challenges: Social integration and mental health of young immigrants and passers-by
Les nouveaux défis: integration et santé mentale des jeunes immigrés et passants
23-24/Mayo/ 2002. Parlamento Europeo. Bruselas
Journées Européennes sur les Jeunes en Errance
European Seminar on Street Youth
Jornadas Europeas sobre Jóvenes Transeúntes
Iñaki Markez.
Médico psiquiatra.
Correspondencia:
Dr. Iñaki Markez
Ekimen, Investigación sobre Sustancias y Salud mental
Apdo de Correos 276, 48993- Algorta. Bizkaia (España).
Tfno.: +34.944674979
E-mail: ekimen@euskalnet.net
http://www.ekimen.org/
Tu coche es japonés, alemán, italiano o francés; tu café es cubano, canario, brasileño o colombiano; tu gas es argelino y tus
vacaciones marroquíes o latinoamericanas; tus cifras son árabes, tus letras son latinas; tu coca-cola, ron, ropa, reloj, teléfono... ¿Y
tú te atreves a decir que tu vecino es extranjero?
Resumen
El desplazamiento de inmigrantes, jóvenes principalmente, hacia los países desarrollados es un
fenómeno universal, de gran actualidad y de cuantía creciente en nuestra área geopolítica europea.
La construcción del imaginario colectivo configura la imagen de un fenómeno que unifica la
diversidad, rechaza la interculturalidad y manifiesta dificultades para la integración. Es importante
obtener sencillos indicadores para el diagnóstico y la evaluación de la integración, así como algunos
requerimientos para el adecuado abordaje y tratamiento de los problemas asociados a la salud
mental de la población emigrante en los dispositivos de atención a la salud. Y, sobre todo para
aquellos sectores de jóvenes transeúntes e inmigrantes, netamente desprotegidos, que, aunque
minoritarios, representan bolsas considerables de la población que hemos tornado llamar cuarto
mundo.
Palabras clave: inmigrantes jóvenes, integración, respuestas, trastornos mentales.
Abstract
The movement of immigrants, mainly youngsters, towards developed countries is nowadays a
universal phenomenon of an increasing character in our European area. The construction of the social
conscience designs a frame which unifies diversity, rejects an intercultural society and shows
difficulties to get integration. It is important to obtain simple items to diagnose and evaluate
integration, as well as some other items to reach an adequate approach and a treatment for the
mental diseases associated with immigrants. Principally, it is necessary to get it for the unprotected
young passers-by and immigrants, because they represent a group of population commonly known
as "fourth world".
Key words: Young immigrants, integration, answers, mental diseases.
Introducción
Las migraciones son un fenómeno social de actualidad en los medios de comunicación y tan antiguo
como la historia de la humanidad. Fenómeno universalizado no sólo por el aumento de personas
migrantes en las últimas décadas sino también por la diversificación de los tipos migratorios y el
incremento de redes migratorias.
El estado español que en las décadas de los años 50 y 60 aportó muchos miles de emigrantes a los
países latinoamericanos, y junto a Portugal, Italia, Grecia y Turquía exportó mano de obra a los
países desarrollados de Europa, con el consiguiente desplazamiento intraeuropeo, contribuyendo a su
desarrollo económico, social y cultural. También hubo importante emigración interna desde
Andalucía, Galicia, Extremadura y Castilla fundamentalmente hacia el País Vasco y Catalunya.
Hoy y desde el ingreso en la CEE, en concreto entre 1975 y 2001, se ha invertido la dirección
migratoria, retornando medio millón de quienes residían en países centroeuropeos. De ser emisores
de mano de obra, se ha pasado a lugar de destino migratorio produciéndose una elevada afluencia
de gentes del Magreb, principalmente marroquíes, y también de países latinoamericanos,
centroafricanos (subsaharianos) y europeos de los antiguos países del Este, lo cual está
configurando una nueva realidad demográfica y social.
Emigrar es un hecho reconocido en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Los motivos para
dejar el país de origen son muy diversos yendo desde alejarse de la miseria hasta las ansias de
libertad huyendo de la represión. La injusticia del proceso de globalización que amplia las
desigualdades entre el norte y el sur hundiendo toda expectativa vital en los países de origen de la
emigración. Con la globalización de la economía a nivel mundial y relacionado con el aumento de
nivel de vida en algunas regiones, surgen otros desplazamientos migratorios selectivos que afectan a
personal cualificado que siguen el movimiento de capitales o de empresas, o también poblaciones de
tercera edad que persiguen mejores condiciones climáticas y de capacidad adquisitiva
(Blanco,2000) . Importantes colectivos japoneses, alemanes o nórdicos participan de esas dinámicas
migratorias. Son los extranjeros que no crean problemas, como tampoco los turistas, ellos no son
pobres. Ellos no son motivo de esta exposición.
Extranjeros hubo y habrá siempre. Emigrantes también, pero con las poblaciones migrantes pobres
intervienen los prejuicios sociales. Emigrar forma parte del afrontamiento contra las desigualdades y
el desequilibrio, necesitando establecerse en otros lugares. Y emigran quienes huyen de la pobreza y
otras muchas personas cualificadas, las más formadas, lo cual significa una sangría irreparable para
los países no desarrollados. Con trayectorias migratorias condicionadas por factores como la posición
social de los emigrantes (el origen nacional y de clase, la cualificación, el conocimiento de idiomas
locales, la situación jurídica, etc.), las redes migratorias en las que se insertan, es decir, las
estructuras que conforman las relaciones con el medio (vivienda, búsqueda de empleo, pautas de
autoayuda,...) y su abordaje ideológico - cultural (IOE, 1998).
Cuando parten de su tierra está presente la sensación de haber sido arrancados de un entorno lleno
de vivencias y sensaciones, echando menos su lugar de origen aunque se trate de un país carente de
seguridad sanitaria, ni social, ni política. Con gran preocupación porque no volverá a ser del país que
abandona ni del país al que emigra, será un emigrante el resto de su vida. Con gran desprotección,
incertidumbre y numerosos tropiezos en el camino, teniendo que recurrir incluso a las tiránicas
organizaciones dedicadas a traficar con personas, de las que necesitan para cruzar fronteras y soñar
con un futuro mejor.
Se convierten en ciudadanos (viven en ciudades) con relación de vecindad pero sin derechos sociales
ni sindicales (derecho a sindicación, manifestación, huelga, etc.), con escasas prestaciones de
justicia para quienes residen y trabajan en estas tierras, eso sí, de modo irregular en su
documentación oficial a pesar del reconocimiento en la Declaración Universal de los Derechos
Humanos y en la Carta Europea de los Derechos Humanos (Beyuki, 2001). Aquella noción de
ciudadanía asociada a la idea de igualdad formal ante la ley, junto al derecho a la diferencia, se torna
en la realidad en desigualdad ciudadana.
Las cifras
Si la frontera fuese más permeable, si resultara más fácil el acceso legal...., el flujo migratorio sería
mayor, pero tanto en las entradas como en las salidas. Los emigrantes siempre fueron donde había
trabajo para ellos, y no fueron donde no lo había. Es Europa, con sus miedos y prejuicios la que está
construyendo una situación anormal, un muro que ni deja entrar ni deja salir (M. Pajares, 1999). Los
estados fortalecen medidas y barreras infranqueables para los inmigrantes que desean regularizar su
situación, logrando grandes bolsas de personas indocumentadas. Según la Organización
Internacional para las Migraciones más de 500.000 inmigrantes entran en la Unión Europea cada
año. El número de inmigrantes que llegaron en el año 2000 a los países de la Unión Europea, y
fueron inscritos oficialmente, fue de 816.000 personas, procedentes en su mayoría del Magreb,
Turquía, India, Africa subsahariana y la región balcánica. (Ver gráfico 1).
Gráfico 1. Origen de la emigración hacia la Unión Europea.
Dicha cifra está alejada de los 1,4 millones de personas que necesita anualmente la Unión para
mantener su nivel productivo. También los Estados de la Unión europea emitieron órdenes de
expulsión contra 367.552 personas, y otros 87.628 abandonaron voluntariamente estos territorios.
El territorio del Estado español se sitúa en los últimos lugares de los países europeo, con casi un 2%
distribuyéndose aproximadamente al 50% entre comunitarios europeos y no comunitarios,
principalmente de América latina, Africa y Asia (Flores, 2001) tal y como se refleja en la tabla 1.
El Estado español presenta una media de 20,1 emigrantes por cada mil habitantes siendo un
territorio, al igual que el País Vasco con bajos porcentajes de emigrantes. El Instituto Nacional de
Estadística (INE) ofrece datos de la población emigrante y su procedencia, reflejando que casi el 50%
proceden de Europa, comunitarios principalmente; un 20% vienen de Magreb, principalmente de
Marruecos, y de países latinoamericanos el 23%. Claro que no hay que olvidar los elevados
porcentajes de población inmigrante clandestina, sin la documentación "en orden". Pues bien, incluso
considerando los cambios de tendencia, en el año 2001 aun había dos españoles en el extranjero (*)
por cada inmigrante que acudía a la península.
(*) Con fecha 1-1-2000, los emigrantes que residían en territorio español eran 2.256.931 según
cifras oficiales.
Unos 600.000 extranjeros estaban establecidos de modo legal en el Estado español en el año 2.000 pero no se
reflejan las elevadas cifras de emigrantes clandestinos, sin su documentación regularizada.
Hasta el 31 de Julio del año 2000, fecha en la que se cerró oficialmente el plazo, España registró 246.089
solicitudes de residencia, si bien el Ministerio del Interior preveía unas 80.000 solicitudes. Estas previsiones y la
tradicional carencia de medios administrativos junto a las colas de emigrantes, las vallas, las policías, el
desbordamiento en las oficinas de extranjería, llegaron a ser utilizadas por el Partido Popular como prueba de la
presión emigratoria que padecemos, ocultando la chapuza administrativa con que abordó el proceso (Torres,
2001). A finales del año 2001, a 31 de diciembre según datos del Ministerio del Interior, eran 1.109.060 las
personas emigrantes residentes. (Gráfico 2).
Gráfico 2.
Otro de los cambios más notables es la creciente presencia femenina. En la Unión Europea, en España y en el
País Vasco se constata que la cantidad de mujeres inmigrantes tiende a equipararse al número de hombres (Ver
Tabla2). Esta inmigración femenina creciente no sólo es producto de procesos de reagrupación familiar pues son
muchos los miles de mujeres que emigran con proyectos propios para incorporarse al mercado de trabajo del lugar
receptor (Blanco, 2000) pues su protagonismo es creciente.
Tabla 2. Mujeres extranjeras sobre el total de residentes según origen.
El perfil sociodemográfico de la población inmigrante, excluidos quienes proceden de la U.E., presenta a una
población joven, con pocos niños y ancianos, activa, con buen estado de salud, con menor nivel educativo que la
población nativa, débil agrupación familiar, precariedad laboral, hacinamiento, cierto aislamiento social, difícil
relación por sus dificultades con el idioma y las diferencias culturales, movilidad geográfica, e irregularidad
administrativa (Alonso y Loucedo, 2002) pero que acuden al país receptor para mejorar su calidad de vida.
Entre el elevado colectivo de emigrantes, muchos de ellos con edades medias entorno a los 15 años, sin
documentación en regla, es grande el número de jóvenes. Como la Ley impide
su expulsión inmediata de los menores y jóvenes, las instituciones se ven obligadas al acogimiento que
generalmente dura poco tiempo, fugándose entorno al 40%. Según datos de la Consejería de Asuntos Sociales de
Andalucía, el 75% de estos jóvenes viven no solo alejados de su familia sino carentes de un hogar, en la calle, ya
antes de atravesar el estrecho.
Al entrar en vigor la nueva Ley de Extranjería en enero del 2001 las dificultades no han hecho sino crecer, como el
número de extranjeros "sin papeles". Se estima que 3 millones de personas viven clandestinamente en la Unión
Europea, de ellas, un millón en Alemania, más de 300.000 en España, cifra similar a la de Francia e Italia. Según
la Organización Internacional de la Inmigración, cada año se introducen en la Unión Europea
más de 500.000 personas, con un elevado porcentaje de mujeres, muchas de ellas víctimas
de la trata de personas a través de actuaciones tan diversas como el trabajo doméstico, los matrimonios forzados
o de conveniencia, la prostitución, falsas adopciones u otros modos de explotación sexual.
Un par de datos sobre este particular: el 40% de las prostitutas callejeras de la U.E. son inmigrantes según un
estudio de la Red Europea por la prevención del Sida en la Prostitución; o saber que el 70% de las mujeres que
pasan por las oficinas de Askabide y Aukera, asociaciones que trabajan en la ayuda a las prostitutas en el País
Vasco, son extranjeras colombianas, brasileñas, nigerianas, camerunenses... (Irazu, 2000).
El fenómeno de la inmigración en nuestras latitudes, con resultar considerablemente importante, está muy lejos de
otros países europeos. Alemania con 7.400.000 extranjeros, Francia con 3.600.000, Reino Unido con 2.200.000 o
Bélgica con 900.000 inmigrantes. Las solicitudes presentadas en el año 2000 elevan las personas extranjeras
residentes en el Estado español a más de un millón, casi un 3% de la población total, recibiendo menos
inmigración de la que le correspondería con las dimensiones demográficas al promedio europeo, que se sitúa en
torno al 5% de la población. El colectivo marroquí se consolida con 195.000 personas residentes como el mayor
numéricamente según datos del Ministerio del Interior 31-XII-2000.
¿Y qué decir de las regularizaciones?. Con una media estatal de denegaciones del 36,5%, las diferencias de
denegación según el lugar de residencia en unas y otras zonas es abismal. Por no hablar de las diferencias según
el país de procedencia: aprobado el 82,25% de las solicitudes presentadas por argentinos, el 76,6% de los
ecuatorianos, el 70,7% de los polacos el 51% de los marroquíes o el 46,4% de las presentadas por los
senegaleses, etc. No hay relación o diferencias en el arraigo de unos y otros colectivos (la emigración marroquí es
la antigua, o la ecuatoriana es muy reciente) que justifique la desigualdad en los porcentajes de personas
regularizadas, salvo preferencias del Ministerio del Interior hacia la población latinoamericana o del Este de
Europa.
Este proceso de regularización, con repescados y billetes de ida y vuelta incluidos, parece que seguirá con nuevas
trabas. Ni tan siquiera la residencia legal puede ser definitiva, por ejemplo si no se mantiene estable un contrato
laboral. El proceso de regularización actual puede repetir lo que aconteció en 1991: Dos años más tarde, solo un
64% permanecía en situación legal (Izquierdo, 1996). Que hace unas décadas emigraran gentes del estado
español podía entenderse como un derecho natural. Que extranjeros de países pobres quieran residir y trabajar en
territorio español se convierte para muchos miles de personas en un delito según la actual legislación de
extranjería.
Respuestas sociales e institucionales
Como señala Javier de Lucas (2001) las respuestas de los últimos tiempos son, cuanto menos, instrumentales,
paternalistas, torpes e ilegítimas.
z
Instrumentales porque al inmigrante solo se le hace visible y acepta en tanto que recurso, mano de obra
coyuntural o tasa de reposición demográfica.
z
Paternalistas, concibiendo las medidas como cuestión humanitaria. No se trata de admitir a ciudadanos/as
de otras latitudes con sus plenos derechos sino que tengan la esperanza de recibir alguna respuesta
caritativa.
z
Ilegítimas, tratando a emigrantes como marginales, ilegales, delincuentes, no-personas, siempre como
amenaza para la seguridad ciudadana o para garantizar los puestos de trabajo. Como son diferentes en
derechos y deberes, se construye una legislación específica.
z
Torpes, como lo acreditan ciertas medidas aplicadas: viajes para ecuatorianos de ida y vuelta (a costa del
contribuyente); devolución de marroquíes y subsaharianos; política de visados, origen de viajes en pateras
en el estrecho de Gibraltar; política de prioridad nacional fuente del trabajo sumergido; demoras de más de
7 meses en la concesión de permisos de trabajo y residencia...
Si hoy existen muchos miles de personas extranjeras "irregulares" es simplemente porque se permite esa enorme
bolsa de desesperados dispuestos a lo que sea para sobrevivir. La otra opción es la integración, con plenos
derechos como condición necesaria y flexibilizando las posibilidades de adquisición del estatuto de ciudadanía.
En Francia, en su reciente proceso electoral, la cuestión de la emigración ha sido uno de los elementos de
confrontación entre los contendientes. También en Holanda. Antes en febrero de 2000 el discurso xenófobo de
Jörg Haider llevó a su partido de extrema derecha (FPÖ) al gobierno de Austria.
En el estado español se ha aprobado una Ley de Extranjería que los expertos señalan como de dudosa
constitucionalidad desde el momento en que limita derechos fundamentales (reunión, huelga, asociación,...)
recogidos en el texto constitucional. Para su aprobación se ha ninguneado el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales de la ONU y los convenios de la Organización Internacional del Trabajo
suscritos por el Estado español. Se ha ignorado la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Pacto
Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, se ha ninguneado la misma Constitución española de 1978 que
en su artículo 96 incorpora la declaración y pacto citados. La Ley 4/2000 que debiera ser coherente con todos los
tratados anteriores resulta que es contradictoria con los mismos.
La ley de extranjería, exponente de la política de extranjería, tiene mucho que ver con el racismo porque discrimina
a las personas según su origen y mantiene a grupos de población en condiciones de grave inferioridad de
derechos condicionando la percepción social, pudiendo generarse permisividad para un trato discriminatorio en
otros muchos ámbitos de la vida ciudadana.
En el presente año 2002, el Instituto Nacional de Emigración estima la entrada de 360.000 emigrantes, teniendo
prevista la concesión de sólo 60.000 visados ¿Qué ocurrira con las otras 300.000 personas?
El gobierno no opta por salidas satisfactorias y dignas para las personas inmigrantes, convirtiéndolas en mercancía
expulsable, negándoles la consideración de ciudadanas. Afortunadamente entre otras fuerzas como los sindicatos,
empresarios y ONGs van surgiendo iniciativas con otro cariz: disposición a afiliar a quienes lo solicitan, cupos de
contratación, servicios de empadronamiento municipales, permisos de residencias...
No parece que los planes para expulsar a millones de emigrantes que residen ilegalmente a lo largo y ancho de
Europa sea una medida eficaz, menos aun ética y humanitaria.
Interculturalidad e integración
La cuestión de la integración como problema se basa en una concepción existencialista. Se realiza la construcción
del "nosotros" frente al "otro". Nosotros en tanto que europeos, españoles o vascos, o de Bilbao, en oposición y
presuntamente diferentes de los otros, asignando a estos y al "nosotros" un nivel de homogeneidad (Juliano, 2000)
alejado de la realidad. Si nos acercamos a una persona emigrante, del tercer mundo, podríamos descubrir que
existen muchos elementos en común, similitudes en ideologías políticas, en preocupaciones, problemas, etc. Pero
en el imaginario colectivo se subrayan las diferencias, haciendo hincapié en las dificultades de adaptación e
integración. Como si se tratara de dos amplios colectivos homogéneos, con construcciones estáticas del "nosotros"
y del "otro". Incluso hay quienes entienden la cultura de modo reduccionista, cultura reducida a la lengua o a la
identidad geográfica, o equiparan cultura y etnia. Otras personas opinamos que es algo más complejo.
Para que haya rechazo a la inmigración y existan políticas discriminatorias, incluso con apoyo popular, no es
necesaria la existencia de diferencias reales. Basta con que existan en el imaginario colectivo, basta con constituir
una construcción imaginaria y después fomentarla y magnificarla. Esto se viene realizando con harta frecuencia
dando lugar a corrientes de opinión xenófobas y racistas. Lo que era idiosincrasia, exotismo por el producto
diferente, se torna en odiosincrasia ante la persona diferente.
Es constatable que, a medida que se incrementan las cifras de inmigrantes sin una correlación en el aumento de
recursos sociales para esos elevados colectivos, van creciendo no sólo las tendencias a la marginación y riesgo de
conflictividad ciudadana sino también la violencia racial, la discriminación y las conductas xenófobas.
El temor al paro y a la inseguridad ciudadana así como el malestar por las políticas gubernamentales y el no
crecimiento de recursos sociales son las razones argumentadas para el incremento del racismo y la xenofobia.,
En la realidad es objetivable la interrelación cultural. Nuestra cultura y las otras culturas son procesos en equilibrio
inestable que aceptan y rechazan elementos de diferentes procedencias para su enriquecimiento, procesos en
construcción, cambiantes y modificables. El multiculturalismo está presente, a pesar de que conceptualmente sea
poco preciso, pero recoge ideas y prácticas sociales variadas que pueden enriquecer la sociedad sin tener que
romper con los valores y las tradiciones de origen. Claro que si las creencias apuntan hacia la inmutabilidad
cultural, los modelos culturales estáticos y a proteger del cambio, lo normal pasa a ser la defensa de la actual
identidad y considerar peligroso el contacto, el posible contagio y el mestizaje cultural. Solo si asumimos los
modelos dinámicos de interpretación, podremos posibilitar el diálogo y asumir la discusión acerca de las
cuestiones culturales.
Problemas en salud mental
Señalaba anteriormente que entre las características de la población inmigrante, una bien notoria es la
confirmación de tratarse de personas con buen estado de salud. Si ya en el origen del trayecto migratorio padecen
condiciones de supervivencia, atravesando el Estrecho de Gibraltar en "pateras", el paradigma de la inmigración
ilegal, cruzando fronteras y largos recorridos ocultos en camiones o bodegas de barcos en habitáculos asfixiantes,
habiendo muerto más personas que en los conflictos bélicos europeos de Kosovo, o Bosnia,... La dureza del
trayecto migratorio determina una selección tal que quienes se aventuran a realizarlo son ciertamente fuertes y
sanos.
Es importante profundizar en el conocimiento psicológico del hecho migratorio así como de los fenómenos
psicosociales asociados al mismo. Como acontecimiento de vida -life event- la emigración es una situación de
cambio, con sus ganancias y beneficios, sus tensiones y pérdidas, constituyendo el llamado "duelo
psicológico" (Atxotegi, 2001). Duelo por la familia y sus familiares, por su cultura y su lengua, obligados a nuevos
aprendizajes lingüísticos, duelo por la tierra, grupo étnico o por su estatus social que puede dar lugar a trastornos
adaptativos (¿o habría que decir necesidad de readaptación?) que pudieran complicarse por las condiciones de
precariedad, aumentando a su vez, los riesgos de accidentabilidad o de nuevos trastornos psiquiátricos.
Siempre ha existido el miedo mutuo, el temor del que llega a lugar desconocido y el temor del que recibe, no
siempre de modo voluntario. Duelo como proceso de reorganización de la personalidad tras la pérdida de lo que
deja en su país de origen, necesitado de reelaboración de vínculos adaptativos en su nuevo medio como base del
deseado equilibrio psíquico (Bowly, 1993). Las tensiones emocionales, añoranza, vivencias pasadas,
preocupaciones, tristeza, etc., son una parte esencial del aprendizaje vital necesario para la adaptación a cualquier
otro medio del presente y del futuro. Pero además, yendo a las nociones tradicionales de patología psiquiátrica, las
condiciones de salud de la población emigrante se ve influenciada por la falta de soporte familiar y psicosocial, la
precariedad laboral e irregularidad y legal, las condiciones de vivienda y habitabilidad, problemas de discriminación
racial, y las políticas de exclusión, etc, aconteciendo esto desde hace décadas. Las creencias, la mala
accesibilidad a los dispositivos de salud, los estilos de vida, la carencia de medidas preventivas, los estilos de vida,
los consumos inadecuados de alcohol y otras drogas, el desarraigo, etc., tienen sus repercusiones psicológicas,
sin olvidar la posible inmadurez de personalidad de algunas personas jóvenes que emigran.
En los años 70 fueron realizados numerosos trabajos estudiando las tasas de trastornos psiquiátricos entre la
población emigrante. El Reino Unido (Littlewood y Lipsedge, 1981; Bagley,1975; Cochrane et al, 1981) abordando
sobre todo a inmigrantes de la Commonwealth , y Alemania recogiendo la inmigración procedente de Italia, España
y Turquía (Häfner, 1980; Eris et al,1988;...) fueron núcleos de gran atracción para grandes poblaciones foráneas.
Varias revisiones de trabajos epidemiológicos y clínicos realizados en la Unión Europea se aproximan al binomio
salud-emigración equiparándolo a salud-enfermedad de los emigrantes, contribuyendo de modo perverso a
favorecer una percepción negativa de la emigración con agente patogénico.
Se presupone mayor morbilidad psiquiátrica entre emigrantes que se desenvuelven en un entorno de cambio y
afecta a la estabilidad emocional, pero ello no siempre acontece. Existen estudios en los que evaluada la
prevalencia del trastorno al compararse con la población general (Häfner, 1980) y ello orienta a la necesidad de
diferenciar entre subgrupos de emigrantes y trastornos (Haasen et als. 1998) para una adecuada investigación.
Las primeras patologías psiquiátricas en población inmigrante, suelen presentar mayores frecuencias que la
población local, debido a la vulnerabilidad propia de este sector y también por tratarse de personas jóvenes. Existe
mayor tendencia a la utilización de recursos hospitalarios como primera opción asistencial, siendo las tasas de
hospitalización entre emigrantes muy desiguales de unos a otros lugares. La demanda de mayor estancia
hospitalaria responde a las carencias del adecuado apoyo social y familiar que sí tenían en su país de origen.
Parece que no existe mayor patología aunque sí mayores dificultades añadidas para su abordaje, para la
intervención con estos subgrupos. Pero ¿existe una patología de la emigración? Habría que preguntarse si el
emigrante está mal en su salud o es el medio social de acogida quien está enfermo.
Es importante no banalizar los trastornos equiparando el sufrimiento o la salud del nativo y el extranjero. No se ha
de considerar al extranjero ajeno a los conflictos del país que le acoge. El desarraigo, la situación y vivencia
sociocultural del emigrante puede afectar a su estado de salud y ser causa probable de alteraciones psicológicas y
somatizaciones varias (Navarro y Morales, 2001). La migración actúa como factor de traumatización. Es un
fenómeno generador de estrés aculturativo que depende en gran medida de cómo se sitúe frente a su grupo
cultural de origen y hacia el grupo de acogida. Produciendo cuadros desestructurantes con elementos ligados a la
evitación (de pensamiento, personas, lugares, actividades, etc, asociados al hecho traumático, o de tipo
disociativa, evaluadas como cuadros de ansiedad o de depresión) y a la hiperactivación (trastornos del sueño y de
la concentración, irritación, hipervigilancia). Los síndromes psicopatológicos agudos ( síndromes confusionales) o
crónicos (síndromes depresivos, trastornos de la personalidad, adaptativos, alcoholismo, drogodependencias) son
frecuentes. La propia Organización Mundial de la Salud (2001) señalaba recientemente que los jóvenes son, sobre
todo, quienes viven en la calle, quienes están más expuestos a la violencia con riesgo elevado de caer en el uso
indebido de sustancias.
Son muchos los trabajos que señalan tasas de esquizofrenia más elevadas entre los emigrantes pero su
diagnóstico está mediatizado por los importantes cambios en la composición de los emigrantes; por la
infrautilización de los recursos sanitarios psiquiátricos para aquellos trastornos no psicóticos; por la elevada
proporción de diagnósticos erróneos en las poblaciones emigrantes (Charalabaki,1995; Copeland,1968)
condicionada por la distancia empática.
Alta prevalencia de síntomas depresivos y de ansiedad entre emigrantes, asociados en muchas ocasiones a
síntomas de somatización, en gran medida por el rechazo a los psicofármacos, sobre todo los antidepresivos,
siendo mayor el uso de antipsicóticos (Lloyd y Moodley,1992) y ansiolíticos (Charalabaki et al, 1995). En el
trasfondo, la dificultad para establecer una adecuada alianza terapéutica entre pacientes y terapeutas
culturalmente extraños.
La infrautilización de los recursos sanitarios está condicionando las tasas de admisión de emigrantes. El temor a
una mayor estigmatización de una población ya sumamente discriminada racialmente, con importantes barreras
culturales, siendo la barrera lingüística la más notoria, en absoluto favorece la accesibilidad a los recursos
sanitarios. Por eso en ocasiones los emigrantes vuelven a su país tras desarrollar un trastorno psiquiátrico.
Emigrantes "sin hogar"
Bien es cierto que son pocos los inmigrantes jóvenes que están en la calle, que carecen de un techo donde
cobijarse, gracias a las redes de apoyo constituidas por familiares, amistades, asociaciones de inmigrantes o sus
iguales, otros inmigrantes que anteriormente estuvieron en su situación. No obstante, sus dificultades
administrativas, económicas y la carencia de elementales derechos y prestaciones les hacen víctimas de una
realidad que les degrada, margina y rechaza. O les considera un problema de estética social e institucional De casi
500.000 personas "sin hogar" que hay en España, un 10% son transeúntes, viviendo el resto en chabolas,
portales, casetas o en una esquina cualquiera de la calle. De ellos, un buen número son emigrantes.
Es un colectivo que necesita comunicarse, aprender, ser orientado, capacitarse laboralmente. Necesita reducir su
elevada vulnerabilidad y evitar las tendencias a la automarginación porque entonces su salud es más fácil que se
vea afectada por la frustración, las patologías asociadas de tipo psicosomático.
Son conocidas sus formas de subsistencia: unos pocos logran ocupaciones o algún trabajo remunerado en
sectores poco apreciados por la población local (construcción, trabajo doméstico, recogida de ciertas cosechas,...)
pero muchos viven de la beneficencia, de la venta ambulante y algunos del pequeño comercio con drogas ilícitas.
Desde distintos organismos se opina que el número de quienes se dedican a ese comercio menor con drogas en
estos últimos años ha ido en aumento, y con ellos también el número de consumidores y drogodependientes de
opiáceos. No olvidemos que las dificultades sociales, económicas y legales en las que se encuentran estos
extranjeros son la base de este fenómeno (Solé, 1996). Ocurre además que una vez enganchados en la
dependencia y en el tráfico, aunque pueda ser para favorecer su propio consumo, las complicaciones judiciales y
sanitarias son mayores para los extranjeros, por tener menor apoyo social y estar indocumentados en muchas
ocasiones (Esteban y Diaz,1997).
Recientemente y al objeto de conocer el perfil de los emigrantes sin hogar en Bilbao se ha iniciado una
investigación entrevistando a usuarios de dos dispositivos: el centro de noche Hontza de atención a
drogodependientes sin hogar regido por Cáritas y el centro de atención para emigrantes, en su programa para
cuarto mundo que Médicos del Mundo dinamiza desde hace ya cinco años. Fueron encuestadas 25 personas de
ambos centros, y en el pretest, siguiendo la metodología utilizada en otro proyecto similar multicéntrico europeo,
coordinado por la asociación "Prevention-Santé" (Romero y otros, 2002). Los problemas de salud relativos a la
falta de higiene, mala nutrición, uso de drogas, alcoholismo, hepatitis B y C, trastornos de angustia y depresión
fueron los más frecuentes. Sus demandas son: mayor información sobre posibles trabajos y trámites legales,
garantizar vivienda o un techo, poder comer, atención sanitaria, poder lavarse y tener ropa limpia atención
psicológica, que les garantice la metadona, ayuda para drogarse menos.
¿Qué hacer desde la salud mental?
La atención sociosanitaria general, que hasta fecha reciente solo cubría a quienes tenían permiso de residencia
así como a todos los menores, fuera cual fuera su situación administrativa, en la actualidad la Sanidad Pública
ofrece atención universal a toda la población emigrante que lo demande. No obstante las trabas en los registros y
empadronamientos, la falta de habilitación de recursos necesarios (Llácer y otros,2001), los temores a la
detención, expulsión o traslado a su país de origen son un freno para el normal ejercicio del derecho a la salud.
Mientras no existió esta opción, e incluso en la actualidad, algunas ONGs han paliado estas carencias: Médicos
del Mundo, Cáritas, Cruz Roja...
Médicos del Mundo (MdM), como ONG que conozco, desarrolla desde 1994 una importante actividad a través de
los Centros de Atención SocioSanitaria a Inmigrantes (CASSIM) en varias ciudades del Estado español (Madrid,
Valencia, Sevilla, Murcia,...), aliviando algunas carencias de los inmigrantes sin recursos, cuya situación
administrativa les impedía el acceso a la Sanidad Pública. En su Informe sobre el año 2001 se señalaba la
atención a más de ocho mil inmigrantes. En el centro que MdM tiene en Bilbao, inaugurado en 1997, un puñado de
profesionales de la salud voluntarios ofrece una parte de su tiempo a actividades sociosanitarias. Con cifras más
modestas, estas alcanzaban los 2500 inmigrantes atendidos hasta el 31-12-2001, el 46,2% mujeres. Las consultas
producidas por patologías psiquiátricas suponen el 10,5% de las atenciones.
Entre profesionales de la atención primaria y de la salud mental se viene debatiendo acerca de la necesidad de
equipos específicos para atender a estos sectores de la población. El importante volumen de trastornos mentales
en una ya importante población afectada, numéricamente y además creciente, con sus muchas especificidades
podrían ser mejor atendidas mediante los referidos equipos específicos, como ya existen en otras redes y
experiencias europeas para estos y otros grupos (exiliados, afectados por la tortura, violaciones, malos tratos
excarcelados, etc) con muy interesantes resultados terapéuticos. También es cierto que, en aras a una efectiva
integración, estas personas afectadas pudieran y debieran ser atendidas en las redes habituales de atención a la
salud mental.
Para ello son precisos algunos requerimientos:
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Es necesario un mayor esfuerzo desde los gestores y los responsables políticos por comprender esta
problemática y disponer de voluntad política para que las administraciones públicas se comprometan a
resolver las actuales dificultades, incluido el acceso universalizado a la sanidad pública como cualquier otra
persona.
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Para un mayor y mejor conocimiento de la realidad es necesario impulsar estudios y análisis centrados en la
salud de los inmigrantes (Esteban y otras,1997) que contemplen los aspectos epidemiológicos, clínicos y
socioculturales. Incluyendo la actualización y registro de la población migrante real y la mejora de las
fuentes de información sanitarias.
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Es urgente reconocer el papel social de los profesionales y también es necesario formar profesionales de la
salud mental capacitados en los factores culturales de los grupos humanos a atender. Se trata de favorecer
la empatía con el extranjero. Ello requiere la formación en la interculturalidad , con el fomento de mayores
niveles de consciencia sobre la diversidad cultural y la preparación con recursos cognitivos necesarios para
percibir y analizar las desigualdades sociales, realizar propuestas de trasformación, comprender dinámicas
de cambio, posicionarse críticamente en la intervención social, etc.
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Es preciso fomentar el apoyo psicosocial por su efecto protector ante posibles estresantes vitales,
favoreciendo la participación y acercamiento de las redes sociales. Mayor soporte social y familiar significa
menor incidencia sintomatológica.
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Favorecer la coordinación de los actuales recursos públicos, generando también dispositivos específicos,
algunos de baja exigencia en sus reglamentos, cubriendo las carencias de acceso a la salud, vivienda,
ocupación laboral, formación etc.
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Habrá que promover acciones de sensibilización y difusión de la realidad sanitaria de los inmigrantes junto a
intervenciones de promoción de la salud a través de los agentes de salud y agentes sociales habituales.
Los cambios de actitudes son una urgente necesidad. Caminar en definitiva, hacia el mestizaje de "nosotros" con
"ellos", un después pendiente pero ineludible, con políticas de intervención abiertas, de integración y de acogida,
construyendo mecanismos de igualdad en este marco social dominado por la diversidad.
La idiosincrasia por la diferente procedencia no ha de tornarse en odiosincrasia por la persona distinta. La
población emigrante no trae la confrontación y una competitividad que no desea. Sí desea mejores condiciones de
vida que las que padecía en su país de origen, y acude con un bagaje de vivencias, recuerdos, estilos de vida,
paisajes, estéticas, etc., diferentes sí pero también compatibles y enriquecedores. Si nuestra mirada fuera diferente
el enriquecimiento mutuo sería posible.
Mientras existan barreras en los servicios de salud se estará vulnerando la equidad. Claro que lo que es preciso en
el medio sanitario también lo es en las instituciones públicas, en las organizaciones sociales y en la ciudadanía en
su conjunto.
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