Avances en Salud Mental Relacional
Advances in Relational Mental Health
ISSN 1579-3516 - Vol. 14 - Núm. 1 - 2015
Órgano Oficial de expresión de la Fundación OMIE
Revista Internacional On-Line / An International On-Line Journal
PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA RELACIONAL. LUGAR
ENCUENTRO DE LA EVOLUCIÓN DEL PSICOANÁLISIS 1
DE
RELATIONAL PSYCHOANALYTICAL PSYCHOTHERAPY. MEETING
PLACE OF THE EVOLUTION OF PSYCHOANALYSIS 2
Alejandro Ávila Espada (Catedrático de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológicos de
la Universidad Complutense. Fundador y Presidente de la Asociación Internacional para la
Psicoterapia y el Psicoanálisis Relacional de España (IARPP) y Miembro del Board Internacional
de IARPP. Presidente de Honor del Instituto de Psicoterapia Relacional (Madrid) y Director
Clínico-Acdémico de Ágora Relacional)
(U. Complutense, IARPP, IPR, Ágora Relacional)
avilaespada@psicoterapiarelacional.es
RESUMEN
El autor subraya que como psicoanalistas nos relacionamos con experiencias que pensamos son
subjetivas pero que ocurren en el contexto del encuentro con el otro. Así muchos profesionales toman
posición hacia una aproximación intersubjetiva y relacional. Revisa esas tendencias y las relaciona con
los hallazgos en neurociencias que apoyan la existencia de un vínculo causal psíquico capaz de modelar
lo orgánico y no sólo lo opuesto, como se supone en el concepto de Plasticidad que supone que la
experiencia puede ser registrada en la red neuronal, originando así un cambio psíquico. Recuerda que la
experiencia de transformación es relacional como apoyan las investigaciones que aclaran cómo la
subjetividad es construida en la intersubjetividad precoz.
Palabras clave: Psicoterapia relacional. Psicoanálisis intersubjetivo.
SUMMARY
The author stresses that as psychoanalysts we are involved in experiences which we think are
subjective, but which occur in the meeting with the otherness. Thus many professionals currently take
1
Intervención en el Simposio EL FUTURO DE LA PRÁCTICA DE LA PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA, organizado para el XXV
aniversario de AMSA, 12 y 13 DICIEMBRE DE 2014. AUDITORIO DE LA UNIVERSIDAD DE DEUSTO, BILBAO.
2
Intervention at the Symposium EL FUTURO DE LA PRÁCTICA DE LA PSICOTERAPIA PSICOANALÍTICA (THE FUTURE OF
PSYCHOANALYTICAL PSYCHOTHERAPUETIC PRACTICE), organized for the 25 th anniversary of AMSA, 12 and 13 DECEMBER 2014.
DEUSTO UNIVERSITY AUDITORIUM, BILBAO.
© 2016 CORE Academic, Instituto de Psicoterapia
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Psicoterapia psicoanalítica relacional. Lugar de
encuentro de la evolución del psicoanálisis
positions towards an intersubjective and relational approach. He reviews these trends and relates them
with the findings in Neuroscience which support the existence of a psychic causal link capable of
modelling the organic, and not only the opposite with the concept of Plasticity, which supposes that the
experience can be registered in the neuronal network, thereby performing the psychic change. He
recalls that the transforming experience is relational as shown by supporting research which highlights
how subjectivity is constructed in early intersubjectivity.
Keywords: Relational psychotherapy. Inter subjective Psychoanalysis.
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Psicoterapia psicoanalítica relacional. Lugar de
encuentro de la evolución del psicoanálisis
UNA TEORÍA CLÍNICA PARA LA PERSONA
Quienes nos sentimos implicados en la tarea de comprender la subjetividad humana venimos
recorriendo caminos de búsqueda en los que se entrecruzan constantemente interrogantes y
experiencias que creemos subjetivas, pero que se dan en el encuentro con la alteridad, limitadas por el
narcisismo que nos funda, pero que también nos ciega. Una seña de identidad de quienes nos hemos
venido posicionando en la aproximación intersubjetiva y relacional en psicoanálisis es unir biografía
personal y contexto, donde lo individual no puede entenderse separado de los escenarios de relación
que lo producen y significan, su compleja matriz relacional. Necesitamos tanto entender el contexto de
producción intersubjetiva de las teorías como lo que nos lleva a ser y pensar desde lo relacional. Repensamos las teorías en su contexto relacional y social de origen, donde podemos recuperar y entender
mejor muchas de las facetas que las caracterizan, y rebajar la idealización a un nivel más cercano a la
experiencia. Esta es la tarea que emprendieron los impulsores de la Teoría Intersubjetiva en Faces in a
cloud (Stolorow y Atwood, 1979) revisando los nexos entre biografía y teoría en Freud y otros
destacados pensadores, tarea que luego continuaron Breger (2001), Riera (2001, 2002, 2011), Mitchell y
Black (2004), por citar solo los ejemplos más destacados o cercanos.
Ya desde 1998 vengo subrayando la importancia de recuperar el lugar del Psicoanálisis en la Psicología,
una Psicología que no se limita a la Conciencia y a la Conducta en sus sentidos restringidos y dominantes
en las modas académicas. Comparto la concepción de Coderch (2010, 2012) de que el Psicoanálisis es
una "ciencia de los significados y de la experiencia subjetiva", y como tal, no puede ser otra cosa que
una de las vertientes más trascendentes de la Psicología. La experiencia subjetiva es irremplazable y
ninguna química cerebral nos erradica como sujetos de dicha experiencia. Es habitual encontrarnos en
los medios de difusión masiva con artículos que subrayan los mecanismos neurobiológicos del apego, de
la experiencia amorosa o la "química del amor" y el deseo sexual, pero ningún regulador neurobiológico
o activación hormonal sustituirá nuestra experiencia subjetivo-relacional.
Somos seres en construcción constante, una especie de neo-construcción que está integrada por las
huellas de las experiencias vividas y su constante transformación potencial con cada nueva experiencia.
Cada mirada, cada contacto corporal, cada potencial sintonía con los otros significativos que han
poblado nuestros contextos, ha contribuido de alguna manera, con el filtro de nuestro temperamento, a
que seamos lo que somos, potencialidades de acción y de experiencia que cobra sentido en cada
relación concreta, tanto las vividas en las interacciones reales, como las mantenidas como contenido de
nuestro mundo mental subjetivo, dando lugar a que nuestro Self permanezca aceptablemente integrado
en sus multiplicidades.
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Psicoterapia psicoanalítica relacional. Lugar de
encuentro de la evolución del psicoanálisis
No somos mucho más que la resultante de una trama relacional vivida, mantenida a través de patrones
de relación repetidos, cruzada con experiencias de relación que marcan encuentros y rupturas y nos
permiten crecer y cambiar. Nacemos en el contexto de un entorno familiar sea ésta como sea- donde
la matriz relacional incluye aportes fundadores de nuestros cuidadores primarios y de los diferentes
planos de experiencia de relación que incluye numerosas figuras de nuestro entorno, la familia extensa,
el contexto comunitario local y social más amplio, el mundo de los pares, y a partir de un cierto
momento, nuestra vida de relaciones diferenciadas. Somos relacionales de forma natural, sin saberlo, ni
pensarlo, no hay otro escenario para lo humano, donde el temperamento del que nos dota la biología se
expresa y modula en el único mundo posible, el relacional (Tronick et al, 1978; Stern, 1985; Trevarthen,
1993).
Las que denominamos estructuras psíquicas se forman y modifican a partir de disposiciones biológicas
que ya vienen fuertemente connotadas de aportaciones ambientales, posibilidades de la filogénesis y la
ontogénesis, las cuales se organizan en la matriz relacional que está presente, se diferencia y adquiere
complejidad, ya desde lo pre y peri-natal. En esta matriz relacional, disponible para el despliegue de la
subjetividad, surgirá progresivamente, aunque desde etapas muy precoces, el sentido de Sí mismo. Este
desarrollo es efecto de los diferentes procesos organizadores centrales de la subjetividad humana,
resultante integrada de 3 vectores fundamentales: 1) los determinantes biológicos que se expresan
como factores temperamentales, y que son modulados por las aportaciones ambientales en los
diferentes niveles sistémicos, bien desde la propuesta de una intersubjetividad primaria radical
(Trevarthen, 1993) a la más suave de Tomasello (2007); 2) las propiedades de la matriz relacional en la
que estamos incluidos desde el origen, en constante evolución; y 3) las propias características que
derivan del self emergente y su despliegue, y que se expresan precozmente a través de la función
integradora de las emociones (Siegel, 2007; Siegel y Hartzell, 2005), en especial los afectos de orgullo y
vergüenza. Las primeras experiencias del afecto de orgullo y vergüenza emocional-verbales operan
como señales de que ya está presente un self diferenciado. Un self que ya dispone de auto-conciencia y
con el que nos relacionamos a través de lo que Morrison (1996) definió como dialéctica del narcisismo
(grandiosidad vs. depreciación). El sentimiento de orgullo derivará hacia la grandiosidad, y la vergüenza
integrará la auto-depreciación. Y desde esos momentos precoces3, el self no cesará su recorrido,
integrándose y disociándose (Kohut, 1971, 1977), en múltiples facetas, a través de sus multiplicidades y
escenarios (D.B. Stern, 2007; Davies, 2007; Wachtel, 2008).
Pensar al otro, representárnoslo mentalmente, sentir con el otro, en la asimilación y empatía vivencial,
reconocerle en su diferencia y a la vez reconocernos en el vínculo y sus fracturas, esa es la tarea
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Con apenas 24 meses
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implícita, adquirida procedimentalmente en los patrones relacionales que conformaron nuestro
conocimiento relacional implícito, a la vez de los otros y de uno mismo. Por ello, "Mentalizar" (Fonagy,
1989; Coderch, 2010) es un proceso central estructurador de la subjetividad, a diferencia de nuestra
secular tendencia histórica a explicarnos al sujeto como una "estructura" basada en Esquemas o
Modelos nucleares o centrales. Y para este fin, nos puede dar igual referirnos a constructos teóricos
como el Edipo, o a Esquemas/Patrones nucleares (cognitivos, emocionales, interpersonales). El salto
cualitativo que estamos dando es aceptar que la subjetividad está en constante construcción a través de
las experiencias, lo que resta "seguridad" y "estabilidad" a nuestros modelos de referencia, pero a la vez
nos coloca en la posición de reconocer la posibilidad real del cambio, y que para el cambio en las
personas, las relaciones psicoterapéuticas son una de las vías de elección posibles.
Afrontar el cambio (en el paciente y en el terapeuta) implica un nuevo recorrido de experiencia
profunda en una relación, esa es la posibilidad que brinda la relación terapéutica, como también puede
brindarla la vida y sus oportunidades de encuentro. Unas y otras, si pueden ser vividas con suficiente
continuidad, repetidas y reafirmadas en la experiencia precisamente por sus fallas, metabolizadas en
re-encuentros- aprovecharán nuestra plasticidad humana para ofrecernos los resultados de cambio.
Cambiar no es transformarse, sino poder usar la capacidad de transformar las experiencias de
desconexión y alienación en posibilidades de juego y creación a través de los resquicios de ilusión que
sin duda tenemos, porque de otra manera el constante encuentro de ayuda con el otro sería
insoportable (Ávila, 2005). Conectar-nos con esa zona de ilusión y juego, re-encontrarnos en ella, esta es
nuestra posibilidad de mantenernos despiertos y vivos, en el sentido que usó Winnicott.
LA PERSPECTIVA RELACIONAL EN LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA
Por relacional entendemos una perspectiva desde la que comprender la naturaleza y el despliegue de la
subjetividad (que asume una intersubjetividad constitutiva) y un compromiso que cambia la dirección
estratégica y técnica de la psicoterapia: la relación, contexto decisivo para la construcción y
significación.
Demos un breve paseo por las trayectorias que van constituyendo este progresivo giro relacional del
psicoanálisis (representado en la Figura 1), examinando las líneas diferenciadas de pensamiento que,
cada una con sus singularidades, convergen en lo que ahora llamamos perspectiva relacional (Resumida
en la Figura 2). Se trata de una dialéctica entre dos tradiciones que tienen focos distintos a la hora de
explicar la naturaleza de lo psíquico y la subjetividad.
Figura 1
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Psicoterapia psicoanalítica relacional. Lugar de
encuentro de la evolución del psicoanálisis
DE MODELOS INTRAPSÍQUICOS A INTERSUBJETIVOS
EL PSICOANÁLISIS DEVIENE RELACIONAL ....
Investigación del
desarrollo
Tradiciones teóricas con el foco en lo intrapsíquico
Teoría del Apego
Neurociencia
Ciencias Cognitivas
Filosofía Fenomenológica
Constructivismo social
Teoría Sistemas
Dinámicos
Investig. Trauma
FREUD
LACAN
PSICOANÁLISIS
STOLOROW
RELACIONAL
MITCHELL
WINNICOTT
KOHUT
BOWLBY
PICHON RIVIÉRE
BION
BALINT
FAIRBAIRN SULLIVAN
FERENCZI
Terapia familiar
Tendencias Integradoras
KLEIN
Tradiciones teóricas con el foco en lo intersubjetivo
A. Ávila Espada (2014)
Figura 2
6 LÍNEAS DE PENSAMIENTO QUE
CONVERGEN Y DIALOGAN EN LA
PERSPECTIVA RELACIONAL DEL
PSICOANÁLISIS CONTEMPORÁNEO:
Tradiciones y desarrollos
Autores clave
Teoría de las Relaciones Objetales
R.D. Fairbairn
Interpersonales y Culturalistas
H.S. Sullivan /E. Fromm
Independientes ambientalistas
S. Ferenczi / D. W. Winnicott ...
Pensamiento vincular relacional
E. Pichon-Riviére / Los Baranger
Psicología del Self /
Tª Intersubjetiva
H. Kohut / J. Lichtenberg / H. Bacal...
R.D. Stolorow y D. Orange
Ético-Filosófica: Lenguaje, Constructivismo
H. Loewald / I. Hoffmann
J. Benjamin / F. Summers
Social, Género, Persp. Fenomenológica
¿?= PSICOANÁLISIS RELACIONAL
S.A. Mitchell
....
A. Ávila Espada (2014)
La "corriente principal del psicoanálisis", escoge como foco el conflicto intrapsíquico en su concepción y
expresión metapsicológica. La dialéctica de la pulsión y la dinámica del conflicto inconsciente
constituyen el Sujeto, y este sujeto del inconsciente es el objeto de estudio del psicoanálisis. Es la
posición principal de Freud (al menos hasta 1914), asumida por muchos de sus discípulos, y sustentada
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Psicoterapia psicoanalítica relacional. Lugar de
encuentro de la evolución del psicoanálisis
también por algunos de los psicoanalistas que han tenido mayor impacto en la evolución posterior del
psicoanálisis, principalmente Melanie Klein (desde su esencial anti-ambientalismo) y Jacques Lacan (en
su "vuelta a Freud")4. Mantener unida y coherente a la teoría psicoanalítica, respetando sus postulados
fundamentales, fue una de las preocupaciones de Freud, al menos desde 1910, celo fundador e
institucional, que algunos de sus discípulos elevaron a dogma. La cuestión no es superar o dejar de lado
a Freud, sino entender a Freud como el crisol decisivo que inauguró5 una nueva concepción de lo
humano, que no ha cesado de enriquecerse y transformarse desde Freud conforme la aventura del
conocimiento ha ensanchado nuestros horizontes. Conociendo a Freud (y reconociéndole) habremos de
seguir ensanchando el ya ancho camino abierto por Freud, cuya dimensionalidad y propiedades no ha
cesado de complejizarse. Parafraseando viejos y reiterados pensamientos, podemos amar mucho a
Freud, lo que no obstaculiza que amemos más a la Verdad, una verdad compleja, cambiante, en
constante reinterpretación. Esta posición ética fue asumida precozmente por Ferenczi (y también por
Rank) quien siempre escuchó su experiencia de la clínica, lo que no le permitió abandonar la teoría
traumática, un legado que dejó a sus herederos (p.e. Alexander, Balint, Thompson...). Ferenczi fue
silenciado con no muy buenas maneras por la institución psicoanalítica, pero muchos otros se
permitieron no ver y verse solo desde Freud, sino mantener dicha relación ética con la verdad de la
experiencia subjetiva que tenían de sí y del entorno, y no cerraban sus oídos a la evolución del
conocimiento (y de las ciencias). Algunos no se sintieron tan deudores de Freud, y se expresaron más
libremente desde su faceta de clínicos o investigadores (Sullivan, Winnicott, Bowlby); otros hicieron
equilibrios para desplegar sus puntos de vista sin cuestionar directamente a Freud (Fairbairn, Kohut,
Bion, Loewald, Pichon Riviére) pero permitiéndose ir más allá. Todos ellos convergen en aportaciones
que contribuyen al giro relacional en psicoanálisis.
Ferenczi mantuvo la traumatogénesis como factor causal decisivo, ensanchó la técnica, y cuestionó que
el cambio terapéutico derive de la mera interpretación, proponiéndonos otra visión: Sin simpatía no hay
curación. Su talante independiente, y las vicisitudes de sus legatarios intelectuales, traza una línea muy
abierta y plural de influencias (M. Balint en Londres; F. Alexander en Chicago; C. Thompson en la costa
este norteamericana) y se re-edita en investigadores (J. Bowlby) o en clínicos capaces de pensar más allá
de la influencia de M. Klein -o adelantarse a ella (P. Heimann [quien inaugura una visión no
exclusivamente disfuncional de la contratransferencia]; W. Bion [quien construye la primera teoría del
pensamiento en psicoanálisis]; R. Fairbairn [quien con su teoría de las relaciones objetales, deja a un
lado la teoría de la libido y la primacía de lo pulsional]; y D.W. Winnicott [un librepensador desde la
4
Algunas de las contribuciones de Jacques Lacan (p.e. el estadio del espejo y la función de la mirada, entre otros) pueden tener
una lectura intersubjetiva.
5 Freud es crisol de numerosas influencias, que hacen posible que el pensamiento de un genio lleve a la cultura y civilización a
dar un salto cualitativo
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Psicoterapia psicoanalítica relacional. Lugar de
encuentro de la evolución del psicoanálisis
clínica, que devuelve al ambiente intersubjetivo su papel fundador]); También fue posible pensar más
allá de la influencia del pensamiento continuista de A. Freud y H. Hartman. H.S. Sullivan trae la ansiedad
a su papel determinante no como consecuencia del conflicto- y despliega las bases de un psicoanálisis
interpersonal, con K. Horney, E. Fromm [Exponentes de la tradición culturalista, donde diferentes
niveles de lo cultural determinan la experiencia y el conflicto subjetivo] (Ávila, 2013); M. Gill [capaz de
recuperar la mutua influencia en la transferencia] o H. Loewald [precursor de la relacionalidad, con el
papel psicogenético que asigna al lenguaje]).
El psicoanálisis ha cambiado mediante una dialéctica de transformaciones resultante de tensiones
internas, y de su capacidad para abrirse a recoger aportaciones de los avances del conocimiento. Heinz
Kohut es buen representante de lo primero, pues tras una larga etapa de identificación con el
pensamiento freudiano, se abre paso en su experiencia, a partir de un determinado momento, la
evidencia de la primacía de los procesos intersubjetivos constitutivos de la subjetividad, a través de
reconocer la función primaria que desempeña el narcisismo, y que la integración de un Self nuclear
precede a la tensión pulsional. Pichon Riviére sigue un camino similar, primero identificado con el
pensamiento freudiano y kleiniano, más tarde, y sin renunciar al psicoanálisis lo transformará en una
"psicología social", lo que facilita una rica dialéctica posterior a su obra de posiciones sobre lo vincular,
algunas más relacionales y otras más pulsionales (W. y M. Baranger, Berenstein, Puget).
La apertura del psicoanálisis al nuevo conocimiento, que aportan los avances de la investigación en
numerosos ámbitos determinantes de lo humano (desarrollo humano, neurociencias, antropología...),
será el objeto de la segunda parte de esta exposición, por lo que ahora no haré más mención. También
los cuestionamientos que derivan de las profundas transformaciones habidas en la sociedad
contemporánea, entre las que se puede destacar la lectura de género que ha cambiado a la sociedad (y
al psicoanálisis), y que está bien representada en la obra de J. Benjamin, y otros clínicos y pensadores
constructivistas sociales.
Como la figura 1 intenta resumir, la tradición psicoanalítica con el foco puesto en lo intrapsíquico se va
viendo influida progresivamente por numerosos desarrollos teóricos de los propios psicoanalistas que se
permiten pensar más libremente, a la par que los avances del conocimiento van contribuyendo a
comprender mejor la naturaleza y funcionamiento de los procesos que intervienen en la diferenciación
de la subjetividad. Esta compleja dialéctica entre visiones conceptuales contrapuestas, evidencias de la
investigación y perspectivas epistemológicas, fragua en torno a dos desarrollos cruciales: la teoría de la
intersubjetividad (una propuesta en el marco de la psicología del self contemporánea, desarrollada
principalmente por R.D. Stolorow y D.M. Orange) y el psicoanálisis relacional, expresión acuñada en
torno al pensamiento de Stephen A. Mitchell, crisol de un amplio pensamiento que no ha cesado de
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Psicoterapia psicoanalítica relacional. Lugar de
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ensancharse. Tal como la figura 2 intenta resumir, más allá de cuestiones institucionales y de debates
historicistas, destaca la variedad y calidad de perspectivas que confluyen en esta nueva perspectiva, una
potente evidencia de la transformación de un pensamiento iniciado con la ingente obra de Freud, pero
abierto a revisarse ya en Ferenczi, y desde el, por simpatía profunda, a tantos inquietos buscadores
posteriores de las raíces fundadoras de la subjetividad.
Lo que tienen en común estas seis líneas de pensamiento (ver figura 2) que convergen en lo relacional
es que:
a)
Han sido desarrolladas por clínicos con interés genuino en cuidar sobre todo la atención clínica a las
necesidades de los pacientes, sin sacrificarlas a las exigencias de la investigación, la rigidez de las
teorías o sus interpretaciones "ortodoxas". Son clínicos que no se han sometido a la máxima: "Esto
no es psicoanálisis"
b)
Han considerado central observar (e intervenir desde) la relación generada y la escena compartida
entre paciente y analista, así como lo que éste "pone" de su propia personalidad, abriendo tanto el
camino a estudiar tanto la contratransferencia útil en el análisis, como la influencia del paciente en
el analista.
c)
Han reconocido que el paciente y el analista provienen de, y pertenecen a un contexto social que
les determina, aceptando en consecuencia el cuestionamiento de los significados sociales e
ideológicos de la intervención psicoanalítica, el sentido y función que cumple en una sociedad
determinada y qué valores fomenta y cuales deniega.
UNA SÍNTESIS DE LA PERSPECTIVA RELACIONAL
Enunciaré en lo que sigue, y de manera sintética6, las premisas del enfoque relacional
La distinción cartesiana Mente-Cuerpo nos llevó a concebir al sujeto como una "mente aislada" que
el psicoanálisis describía como estructura psíquica organizada a partir del interjuego de las
pulsiones en conflicto con lo social, y contenedora de huellas traumáticas, fantasías y defensas. En
esa perspectiva el analista debía abstenerse de satisfacer las demandas pulsionales y favorecer la
integración derivada de la aceptación de la "inevitable" frustración pulsional. Esta posición se ha
revelado completamente insuficiente para comprender la riqueza de la subjetividad, ampliándose
progresivamente a una concepción del psiquismo constituido en el interjuego estructurante entre
el infante y su cuidador, y en consecuencia el paciente y el analista pasan a ser reconocidos como
partícipes en un encuentro intersubjetivo que puede tener capacidades transformadoras, evitando
la retraumatización y aprovechando todas sus potencialidades subjetivadoras. Un giro que puede
6
Siguiendo y matizando las propuestas de Coderch (2011) con mi propia visión del tema, integrando el rico panorama de
propuestas constituyentes (Mitchell, Stolorow-Atwood-Orange, Bromberg, Lachmann, Aron, y muchos otros).
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Psicoterapia psicoanalítica relacional. Lugar de
encuentro de la evolución del psicoanálisis
resumirse en el paso que va de considerar la subjetividad como un "aparato psíquico" cuya
estructura contiene representaciones de pulsiones, objetos, conflictos, defensas y otras instancias,
a considerar a la subjetividad como resultante de la matriz relacional o trama vincular integrada
por la historia de experiencias de las relaciones significativas a través de los contextos vividos. La
experiencia psíquica y los procesos mentales pasan a ser considerados el producto de la influencia
recíproca entre el sujeto y los otros en el contexto intersubjetivo bidireccional (formados en la
intercomunicación de mundos de experiencia recíprocamente interactuantes), articulados en
principios organizadores inconscientes, tramas interfantasmáticas intersubjetivas, y no como mero
resultante de la actividad inconsciente derivada de los conflictos pulsiones-defensas.
Así pues la subjetividad se crea/despliega en la intersubjetividad natural del ser humano. No hay
"mente aislada" sino Sujeto cuya esencia es social. El conjunto de sus relaciones constituyentes
configura su matriz relacional, que se despliega como conjunto de configuraciones relacionales
que son internalizadas a lo largo de la vida. Las personas están incluidas desde su origen en dicha
matriz, pasada y presente, que organiza, dirige y modula el desarrollo de su personalidad. Los seres
humanos nacen y viven en relación, desde la trama de sus interacciones precoces (pre, peri y
postnatales) y su historia de vida personal es consecuencia inseparable de los contextos sociales,
culturales y familiares a los que pertenecen.
La intersubjetividad, es el nivel de fenómenos donde se da el intercambio intersubjetivo,
determinante de la construcción de la experiencia subjetiva y del desarrollo del self. Lo
intersubjetivo refiere a cuando dos subjetividades constituyen dicho campo, abocadas al mutuo
reconocimiento, pues la propia subjetividad se conoce en el reconocimiento de otro.
La actividad psíquica no es un derivado de las transformaciones de las denominadas pulsiones
(sexual y agresiva) sino patrones y contenidos de experiencia de relación susceptibles de ser
representados, que surgen del despliegue de las necesidades humanas fundamentales (entre ellas
el apego y el reconocimiento) y de las dificultades de su articulación y desarrollo. La
intersubjetividad en el mutuo reconocimiento es un aspecto intrínseco del desarrollo del self. Un
proceso en el que el narcisismo juega el papel determinante.
La consideración de lo inconsciente, central a la aproximación psicoanalítica a la subjetividad, ha
evolucionado hasta diferenciar
sus procesos
en distintas dimensiones, que integran lo
inconsciente bi-personal. Se dan, al menos, tres niveles de procesos: 1) Lo Inconsciente prereflexivo [principios organizadores que operan fuera de la conciencia dando forma y tematizando
las experiencias de la persona; se trata de estructuras pre-reflexivas de experiencia, derivadas de
las interacciones precoces, que operan como esquemas, lo que Lyons-Ruth (1999) ha denominado
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Psicoterapia psicoanalítica relacional. Lugar de
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implícito-procedimental; 2) Lo Inconsciente dinámico [experiencias que fueron representadas pero
a las que se negó articulación consciente por percibirlas amenazantes hacia las relaciones
imprescindibles, p.e. el objeto clásico del psicoanálisis, lo pulsional reprimido; pero también
estados afectivos sepultados por defensas al no recibir validación empática del entorno para
protegerse de la retraumatización]; y 3) Lo Inconsciente invalidado [experiencias que no han
podido ser articuladas porque nunca evocaron respuesta del entorno que les otorgara palabra y
significación, p.e. lo sabido no pensado (Bollas, 1987)].
Incluso los procesos más profundos e inaccesibles a la conciencia pueden y deben ser
comprendidos en base a sus contextos relacionales de origen y significación. Lo subjetivo y lo
interpersonal se determinan recíprocamente, pero se asume que lo subjetivo se constituye
mediante la inscripción-internalización de experiencias intersubjetivas. Estas experiencias
intersubjetivas internalizadas están mediatizadas biológicamente, y se articulan en una subjetividad
que es inevitablemente intra, inter y trans-subjetiva.
La naturaleza del conflicto es intersubjetiva aunque se perciba como intrapsíquica. El conflicto no se
localiza en la persona, sino que éste debe ser explorado tanto en su expresión intrapersonal como
interpersonal a través del campo intersubjetivo donde se manifiesta. El conflicto matriz viene
configurado por los déficits ambientales tempranos, re-editados en las matrices relacionales
posteriores.
La trama psíquica se teje sobre los conocimientos relaciones implícitos que derivan de la matriz de
relaciones precoces, incluyendo progresivamente nodos conflictivos
derivados de escenarios
carenciales o que exigen una sobre-adaptación compensatoria de los déficit. Estos conocimientos
relacionales implícitos se articulan como patrones organizadores inconscientes (es decir redes
neurales específicas) que se repetirán ante escenarios de relación que contribuyan a activarlos.
Dichos "conflictos" se recrean inconscientemente en la historia del sujeto a través de sus relaciones
y en las relaciones actuales, y la relación terapéutica brinda una oportunidad de acceder a su
experiencia y a la posible modificación de los mismos.
Para acceder el campo intersubjetivo (objeto de estudio de la intersubjetividad) se utiliza el método
"empático-introspectivo" que definió Kohut. Se investigan los principios que organizan la
experiencia del paciente (a través de la empatía), los principios que organizan la experiencia del
terapeuta (a través de la introspección) y el campo intersubjetivo creado entre ambos (lo vincular),
que a la vez los incluye. Todos los diferentes planos y niveles de la comunicación (verbal, paraverbal, no verbal, empático) están presentes en el despliegue de las subjetividades y en su
constante desarrollo.
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Psicoterapia psicoanalítica relacional. Lugar de
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La situación analítica7 es bipersonal y éticamente igualitaria aunque moderadamente asimétrica en
sus roles. Gira en torno a la experiencia y exploración de la mutua influencia entre sus dos
partícipes, cómo se da esa permanente influencia y co-determinación, sin jerarquía de valores
asociada a los roles. Su principal propiedad es la mutualidad, entendiendo por tal el reconocimiento
recíproco de la experiencia que comparten y de la mutua influencia que ejercen el uno sobre el
otro.
La prioridad no se sitúa en la comprensión de la biografía y síntomas del sujeto en términos de
conflictos evolutivos, sino en la indagación de las propiedades de los ambientes intersubjetivos que
fueron constituyentes y cuya huella se reedita en las relaciones actuales, incluido el encuentro
clínico. En este encuentro somos observadores participantes (construyendo y organizando
continuamente lo que estamos observando) y estamos presentes con nuestra propia subjetividad,
aproximándonos a una comprensión "lo bastante buena" del otro.
El proceso analítico8 está presente si cambian los conocimientos relacionales implícitos de los
participes, fundamentalmente a través de la interacción de sus diferentes "mundos de experiencia"
o intersubjetividad; la interpretación y el insigth pueden contribuir a este objetivo, pero la conexión
empática continuada, cognoscible como indagación empático-introspectiva9, sentida como un
proceso de influencia mutua, es el núcleo del proceso de cambio psíquico, que deriva de la
profunda implicación emocional del analista (y del paciente) en el encuentro intersubjetivo que es
el proceso de ayuda humana que tiene lugar en la psicoterapia psicoanalítica. No hay neutralidad,
sino implicación y mutualidad regida por la ética.
La subjetividad del analista, a través de su implicación personal juega un papel principal en el
tratamiento, que se despliega mediante procesos de mutualidad y reconocimiento que no niegan
ni la diferencia de los roles ni su asimetría funcional, ni por supuesto cuestiona la ética esencial del
encuentro con el otro, que es ceder al otro, para reconocerlo con plena calidad empática. La
Mutualidad es un proceso dinámico en el cual paciente y terapeuta están mutuamente regulados o
mutuamente influidos cada uno con el otro, consciente e inconscientemente. Esta regulación
mutua, origina sentimientos, pensamientos, y acciones.
7
Configurada como analista y analizando, terapeuta y paciente, en un marco-encuadre, principalmente ético, que configura y
delimita el contexto de dicha situación.
8 Proceso analítico o Psicoanálisis y Psicoterapia Psicoanalítica son sinónimos en cuanto a las implicaciones teóricas, técnicas y
éticas que plantea el contexto clínico.
9 El método descrito por Kohut (1971,1977,1984)
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La observación e investigación del proceso terapéutico nos conduce al encuentro con fenómenos
nuclearmente relacionales en su esencia y manifestación: alianza terapéutica, transferencia, contratransferencia, resistencia, impasse, respuesta de rol.... Frente a la clásica concepción neutral y
asimétrica de la posición del terapeuta, que atraviesa todos los conceptos mencionados, la
perspectiva relacional lo transforma en una respetuosa exploración de una realidad conjunta,
dando lugar a significados mutuos que terapeuta y paciente como díada terapéutica han
construido, sin borrar por eso las diferencias. Junto al clásico estudio de lo depositado y de las
proyecciones del paciente sobre el terapeuta, que este percibiría como transferencia, la perspectiva
relacional aporta el estudio de la influencia constructiva del paciente sobre el terapeuta, en un
modelo de influencia recíproca.
La situación analítica que permite el despliegue del proceso analítico que conduce al cambio, puede
ser descrita como un balance óptimo de provisión relacional (cuanta sea necesaria, pero no más,
para restaurar los déficits objetales del self y sus necesidades básicas) y de frustración relacional (la
mínima pero precisa, que permite la percepción de la carencia que hace posible la exploración
activa del entorno y la promoción del juego espontaneo y la creatividad)
La perspectiva relacional se transforma constantemente con las aportaciones de múltiples
disciplinas y niveles de análisis que enriquecen y cuestionan sus
Neurociencias, Desarrollo
Humano, Teoría del Conocimiento, Fenomenología y Hermenéutica, Antropología y Culturología,
Clínica Psicopatológica, Investigación del proceso de cambio, y un largo etcétera
La mayor y mejor conciencia social del valor de la subjetividad frente a la alienación propiciada por
la evolución de la sociedad tecnológica ha contribuido a reconocer la naturaleza relacional de la
individualidad, tal como se plasma abundantemente en la cultura, la literatura, el arte, donde
aparecen nuevas formas de relación y sobre todo la primacía de los valores del encuentro personal
sobre los peligros del vaciamiento de objetos del Self, tras el disfraz social tecnológico pseudocomunicativo en que nos podemos quedar atrapados.
Estas macro-tendencias sociales cuestionan un psicoanálisis convencional, que sigue orientado a
profundizar en una individualidad aislada de su contexto. Atender a las necesidades actuales
contextuadas del sujeto (que también pueden ser re-edición de las pasadas) exige una orientación
activa e implicada del psicoanalista con dichas necesidades, y no solo con las fantasías y deseos
profundos del paciente aislado, que habrá de afrontar un crecimiento en solitario.
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encuentro de la evolución del psicoanálisis
HORIZONTES DE ENCUENTRO
Lo distintivo de la condición humana es nuestra esencia social, tanto como origen y como consecuencia
de dicha naturaleza. Los rasgos específicos de los seres humanos (Lenguaje, Memoria compleja, Teoría
de la Mente -y como consecuencia la Educación-, Juego e Instituciones) convergen todos ellos como
causa y consecuencia de nuestra especificidad. Entre nuestros sistemas de necesidades (Relacionados
con el propio cuerpo; Sociales; y de Conocimiento) lo social es determinante como contexto de
provisión, y como configurador de nuestra acción y experiencia.
La subjetividad, aquello que nos aporta permanentemente la base del sentido de Identidad, es diferente
en cada persona, y está sometida a la imprevisibilidad radical del propio devenir, cambia con nosotros.
Se construye en la inter-determinación entre nuestras posibilidades genético-biológicas y los diferentes
ambientes intersubjetivos y socio-naturales en los que transcurre nuestra existencia. Nuestra
determinación genética está abierta a todos los factores epigenéticos que influyen en la muy compleja y
progresiva organización neural, que se irá diferenciando intensamente en los primeros años, y de una
manera menos decisiva a lo largo de todo el ciclo vital. Nuestra plasticidad neural, las aportaciones de
los ambientes intersubjetivos tempranos y ulteriores, en cuya co-construcción participamos
permanentemente, la diferenciación de una realidad psíquica subjetiva, se configuran entre sí en una
dialéctica esencial entre huellas sinápticas y huellas psíquicas. Somos partícipes inevitables de nuestra
historia y devenir, y eso es lo que esencialmente nos diferencia como seres humanos.
La perspectiva relacional, a través del análisis de los fenómenos vinculares (intra, inter y transsubjetivos) en la matriz relacional, viene aportando un nuevo horizonte para la clínica psicoanalítica,
que, más allá de su filiación conceptual, ha generado una ilusión para el trabajo clínico con el paciente,
sin menosprecio de nuestra implicación y agencia en el proceso de cambio, del que somos co-partícipes.
Al tiempo, aporta las bases para pensar una renovación conceptual de la teoría y de los métodos de la
técnica, sin dejarnos atrapar en mitos que pueden alienar el proceso, privarle de su significado
transformador. La aportación de esta perspectiva para una nueva comprensión de los fenómenos
clínicos es incuestionable. Se acepten o no en su totalidad estas propuestas, que además no están
formuladas como proposiciones dogmáticas sino como ejes para pensar, todas las escuelas
psicoanalíticas se tienen que enfrentar a la continua presencia del factor intersubjetivo, con la
naturaleza vincular de los fenómenos clínicos, que no son sólo una propiedad del psiquismo aislado del
paciente, sino fenómenos de un sistema más amplio: paciente-terapeuta.
Nuestra tradición vincular, fundamento de nuestra inquietud por la transformación de nuestra teoría y
nuestra práctica, nos ha llevado a este diálogo, en el que hemos reflexionado sobre las propuestas
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teóricas y técnicas que nos permiten entender nuestra práctica clínica. El Psicoanálisis Interpersonal de
Sullivan, a Teoría del Vínculo, desde Pichon Rivière, el pensamiento Winnicottiano, la Psicopatología
Vincular desarrollada en gran medida en nuestro propio contexto intelectual, la psicología de dos
personas de Arnold Modell, el psicoanálisis relacional de Stephen Mitchell, o la teoría de la
intersubjetividad de Robert Stolorow, George Atwood y Donna Orange, son todas ellos aproximaciones
que, en gran medida, han convergido en una preocupación común: Aprender de la experiencia de
nosotros mismos con y de nuestros pacientes, manteniendo viva la ilusión del cambio.
En el horizonte que ofrece esta perspectiva, las aportaciones de la neurobiología que han sido
resumidas en esta obra, en convergencia flexible con los principios psicoanalíticos, nos permiten
integrar un modelo de Inconsciente donde la teoría, la investigación y la clínica son perspectivas
armónicas y complementarias. Esta perspectiva, con diversos matices, viene siendo sustentada en la
última década tanto por neuro-científicos como por psicoanalistas.
Y las evidencias actuales en Nuerociencia sostienen una causalidad psíquica capaz de modelar lo
orgánico, y no solo a la inversa (Kandel, Damasio) con el concepto de Plasticidad, significa en esencia
que la experiencia puede inscribirse en la red neuronal, efectuando así el cambio psíquico. Pero la
experiencia transformadora es relacional, nos lo ha mostrado la investigación del desarrollo que pone
de relieve como se construye la subjetividad en la intersubjetividad temprana, y cómo los procesos de
regulación mutua constituyentes de las primeras experiencias son los mismos que contribuyen a
modificar el conocimiento relacional implícito en la experiencia terapéutica y vital del adulto.
La tarea pues es relacionarse, implicada y mutualmente, manteniéndonos abiertos a las sorpresas de la
alteridad, y a la riqueza de la terceridad humana.
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