El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) ha sido considerado clásicamente como una enfermedad grave e incapacitante. Es importante destacar, que pese al desarrollo de nuevos abordajes terapéuticos (farmacológicos, psicoterapéuticos o somáticos) un 30 % de pacientes que muestran una respuesta al tratamiento parcial, no sostenida o negativa. Es destacable, que la información sobre factores biológicos que se asocien a la respuesta terapéutica o puedan utilizarse como predictores de la misma son reducidos. Una de las disciplinas que está aportando halazgos significativos en este campo es la neuroimagen.
Aunque el mayor número de estudios se centra en la valoración de cambios de los patrones de actividad metabólica cerebral tras la aplicación de determinadas estrategias terapéuticas, en el último año se ha publicado estudios neuroestructurales, mediante resonancia magnética, en el que se asocian cambios estructurales regionales con la respuesta al tratamiento.