REVISTA ELECTRÓNICA DE PSICOLOGÍA
Vol. 2, No. 2, Julio 1998
ISSN 1137-8492
Un programa de trabajo en técnicas cognitivas para
deportistas de equipo.
J. L. Gonzalo Marrodán
ORIGINALES
[Resumen] [Abstract]
Gabinete de Psicología Clínica y Educativa.
Correspondencia:
José Luis Gonzalo Marrodán
Director del Gabinete de Psicología Clínica y Educativa
Paseo de Colón, 35, 1° dcha.
20002 Donostia-San Sebastián, Gipuzkoa (España)
Tel.: +34 943 32 28 29
E-mail: getover@correo.cop.es
Introducción
Objetivos del programa
de entrenamiento en
técnicas cognitivas
Técnicas para cada
objetivo y metodología
Conclusiones
Introducción
Como apunta Williams (1993), el más consistente de los descubrimientos que podemos
encontrar en la literatura de la psicología deportiva científica es la correlación directa
entre autoconfianza y éxito en competición. Lo que los jugadores de un equipo piensen
o verbalicen con respecto a la competición es crítico, y afecta a su rendimiento a corto o
a largo plazo. Por ello, un pensamiento o una forma de pensar inapropiada conduce a
sentimientos negativos y a un pobre rendimiento deportivo; por el contrario, un
pensamiento apropiado o positivo conduce o proporciona sentimientos de valía y alto
rendimiento deportivo (Rosin, y Nelson, 1983; Dorsel, 1988; Kendall, Hrycaiko, Martin,
y Kendall, 1990).
La clave para el control cognitivo -los pensamientos- es el autodiálogo (Williams,
1993). La frecuencia y el contenido de los pensamientos varían de una persona a otra;
pero podemos afirmar, en un sentido muy veraz, que cada vez que pensamos acerca de
algo estamos hablando o dialogando con nosotros mismos. El autodiálogo, cuando es
negativo, distrae de la tarea que hay que realizar e interrumpe las habilidades
automáticas aprendidas. El autodiálogo es especialmente destructivo cuando un jugador
o todo un equipo se etiqueta peyorativamente (Ellis,1988)
Por consiguiente, una vez establecida la necesidad de conocer y, si es preciso, modificar
el diálogo interno del jugador como factor clave que determina nuestros sentimientos
(confianza, utilidad, valía...) y conductas (rendimiento deportivo), el artículo que
desarrollaremos a continuación presenta un programa de trabajo en técnicas cognitivas
destinado a tal fin.
Objetivos del programa de entrenamiento en técnicas cognitivas
Los objetivos del programa de entrenamiento en técnicas cognitivas son (Gonzalo,
1997):
1. Hacer conscientes a los jugadores del poderoso impacto que tienen en sus
sentimientos y en su conducta su actividad cognitiva, es decir, sus pensamientos.
2. Identificar qué se dicen a sí mismos los jugadores en diferentes situaciones
deportivas: cuando van perdiendo, cuando fallan un disparo, cuando les roban un
balón, cuando un marcaje es muy pegajoso, etc... con el objeto de conocer qué
situaciones y eventos están asociados a determinados patrones cognitivos.
3. Modificar -si es negativo o interferente con la ejecución deportiva- lo que se dicen
a sí mismos los jugadores en dichas situaciones deportivas con el fin de que sus
sentimientos y comportamientos sean más efectivos.
4. Ayudarles a identificar y refutar las distorsiones de pensamiento postcompetitivas,
sustituyendo éstas por otros pensamientos alternativos más ajustados a la realidad.
Técnicas para cada objetivo y metodología
Técnicas para el primer objetivo: Para hacer a los jugadores más conscientes del
poderoso impacto que tienen los pensamientos en sus sentimientos y en su conducta
sobre la cancha, utilizamos la retrospección (Williams, 1993). Consiste en que los
jugadores recuerden un determinado partido en el que, por ejemplo, jugaron muy bien y
traten de recrear los pensamientos que tuvieron lugar antes y durante ese partido.
Muchos jugadores son capaces de identificar patrones de pensamiento asociados a
buenas y malas actuaciones. Con ello conseguimos que los jugadores tomen conciencia
de la situación específica que condujo a este tipo de pensamiento.
Técnicas para el segundo objetivo: Para identificar qué se dicen a sí mismos los
jugadores en diferentes situaciones deportivas para averiguar qué eventos están
asociados a determinadas formas de pensar, podemos utilizar, aparte de la retrospección,
el cuestionario Feedback de la actuación deportiva (Williams, 1993) Este cuestionario
puede administrase después de los partidos y recoge, además de información directa del
autodiálogo de los jugadores, otros datos referidos a variables relevantes en psicología
del deporte. También podemos utilizar el vídeo; ver vídeos de partidos ayuda al jugador
a evocar estos pensamientos, que puede, al mismo tiempo, anotarlos en un papel.
Técnicas para el tercer objetivo: Para modificar lo que los jugadores se dicen a sí
mismos en determinadas situaciones -potencialmente generadoras de estrés- utilizamos
las autoinstrucciones (Meichenbaum, 1977) Se utiliza cuando lo que el jugador se dice a
sí mismo es interferente o inapropiado para la ejecución de la conducta deportiva (Ruiz
Fernández, 1993). El psicólogo, junto con los jugadores, repasa las situaciones
estresantes del partido que ponen en marcha los pensamientos negativos: por ejemplo,
un jugador de balonmano falla un tiro en una muy buena posición para marcar y sus
pensamientos tras de este error son: "¡Qué mal ando hoy, no acierto una; creo que no
podremos con ellos!". Este autodiálogo es interferente para la tarea, porque genera
ansiedad e impide centrarse en la jugada siguiente o en lo que el entrenador le ha dicho.
Se le enseña que en este caso, primero, mediante la técnica llamada parada de
pensamiento (Meyers, y Scheleser, 1980) debe detener la cadena de pensamientos
negativos diciéndose a sí mismo "¡basta!". Después se le explica que tiene que utilizar
las autoinstrucciones previamente ensayadas (frases cortas que internamente nos
decimos a nosotros mismos para guiar con éxito nuestra conducta) en esa situación.
Entre psicólogo y jugadores determinan qué autoinstrucciones puede usar para ese
momento, por ejemplo: "¡Si lo sigo intentando, al final marcaré un gol porque estamos
metiéndolos en su área!". Estas autoinstrucciones, como muy bien apunta Buceta (1991)
sirven para recordar que eso que ha sucedido entra dentro de lo posible, que es inherente
al juego, que no pasa nada, que los goles ya entrarán, que en ese moneto es racional
centrarse en lo que el entrenador le indica y no en que ha fallado el tiro. Otro momento
en el que se pueden poner en práctica las autoinstrucciones es cuando el equipo va
perdiendo (en balonmano o baloncesto) por varios tantos de diferencia. Es muy probable
que afloren sentimientos de desánimo, que los jugadores empiecen a notar ansiedad y se
precipiten en la elaboración de las jugadas. Además de poder realizar unas inspiraciones
profundas para poder regular el excesivo nivel fisiológico que puede acompañar a esa
situación, los jugadores tienen que poner en marcha unas autoinstrucciones -ensayadas
antes de la competición- de este tipo: "Tenemos tiempo de recortar; vamos a centrarnos
en meter este ataque". Las autoinstrucciones han de ser cortas y congruentes con el
estado de ánimo. No vale, pues, decirse "no estoy nervioso" cuando en realidad se está.
Es mejor decirse: "Estoy nervioso, pero sé lo que tengo que hacer para superarlo". De
cualquier modo, es fundamental que el jugador perciba que lo que se dice le ayuda a
superar la situación estresante.
En resumen, podemos utilizar las autoinstrucciones para (Gonzalo, 1997):
1. Analizar y prever qué es lo que puede suceder en un partido determinado (los
inconvenientes que un partido tiene: ir perdiendo, fallar tiros, perder balones...), y
ensayar los jugadores, conjuntamente con el psicólogo y el entrenador del equipo,
auntoinstrucciones cortas y claras que puedan ser utilizadas en esos momentos
para que guíen el comportamiento deportivo con eficacia, que muestren que hay
salida para la situación.
2. Para motivar a los jugadores, ya que éstas pueden ser motivantes en sí mismas, es
decir, que su uso tampoco queda restringido cuando encontramos patrones de
pensamiento negativo.
Técnicas para el cuarto objetivo: Especialmente cuando se pierde, o cuando no se ha
jugado bien, o cuando las circustancias de la derrota han sido particularmente dolorosas
-como perder por lanzamientos desde el punto de penalti en fútbol-, o cuando se pierde
jugando bien ya que la suerte ha sido esquiva , tenemos que estar atentos a las
distorsiones cognitivas que pueden cometer los jugadores. Gauron (1984) ha recogido
las distorsiones cognitivas que más comúnmente cometen los jugadores:
1. La perfección es necesaria: Una de las ideas irracionales o distorsiones
cognitivas que con más frecuencia cometen los deportistas es la de que deben ser
competentes y perfectos en todo lo que intentan. Los deportistas que piensan que
deben ser perfectos se culparán a sí mismos por cualquier fallo que cometan. Su
autoconcepto será muy bajo cuando se equivoquen. Este tipo de distorsión
conduce, además, a que el jugador esté presionado y no disfrute con el juego y no
rinda óptimamente.
2. Catastrofizar: Acompaña normalmente a las tendencias perfeccionistas. Si el
deportista cree que cualquier fallo es un desastre humillante, hay que actuar sobre
esta distorsión. Pensar que las derrotas son catástrofes no servirá de nada. Sólo
resulta útil corregir defectos y prever, dentro de lo humanamente posible,
acontecimientos futuros.
3. La valía personal depende del éxito: Hay que ayudar a los jugadores a que se
valoren no sólo por el éxito (ganar, jugar de titular...) sino por su contribución
general al equipo (mayor muchas veces de la que perciben) y por el esfuerzo
personal que como profesionales realizan para superarse, y en dónde sí deben
exigirse.
4. Culpar: Nada se gana con poner excusas o con atribuir los fallos a otros. De la
misma manera, tampoco se consigue nada con atribuirse todas las culpas de la
derrota. El psicólogo debe ayudar a los jugadores y entrenadores a realizar
atribuciones adecuadas de responsabilidad sobre su actuación y rendimiento.
5. Pensamiento polarizado: Es la tendencia a ver las cosas y las personas en
términos de todo o nada (pensamiento absolutista) El pensamiento de todo o nada
conduce al deportista a categorizar cualquier evento como exitoso o no exitoso,
bueno o malo... Este pensamiento también suele presentarse en forma de
etiquetaciones: "Este es un equipo perdedor"; "no tienen agresividad"; "son un
equipo faltón..." Describir evaluativamente algo o alguien en dos o tres palabras
estereotipadas es muy negativo ya que los deportistas tienden a introyectarlas,
pasando así a formar parte de su autoconcepto e influyendo en sus expectativas.
Las etiquetas, además, son muy difíciles de eliminar; conviene, por ello, intentar
evitar este tipo de lenguaje categórico.
6. Sobregeneralizar: A partir de unas pocas experiencias, inferir una frase válida
para todo tipo de situaciones. Es concluir sin tener suficiente apoyo empírico para
ello. Ejemplo: a partir de que dos partidos no se jugaron bien en una determinada
cancha, afirmar que no se hacen buenos partidos en ese lugar.
7. Personalizar: Verse a sí mismo como causa de las derrotas y de los fracasos.
Ejemplo: "Hemos perdido el partido porque yo fallé el lanzamiento en el último
minuto."
Después de los partidos se analiza objetivamente, con la ayuda del vídeo, la actuación
del equipo. El psicólogo, los jugadores y el entrenador tienen que estar muy atentos a
cualquier tipo de verbalización y evaluación que sobre lo sucedido en la cancha se haga.
Particularmente, hay que identificar y modificar las distorsiones anteriormente descritas
porque pueden afectar al ánimo de los jugadores. De lo que se trata, en suma, es de
realizar un análisis objetivo de lo sucedido en el partido, o sea, analizar los hechos de
modo que se ajusten lo más posible a lo acontecido durante el partido. Para ello,
podemos servirnos de la reestructuración cognitiva que también se usa en clínica.
Consiste básicamente en lo siguiente: 1. Lo que los jugadores manifiestan son hipótesis
que deben ser comprobadas o rechazadas por la evidencia empírica. 2. Hay que buscar la
evidencia que pruebe que lo que se dice es efectivamente así. 3. Discutir las opiniones a
la luz de la evidencia encontrada (Beck, 1984).
Para practicar una reestructuración cognitiva a un equipo de jugadores puede seguirse el
esquema que Andrés, y Bas (1994) proponen para el ámbito clínico, que puede
trasladarse al área deportiva sin mayor problema.
Conclusiones
En definitiva, se trata de que los jugadores y deportistas perciban al psicólogo como un
entrenador más, sólo que en el aspecto mental o de mental training (Williams, 1993).
Así como un entrenamiento diario físico técnico y táctico conduce a que los jugadores
afronten la competición preparados en éstas áreas, un entrenamiento en este caso
cognitivo -lo cual no excluye, evidentemente, que puedan usarse otras técnicas para
otros niveles dentro del triple sistema de respuesta- puede contribuir a que los jugadores
posean una adecuada preparación en el aspecto psicológico.
Referencias
Andrés, V., Bas, F. (1994). Terapia cognitivo-conductual de la depresión: un
manual de tratamiento. Madrid: Fundación Universidad Empresa.
Beck, A. (1984). Cognitive approaches to stress. En R. Woolfolk, y C. Lehrer
(Comps.). Principles and practice of stress management. New York: Guilford
Press.
Buceta, J. M. (1991). La intervención conductual en el deporte de competición.
En G. Buela-Casal, y V. E. Caballo (Comps.). Manual de psicología clínica
aplicada. Madrid: Siglo XXI de España Editores.
Dorsel, T. (1988). Talk to yourself: realistic selftalk means less stress on the
course. Australian Golf Digest, 49, 46-47.
Ellis, A. (1988). Can we legitimately evaluate ourselves? Psychotherapy
Theory, Research and Practice, 25, 314-316.
Gauron, E. F. (1984). Mental training for peak performance. Lansing New
York: Sport Sciences Associates.
Gonzalo, J. L. (1997). Psicología del deporte aplicada: técnicas de intervención
psicológica para la mejora del rendimiento físico y deportivo en deportes de
equipo. Un programa de trabajo. San Sebastián: Servicio de publicaciones del
gabinete de psicología clínica y educativa.
Kendall, G., Hrycaiko, D., Martin, G., y Kendall, T. (1990). Effects of an
imagery rehearsal relaxation and seltalk package on basketball game
performance. Journal of Sport and Exercise Psychology, 12, 157-166.
Meichenbaum, D. (1977). Cognitive-Behaviour Modification. New York:
Plenum.
Meyers, A. W., y Scheleser, R.A. (1980). A Cognitive behavioral intervention
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Rosin, L., y Nelson, W. (1983). The effects of rational and irrational selfverbalizations on performance efficiency and levels of anxiety. Journal of
Clinical Psychology, 39, 208-213.
Ruiz Fernández, M. A. (1993). Técnicas cognitivas y terapias cognitivoconductuales. En M. A. Vallejo, y M. A. Ruiz (Comps.). Manual práctico de
modificación de conducta, Tomo 2. Madrid: Fundación Universidad Empresa.
Williams, J. M. (1993). Applied sport psychology: personal growth to peak
performance. California: Mayfield Publishing Company.
Referencia a este artículo según el estilo de la APA:
Gonzalo Marrodán, J. L. (1998). Un programa de trabajo en técnicas cognitivas para deportistas de equipo.
Psicologia.COM [Online], 2 (2), 20 párrafos. Disponible en:
http://www.psiquiatria.com/psicologia/vol2num2/art_3.htm [1 Agosto 1998]
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