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Análisis de las características psicométricas del índice de salud SF-36 como indicador de resultados en drogodependencias.

Autor/autores: Ioseba Iraurgi Castillo , Juan Manuel Jiménez-Lerma, Miguel Landabaso Vázquez
Fecha Publicación: 23/06/2010
Área temática: .
Tipo de trabajo: 

RESUMEN

Fundamento: Los cuestionarios que miden la salud percibida sirven en la práctica clínica para determinar el impacto de la enfermedad y los beneficios del tratamiento.Objetivo: Estudiar la fiabilidad, validez y utilidad clínica del cuestionario genérico de calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) SF-36 en los servicios de asistencia sanitaria a las drogodependencias. Método: Se ha llevado a cabo un estudio descriptivo transversal con 711 pacientes reclutados en tres centros ambulatorios de atención a las drogodependencias con diagnósticos de dependencia a alcohol (n= 200), cocaína (n= 80) y opiáceos (n= 431), de los cuales 356 se hallaban incluidos en un Programa de Mantenimiento con Metadona y 75 en programa libre de drogas. Todos los sujetos incluidos en el estudio cumplimentaron el SF-36 como indicador del estado de salud y datos clínicos y de filiación. La fiabilidad se calculó mediante el análisis de consistencia interna y la validez discriminante a través de análisis de varianza. Resultados: Los valores alfa de Cronbach se situaron por encima de 0,7 en todas las dimensiones tanto para el total de la muestra como para cada uno de los subgrupos, siendo el porcentaje de no respuestas inferior al 5%. Las dimensiones de rol físico, salud general y salud mental comparten un mayor grado de homogeneidad en la consistencia interna entre los cuatro grupos explorados. La mayor variabilidad se detecta en las dimensiones de dolor y función física. Los grupos de heroinómanos en programa de metadona y alcohólicos son los que menor proporción de casos con efecto techo presentan. Las áreas más afectadas fueron la Salud General (M= 45,0), la Vitalidad (M= 55,8) y la Salud Mental (M= 56,0). Los análisis de correlación entre las diferentes dimensiones del SF-36 en cada uno de los grupos analizados muestran asociaciones estadísticamente significativas en todos los casos. Conclusiones: El SF-36 presenta características psicométricas adecuadas para ser utilizado como instrumento de valoración de la calidad de vida en trastornos adictivos. Asimismo, los resultados obtenidos apoyan su validez discriminante como un indicador para la evaluación de resultados entre grupos de pacientes con problemas adictivos.

Palabras clave: SF-36; Calidad de vida relacionada con la salud; Medición de resultados; Trastornos Adictivos.


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Análisis de las características psicométricas del índice de salud SF-36 como
indicador de resultados en drogodependencias.
(Analysis of psychometric characteristic of SF-36 Health Survey as indicator of outcomes in drug addiction.)
FUENTE: PSIQUIATRIA.COM 2005; (9) 2

Ioseba Iraurgi Castillo1; Juan Manuel Jiménez-Lerma2; Miguel Landabaso Vázquez3.
1.- Módulo de Asistencia Psicosocial de Rekalde. Bilbao
2.- Centro de Tratamiento de Toxicomanías (CTT) de Vitoria
3.- Centro de Tratamiento de Toxicomanías (CTT) de Barakaldo
PALABRAS CLAVE: SF-36, Calidad de vida relacionada con la salud, Medición de resultados, Trastornos Adictivos.

Resumen
Fundamento: Los cuestionarios que miden la salud percibida sirven en la práctica clínica para determinar el
impacto de la enfermedad y los beneficios del tratamiento.
Objetivo: Estudiar la fiabilidad, validez y utilidad clínica del cuestionario genérico de calidad de vida relacionada
con la salud (CVRS) SF-36 en los servicios de asistencia sanitaria a las drogodependencias.
Método: Se ha llevado a cabo un estudio descriptivo transversal con 711 pacientes reclutados en tres centros
ambulatorios de atención a las drogodependencias con diagnósticos de dependencia a alcohol (n= 200), cocaína
(n= 80) y opiáceos (n= 431), de los cuales 356 se hallaban incluidos en un Programa de Mantenimiento con
Metadona y 75 en programa libre de drogas. Todos los sujetos incluidos en el estudio cumplimentaron el SF-36
como indicador del estado de salud y datos clínicos y de filiación. La fiabilidad se calculó mediante el análisis de
consistencia interna y la validez discriminante a través de análisis de varianza.
Resultados: Los valores alfa de Cronbach se situaron por encima de 0,7 en todas las dimensiones tanto para el
total de la muestra como para cada uno de los subgrupos, siendo el porcentaje de no respuestas inferior al 5%.
Las dimensiones de rol físico, salud general y salud mental comparten un mayor grado de homogeneidad en la
consistencia interna entre los cuatro grupos explorados. La mayor variabilidad se detecta en las dimensiones de
dolor y función física. Los grupos de heroinómanos en programa de metadona y alcohólicos son los que menor
proporción de casos con efecto techo presentan. Las áreas más afectadas fueron la Salud General (M= 45,0), la
Vitalidad (M= 55,8) y la Salud Mental (M= 56,0). Los análisis de correlación entre las diferentes dimensiones del
SF-36 en cada uno de los grupos analizados muestran asociaciones estadísticamente significativas en todos los
casos.
Conclusiones: El SF-36 presenta características psicométricas adecuadas para ser utilizado como instrumento de
valoración de la calidad de vida en trastornos adictivos. Asimismo, los resultados obtenidos apoyan su validez
discriminante como un indicador para la evaluación de resultados entre grupos de pacientes con problemas
adictivos.

Introducción
En los últimos años, la necesidad de evaluar los resultados terapéuticos se está haciendo una constante en la
práctica diaria (1-3). En el ámbito de los trastornos adictivos, existe una amplia literatura (4) centrada en evaluar
la efectividad de los programas/intervenciones a través de los criterios llamados duros (Hard), tales como la
consecución de la abstinencia de la droga que genera la demanda y la disminución del consumo de otras
sustancias, la reducción de la criminalidad (número de arrestos, etc.), el aumento de la actividad laboral
(obtención de un empleo legal) o la reducción de la morbi-mortalidad (reducción de la vía endovenosa, asociada a
la infección por VIH, o el número de muertes por sobredosis, p.ej.). Si bien todos estos criterios duros son
eficaces, y necesariamente evaluables en los programas de drogodependencias, en muchas ocasiones se
muestran insuficientes para valorar el alcance global de las intervenciones. Por ello, el resultado terapéutico de un
determinado programa no debe obedecer tan sólo a estos indicadores duros, de ámbito más social o comunitario,
sino centrarse asimismo sobre la apreciación subjetiva y la respuesta o cambio producido en el propio usuario del
programa (2). Es decir, la evaluación de los resultados en la práctica asistencial ha de incluir, además de los
parámetros biomédicos tradicionales, el punto de vista de los enfermos/usuarios acerca de su capacidad funcional
y su bienestar. A este respecto, algunos grupos han evaluado la efectividad de los programas terapéuticos a
través de indicadores de normalización de vida cotidiana y calidad de vida.
El concepto de Calidad de Vida (CV) ha sido abordado por diferentes disciplinas (sociología, economía, psicología,

medicina, etc.), y si bien cada una de ellas ha ofrecido interesantes aportaciones a su entendimiento, también han
colaborado a que el concepto carezca de una definición clara y operativa. Por nuestra parte, coincidimos con la
aproximación que Ann Bowling (5) realiza al respecto, sugiriendo que básicamente la calidad de vida se identifica
como un concepto que representa las respuestas individuales a los efectos físicos, mentales y sociales que la
enfermedad produce sobre la vida diaria, lo cual influye sobre la medida en que se puede conseguir la satisfacción
personal con las circunstancias de la vida.
Por otra parte, la OMS (6) ha realizando un intento de consenso internacional, tanto del concepto como de sus
dimensiones, definiendo la CV como "la percepción personal de un individuo de su situación en la vida, dentro del
contexto cultural y de valores en que vive y en relación con sus objetivos, expectativas, valores e intereses". Esta
conceptualización expresa que la CV no es equivalente a estado de salud, estilo de vida, satisfacción con la vida,
estado mental o bienestar, sino que más bien es un concepto multidimensional que incorpora la percepción del
individuo sobre esos y otros conceptos de la vida (2).
Existen dos aproximaciones principales en la evaluación de la calidad de vida en el ámbito sanitario: 1) la
medición del estatus o estado de salud, utilizada por clínicos e investigadores, y 2) la estimación de la
preferencia/valor/utilidad, usada por los analistas de la decisión (7). La primera línea de investigación describe
estados de salud. Generalmente, evalúan el funcionamiento en todas o algunas de las áreas de la calidad de vida
asociadas a la salud: síntomas, estatus funcional, actividades de rol, estado afectivo, funcionamiento cognitivo,
sueño y descanso, energía y vitalidad, percepción de salud y satisfacción general con la vida.
Las escalas de decisión miden preferencias; se basan en la teoría de la utilidad, y buscan obtener tendencias de
preferencias de estados de salud, comparados con situaciones de empeoramiento.
Existen algunas medidas genéricas de la CV que se han adaptado a nuestra lengua con resultados satisfactorios
(7-9), si bien en la mayoría de los casos los estudios acerca de la validez, fiabilidad y sensibilidad al cambio están
inconclusos. En el área de las drogodependencias no existen cuestionarios específicos de CV adaptados al
problema, si bien varios grupos han utilizado instrumentos genéricos para evaluar sus programas (10). Entre los
instrumentos de medida de la salud percibida más ampliamente utilizados en la evaluación de los trastornos
adictivos se halla el Cuestionario de Salud SF-36 (11-15).
Éste es un cuestionario genérico de salud diseñado tanto para su uso individual como colectivo. Su calidad ha
hecho que sea uno de los índices de salud más utilizados por la comunidad científica lo que permite la
comparación nacional e internacional de los resultados (16-19).

La utilización de este tipo de cuestionarios estandarizados, aplicados a muestras representativas de una
determinada población, permite la generación de valores o normas poblacionales que se emplean para estimar la
salud percibida de la población y su evolución en el tiempo, y sirven asimismo de referencia para la comparación
de las diferencias en el estado de salud (calidad de vida) según las patologías o tratamientos y/o monitorizar
procesos de tratamiento (20). Por ello, las normas poblacionales de la salud percibida podrían usarse para evaluar
cualitativa y cuantitativamente el impacto de la enfermedad y el beneficio de los procesos sanitarios (20-21).
El presente trabajo tiene como objetivo ofrecer datos sobre la fiabilidad, validez y utilidad clínica del cuestionario
genérico de calidad de vida relacionada con la salud (CVRS) SF-36 en los servicios de asistencia sanitaria a las
drogodependencias.

Método

Muestra y procedimiento
Se ha llevado a cabo un estudio descriptivo transversal con 711 pacientes reclutados en tres centros ambulatorios
de atención a las drogodependencias con diagnósticos de dependencia a alcohol (n= 200), cocaína (n= 80) y
opiáceos (n= 431), de los cuales 356 se hallaban incluidos en un Programa de Mantenimiento con Metadona y 75
en programa libre de drogas.
La muestra de estudio (n= 711) está constituida en su mayoría por hombres (80%) y presenta una edad media
de 33,6 años [Recorrido: 18-64; Desviación Estándar (DE): 5,8]. Un 55,6% son solteros, un 28,15 casados o
viven en pareja, un 11,5% separados o divorciados, siendo menor la proporción de personas viudas (4,8%). La
media de años desde que se iniciaron en el consumo de la sustancia de abuso es de 15,9 (DE: 8,2) años, con un
rango intercuartil (RI) entre 11 y 22 años. La permanencia media en el programa de tratamiento es de 29,5 (DE:

26,8) meses (IR: 6-52). El 79,5% de los sujetos han realizado algún tratamiento previo, siendo la modalidad más
utilizada el dispositivo de salud ambulatorio (84%), seguido de la unidad hospitalaria de desintoxicación (30,3%)
y de la comunidad terapéutica (28,9%). Un 49,4% de los participantes presentan marcadores serológicos de VIH
y un 84% de hepatitis. Un 25,3% han sido diagnosticados y tratados por otras patologías psiquiátricas.
Atendiendo a la modalidad de sustancia adictiva que genera el tratamiento, se observan diferencias
estadísticamente significativas (p<0,05) en las variables edad, número de años de consumo, tiempo en
tratamiento, marcadores positivos de infección a VIH y/o hepatitis (B y/o C) y presentacia de otros trastornos
psiquiátricos. A este respecto, y atendiendo a la edad, el grupo en tratamiento por alcoholismo (M= 43,3 años) y
metadona (M= 34,6 años) presentan una mayor edad que las personas con adicción a opiáceos en programa libre
(M= 28,2 años) y las personas con adicción a cocaína (M= 26,9 años). El número de años de consumo y tiempo
en tratamiento es mayor entre los alcohólicos y usuarios del programa de metadona que entre los otros dos
grupos. La prevalencia de infección por VIH y hepatitis es mayor entre los tratados con metadona (50,9% y 86%,
respectivamente) que en los otros grupos, observándose la menor prevalencia de estas infecciones entre los
alcohólicos (10,5% y 19%, respectivamente). Atendiendo a la prevalencia de comorbilidad psiquiátrica, se hace
más patente en el grupo de personas tratadas por cocaína (30,3%) y metadona (28,9%), que entre los
alcohólicos (22,4%) y en menor medida entre los adictos a opiáceos en programa libre (12,7%).
Todos los sujetos fueron entrevistados mediante cuestionario estructurado por personal entrenado a tal efecto o
por personal sanitario, también entrenado. Fue criterio de inclusión el seguimiento clínico en algún centro
sanitario y la voluntariedad del paciente para realizar las entrevistas, que fueron efectuadas previo consentimiento
informado. El cuestionario utilizado incluía preguntas destinadas a conocer hábitos de salud y prevención de
riesgos, cambios en distintas áreas psicosociales (relaciones familiares, empleo, delincuencia, etc.), ...; y también
se incluía la versión española del cuestionario de Salud SF-36 con el objetivo de valorar el estado de salud
percibido por los propios participantes.

Cuestionario de Salud SF-36
El cuestionario `Short-Form (SF) General Health Survey' (22) fue desarrollado para su uso en el Estudio de los
Resultados Médicos (MOS) a partir de una amplia batería de cuestionarios que incluía 40 conceptos relacionados
con la salud. A partir de este estudio han surgido diferentes versiones del SF, de 12, 20, 36, 42, ... ítems, pero la
más ampliamente utilizada en investigación y evaluación de los resultados clínicos ha sido el formato de 36 ítems
(11, 13, 16-17). El SF-36 ha sido objeto de una amplia difusión a nivel mundial a través del proyecto IQOLA
(International Quality of Life Assessment) y adaptado a más de 15 idiomas (18), convirtiéndose en un
instrumento de recomendada utilización. Se trata de un instrumento genérico multidimensional que explora la
percepción subjetiva del estado de salud y/o la calidad de vida relacionada con la salud. Es un instrumento
autoadministrado que requiere ente 5 y 10 minutos para su cumplimentación, aunque también puede ser
administrado en entrevista clínica e incluso telefónicamente.
Los ítems del cuestionario informan tanto de estados positivos como negativos de la salud física y del bienestar
emocional, identificando ocho dimensiones de salud, que cubren a su vez dos grandes áreas: el estado funcional o
salud física y el bienestar emocional o salud mental. El área de salud física aglutina las siguientes dimensiones:
Función Física (FF), limitaciones de Rol por problemas Físicos (RF), Función Social (FS), y limitaciones de Rol por
problemas Emocionales (RE). Por su parte, el área de bienestar emocional incluye las dimensiones de: Salud
Mental (SM), Vitalidad (V), Dolor Corporal (D) y Salud General (SG). Además de estas ocho escalas de salud, se
incluye un ítem que evalúa el concepto general de cambios en la percepción del estado de salud actual respecto a
como era hace un año (CS). En la Tabla 1 se describen las dimensiones de salud evaluadas por el SF-36 y sus
respectivas interpretaciones de acuerdo con los resultados bajos o altos por cada escala.

Tabla 1

Para cada dimensión del SF-36, los ítems se codifican, agregan y transforman en una escala con recorrido desde 0
(peor estado de salud) hasta 100 (mejor estado de salud) utilizando los algoritmos e indicaciones que ofrece el
manual de puntuación e interpretación del cuestionario (13, 23). Por tanto, una mayor puntuación en las
diferentes dimensiones indica un mejor estado de salud y/o una mejor calidad de vida. El instrumento no ha sido
diseñado para generar un índice global; sin embargo, permite el cálculo de dos puntuaciones resumen de las
áreas genéricas, el Índice de Salud Física (ISF) y el Índice de Salud Mental (ISM), mediante la combinación de las
puntuaciones de las dimensiones correspondientes a cada área a las cuales ha de aplicarse un algoritmo de
ponderación y luego ser transformadas en puntuaciones T (Distribución con media 50 y desviación típica de 10).
Estos índices se obtienen por la estandarización de las puntuaciones de las subescalas utilizando coeficientes
ponderados estimados en estudios previos (24-26).

Al igual que en el caso de población estadounidense (13) e inglesa (26-27), existen para población española
normas estandarizadas del instrumento SF-36 para la población general (17) y recientemente para población
usuaria de programas de metadona (21), con las cuales pueden compararse los resultados de nuestras
evaluaciones.

Análisis estadísticos
Para el análisis estadístico se utilizó el programa SPSS en su versión 10 (28). Para cada dimensión de salud se
calcularon la media, la mediana, los percentiles, la desviación estándar y la proporción de los individuos con la
puntuación máxima (efecto techo) y mínima (efecto suelo) para cada dimensión. Para permitir la comparabilidad
con otras poblaciones de referencia los análisis se efectuaron sobre los sujetos de 18 ó más años de edad.
Se estudiaron las propiedades psicométricas de las dimensiones de la escala para el total de la muestra: la
proporción de no respuestas, la fiabilidad a través del coeficiente alfa de Cronbach y la correlación de los ítems
que componen cada dimensión/escala con la puntuación total de la misma. Asimismo, se analizó la fiabilidad para
cada uno de los grupos de tratamiento. Para la comparación de las medias de puntuaciones en cada dimensión en
función del grupo de tatamiento se utilizó el análisis de varianza, estimándose pruebas de Scheffe cuando la
prueba F resultaba significativa.

Resultados
En la Tabla 2 se presentan las propiedades psicométricas y parámetros descriptivos de las diferentes dimensiones
del SF-36 para el total de la muestra estudiad (n= 711). Las tasas de no-respuesta a los ítems fueron
consistentemente bajas e inferiores al 2,1%. La fiabilidad alcanzada por todas las dimensiones fue próxima a 0,80
o superior, mostrando el valor mínimo en el caso de la dimensión de vitalidad (a= 0,79) y su valor máximo en la
escala de rol físico (a= 0,92). La mayoría de las correlaciones de los elementos de una escala con el total de la
misma mostraron rangos intermedios-altos; tan solo en el caso de la vitalidad el valor de correlación máximo es
inferior a 0,70.

Tabla 2

La escala de función física obtuvo las puntuaciones más altas y la dimensión de salud general, seguida de cerca
por la vitalidad y la salud mental, las más bajas. En todas las dimensiones se observaron puntuaciones máximas
(100) y mínimas (0), por lo que el rango observado se situó en 100. Los efectos suelo fueron bajos, inferiores al
5%, salvo en el caso de las escalas de rol emocional (21,7%) y rol físico (19,1%). Los efectos techo fueron
superiores al 50% en las escalas de rol físico, rol emocional y dolor, y cercanas o inferiores al 1% en las
dimensiones de salud mental, vitalidad y salud general.

En la Tabla 3 se presentan los coeficientes de fiabilidad y efectos suelo y techo en función del tipo de adicción por
el que se recibe tratamiento. Los valores de consitencia interna entre los diferentes grupos muestran
homogeneidad (más/menos 5 puntos respecto al valor alpha para el total de la muestra) en cuatro de las

dimensiones (rol físico, rol emodional, salud mental y salud general), no asi en las cuatro restantes. Atendiendo a
la dimensión `función física', los grupos de heroína en programa libre y cocaína muestan valores de consistencia
interna inferiores a la media global situándose dicho valor en torno a un alpha de 0,70. En las dimensiones
`función social', `vitalidad' y `dolor', es el grupo de adictos a opiáceos en programa libre los que muestran una
menor fiabilidad, sitúandose los coeficientes de fibilida en valores de de 0,74; 0,65 y 0,63 respectivamente. En
general, lo coeficientes de fiabilidad mostrados por los diferentes grupos en el conjunto de diensiones que
componen el SF-36 muestran valores de consistencia interna altos, y tan solo el grupo de adictos a opiáceos en
programa libre presentan en dos dimensiones (vitalidad y dolor) valores moderados (inferiores a 0,70 pero por
encima de 0,60).

Tabla 3

Atendiendo al porcentaje de casos con valores mínimos (efeto suelo), es decir, aquellos que presentan la situación
más negativa posible de estado de salud o calidad de vida, se observa como se ha mencionado previamente para
el conjunto de la muestra, como las dimensiones de rol físico y rol emocinal son las que mayores proporciones
alcanzan. La mayor proporción de casos con peor desempeño del rol por razones físicas son los grupos de
metadona y alcohol (22,5%), no siendo tan elevado en los otros dos grupos (valores por debajo del 10%).
Respecto a las limitaciones de rol por razones emocionales, el el grupo de cocaína el que mayor prevalencia de
casos en situación más negativa presenta (35%), seguido de los alcohólicos (23%) y los usuarios del programa de
metadona (21,3%). El resto de dimensiones presentan efectos suelo por debajo del 5% en el conjunto de grupos
de tratamiento, por lo que no presentan gran relevancia sus diferencias. No obstante, hacer notar que en la
dimensión de salud mental es el grupo de cocaína (3,8%) el que alcanza una mayor efecto suelo respecto al resto
de grupos, y en el caso de la salud general son los grupos de metadona (4,2%) y alcohol (3%).
Respecto al efecto techo, es decir, la proporción de casos que presentan la mejor situación de salud o calidad de
vida, se observa como es el grupo de adictos a opiáceos en programa libre los que mayores cotas alcanzan,
respecto al resto de grupos, en casi todas las dimensiones exploradas. Es decir, el 65% de los casos de esta
condición no presetan ninguna limitación de la función física o dolor, y entre el 80% y 88% no manifiestan
limitaciones de rol por causas físicas o emocionales o problemas en la función social. Tres dimensiones, en el
conjunto de los grupos analizados, presentan efectos techo por debajo del 2%, y son la salud mental, la vitalidad
y la salud general. Ello quiere decir, que son muy pocos los casos que no presentan alguna manifestación en estas
dimensiones, y por tanto serían las más comprometidas en los casos de adicción, como se verá a continuación al
analiar los valores medios obtenidos.

Tabla 4

En la tabla 4 se presenta el contraste de diferencias entre las puntuaciones medias obtenidas en cada grupo para
cada una de las dimensiones del SF-36. En todas las dimensiones se han encontrado difenrencias
estadísticamente significativas en las puntuaciones obtenidas por los distintos grupos. Recordemos que una mayor
puntuación refleja un mejor y más adecado estado de salud o calidad de vida. A este respecto, la dimensión
menos afectada por el consumo de sustancias sería la función física (M= 88,3), que se mostraría más mantenida
(o menos afectada) entre los adictos a opiáceos en programa líbre (M=95,4) y los adictos a cocaína (M= 93,7).
Las limitaciones de rol por problemas físicos, la función social y las limitaciones de rol por esta causa, y el dolor,
serían dimensiones afectadas pero podría decirse que con un grado moderado de conservación. No obtante, las
limitaciones de rol por causa física se aprecian en mayor medida entre los usuarios de metadona (M= 68,4) y
alcohólicos (69,6), mientran que la función social y las militaciones de rol por problemas emocionales se expresan
en mayor medida en el grupo de cocaína (M= 71,6 y M=58,3, respectivamente). Por su parte, el dolor se vería
más afectada entre los usuarios de programa de metadona (M= 71,4) y los alcohólicos (M= 75), si bien, como
puede apreciarse, son puntuaciones que no expresan gran deterioro.
Como se planteaba previamente, las áreas más afectadas son las de Salud General (M=45), Salud Mental (M=
56) y vitalidad (M= 55,8). Al igual que en las dimensiones anteriores, en ellas también se hallan direfencias
estadísticamente significativas entre los grupos analizados. Respecto a la salud general, son los usuarios de
programas de metadona (M= 40,8) y los alcohólicos (M= 42,9) los que mayor grado de afectación presentan,
seguidos por los adictos a cocaína (M= 51,6). Atendiendo a la salud mental, es el grupo de cocaína el que peor
situación presenta (M= 46), seguido por los usuarios de metadona (M= 53,2) y los alcohólicos (M= 58). Por
último, la vitalidad está mayormente comprometida entre los usuarios de programas de metadona (M= 51,1) y
alcohólicos (M= 54,3), seguido por los cocainómanos (M= 63,2). Como puede apreciarse (Tabla 4) el grupo de
adictos a opiáceos en programa libre presentaría en estas tres dimensiones puntuaciones representativas de un
estado de salud y/o calida de vida menos deteriorado o comprometido que en el resto de grupos.

Tabla 5

Por último, la tabla 5 presenta las diferencias de puntuaciones entre los grupos atendiendo a los dos índices

globales: el índice de salud física (ISF) y el índice de salud mental (ISM). En estos casos las diferencias entre los
grupos vuelven a ser estadísticamente significativas. En el área física, los grupos con una salud o calida de vida
más comprometida son los usuarios de programas de metadona (M= 48,4) y alcohólicos (M= 49,1), mientras que
a nivel emocional los más comprometidos son los grupos de cocaína (M= 44,5) y metadona (M= 49,2).

Conclusiones
1. Los datos presentados correponden a los resultados de la aplicación de la versión en castellano del cuestionario
de salud SF-36 a una muestra de personas con problemas adictivos, los cuales han sido comparados en función
de la sustacia que genera la adicción (alcohol, heroína y cocaína) o el programa de tratamiento (programas de
mantenimiento con metadona o programas libres de drogas, en el caso de los adictos a opiáceos).
2. La aplicación del instrumento y sus características psicométricas se han mostrado adecuadas y muy similares a
las obtenidas en el estudio de adaptación a población general española (16-17) y en el estudio de valoración del
SF-36 en usuarios de programas de metadona (21).
3. Los valores de consitencia interna (alpha de cronbach) obtenidos en la muestra total y en cada una de las
submuestras se han hallado por encima de 0,70 -valor mínimo recomendado para realizar comparaciones de
grupos (29-30)-, e incluso superiores al valor de 0,80. En concreto, cinco dimensiones alcanzan valores próximos
a 0,90 y dos superan dicho valor, el cual se ha sugerido como el nivel de precisión necesario para poder utilizar
las puntuaciones del cuestionario a nivel individualizado (20,30-31).
4. Los efectos suelo y techo y las puntuaciones medias permiten valorar el grado de implicación de las
dimensiones de salud y calidad de vida entre los diferentes tipos de adicciones. Las diferencias encontradas entre
los grupos, acordes con la expresión y características de la adicción a las diferentes sustancias, muestran datos
que permiten conjeturar una adecuada validez diferencial y discriminante.
5. No obstnate, son necesarios nuevos estudios de tipo longitudinal que permitan contrastar la validez predictiva y
la sensibilidad al cambio del instrumento en población con problemas adictivos.
6. Estudios previos han mostrado la equivalencia cultural y adaptacón al castellano del SF-36, tanto en población
general (16-17) como en muestras clínicas (32), y los resultados obtenidos en el presente estudio y otros afines
(21, 33-40) parecen sugerir que este instrumento también es aplicable para la valoración de personas con
problemas de adicción.
7. Por último, hacer observar que la evaluación de la Calidad de Vida puede ser una importante variable resultado
a incorporar en los estudios de evaluación terapéutica en toxicomanías. Puede servir, por ejemplo, de medida de
los resultados en la investigación clínica relativa a los beneficios comparativos de diferentes métodos terapéuticos.
Asimismo, puede constituir un parámetro clave en los estudios de coste-beneficio y contribuir así a la optimización
del uso de los recursos (2, 10, 41-42).

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