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El síndrome de acoso institucional
FUENTE: PSIQUIATRIA.COM. 2000; 4(1)
José Luis González de Rivera y Revuelta
Catedrático de Psiquiatría, Director del Instituto de Psicoterapia e Investigación Psicosomática, Madrid.
El concepto de acoso grupal o "mobbing" fue introducido en las ciencias sociales por el etólogo Konrad Lorenz,
como extrapolación de sus observaciones en diversas especies animales en libertad. En su significado original más
simple, se llama mobbing al ataque de una coalición de miembros débiles de una misma especie contra un
individuo más fuerte. Actualmente, se aplica a situaciones grupales en las que un sujeto es sometido a
persecución, agravio o presión psicológica por uno o varios miembros del grupo al que pertenece, con la
complicidad o aquiescencia del resto. En realidad, el fenómeno, aunque escasamente estudiado, es conocido
desde antiguo como "síndrome del chivo expiatorio" y "síndrome del rechazo de cuerpo extraño".
Shuster (1996) considera que el acoso institucional es una de las experiencias más devastadoras que puede sufrir
un ser humano en situaciones sociales ordinarias. Lo define como "ser objeto de agresión por los miembros del
propio grupo social", y lo distingue de dos situaciones próximas: el rechazo social ("peer rejection"), en el que el
individuo puede ser excluido por sus iguales de contactos e interacciones, pero no perseguido, y la desatención
social ("peer neglect"), en la que el individuo es, simplemente, ignorado.
Su ocurrencia se ha descrito en instituciones altamente reglamentadas y homogéneas, como en escuelas, fuerzas
armadas y cárceles, asi como en instituciones conservadoras, en las que hay poca tolerancia a la diversidad y
fuertes vinculos e identidades compartidas entre sus miembros. La presentación de acoso psicológico es más
probable en organizaciones relativamente cerradas, cuya cultura interna considera el poder y el control como
valores prioritarios sobre la productividad y la eficacia. Por eso, dentro del ámbito empresarial, parece darse con
más frecuencia en universidades, hospitales y ONGs, aunque ninguna entidad, pública o privada, parece estar a
salvo del problema.
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