El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) es una entidad clínica cuya prevalencia en la población general es de 2 al 3%. Después de su inicio, el TOC generalmente sigue una evolución crónica con exacerbaciones y remisiones; pocos pacientes tienen remisiones espontáneas y aproximadamente el 10 % experimentan una evolución tórpida. Es conocido que entre un 40% a 60% de los pacientes con TOC no mejoran con la terapéutica inicial, teniendo entonces un importante porcentaje de pacientes resistentes al tratamiento entre los cuales muchos se trasforman en pacientes refractarios, además, entre aquellos pacientes que responden, a menudo la remisión es incompleta. Los pacientes refractarios y resistentes cursan con indiferencia ante su trastorno, ausencia de motivación, no experimentan ansiedad durante los ejercicios de exposición, tienen un patrón de pensamiento rígido y concreto y tienen algún tipo de deterioro orgánico. La comórbilidad con otros trastornos es frecuente. Se ha planteado numerosas estrategias psicofarmacológica para su manejo entre las cuales destaca el agregado de un antipsicótico al tratamiento con ISRS y el uso de la psicocirugía.