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Identifican el primer biomarcador de la depresión lo que permitirá un mejor diagnóstico

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Noticia | 18/02/2014
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epresión, mayor o clínica, es un grave problema de salud mental que afecta a una de cada seis personas en algún momento de su vida. Sin embargo, hasta ahora no se habían identificado biomarcadores para la depresión mayor. Especialmente en el caso de niños y adolescentes, un simple test de saliva que mida los niveles de cortisol, determinará si una persona, en este caso un adolescente, tiene riesgo de sufrir este trastorno mental.

La presencia de cifras elevadas de cortisol, hormona que se asocia al estrés, en los adolescentes varones que poseen además la sintomatología de la depresión, multiplica por catorce las probabilidades de desarrollar depresión, según un estudio, financiado por el Wellcome Trust, en Reino Unido, y publicado en 'Proceedings of the National Academy of Sciences'.

“Ahora disponemos de una manera muy real de identificar a los adolescentes con mayor probabilidad de desarrollar depresión lo que puede ayudar a orientar estratégicamente los programas de prevención e intervención en estos individuos”, afirma Ian Goodyer de la Universidad de Cambridge. Para Matthew Owens, primer autor del estudio, “el nuevo biomarcador permitirá un enfoque más personalizado de aquellos niños con un mayor riesgo de depresión”.

Los investigadores midieron los niveles de cortisol en la saliva a partir de dos grandes cohortes independientes de adolescentes. El primer grupo estaba formado por 660 adolescentes, de los que se tomaron cuatro muestras tempranas por la mañana en días de colegio durante una semana y luego otra vez 12 meses más tarde, de forma que los expertos vieron que los niveles de cortisol se mantuvieron estables durante un año en la población en general en los niños y niñas.

Un segundo grupo, formado por 1.198 adolescentes, dieron muestras tempranas de saliva por la mañana durante tres días escolares. Gracias a autoinformes sobre los síntomas actuales de depresión recogidos longitudinalmente en los 12 meses y la combinación de éstos con los hallazgos de cortisol, el profesor Goodyer y sus colegas dividieron a los adolescentes de la primera cohorte en cuatro subgrupos distintos, desde aquellos con niveles normales de cortisol por la mañana y bajos síntomas de depresión en el tiempo (grupo 1) hasta jóvenes con niveles elevados de cortisol por la mañana y altos síntomas de la depresión en el tiempo (grupo 4) .

Este último grupo con elevados niveles de cortisol y síntomas de depresión estaba compuesto por uno de cada seis adolescentes del estudio (17 por ciento). El equipo de investigación replicó exactamente estos subgrupos utilizando la segunda cohorte y, como las dos cohortes dieron resultados idénticos, el profesor Goodyer y sus colegas combinaron y estudiaron toda la muestra de 1.858 adolescentes para ver su probabilidad de desarrollar depresión mayor clínica y otros trastornos psiquiátricos durante un seguimiento de 12 a 36 meses después.

Los sujetos en el grupo 4 fueron en promedio siete veces más propensos que los del grupo 1 y de dos a tres veces con más posibilidades que los otros dos grupos a desarrollar depresión clínica. Un análisis más detallado reveló que los niños en el grupo 4 fueron 14 veces más propensos a sufrir depresión mayor que aquellos en el grupo 1 y tenían entre dos a cuatro veces más posibilidades de desarrollar la condición que cualquiera de los otros dos grupos.

Po otro lado, las chicas en el grupo 4 sólo tenían cuatro veces más probabilidades que las del grupo 1 de desarrollar una depresión mayor pero no eran más propensas a desarrollar la condición que las que tenían cortisol matutino elevado o síntomas de depresión por sí solos, unos hallazgos que sugieren la existencia de diferencias de género en el desarrollo de la depresión.

Con el fin de demostrar que la combinación de altos niveles de cortisol y síntomas depresivos era un biomarcador para un tipo particular de depresión, los científicos necesitaban mostrar que los adolescentes en el grupo 4 eran diferentes de los de los otros grupos. Lo hicieron mediante una prueba de memoria completa en la primera cohorte que consiste en episodios de grabación sistemáticamente recogidos de la vida de una persona (conocida como memoria autobiográfica).

Los niños y las niñas en el grupo 4 fueron particularmente pobres en recordar sistemáticamente los recuerdos autobiográficos específicos de más de treinta casos de ejemplos en los diferentes ámbitos sociales y personales. Por ejemplo, cuando se les presentó la expresión 'día de campo', la mayoría de los adolescentes relató de forma bastante detallada cuando iban a un picnic, mientras los individuos del grupo 4 tendieron a dar muy poca información y más.

Esto apoya la evidencia de la literatura científica que sugiere que el cortisol alto actúa para suprimir la recuperación de la memoria autobiográfica. Los investigadores esperan que tener un biomarcador fácilmente medible, en este caso, cortisol elevado en síntomas depresivos, permitirá a los servicios de atención primaria identificar a los niños con alto riesgo y considerar nuevas estrategias públicas de salud mental para este subgrupo en la comunidad.


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