Un algoritmo desarrollado por la UMC de Ámsterdam (Países Bajos) muestra que el flujo sanguíneo de la corteza cingulada anterior y la gravedad de los síntomas indican si un antidepresivo, en concreto la setralina, funcionará o no. Los resultados de este estudio se publican hoy en el 'American Journal of Psychiatry'.
En concreto, con la ayuda de un algoritmo de inteligencia artificial, un escáner cerebral y la información clínica del paciente con depresión mayor, los investigadores de Amsterdam UMC pudieron ver hasta 8 semanas más rápido si el medicamento funcionaría o no. Para llegar a este resultado, el equipo de investigación analizó si podían predecir el efecto del antidepresivo sertralina, uno de los fármacos más recetados en Estados Unidos y Europa.
En un estudio anterior realizado en los Estados Unidos, se administraron resonancias magnéticas y datos clínicos a 229 pacientes con depresión mayor antes y después de una semana de tratamiento con sertralina o placebo. Luego, los investigadores de Ámsterdam desarrollaron y aplicaron un algoritmo a estos datos para investigar si podían predecir la respuesta al tratamiento con sertralina.
Este análisis mostró que 1/3 de los pacientes responderían al fármaco y 2/3 no. "Con este método ya podemos prevenir 2/3 del número de prescripciones 'erróneas' de sertralina y así ofrecer una mejor calidad de atención al paciente. Porque el fármaco también tiene efectos secundarios", afirma Liesbeth Reneman, profesora de Neurorradiología en la UMC de Ámsterdam.
De esta forma, el algoritmo sugirió que el flujo sanguíneo en la corteza cingulada anterior, el área del cerebro implicada en la regulación de las emociones, sería predictivo de la eficacia del fármaco. Y en la segunda medición, una semana después del inicio, la gravedad de sus síntomas resultó ser además predictiva. En el futuro, este nuevo método puede ayudar a adaptar mejor el tratamiento con sertralina a cada paciente individual. Actualmente, no existe una herramienta de predicción exacta.
Se administra el medicamento al paciente y al cabo de 6 a 8 semanas (en la práctica, a menudo hasta varios meses) se comprueba si el medicamento funciona. Si los síntomas no desaparecen, se le administra al paciente otro antidepresivo y este proceso puede repetirse varias veces. Este método estándar suele tardar semanas, si no meses. También ahorra costes a la sociedad, porque mientras el paciente siga sufriendo síntomas depresivos graves, no podrá participar plenamente en la sociedad.