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Trauma y emoción colectiva: represión política de las comunidades indígenes latinoamericanas
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Autor/autores: C. Martín Beristain(*), M. Valdoseda(**) y D. Páez (**)
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Artículo revisado por nuestra redacción
1. INTRODUCCION Las comunidades indígenas de las cuales se habla en este trabajo, han sufrido numerosas experiencias de represión política bajo distintos regímenes militares, situaciones de guerra de baja intensidad o de regímenes formalmente civiles en "democracias de baja intensidad". Unas son comunidades rurales de desplazados internos dentro de los países, otras son comunid...
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1. INTRODUCCION
Las comunidades indígenas de las cuales se habla en este trabajo, han sufrido numerosas experiencias de represión política bajo distintos regímenes militares, situaciones de guerra de baja intensidad o de regímenes formalmente civiles en "democracias de baja intensidad".
Unas son comunidades rurales de desplazados internos dentro de los países, otras son comunidades de exiliados y refugiados políticos, y por último, otras son comunidades que viven en lugares aislados bajo presión militar.
Especialmente a partir de la década de los 70 todas estas comunidades han sufrido represión política, en algunos momentos más selectiva, en otros absolutamente generalizada.
Hechos Traumáticos y Trastorno de Estrés Post-Traumatico.
Los hechos traumáticos, como los que han vivido estas comunidades, se definen por su caracter negativo, extremo, inusual y porque se asocian a amenazas a la vida de las personas (Janoff-Bulman, 1992; Davidson y Foa, 1991; Echeburua, 1992). En general, según el DSM-III-R (A.P.A., 1987), el trastorno tiende a ser más grave y más duradero cuando las causas son obra del ser humano y no meramente accidentales. Las investigaciones epidemiológicas confirman que la participación en accidentes graves, pérdida inesperada de seres queridos, ser víctima de violencias extremas, torturas y violaciones provocan cuadros sintomáticos en alrededor de un 25-40% de las víctimas y victimarios. Este porcentaje sube al 60% en el caso de las víctimas de violaciones (Janoff- Bulman,1992; Davidson y Foa, 1991; Echeburua, 1992). La mayoría de las víctimas de actos violentos presenta algún tipo de respuesta sintomatológica (Janoff-Bulman, 1992).
Una revisión del impacto de los hechos traumáticos, confirmó en 16 de 19 investigaciones revisadas que a mayor intensidad de los hechos, mayor presencia de síntomas psicológicos (Davidson y Foa, 1991). Además de esta relación entre la intensidad y la fuerza del impacto, se ha confirmado que las siguientes características provocan mayor impacto psicológico: el daño físico, la muerte de la pareja, la participación en atrocidades, el haber sido testigo de muertes y la exposición a lo grotesco (Davidson y Foa, 1991).
Los hechos traumáticos, como los antes descritos provocan generalmente síntomas de ansiedad y depresión, además de un conjunto de síntomas específicos que se han unificado en el denominado síndrome de estrés postraumático (PTSD).
El síndrome de estrés postraumático se presenta tras la exposición súbita a una situación de estrés lo bastante intensa y prolongada como para debordar ampliamente las capacidades de integración cognitiva y emocional del individuo. La notoriedad y universal reconocimiento del síndrome, sin embargo, no se ha producido hasta que fue incluído en la DSM-III Norteamericana, bajo la influencia de la presión social desencadenada por las severas alteraciones psiquiátricas presentadas por los veteranos del Viet-Nam. El manual diagnóstico norteamericano DSM III-R (pág. 296 de la versión española) pasa a enumerar una serie de situaciones desencadenantes de este síndrome que incluyen "peligro grave para la propia vida y la de los allegados, destrucción súbita del hogar o de la comunidad o presenciar esas situaciones acaeciendo a otras personas, por ejemplo, ser testigo de torturas o asesinatos".
Formas de Trastorno de Estrés Post-Traumático.
El síndrome puede presentarse bajo tres formas principales: 1) forma aguda, 2) forma crónica o síndrome postraumático propiamente dicho y 3) formas atípicas. A ellos se podrían añadir 4) los síndromes retardados o de presentación tardía, que comienzan después de un período de varios meses o incluso años de aparente normalidad, auque, una vez establecidos no suelen diferir clínicamente del síndrome clásico.
La forma aguda, se produce durante la exposición al trauma e inmediatamente después. Las primeras manifestaciones consisten en marcada disminución en la eficacia y de la capacidad de iniciativa, seguidas por pérdida del propósito de la conducta, inhibición psicomotriz (o, por el contrario, hiperactividad inapropiada), dislalia, estupor, ensimismamiento, confusión, temblor etc. Además del cuadro psíquico, la disfunción neurovegetativa provoca naúseas, vómitos, diarrea, taquicardia y otras alteraciones (McMahon, 1975, citado en González de Rivera, 1990).
Respecto a la forma crónica, podemos decir que los primeros síntomas pueden presentarse poco después del suceso causal, instaurándose los demás de forma progresiva, insidiosa o repentina, generalmente en un lapso de tiempo no superior a unos pocos meses. El cuadro clínico completo se caracteriza en esencia por la triada:hiperactividad simpática neurovegetativa, tendencia involuntaria a revivir el trauma, así como evitación cognitiva y conductual de los estímulos asociados al hecho traumático y por último anestesia, embotamiento o entumecimiento psíquico. Cada uno de estos síntomas generales tiene distintas facetas, grados de intensidad y modos de manifestación (González de Rivera, 1990).
Hiperreactividad.
Una primera dimensión del PTSD es una hiperreactividad psicofisiológica o respuesta de alerta exagerada que se manifiesta en hipervigilancia, respuestas de sorpresa exageradas, irritabilidad, dificultades de concentración y de sueño. La hiperactividad autonómica simpática se acompaña de aumento generalizado de la vigilancia, predisposición a las reacciones de sobresalto, especialmente ante señales acústicas, dificultad para conciliar y mantener el sueño, irritabilidad, sensación de angustia y tendencia a disfunciones vegetativas como la taquicardia y la diarrea. Esta hiperreactividad a estímulos parecidos a los del hecho traumático es específica en los sujetos que sufren de PTSD y no estaba presente antes del hecho traumático, según una serie de investigaciones (Davidson y Foa, 1991; Janoff-Bulman, 1992). En otras palabras, los hechos traumáticos provocan en ciertos sujetos un estado de preparación excesiva ante estímulos que se traducen en una hiperactivación fisiológica (Paez y Basabe, 1993).
Reminiscencia y Evitación Cognitivo-Conductual.
Segundo, las personas tienden a recordar repetitivamente (en flashback diurnos y sueños) la experiencia traumática y tienden a revivirla fácilmente cuando algo exterior se las recuerda. La tendencia involuntaria a revivir el trauma reviste varias modalidades, siendo la más generalizada la intrusión obsesiva de ideas, imágenes y recuerdos relacionados con el trauma, tanto durante el estado vigil, como durante el sueño en forma de pesadillas recurrentes. Como consecuencia de este síntoma aparecen obvias conductas de evitación de todo lo que pueda recordar el suceso traumático o ser asociado con él (Weisaeth, 1989). Este tipo de defensa puede agravar otros aspectos del síndrome, al favorecer un mayor retraimiento, aislamiento social y abandono de las actividades profesionales. Los pensamientos y recuerdos intrusivos son los síntomas que se mantienen durante más tiempo - por ejemplo, alrededor del 40% de personas afectadas por una catástrofe colectiva seguían rumiando sobre el tema 16 meses después de ésta (Horowitz, 1986; Steinglass y Gerrity, 1990).
Tercero, las personas que han sufrido hechos traumáticos tienden a evitar pensar, conducirse o sentir en relación a lo ocurrido.
Entumecimiento Afectivo.
Además de la evitación cognitiva y conductual de todos los estímulos asociados a lo ocurrido, se suele presentar un embotamiento o anestesia afectiva, lo que les dificulta captar y expresar emociones íntimas. El entumecimiento psíquico puede presentarse en su grado mínimo como una leve sensación de atontamiento o ensimismamiento, que progresa hacia la constricción afectiva, con desinterés, apatía, dificultades de concentración, amnesia y alteraciones disociativas de la conciencia. Puede haber una inhibición de la actividad intelectual, con la disminución del rendimiento, y, sobre todo en los niños, retrocesos del desarrollo, con pérdida de habilidades como lenguaje o control de esfínteres (Davidson y Baum, 1986).
Efectos Sociocognitivos de Hechos Traumáticos.
Por otro lado, los hecho traumáticos alteran fuertemente la visión que se tiene de Sí, del mundo y de los otros. Desde una concepción sociocognitiva, Janoff-Bulman define como hechos traumáticos a los que alteran profundamente el conjunto de creencias esenciales de las personas sobre sí mismas, el mundo y los otros (Janoff-Bulman, 1992).
Las personas que han sido víctimas de hechos traumáticos no sólo presentan mayores síntomas psicológicos (depresión), sino que también tienen una visión más negativa sobre sí mismo, el mundo y los otros. Mientras que las personas que han sido víctimas de catástrofes naturales tienden a creer menos que el mundo tiene sentido, las personas que han sido víctimas de hechos provocados por seres humanos tienden a percibir más negativamente, como menos benevolente, el mundo social y se ven a sí mismos más negativamente - comparados con personas que no han sido afectadas por hechos traumáticos. Estas diferencias se manifiestan hasta pasados 20-25 años del trauma. Sin embargo, la mayoría de sobrevivientes de hechos traumáticos, incluyendo traumas sociopolíticos extremos como los campos de concentración, se encuentran bien adaptados años después (Janoff-Bulman, 1992).
Evolución de la Respuesta ante hechos traumáticos.
En lo referente a la evolución de la respuesta individual ante hechos traumáticos, la negación y "anestesia afectiva", se alternan con recuerdos intrusivos no sistematizados, para permitir y dar luego paso a un trabajo de asimilación y elaboración, de aceptación del hecho traumático (Horowitz, 1986; Pennebaker, 1990). En otros términos, parte de las personas que afrontan sucesos negativos estresantes extremos, pasan por diferentes etapas. En una primera fase de alrededor de seis meses se movilizan en relación al hecho. Hay una alta activación fisiológica, un pensamiento obsesivo y fenómenos de ansiedad y enojo. Entre seis meses y un año y medio, se presenta un estado más estable, de disminución de la actividad fisiológica y de pensamiento. En esta fase se realiza el trabajo de duelo y aparece la depresión. Finalmente, después de un año y medio-dos años se finaliza el trabajo de aceptación y desaparece el impacto afectivo. Estos períodos son más cortos para gente con experiencia previa y apoyo social (Pennebaker, 1990). Otras investigaciones confirman que el duelo afectivo requiere alrededor de dos años y que alrededor de 3-5 años son necesarios para reconstituir una visión de sí, del mundo y del futuro coherente (Jacobson, 1986).
Por otro lado, no todos los sujetos que han sufrido sucesos traumáticos presentan trastornos psicológicos importantes en los meses y años posteriores a éstos. De hecho, Silver y Wortman (1990) encontraron que la mitad de los sujetos afrontaban lo ocurrido sin pasar por fases de enojo-ansiedad y de tristeza intensas, encontrándose psicológicamente bien años después. Un 18% presentaba duelo crónico y un 3% duelo postergado (no expresión al inicio, pero, fuerte alteración después). Sólo un 30% seguía un proceso fásico de shock-alteración-duelo- recuperación (Janoff-Bulman, 1992).
Problemas Conceptuales y Transculturales del PTSD.
Una primera crítica básica al PTSD es que éste reifica un conjunto de respuestas en un diagnóstico estático. La importancia del contexto social (apoyo social a los sujetos afectados, significado asignado al hecho, evolución social) no se toma en cuenta en el PTSD. La importancia de este contexto se manifiesta en que la prevalencia del PTSD es mucho mayor en guerras impopulares y que se perdieron, como la de Vietnam, que en guerras apoyadas por la opinión pública y que se ganaron, como la Segunda Guerra Mundial, según indican investigaciones norteamericanas - el porcentaje de ex veteranos de Vietnam con PTSD era 12 veces superior al de veteranos de otras guerras (Modell y Haggerty, 1991). Como ya se ha manifestado, las catástrofes provocadas por humanos, las violaciones y torturas, así como la exposición a lo grotesco y la intensidad del hecho, se asocian a mayor impacto. No está claro hasta que punto es razonable unificar en un mismo fenómeno los efectos de catástrofes naturales con los efectos de catástrofes sociales. Más adelante comentaremos el efecto protector del apoyo social, pero, señalemos que en el caso de masacres colectivas es toda la estructura y dinámica social la que se ve alterada. Se puede pensar razonablemente que una situación de disgregación social y el clima emocional de miedo asociados a represiones sociopolíticas van a reforzar y quizás aumentar cualitativamente los síntomas antes descritos. Por último, la clasificación de síntomas del PTSD se ha hecho con poblaciones occidentales básicamente. Cómo se presenta el PTSD en otras culturas no se ha investigado tan sistemáticamente y podemos pensar que las diferencias interculturales en vivencia, expresión y regulación de las emociones provocarán manifestaciones de intensidad o cualidad diferente ante hechos traumáticos.
Apoyo Social y asimilación del hecho traumático.
Ya hemos mencionado la importancia del contexto social para el PTSD. En particular, el apoyo social que valida y reconoce la experiencia traumática de los sujetos, así como que ayuda a entenderla y darle un significado parece ser muy importante para asimilar los hechos traumáticos (Davidson y Baum, 1986). También se ha planteado que la elaboración narrativa de los hechos negativos es una tendencia normal en los sujetos y que esta elaboración tiene un papel adaptativo: los sujetos que no comparten con otros su recuerdo de un hecho negativo presentan más problemas de salud física y mental (Pennebaker, 1990).
Señalemos que el apoyo social sirve para afrontar retrospectivamente un hecho traumático, pero, no diminuye la reacción fisiológica provocada por éste y en ocasiones el compartir y reflexionar sobre el estresor cuando éste está actuando refuerza la reacción afectiva negativa.
Además, la búsqueda de apoyo social en circunstancias de experimentación de hechos negativos extremos "quema" la red social de los sujetos y aumenta sus problemas (Pennebaker, 1990). Además, los hechos traumáticos actúan como estigmas, como hechos que marcan negativamente a la gente (la violación, por ejemplo). Como dice Janoff-Bulman, las víctimas son un testimonio permanente de la malevolencia del mundo y de la eventual vulnerabilidad que tenemos ante el destino. Es por esto muy común que las personas reaccionan ante personas estigmatizadas de forma contradictoria: positivamente a nivel verbal y en la evaluación formal, pero, con signos no verbales de distancia y rechazo (Janoff-Bulman, 1992).
Es además bastante frecuente que personas que comparten un hecho traumático no se puedan apoyar - por diferentes ritmos y estilos de duelo. Es muy frecuente, por ejemplo, que las parejas que han perdido un hijo se divorcien. Si a esto le agregamos que los próximos no saben que decir, evitan hablar o esperan que la víctima tome la iniciativa, es posible suponer que el trabajo de apoyo social y afrontamiento de estos hechos es díficil (Pennebaker, 1990). Además, la gente no expresa sus estados y experiencias negativas ya sea por proteger al otro, porque no se les entendería su experiencia o ya sea porque es muy doloroso recordar los hechos traumáticos y se prefiere olvidarlos -estos eran los tres motivos dados por los sobrevivientes de hechos traumáticos como explicación de por qué no habían compartido su experiencia (Pennebaker,1990). Por otro lado, en lo referente a la aprobación social, los sujetos que "ponen al mal tiempo buena cara" son mejor evaluados y reforzados, que las personas que expresan lo afectadas que están por un hecho traumático (Silver, Wortman y Crofton, 1990 )
Formas de Afrontamiento de Hechos Traumáticos.
Las estrategias de afrontamiento se refieren a cómo la gente se maneja ante las demandas de los sucesos estresantes. El afrontamiento incluye tanto procesos cognitivos (denegación, supresión, etc.) como conductas de resolución de problemas empleadas para manejar o reducir la ansiedad y otros estados emocionales negativos, problemáticos (Vaillant, 1990).
Las principales funciones del afrontamiento, según Laux y Weber (1991) son: a) Resolver el problema; b) Regular las emociones; c) Proteger la auto-estima y; d) Manejar las interacciones sociales.
Para evaluar la efectividad de las distintas formas de afrontamiento habría que considerar tanto sus efectos emocionales a corto o largo plazo como el tipo de situaciones estresantes a las que el sujeto tienen que hacer frente. Tradicionalmente se había afirmado que aquellas estrategias de afrontamiento de aproximación (activas) eran más eficaces que las estrategias evitantes. Investigaciones posteriores han señalado que la evitación puede tener efectos positivos a corto plazo, aunque a largo plazo parecen tener más efectos positivos aquellas formas activas de afrontamiento (Suls y Fletcher, 1985). Así mismo, ante aquellos sucesos o situaciones no susceptibles de modificación por la acción del sujeto, parece ser más efectiva la utilización de formas evitantes que de formas activas.
Una investigación que comparó participantes en hechos traumáticos con y sin PTSD, encontró que los que tenían menor sintomatología usaban como mecanismo de afrontamiento prioritario de las memorias de hechos traumáticos de la guerra, el acentuar la parte positiva de éstos. Tal como plantea Janoff-Bulman (1992), se le da el sentido de un sacrificio o se cree que el hecho ha permitido aprender cosas sobre la vida (las verdaderas prioridades) y sobre sí mismo (saber hasta dónde se puede llegar). No obstante, los efectos positivos o de crecimiento de los hechos negativos se han subevaluado y es necesario investigar más sobre ellos. También consideraban que los recuerdos eran menos estresantes y más controlables que los veteranos que sufrían de PTSD. Los que presentaban más sintomatología utilizaban como forma de afrontamiento prioritario el aislamiento, la autorresponsabilización de lo ocurrido, el fantasear que los deseos se hacían realidad, y la búsqueda de apoyo afectivo como forma de enfrentar las memorias traumáticas (Fairbank, Hansen, Fitterling, 1991). Estos resultados reafirman que la descarga afectiva, el autorresponsabilizamiento, el aislamiento y formas de evitación cognitiva, son formas ineficaces de afrontamiento del recuerdo traumático. Por otro lado, es muy frecuente el autorresponsabilizamiento, ya sea por sus conductas o por sus características de personalidad, de lo ocurrido. Según Janoff- Bulman esta es una forma de reconstruir la creencia en el carácter benovelente del mundo - si soy en parte responsable de lo que ocurrió, también en parte puedo controlar el hecho ahora o en presente. Este autorresponsabilizamiento, cuando se hace sobre conductas, se ha encontrado en algunas investigaciones que se asocia a la recuperación. Cuando el sujeto atribuye la causa del hecho traumático a su carácter o personalidad, parece ser que se refuerza su trastorno psicológico (Janoff- Bulman, 1992). La comparación social con otros que están peor que uno también parece ser muy común entre las víctimas de hechos traumáticos. Igualmente parece ser común el creer que uno afronta mejor que la mayoría los hechos negativos (Janoff-Bulman, 1992).
Clima Emocional y Escenario Prototípico de Miedo.
Algunos autores (De Rivera, 1992) han definido el clima emocional como un hecho social, consistente en la predominancia de una serie de escenarios emocionales. Definiremos el clima emocional como un estado de ánimo colectivo que se caracteriza por el predominio de ciertas emociones, de una representación social del mundo y por el predominio de ciertas tendencias de acción que impregnan las interacciones sociales.
En el caso del clima de miedo, este clima emocional aísla a las personas, les lleva a inhibir la comunicación, o a negar o no pensar en ciertos hechos y a la apatía (De Rivera, 1992; Lira y Castillo, 1991).
La emoción dominante ante hechos traumáticos masivos es el miedo. Esta emoción tiene tanto una vivencia como una representación de sentido común o creencias compartidas sobre lo que ella es.
El conocimiento social de las emociones se puede concebir como categorías prototípicas, es decir, los conceptos emocionales de sentido común se organizarían alrededor de prototipos. Según la teoría de los prototipos habría ciertos atributos compartidos por los sujetos de una cultura en lo referente a la definición de un concepto. Según Averill (1982), los atributos prototípicos de una emoción serían las respuestas modales de los sujetos.
Con el fin de extraer los atributos típicos comunes a las categorías de conocimiento social de las emociones se compararon los resultados de un estudio llevado a cabo en el País Vasco (Paez y Vergara, 1992) con los de Shaver et al. (1987) y con los de Scherer, Rimé y Chipp (1989). Constatamos, a partir de éstos, que el miedo está asociado a antecedentes de amenazas físicas, a situaciones nuevas y desconocidas y a fracasos posibles en situaciones de logro. Los atributos del miedo son: reacciones físicas: temblores y transpiración; reacciones expresivas: cambios en la voz y a silencio, a quedarse sin habla; reacciones conductuales: esconderse del peligro y a huir. Por último, un sentimiento de impotencia e indefensión aparece asociado al miedo a nivel interno. Los atributos típicos asociados al miedo son: a) una relajación o distensión desagradable; b) aumento de la presión sanguínea; c) los síntomas musculares; d) transpiración; e) el frío o baja temperatura de la piel y; f) los problemas de estómago.
Un 40% de los atributos de las cuatro emociones básicas descritas por Shaver et al. en una muestra de estudiantes norteamericanos se replicaron como atributos centrales en la muestra de sujetos del País Vasco. Intentaremos comparar (en la medida que esto es posible) a partir de las entrevistas de las que disponemos, el prototipo emocional de miedo que hemos encontrado en la muestra del País Vasco y EEUU con el que aparece en la población que nos ocupa.
2. INVESTIGACION EMPIRICA SOBRE REPRESION, DUELO, MIEDO, ESTRES POSTRAUMATICO Y APOYO SOCIAL.
En este trabajo se recogen los resultados cualitativos de varias experiencias de trabajo colectivo sobre la represión, el miedo y el apoyo mutuo, con líderes y representantes de distintas comunidades indígenas.
Los efectos de la represión y la situación social de las comunidades se exponen en primer término.
En un segundo apartado se exponen las reacciones de duelo. Posteriormente se describen las reacciones psicológicas, conductuales y expresivas asociadas a la represión y al clima de miedo. En un tercer apartado se revisa la presencia de las dimensiones y problemas asociados al estrés postraumático. Por último, se describirán las formas de afrontamiento descritas en la población en cuestión.
En este estudio, se trata de contrastar las investigaciones occidentales sobre estrés postraumático, duelo, miedo y afrontamiento con las experiencias de las comunidades indígenas refugiadas antes decritas.
Muestra
Se trabajó con 4 grupos, con un total de 62 personas pertenecientes a 20 comunidades distintas y a tres tipos de situaciones: 1 grupo de desplazados internos; 2 grupos de comunidades de refugiados políticos; 1 grupo de comunidades aisladas bajo presión militar.
Los participantes eran líderes de las comunidades o de distintos sectores sociales de las mismas (salud, educación, mujeres, iglesia, producción, derechos humanos).
Procedimiento
Los grupos fueron autocentrados, focalizados en su experiencia a través de la discusión de unos temas. Los métodos empleados para producir una dinámica participativa, se basan en la metodología habitual de la educación popular en las comunidades. Se siguió un proceso de discusión en tres etapas: análisis de problemasa comunes; compartir experiencias; búsqueda conjunta de soluciones. Las discusiones sobre los temas comunes, fueron guiadas por un animador.
El método de trabajo fue el grupo focalizado en el que se trataron los siguientes aspectos: finalidades y efectos de la represión política; problemas y afrontamiento del miedo; reacciones individuales y colectivas al trauma; reacciones de duelo; el apoyo mutuo en la comunidad. Las transcripciones de estos trabajos han sido leídas, analizadas y cotejadas entre dos jueces y el animador de los grupos, tomándose en cuenta para ello las manifestaciones consensuales que aparecían en dichos grupos.
Instrumentos:
1.- Guía de análisis de los efectos de la represión (nivel individual y comunitario) y reacciones de duelo.
Los diferentes integrantes de cada taller o grupo debían relatar (mediante recuerdo libre) los diferentes efectos que la represión había tenido sobre los dos niveles mencionados. Las instrucciones fueron las siguientes: ¿Qué influencia ha tenido la represión y exilio en: las personas y familias / las comunidades y grupos?; ¿Qué efecto han tenido las muertes en las personas y familias/ la comunidad?. A partir de las respuestas recogidas individualmente se trabajaba posteriormente a nivel grupal.
2.- Guía para la autoevaluación de los efectos del miedo.
La instrucción era la siguiente: Cuando las personas nos enfrentamos a peligros, sentimos miedo, nerviosismo, tensión. A veces es un miedo a algo concreto y otras sentimos miedo ante la posibilidad de que nos pase algo, sin saber muy bien qué. Pueden ser miedos a distintas cosas. Recojamos esos temores para ver después qué podemos hacer y cómo prepararnos. Al igual que se realizó con el primer instrumento, los efectos del miedo se recogían mediante recuerdo libre.
3.- Prototipo de la emoción de miedo.
Mediante el análisis y posterior acuerdo de dos jueces ciegos de los testimonios y entrevistas recogidas en la comunidad indígena se analizaron los atributos del prototipo de miedo encontrado en dos muestras (EEUU y País Vasco) para determinar su posible valor transcultural, es decir, si esos atributos aparecían en dicha comunidad.
4.- Escalas de síntomas de estrés postraumático.
Consistía en una serie de items que recogían los principales síntomas y consecuencias del trastorno de estrés postraumático adaptados a la situación y lenguaje de esta cultura. Dicha escala fue administrada a los representantes de las comunidades. Constaba de los siguientes items: "La gente piensa en el ejército, en bombardeos ... incluso cuando no quiere pensar"; "de repente se vienen a la cabeza sentimientos (tristeza, cólera..) o imágenes relacionadas con la represión sufrida"; "la gente se altera mucho cuando recuerda o piensa en estos hechos"; "la gente intenta olvidar, sacar de su cabeza esos problemas"; "la gente trata de no platicar (hablar) de estas cosas en su familia o comunidad"; "hay cosas que le hacen a la gente pensar en los problemas de represión que pasaron"; "la gente trata de mantenerse lejos de esas cosas que le recuerdan lo que ocurrió con la represión"; "la gente sueña durante las noches con estos problemas"; "hay gente a la que le cuesta dormir o se despierta porque le vienen a la cabeza imágenes o recuerdos de esos hechos"; "hay gente que se siente confundida, como que no fuese real lo que está sucediendo con la represión"; "la gente que tiene sentimientos sobre la represión que sufrió, o sueña con ella, lo platica con su familia o comunidad, o hace algo con eso"; "hay gente que apagó sus sentimientos para no sufrir más"; "la gente que ha sufrido la represión se vuelve muy brava, le entra cólera"; "la gente de las comunidades todavía se asusta mucho"; "cuando la gente recuerda las agresiones, le palpita más rápido el corazón, le tiembla el cuerpo, tiene sudores, se atormenta mucho"; "hay gente que se embola, que chupa (bebe) para olvidar la represión".
5.- Escala de estrategias de afrontamiento
Se analizaron las principales dimensiones de las formas de afrontamiento (Basabe, Valdoseda y Paez, 1993) que aparecen en las escalas utilizadas por autores como Lazarus y Folkman (1986); Carver, Scheier y Weintraub (1989) y Aldwin y Revenson (1987). Se clasificaron en base al criterio de efectividad que presentan los resultados de diversas investigaciones para determinar, en primer lugar, si eran utilizadas por los miembros de las comunidades y, en segundo lugar, si el efecto que se les supone (positivo o negativo) es el encontrado.
Contábamos, además, con testimonios recogidos mediante recuerdo libre de los miembros de los grupos o talleres de cómo afrontaban, en particular, el miedo. Dos jueces ciegos se encargaron de analizar las diferentes dimensiones de afrontamiento que aparecían siguiendo el criterio anterior. La instrucción que recibieron los miembros de los grupos fue la siguiente:
Qué cosas hacen que nos Qué nos ayuda a afrontar
venza el miedo mejor el miedo
- <-------------------------------------------------> +
................... ..................
................... ..................
3. RESULTADOS
3.1. LOS EFECTOS DE LA REPRESION EN LAS COMUNIDADES
Intervenciones militares y clima de miedo
Las comunidades de las que se habla en este trabajo, han sufrido en los últimos quince años, numerosas formas de persecución política tales como: Asesinatos, desapariciones; Propaganda, guerra psicológica bajo la acusación de ser subversivos; Creación de patrullas de civiles militarizados; Incursiones, bombardeos, ataques masivos y persecución directa.
Todas estas actuaciones conllevaron desplazamientos masivos de población, a veces hacia áreas menos accesibles, en otras ocasiones hacia el exilio y en otras, por último, hacia otros lugares del país como una forma de evitar la represión. Especialmente se señala el miedo a: la muerte; a ser señalado o acusado; y a las consecuencias derivadas de organizarse.
División de las comunidades
La división de las comunidades se ha hecho también patente como uno de los efectos de la represión, no solo por las rupturas familiares, sino por la pérdida de la tierra, la desintegraciuón social e incluso la división de grupos étnicos. Las intervenciones militares que obligaron al desplazamiento interno, también trajeron la desintegración familiar y comunitaria, dados los amplios movimientos de población.
Estos efectos han sido si cabe más importantes dado que la comunidad es el elemento central de los pueblos y culturas indígenas latinoamericanas, por lo que esa desintegración genera un gran aislamiento de las familias y las personas.
Pérdida y cambios culturales
El desprecio histórico de que han sido objeto las comunidades indígenas en los distintos países, ha conllevado, junto a la discriminación, numerosas formas de adaptación a la cultura dominante.
Pero además, los desplazamientos de las personas, las familias o incluso los desplazamientos de comunidades enteras para huir de la represión y concentración militar, conllevaron la pérdida de las referencias culturales propias y en muchas ocasiones el ocultamiento activo de la identidad.
Estos problemas se han dado especialmente en las áreas marginales de zonas metropolitanas, y en las comunidades refugiadas en otro país. Además, se han visto aumentados, por la presencia creciente en muchas comunidades, de numerosas sectas religiosas con mensajes ajenos e ideas extrañas a las referencias culturales propias.
Límites a la organización y al desarrollo
Esta pérdida de los tejidos sociales comunitarios se ha hecho también patente en las organizaciones sociales. La criminalización de las organizaciones indígenas, de grupos de derechos humanos, etc. ha limitado durante muchos años los procesos organizativos y, por tanto, las capacidades de desarrollo de las comunidades.
La impunidad se ha desarrollado en este ambiente, dado que la misma represión trata de hacer que la gente desconfíe de sus propias capacidades y considere inevitable esta situación. La pasividad que se deriva de esto se ha señalado como una "falta de desarrollo del pensamiento" y una incapacidad de defender los propios derechos, especialmente entre comunidades de refugiados y algunas zonas del interior del país. La emigración a otras zonas por algunas temporadas para el trabajo en grandes explotaciones como jornaleros ha hecho también que al miedo a ser perseguidos se sume el miedo a la pérdida de trabajo, lo cual ha limitado las posibilidades de autoorganización.
3.2. MASACRES Y PROCESOS DE DUELO
Reacciones inmediatas
Los efectos y reacciones que han producido las muertes por la represión en las familias que han perdido alguno de sus miembros, se describen por los propios afectados como: "Mucha tristeza"; "Falta de hambre"; "Pedir que lo maten a uno"; "Golpearse uno mismo"; "Pensamiento de no saber cómo vivir"; "Beber mucho y se vuelven alcohólicos"; "Deseos de suicidarse"; "Se pone débil"; "No se puede denunciar"; "Quiero matar al responsable pero como no puedo, me quiero matar yo".
Procesos de duelo
Las personas entrevistadas diferencian claramente la influencia en las personas y en los procesos de duelo, entre las muertes producidas por causa natural o enfermedad y las muertes producidas por la represión. En las primeras hay más apoyo, más recursos para la aceptación de la muerte, atribución de sentido y valoración del propio esfuerzo para hacerle frente.
Sin embargo en el caso de las muertes producidas por la represión encontramos que:
- El impacto es mucho mayor ("No se encuentra qué hacer"), ya que la muerte se produce por sorpresa, lo que la hace aún más dolorosa.
- No se encuentra sentido a la muerte ni formas de dar significado o afrontar dicha muerte ("No se halla qué hacer").
- Se produce más aislamiento ("casi nadie tiene qué decir para apoyar")
- A las muertes se asocia la amenaza global sobre la propia vida y la comunidad ("Se produce mucho miedo).
- Se producen alteraciones mentales ("Se empieza enfermedad en la mentalidad").
- No hay aceptación de la muerte. Hay coraje por las personas muertas, cólera frente a "los que hicieron la matazón".
Este perfil de las respuestas es concordante con lo encontrado en las culturas occidentales (Janoff-Bulman, 1992; Pennebaker, 1990). Muchas de estas poblaciones han sufrido masacres y procesos de duelo masivos, cuyo impacto ha estado marcado por su carácter súbito, masivo, y de ruptura y amenaza global para las comunidades. Las reacciones inmediatas señaladas, constituyen una forma de reacción al estrés traumático.
En las descripciones de las reacciones a medio plazo, se reafirma el carácter más disruptivo de las catástrofes colectivas provocadas por acciones sociopolíticas. Se asocia a ellas la falta de sentido además de un cuestionamiento de las relaciones sociales y la repetición obsesiva de la experiencia y la existencia de un "duelo no resuelto" (Janoff-Bulman, 1992).
Reacciones a medio-largo plazo
Las masacres tuvieron un carácter súbito, masivo y de ruptura y amenaza global para las comunidades y experiencias de cooperativas campesinas. El impacto producido por las masacres en las comunidades afectadas es descrito por los supervivientes como:
- Suscitador de emociones y sentimientos de tristeza, cólera y miedo : "Más miedo y más tristeza"; "Gritar, cólera se siente. Odiar el ejercito que nos hace injusticia".
- "Dolor por la muerte de la familia e incluso los vecinos y gente que conocimos que ya no está con nosotros".
- "Dolor que no se olvida. Cuando uno muere ya se olvida pero los demas no olvidan lo que pasó".
- "Se tienen pensamientos repetitivos, sueños y pesadillas". - Mayor afectación de las familias que perdieron al padre y quedan las viudas con los hijos ("quién va a cuidar ahora...")
- "No poder hacer nada por los hijos".
3.3. REACCIONES PSICOLOGICAS, CONDUCTUALES Y EXPRESIVAS FRENTE A LA REPRESION Y AL MIEDO.
Vamos a organizar la descripción de las reacciones psicológicas de las personas sometidas a la represión y al clima de miedo, según las áreas de las representaciones prototípicas de las emociones:
. Causas: en este caso las causas son las amenazas y la realidad de la represión antes descritas.
. Reacciones Mentales Cognitivas
. Reacciones Mentales Emocionales
. Reacciones Conductuales
Reacciones Mentales
A partir de los testimonios recogidos podemos señalar que las reacciones a nivel de pensamiento asociadas más frecuentemente a las experiencias de represión han sido:
- Pensar sólo en las consecuencias negativas de organizarse.
- Pensamientos derrotistas (no se puede hacer nada, no vamos a salir adelante...).
- Pensar que hablar es peligroso
- Pensar que denunciar las situaciones de represión es peligroso.
- Quedarse pensando solo en uno mismo.
- Pensar en someterse a las situaciones.
- "No desarrollo del pensamiento".
- Pensamientos intrusivos-rumiación (especialmente en los casos de pérdida de familiares por su muerte y por cómo murieron o amenaza directa) y reminiscencias en el pensamiento (como acordarse repetitivamente de las situaciones que trajeron la muerte de compañeros o familiares)
- Pérdida de confianza en los demás.
- Negar que se tenga miedo
- Embotamiento mental y pérdida de la capacidad lógica en situaciones de riesgo.
- En algunas ocasiones, pérdida de memoria o habla, asociada a transtornos mentales.
Reacciones Emocionales
Los sentimientos que más frecuentemente aparecen causados por la represión son:
El desánimo; la desesperanza; la tristeza por las personas muertas y la falta de libertad; los deseos de venganza o coraje; Sentirse solo o sola, aislamiento; el miedo generalizado (que aumenta en ocasiones de amenaza); la pérdida de la autoestima, hacerse de menos (no sirvo para nada...); la culpabilidad.
En cuanto a las conductas de expresión emocional de tanto dolor, las más importantes y generalizadas son: el llanto y el aislamiento, el no hablar.
Reacciones Conductuales
Una vez analizadas las principales reacciones conductuales ante la represión señaladas en los testimonios con que contamos, constatamos el hecho de que éstos hablaban no sólo de reacciones individuales sino también de algunas de ellas que se manifestaban a nivel colectivo. De ahí que hayamos dividido las mismas en los dos niveles mencionados.
a. Individuales
- No expresar los propios pensamientos, no hablar
- No salir a la calle al anochecer; Aislarse; No relacionarse con otras personas o familias
- Ocultamiento activo de las señas de identidad
- Beber para olvidar la tristeza
b. Comunitarias
Algunas de ellas ya han sido señaladas, pero especialmente se refieren a:
- Falta de organización
- Escasas iniciativas de desarrollo de la comunidad
- Pasividad por miedo al señalamiento
- No denuncia, como mecanismo para evitar la represión.
- Falta de hospitalidad frente a personas desconocidas.
- Las discusiones en la comunidad u organizaciones ("con el miedo no se une el pensamiento").
Tabla 1. Comparación de los Atributos del Prototipo de Miedo encontrados en EEUU y País Vasco con los encontrados en los testimonios de la cultura indígena.
Atributos Existentes Encontrados
Reacciones físicas
01. Sudar +
02. Nervioso
03. Temblar
04. Tensión
05. Nudo garganta
06. Elevada tasa cardíaca +
07. Debilidad +
08. Problemas de sueño +
09. Problemas de estómago +
10. Problemas respiratorios
11. Frío
12. Palidez
Reacciones abiertas expresivas
13. Mirar alrededor
14. Voz temblorosa
15. Hablar nervioso +
16. Llorar +
17. Chillar, gritar
18. Golpear
19. Blasfemar
Reacciones abiertas interpersonales
20. Implorar ayuda +
21. Correr, huir +
22. Huir del peligro, esconderse +
Reacciones mentales de pensamiento y sentimiento
23. Imaginar desastres +
24. Perder atención +
25. Pensamientos de no aceptar
26. Sentimientos de angustia +
27. Sentimientos de impotencia
28. Sentimientos de desesperación +
29. Sentimientos de rabia, odio +
30. Sentimientos de tristeza +
31. Sentimientos de preocupación +
32. Sentimientos de perplejidad
33. Alerta +
34. Pensamientos de injusticia +
Formas de autocontrol
35. Actuar sin temor +
36. Autorreconfortarse +
37. Buscar solución +
38. Fumar, café, alcohol... +
*** Los antecedentes causantes de la emoción de miedo no han sido incluídos en este caso en la tabla por haber sido expuestas con anterioridad las circunstancias y condiciones que dan lugar a esta emoción.
3.4. LOS SINTOMAS DE EXPERIENCIAS TRAUMATICAS
El significado e impacto de las experiencias producidas por la represión política, no pueden reducirse ni evaluarse solamente a través de los síntomas que producen. Sin embargo, muchos de esos síntomas no son sólo índices de un impacto, sino problemas añadidos como consecuencias de la represión que la gente tiene que afrontar también.
Realizamos entrevistas comunitarias a través de líderes, sobre la frecuencia de una serie de problemas psicosociales generados por la represión, a partir de índices de escalas de evaluación de experiencias traumáticas. A partir del proceso de análisis llevado a cabo así como de compartir sus experiencias dividimos los resultados en tres bloques principales: Síntomas presentes, síntomas ausentes y diferencias contextuales.
3.4.1. Síntomas presentes.
Se presentan muy frecuentemente y en mucha población, pensamientos repetitivos sobre el ejército y los muertos por el ejército, incluso cuando no se quiere pensar en ello. Igualmente les vienen a la cabeza con frecuencia sentimientos como tristeza, cólera e imágenes relacionadas con la represión sufrida. A nivel emocional, la gente se altera mucho cuando recuerda o piensa en esas cosas.
Hay situaciones que hacen a la gente pensar en los problemas de represión que pasaron. Esta experiencia parece ser de toda la comunidad. Algunos ejemplos de estas situaciones que aumentan la presencia e intensidad del recuerdo son: pasar por los lugares donde alguien cayó, por los lugares en los que se quemó la comunidad, etc.
Debido a las emociones que suscitan estas experiencias la gente evita pasar por los lugares que le recuerdan lo que ocurrió con la represión. Sin embargo, nadie quiere estar lejos de esos lugares, porque eso supondría dejar su tierra y su propia experiencia como comunidades y no desean hacer ni una cosa ni otra.
Mucha gente de las comunidades sueña con estos problemas. Las dificultades para dormir o el despertarse porque les vienen a la cabeza imágenes o recuerdos de esos hechos también es un problema que afecta a todos. Especial incidencia tienen los sueños sobre la represión y su carácter premonitorio culturalmente enraizado.
También es muy numerosa la gente de las comunidades que se asusta mucho y a las que, cuando llega la información de una amenaza, le palpita más rápido el corazón, le tiembla el cuerpo o se atormenta mucho. Son frecuentes en estos casos las reacciones muy impulsivas. Sin embargo, en la vida cotidiana este tipo de reacciones psicosomáticas se dan en muy poca gente, según las respuestas de los grupos.
3.4.2. Síntomas ausentes
La represión genera muchos problemas que no se olvidan y que la mayor parte de la gente parece no intentar olvidar ni sacar de su cabeza, es decir, no utilizan la supresión o inhibición mental. Solamente algunas personas desarrollan ese mecanismo de afrontamiento, según la respuesta de los líderes. Hemos encontrado en las entrevistas con los miembros de estas comunidades que esta ausencia tiene que ver con la afirmación de su memoria colectiva.
No se refieren sentimientos de confusión, de percepción de que no sea real lo que está sucediendo con la represión. Esta ausencia de confusión puede tener que ver con la experiencia continua y directa del acoso del ejército y con la atribución de significado y apoyo ideológico que se señala como un mecanismo regulador de afrontamiento.
Muy poca gente parece haber apagado sus sentimientos para no sufrir más (¡cómo no vamos a sentir!). En cuanto al manejo emocional, también se refiere que solamente en algunos casos, la gente que ha sufrido la represión se vuelve muy brava o le entra cólera con sus compañeros o su familia.
3.4.3. Diferencias Contextuales
A diferencia de comunidades que se encuentran en zonas bajo control militar del ejército, en las que frecuentemente se trata de afrontar los problemas no hablando o no compartiendo las experiencias, en las comunidades con las que trabajamos la gente habla de todos estos problemas en su familia o comunidad. Incluso la gente más afectada por la represión que sufrió o sueña con ella o habla de ello con los demás.
En cuanto al consumo de alcohol, podemos decir que las diferencias entre comunidades, en cuanto a su uso como forma de pasar la tristeza, únicamente se dan en función del grado de accesibilidad a éste. Es más importante en las comunidades que tienen un mayor acceso y menor entre las que viven más aisladas.
Todos estos problemas señalados, excepto el consumo de alcohol, se dan especialmente en las viudas, los huérfanos y las personas ancianas de las comunidades en las que la represión ha tenido un impacto mayor, y las que tienen también menos recursos para afrontar las situaciones.
3.5. FORMAS DE AFRONTAMIENTO
A nivel individual, las formas de afrontamiento no eficaces señaladas por las personas entrevistadas han sido las siguientes: 1) la evitación con descompromiso mental, esto es, pensar que no puede hacerse nada para modificar la situación y, por tanto, no buscar alternativas de acción; 2) la evitación cognitiva, en este caso, tratar de no pensar en lo ocurrido; 3) la represión o supresión emocional, ocultar los propios sentimientos, especialmente los referidos a la emoción de miedo; 4) la descarga emocional incontrolada, el llanto y miedo incontrolados o continuos; 5) el distanciamiento e inhibición del contacto con los demás; 6) la aceptación pasiva de la situación ("no se puede hacer nada, la cosa es así y hay que aceptarlo"); 7) el descompromiso conductual, no hacer nada para afrontar los hechos, por ejemplo, por el miedo a denunciar lo ocurrido; 8) el uso del alcohol para evitar pensar o "para pasar la tristeza"; 9) la rumiación o los pensamientos repetitivos, especialmente como reacción a la amenaza (repetirse en la cabeza: ¡qué me va a pasar!).
Así mismo, aparecen dos formas de afrontamiento no contempladas por los autores occidentales y que los indígenas utilizan. La primera es lo que ellos llaman "debilidad mental", referida a dificultades de pensamiento, no pensar con claridad, no tener claro lo que se va a reclamar, lo que se puede hacer, etc. La segunda forma de afrontamiento específica mencionada son los pensamientos negativos sobre el afrontamiento activo, sobre la acción. Estos dos casos consideramos que son ejemplos de estrategias de afrontamiento específicas no de esta cultura sino de las circunstancias y del suceso que los indígenas tienen que afrontar. Así, por ejemplo, en el caso de los pensamientos negativos sobre el afrontamiento activo, piensan que después de hacer algo, de realizar alguna acción viene la represión, que van a ser señalados o detenidos por relacionarse con grupos organizados, algo que han visto que ha sucedido en su comunidad o en otras.
A nivel colectivo, las reacciones o conductas consideradas por ellos mismos como menos eficaces son: 1) la búsqueda individual de salidas o alernativas de acción, subrayándose el carácter comunitario de esta cultura; 2) el hecho de no hablar de los problemas, "no juntar las ideas para ver qué se puede hacer", 3) así como la falta de confianza entre los propios compañeros; 4) las reacciones impulsivas desorganizadas frente a las situaciones de peligro, o frente al miedo ante un ataque militar o amenaza; y, por último, 5) las informaciones falsas, los rumores, la distorsión de la información en suma.
Respecto a las formas de afrontamiento eficaces señaladas, aparece, la búsqueda de significado. Dar significado a las experiencias de represión y hechos traumáticos es señalado como uno de los mecanismos más importantes para afrontar la represión y disminuir su impacto ("cuando se sabe cuál es la cara de la represión, aún con todo lo que produce, el daño es menor"). La reevaluación de las situaciones vividas, en sus aspectos negativos y positivos, se utiliza también como una forma de afrontamiento regulador. Reevaluando los problemas, la gente es también consciente de que son comunes, y, por tanto, puede afrontarlos mejor colectivamente ("ahora tenemos más conciencia, sabemos que no hacemos nada extraño, etc.."). Otras cuestiones que se señalan como experiencias positivas se refieren al crecimiento personal, la visión más rica del mundo a partir de los contactos con otras comunidades, creación de organizaciones propias, experiencias de apoyo mutuo, etc.
Respecto a la planificación y el afrontamiento directo, se señala que en muchos casos no se trata solo de un mecanismo individual efectivo, sino comunitario, sobre todo: "uno solo no puede nada, no vale nada, sólo así, viviendo en comunidad hemos podido sobrevivir. Al organizarse la gente aporta ideas, propuestas y tiene una postura más activa". Analizar la propia actuación y modificarla si es necesario es un mecanismo útil para afrontar los hechos traumáticos. Esa aceptación de la responsabilidad se relaciona en este caso con una mayor percepción de control y evita la sensación de impotencia total. Sin embargo, la aceptación pasiva, la culpabilización, no se ve como un mecanismo eficaz, ya que conlleva la inhibición de la acción e interiorización del daño: "si no hacemos nada, si dejamos todo, entonces el ejército se mete dentro de nosotros".
Respecto a la búsqueda de apoyo emocional, no se hace, en general, en el mismo momento de la agresión, debido a la existencia de otros peligros (ponerse a salvo, etc.). Como se ha descrito en otras investigaciones, además, en esos momentos la expresión emocional puede aumentar la reacción, y en todo caso, no lleva a disminuir los síntomas fisiológicos. La búsqueda de apoyo afectivo se señala especialmente como forma de afrontar el desánimo, la desconfianza, el miedo y los pensamientos intrusivos.
En el afrontamiento del miedo se revela como un mecanismo importante la connotación positiva del miedo, que ayuda a entenderlo y a buscar formas positivas de utilizarlo para identificar riesgos y evitar la parálisis y la obsesión. Esto permite una mejor evaluación de sus experiencias ("estamos vivos porque tuvimos miedo, los que no tuvieron miedo allí quedaron y los mataron"). Este autocontrol emocional lleva también a no exagerar el peligro y a no transmitir más miedo a la gente. Sin embargo, hay que diferenciar el autocontrol emocional de la represión de los sentimientos, que es un factor negativo para la reintegración de las experiencias traumáticas.
El apoyo instrumental se desarrolla también en las formas colectivas de autodefensa y el apoyo mutuo para realizar denuncias públicas o ante instituciones por la represión sufrida. Ayuda también a dar un sentido más activo al afrontamiento, teniendo una validez no sólo individual sino comunitaria ("denunciar para que no se repita..").
Se señala la importancia de las actividades distractoras especialmente en dos casos: en el recuerdo intrusivo de las muertes, y en relación a la rumiación de amenazas. También aparece como importante en los momentos posteriores a una experiencia de represión: "cuando el ejército se retira y la gente se queda con miedo es importante jugar, hacer deporte, una fiesta para ayudarnos a dejar el miedo a un lado y seguir después con el trabajo".
En los grupos con un mayor sentimiento de comunidad y en las que la confianza interna es mayor, la confrontación emocional, es decir, el reconocimiento de los propios sentimientos y emociones ante un suceso o estado anímico particular, es utilizada más frecuentemente. En otras ocasiones, este apoyo mediante la confrontación se hace en la familia o en los grupos organizados como formas de solidaridad.
El apoyo informativo es un mecanismo útil tanto en los momentos de crisis (por ejemplo, recibir información sobre los movimientos del ejército para tomar precauciones) como frente a situaciones mantenidas de incertidumbre. Este apoyo informativo es especialmente importante para hacer frente a las reacciones conductuales producidas por la represión, tanto individuales como comunitarias (pasividad, no denuncia, falta de organización, etc.). Como partes de este apoyo se señalan: la búsqueda de información con los compañeros, realizar actividades de capacitación y difundir la información entre la gente para que se sienta más segura.
Por último, señalar que hay una serie de dimensiones de afrontamiento que no son utilizadas por las comunidades indígenas y sí por las sociedades occidentales. Estas dimensiones son la Negociación, el Distanciamiento, el Escapismo, la Minimización, el Afrontamiento religioso y la Comparación social ventajosa. Algunas de ellas es obvio que no son susceptibles de ser utilizadas en la situación específica de la que nos ocupamos. Así, el Distanciamiento y el Escapismo es difícil que puedan tener lugar cuando la represión sufrida exige de los sujetos una visión realista de la situación como medida necesaria para la propia supervivencia. Lo mismo ocurre con la Minimización, ya que una relativización de los peligros y riesgos que supone vivir en estas comunidades puede llevarles a perder la vida. Respecto al Afrontamiento religioso y la Comparación social ventajosa, dichas dimensiones no se han manifestado espontáneamente en las entrevistas. Por último, la Negociación como estrategia de afrontamiento, resulta obvio que no tiene lugar en una situación de represión sociopolítica como la que están sufriendo estas comunidades.
Dimensiones de las Estrategias de Afrontamiento
Valor Valor
Esperado Encontrado
Afrontamiento Directo: describe esfuerzos para alterar o cambiar + +
la situación y según la concepción de Lazarus y Folkman sugiere
un grado de hostilidad ante el causante del problema.
Planificación: esfuerzos encaminados a desarrollar una estrategia + +
de acción planificada para solucionar el problema.
Supresión de actividades competitivas: describe esfuerzos para + A
concentrarse en la situación, evitando que otras actividades puedan
interferir en el desarrollo de la solución del problema.
Valor Valor
Esperado Encontrado
Afrontamiento de autocontrol y contención: describe esfuerzos + / - +
deliberados encaminados a a evitar una acción precipitada que
pueda hacer que la situación empeore.
Búsqueda de apoyo instrumental: describe esfuerzos para buscar + +
ayuda material, práctica.
Búsqueda de apoyo informacional (describe esfuerzos para buscar + +
ayuda que proporcione información útil) y modelado positivo
(comparación con modelos exitosos).
Descompromiso conductual: se refiere a la reducción de los - -
esfuerzos para manejarse con el estresor, para intentar solucionarlo.
Negociación: incluye tácticas centradas en el problema que están + A
dirigidas hacia otras personas en la situación problemática, como
un intento de cambiar la perspectiva del otro.
Aislamiento: conductas encaminadas a evitar el contacto con las - -
otras personas, a evitar estar con la gente en general.
Ayudar a otros: aquellas conductas altruistas encaminadas a promover + +
el bienestar de los demás.
Búsqueda de apoyo emocional: describe esfuerzos para buscar ayuda + +
que proporcione apoyo a nivel emocional, como simpatía, comprensión,
etc. de los demás.
Focalización y ventilación emocional: se refiere a la tendencia a - -
focalizarse en lo que a uno le angustia de lo que está
experimentando y a expresar dichos sentimientos.
Descompromiso mental: se refiere a realizar una serie de actividades - -
que sirven a la persona para evitar pensar en el problema.
Descompromiso mediante alcohol y drogas: consumo de determinadas - -
sustancias como forma de evitar pensar, actuar, etc. ante el
problema.
Distanciamiento: describe esfuerzos para separarse o distanciarse + / - A
del problema y para intentar ver el problema desde otro punto de
vista.
Autocontrol emocional: describe esfuerzos para regular los + / - +
sentimientos de forma que no nos dejemos llevar por determinados
estados de ánimo.
Supresión u ocultación de sentimientos: esfuerzos destinados a - -
ocultar los propios sentimientos y emociones ante otros.
Reinterpretación positiva y crecimiento: describe esfuerzos para + +
encontrarle un significado positivo a la situación, centrándose en
el crecimiento personal. También tiene un tinte místico o religioso.
Aceptación: se refiere a la aceptación de lo ocurrido y que no se - -
puede hacer nada para solucionarlo.
Afrontamiento religioso: describe aquellas conductas como rezar, + A
asistir a la iglesia, etc. como forma de buscar consuelo a lo
ocurrido.
Negación: se refiere a rehusar creer q
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