La microcefalia fetal puede estar provocada por diferentes causas, desde infecciones por virus que pasan al niño al consumo materno de alcohol o medicamentos, y desde que nacen los bebés deben someterse a continuos controles neurológicos para evaluar su desarrollo psicomotor e intelectual.
"En el caso de las malformaciones asociadas al virus Zika es pronto para saber qué repercusiones puede tener", según ha reconocido a Europa Press la pediatra Milagros García Hortelano, coordinadora del Comité de Enfermedades Tropicales de la Sociedad Española de Infectología Pediátrica, perteneciente a la Asociación Española de Pediatría (AEP), tras detectarse en Barcelona el primer caso en España de microcefalia asociada a este virus.
La experiencia todavía es muy limitada, según reconoce esta experta, ya que los registros sobre los casos de microcefalia asociados a la epidemia por virus Zika en la Región de las Américas "no son muy exhaustivos".
Este trastorno se caracteriza por un perímetro craneal anormalmente reducido, pero su evolución y sus consecuencias varían enormemente en función de cuál sea su origen.
"El abanico de posibilidades es muy amplio. Puede no tener ninguna patología asociada y que el niño haga un desarrollo normal, hasta detectarse patologías muy serias, como convulsiones epilépticas o retraso mental", según García Hortelano, que trabaja en el Hospital La Paz-Carlos III, centro de referencia en enfermedades tropicales de la Comunidad de Madrid.
Esta diversidad hace que el menor deba someterse a un control exhaustivo por parte de un equipo multidisciplinar que posteriormente se irá individualizando en función de su desarrollo. "Una microcefalia siempre nos preocupa", ha insistido.
LA FONTANELA, UNA "VENTANA ABIERTA" DEL TEJIDO CEREBRAL
El control se hace con ecografías de la fontanela, que hasta que se cierra "es como una ventana directa para obtener información del tejido cerebral", explica esta experta, además de análisis serológicos en caso de infección y controles neurológicos para valorar su desarrollo psicomotor e intelectual.
"Se puede hacer una evaluación clínica para ver cómo sujeta la cabeza, pruebas de valoración auditiva u oftalmológica para ver si el niño oye y ve bien y qué grado de afectación puede tener", según la doctora García Hortelano.
La continuidad de estos controles dependerá del desarrollo de cada niño pero suele prolongarse hasta que comienza la edad escolar, ya que en esa etapa es cuando se pueden detectarse mejor los problemas de desarrollo intelectual.
De hecho, esta experta reconoce que en algunos casos la microcefalia con la que nace el niño se recupera y su desarrollo craneal se puede normalizar, aunque esto no quita para que "deje o no secuelas o afectación neurológica", según ha reconocido.