El dolor crónico implica más que solo daño; las personas que sufren dolor a menudo experimentan tristeza, depresión y letargo. Esa es una de las razones por las que los opioides pueden ser tan adictivos: no solo amortiguan el dolor, sino que también hacen que las personas se sientan eufóricas. ¿Qué pasaría si fuera posible desarrollar un analgésico que pudiera frenar las emociones negativas asociadas con el dolor sin causar euforia?
Investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, en Estados Unidos, han dado un paso hacia ese objetivo. En estudios en roedores, han demostrado que pueden bloquear los receptores en el cerebro responsables de los componentes emocionales del dolor y restaurar la motivación del animal. Sus hallazgos podrían sentar las bases para desarrollar nuevos enfoques menos adictivos para el tratamiento del dolor.
"Estamos en medio de una epidemia de opioides, y la euforia asociada con los opiáceos es un factor importante de dependencia de los opiáceos", apunta el investigador principal José Moron-Concepción, profesor asociado de Anestesiología, Neurociencia y Psiquiatría. "Al apuntar a los aspectos emocionales del dolor, esperamos que el dolor sea menos debilitante para que los pacientes no ansíen la emoción que obtienen de los opioides", añade.
Los analgésicos opioides, como la morfina, la oxicodona y el fentanilo, se dirigen a los receptores de las células del cerebro llamados receptores opioides mu. En contraste, los científicos de la Universidad de Washington, en Estados Unidos, estudiaron los receptores opioides kappa, que funcionan de manera muy diferente. Activar el receptor kappa hace que las personas se sientan deprimidas, tristes y desmotivadas. Así que Moron-Concepción y sus colegas en el Centro de Dolor de la Universidad de Washington pensaron que, al bloquear esos receptores, también podrían reducir las emociones negativas asociadas con el dolor.
A algunas de las ratas en el estudio, publicado este miércoles en 'Neuron', se les había inyectado en una pata una sustancia que causa una inflamación persistente. Para medir los efectos emocionales de ese dolor, los científicos utilizaron una tarea gratificante en la que los animales podrían trabajar para obtener azúcar como una forma de medir la motivación. Después de aprender a presionar una palanca para obtener azúcar, la mayoría de las ratas seguirán presionando. En estos experimentos, los animales tenían que empujar la palanca cada vez más cuando querían una bolita de sacarosa.
"Cuando los animales experimentaron dolor, estaban menos motivados para trabajar para obtener la recompensa --explica el primer autor Nicolas Massaly, profesor de Anestesiología--. A menudo es lo mismo para las personas con dolor que no disfrutan tanto de las actividades diarias que normalmente les hacían disfrutar".
BLOQUEO DE UN RECEPTOR DE OPIOIDES
Pero cuando se trató a las ratas con patas inflamadas con un compuesto para bloquear los receptores de opioides kappa en sus cerebros, los animales recuperaron la motivación para obtener el azúcar, y empujaron la palanca con tanta frecuencia como las que no tenían las patas inflamadas.
Además, los científicos colaboraron con Kooresh Shoghi, profesor asociado de Radiología, utilizando imágenes de tomografía por emisión de positrones (PET, por sus siglas en inglés) de animales pequeños para evaluar la actividad de los receptores opioides kappa en el cerebro de los animales. Pudieron demostrar que cuando las ratas sufrían dolor, sus receptores opioides kappa estaban muy activos en una parte del cerebro, el núcleo accumbens, relacionado con la emoción.
Los investigadores redujeron la actividad de este receptor de opioides kappa al bloquear la liberación de un estimulador natural de los receptores de opioides kappa llamados dinorfina, que se produce en el cerebro y es algo así como la inversa de las endorfinas liberadas cuando se realizan actividades como el ejercicio. "Al bloquear la liberación de dinorfinas, pudimos restablecer la motivación en los animales a pesar del hecho de que no eliminamos completamente su dolor", explica Massaly.
Moron-Concepción, Massaly y sus colegas reconocen que es un largo viaje el que hay que hacer desde los roedores a las personas. Pero ya tienen datos preliminares de PET de las personas, lo que sugiere que puede ser posible influir en los receptores de opioides kappa y potencialmente prevenir la tristeza y la falta de motivación que pueden acompañar al dolor físico.
Los investigadores creen que, al atacar las propiedades emocionales del dolor, sin afectar el elemento útil de la respuesta al dolor que puede proteger las lesiones de un daño mayor, puede ser posible mejorar la calidad de vida de los pacientes con dolor sin tener que usar ninguno o tantos opioides para tratar el dolor.