El dolor y el placer, dos sensaciones que percibimos como opuestas, se forman en la misma región del cerebro, lo que les convierte en extremos de una misma línea continua, según afirma una investigación realizada en EEUU.
El estudio, dirigido por David Borsook, del departamento de investigación sobre el dolor del Hospital General de Massachusetts, podría tener, según sus autores, un gran valor en el desarrollo de métodos de ayuda para los pacientes del dolor crónico. El placer y el dolor responden a dos sistemas cerebrales que nunca habían sido asociados en el pasado, afirma Borsook.
El investigador asegura que, por primera vez, se ha podido demostrar que un estímulo de tipo adverso, que provoca dolor, activa también las estructuras de recompensa, las que proporcionan placer, y viceversa.
Según explican en un artículo publicado en la revista especializada Neuron, algunas áreas del cerebro conocidas por reaccionar a las sensaciones de recompensa, como el denominado nucleus accumbens, se activan también, aunque de distinto modo, con el dolor. Lo han comprobado mediante Imágenes de Resonancia Magnética funcional del cerebro de personas que, voluntariamente, se habían sometido a estímulos placenteros y dolorosos.