Resumen
El trastorno afectivo más frecuente tras un ictus es la depresión post ictus (DPI) y es el principal factor que limita la recuperación y rehabilitación de los pacientes, además de que puede incrementar su mortalidad hasta 10 veces.
La DPI se presenta en uno de cada 3 pacientes con ictus. En más de la mitad de los casos no se diagnostica ni se trata. En su etiopatogenia los mecanismos implicados son biológicos, conductuales y sociales.
La parición de los síntomas suele ser en los primeros 3 meses tras el ictus (DPI «precoz») y menos frecuentemente más tarde (DPI «tardía»). Los síntomas son similares a los de otras depresiones, aunque presentan más trastornos del sueño, síntomas vegetativos e introversión para las relaciones sociales.
Se recomienda mantener una actitud vigilante para su diagnóstico y emplear herramientas diagnósticas específicas, como el Patient Health Questionaire-2 (PHQ-2).
El tratamiento de elección son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) pero aún son muchas las cuestiones por resolver en el tratamiento de la DPI.
Es necesario que los neurólogos estén familiarizados con la detección temprana y el tratamiento de la DPI, para así facilitar la recuperación funcional del paciente, su reinserción social y la mejora en la calidad de vida del enfermo y su familia.