La epilepsia, definida por convulsiones crónicas originadas por un exceso de actividad eléctrica en el cerebro, afecta a cerca de una de cada 26 personas a lo largo de sus vidas. La epilepsia focal, una variedad específica de esta condición, comienza en una área determinada del cerebro y puede propagarse a zonas adyacentes. Aunque los medicamentos son efectivos en muchos casos, aproximadamente el 45% de los pacientes con epilepsia focal desarrollan resistencia a estos tratamientos.
En estos pacientes, frecuentemente se opta por la extirpación quirúrgica del tejido cerebral afectado. "El desafío surge al remover áreas extensas del cerebro que aún son funcionales", explicó el Dr. Theodore Schwartz, profesor de Neurocirugía Mínimamente Invasiva en Weill Cornell Medicine y coautor del estudio.
La remoción de tejido cerebral puede acarrear riesgos significativos como ceguera, pérdida de memoria, derrames cerebrales, y otros déficits neurológicos, lo que llevó a Schwartz a buscar alternativas, inspirándose en técnicas quirúrgicas de hace más de 50 años. Chris Schaffer, profesor de ingeniería biomédica y también coautor del estudio, añadió: "Queríamos renovar una técnica antigua usando tecnología moderna para hacerla accesible a más cirujanos".
El enfoque innovador incluye el uso de un bisturí láser de femtosegundo, capaz de realizar cortes precisos sin dañar el tejido circundante. Un femtosegundo es una fracción mínima de segundo, y esta tecnología permite cortes de solo 55 micrones de grosor, ideales para alcanzar profundidades precisas en el cerebro.
Este bisturí se probó en ratones con epilepsia, logrando reducir significativamente la frecuencia de sus convulsiones y evitar que se propagaran, con resultados "incrediblemente prometedores", según Seth Lieberman, estudiante de postgrado involucrado en la investigación.
El reto ahora es adaptar esta técnica para su uso en operaciones a gran escala, como en cerebros humanos y caninos, mejorando la capacidad del láser para penetrar más profundamente y navegar por los pliegues cerebrales sin causar daños. "Necesitaremos un sistema de retroalimentación que pueda detectar y evitar los vasos sanguíneos superficiales", concluyó el Prof. Schwartz, destacando que, aunque desafiante, estos problemas son solucionables desde el punto de vista de la ingeniería.