La Navidad es una época diferente en la que la mayoría realizamos actividades en las que no nos prodigamos durante todo el año. Hay un cambio generalizado de actitud en las personas, mientras la decoración de las calles y las casas también cambian. Todo ello hace que sea una temporada especial, llena de estímulos afectivos y sociales.
Como resulta obvio, esa transformación que se produce durante la Navidad en las costumbres y en el entorno físico tiene su efecto en el cerebro. Ahora, un estudio científico ha verificado que, en efecto, esta época propicia una actividad cerebral diferente. Así mismo, los cambios en los hábitos y en el entorno modifican la mente. Enseguida hablaremos de todo esto.
“Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año”.
-Charles Dickens-
Un estudio sobre la Navidad y el cerebro
Un grupo de científicos de la Universidad de Copenhague llevó a cabo una investigación sobre los efectos de la Navidad en el cerebro. Su objetivo fue ubicar el “espíritu navideño” dentro de la actividad cerebral, y para ello emplearon imágenes de resonancia magnética funcional.
Para el estudio se partió de dos grupos de personas. Uno de ellos correspondía a quienes habían celebrado la Navidad desde la infancia y tenían una actitud positiva hacia estas fechas. El otro grupo no tenía por costumbre hacer festejos navideños.
En el primer grupo se detectó una activación de ciertas zonas cerebrales ante imágenes o estímulos que evocaban la Navidad. En concreto, se observaban cambios en la corteza motora sensorial, la corteza motora primaria y premotora y el lóbulo parietal. En el otro grupo no se veían estas reacciones.
¿Qué significa esto? Que quienes tienen presentes las tradiciones navideñas reaccionan a estas poniendo en juego aspectos como la memoria y las sensaciones motoras. Al parecer, esta época activa evocaciones y recuerdos profundos. Esa es la razón por la que el cerebro parece presentar un patrón de activación diferente en estas fechas que en otros momentos del año.
Las experiencias navideñas
Las variaciones en el entorno provocan modificaciones en el estado de ánimo y, por supuesto, esto tiene un referente en el cerebro. Durante la Navidad cambian las costumbres, los eventos, la actitud de las personas e incluso la apariencia de las casas y de las calles. Así que, en mayor o menor medida, hay una transformación en la mente.
No se puede hacer una generalización sobre la forma en la que la Navidad cambia el cerebro. Depende de cada entorno y de cada persona. Sin embargo, lo que sí es posible es establecer los factores que tienen el potencial para producir modificaciones. Son los siguientes.
Compras y compromisos
Es habitual que durante la Navidad se tengan más compromisos sociales que de costumbre. Hay más reuniones, despedidas, fiestas y toda suerte de eventos. Así mismo, lo común es que en esta época se destine tiempo a las compras de regalos, en medio de tiendas atestadas de gente. Todo esto en conjunto hace que se incremente el estrés.
Lo más frecuente es que quienes experimentan una sensación positiva con la Navidad también sientan una cierta tristeza cuando estas se terminan. Puede haber una sensación de agotamiento o de vacío, acompañada por la obligación de regresar a la rutina.
Los regalos
La Navidad y los regalos son como el pan y la mantequilla: suelen ir juntos. Tanto dar como recibir obsequios produce satisfacción emocional. La generosidad se asocia con la liberación de dopamina y endorfinas. Esto incrementa la sensación de bienestar.
También se da el caso de que ni se puedan dar todos los obsequios que uno quisiera, o que no se reciban suficientes regalos. De ser así, es posible que haya cierta desilusión o tristeza. Si es tu caso, la mejor salida está en darte un obsequio que llene en parte ese vacío.
El contacto con los demás
Durante la Navidad se establece más contacto con otras personas. Es importante regular bien esto, para que no sea agobiante, en especial para quienes no se sienten cómodos socializando con tanta intensidad. Por lo demás, resulta excelente para llenarse de la buena actitud navideña de otros.
Los excesos
Esta época, sin duda alguna, se presta para excesos. En particular, en el gastar, en el comer y en el beber. Pasar el límite suele tener consecuencias, que al final solo se notan en enero. Mejor controlarse un poco y disfrutar de estas festividades con moderación.
La Navidad es una época maravillosa y casi nadie es indiferente a ella. Ubicarse mental y emocionalmente en esta etapa hace que se pueda vivir de una manera adecuada, nutriendo los cambios positivos que traen los festejos navideños y regulando todo para que después no haya efectos indeseables.