Los psiquiatras norteamericanos definieron la sexoadicción como una auténtica patología. Se define como una conducta sexual de autogratificación para escapar de un desasosiego interno, a pesar de que de ello se deriven consecuencias tan negativas como la pérdida de trabajo, la privación de libertad, el contagio de enfermedades o la ruptura matrimonial.
El Dr. González Mas señala que supone un deseo persistente unido a un intento de huida para lograr el objeto sexual. Y cita ejemplos muy curiosos. El adicto pierde todos los días varias horas en la búsqueda de su objetivo sexual. Como consecuencia inmediata, aparecen los conflictos familiares, profesionales y sociales por el abandono de obligaciones y deberes. Su conducta puede resultar tan peligrosa y destructiva como la adicción a tóxicos.
Para el catedrático de psiquiatría de la Universidad de Oviedo, Julio Bobes, forma parte de los problemas compulsivos aunque la Organización Mundial de la Salud no reconoce todavía la adicción al sexo como una enfermedad. Tampoco las sociedades de psiquiatría. Sin embargo, parece que cada vez acude más gente a las consultas con ese problema que puede ser una consecuencia de otros trastornos.
Para el Dr. Bobes, sobre si podría llamarse adicción, planteó la similitud con algunas drogas ya que tiene una dependencia psicológica y hasta física, provocando una equivalencia al síndrome de abstinencia. Están obsesionados por la sexualidad y con frecuencia buscan situaciones de alto riesgo o autodestructivas, ya que no les importa autoliquidarse. Tienen una creciente actividad sexual, casi siempre desviada hacia el fetichismo o a preferencias sexuales no tradicionales.
En el año 2011, la Sociedad Americana de Psiquiatría va a publicar una nueva lista de enfermedades y la adicción al sexo es una de las candidatas a ingresar. Podría ser considerada enfermedad de una manera oficial porque llevan ya dos años preparándolo. Y en 2014 se renovará la lista de la Organización Mundial de la Salud y entonces es muy posible que se incluya también. Es decir, en un plazo mínimo se podrá hablar, con toda propiedad, de la enfermedad de la adicción sexual.