La conectividad de ciertas zonas del cerebro de personas con antecedentes familiares de Alzheimer está relacionada con los niveles en sangre de la proteína tau231 y su monitorización abre la puerta a la detección precoz, según un estudio liderado por la Universidad Complutense de Madrid (UCM).
El trabajo, publicado en 'GeroScience', es pionero ya que relaciona medidas electofisiológicas con niveles en plasma de p-tau23, una proteína marcadora de la patología.
"Ambas medidas son mínimamente invasivas en comparación con las pruebas que se suele hacer para evaluar patología de enfermedad de Alzheimer, lo que representa un avance significativo en la comprensión de la enfermedad y permite identificar marcadores tempranos de la misma", destaca Alejandra García Colomo, investigadora del Departamento de Psicología Experimental, Procesos Cognitivos y Logopedia de la UCM.
La forma en la que se comunican ciertas zonas del cerebro entre sí es distinta en personas con antecedentes y sin ellos. Concretamente, el precúneo y el cíngulo anterior, ambas zonas de alta relevancia en esta patología, demuestran un incremento en su conectividad con otras zonas también importantes.
Los investigadores recuerdan que estudios pasados demuestran que el patrón de conectividad que presentan los individuos con antecedentes se parece más a aquel de una persona que está empezando a acumular patología cerebral de enfermedad de Alzheimer.
"En este estudio nos preguntamos qué pasa con la conectividad de esas mismas regiones con el paso del tiempo", señala García Colomo.
Para ello, la investigación contó con 97 participantes, 69 con antecedentes directos de alzhéimer y 28 sin. Se utilizaron registros de magnetoencefalografía (MEG) en estado de reposo y determinaciones de p-tau231 en plasma.
Los participantes fueron evaluados en dos momentos, con un intervalo aproximado de 3 años.Conforme avanza el estudio, la conectividad entre esas zonas del cerebro incrementa y es cada vez más similar al de los primeros indicios cerebrales de la enfermedad de Alzheimer. Además, este incremento de conectividad en zonas de relevancia en la enfermedad se asocia a los niveles en sangre de p-tau231.
"Conocer la evolución de la enfermedad de Alzheimer desde sus etapas más tempranas, que puede ser hasta 20 años antes de un diagnóstico, permite identificar a los individuos que pasarán a desarrollarla de manera temprana. Así, se podrán desarrollar estrategias de intervención que prevengan o, al menos, ralenticen su desarrollo", concluye la investigadora de la UCM sobre la relevancia de estos resultados.
Además de la UCM, en el trabajo participan el Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínico San Carlos, la Universidad Politécnica de Madrid, el Instituto de Investigación Sanitaria Galicia Sur y el CIBER de Salud Mental.