En España, el suicidio es la primera causa de muerte por factores externos y las cifras se han multiplicado en los últimos años.
Sin ir más lejos, en 2015 a ascendieron a 3.602 los fallecidos, según esta información de El Periódico. En cualquier caso, son datos del INE y nunca se conocen con exactitud, algo que dificulta poder actuar en consecuencia.
Carmen Montón, ministra de Sanidad, ya ha anunciado que quiere dar la vuelta a esta situación y poner en marcha el primer plan integral de prevención del suicidio en España. Este plan será muy similar al proyecto que impulsó en la Comunitat Valenciana, en su etapa como consejera.
En este plan quiere impulsar “aspectos asistenciales, circuitos de detección precoz, atención preferente, intervenciones por parte de los profesionales, así como acciones de sensibilización y concienciación social”. Para ello, entiendo y espero que se aumente el presupuesto en salud mental, algo que a día de hoy es prácticamente inexistente. Quien tiene dinero puede permitirse el lujo de ir a terapia privada; de no ser así deberá esperar la lista de espera en sanidad y ser atendido en torno a quince minutos (en la comunidad autónoma de Andalucía) por un psicólogo un vez al mes, algo completamente insuficiente y ridículo.
Por su parte, Montón asegura que informar sobre el suicidio ayuda a “prevenirlo, evita el tabú y el estigma a los supervivientes y permite mejorar el tratamiento de un problema que afecta a tantas familias”.
Por supuesto creo fundamental la lucha contra el estigma y el autoestigma en salud mental. Las personas que planean un suicidio no deben sentirse solas, ni culpables, ni señaladas. Es necesario también que la sociedad entienda que el suicidio no es una elección egoísta ni de gente poco luchadora o débil –algo tan ligado a los ideales neoliberales-. Además, están funcionando relativamente bien los grupos de apoyo mutuo, como FLIPAS GAM, en los que las propias “afectadas” se organizan de manera horizontal para intercambiar sus problemas de salud mental en primera persona. Muchas de estas personas han sufrido violencias por parte de las Instituciones, especialmente en lo que a psiquiatría se refiere. Algunas de ellas relatan que no sienten confianza por parte de muchos profesionales y necesitan escuchar experiencias similares en las que se sienten reflejados y no juzgados.
Considero crucial que en todo tipo de sanación pueda existir un sistema horizontal, en el que el profesional no te trate “por debajo de”, sino que la empatía sea la protagonista, además de todo el aprendizaje profesional. Si llegas a una consulta en la que una mesa enorme te separa del especialista, ¿qué cercanía puede aportar?
Las plantas de psiquiatría son espacios hostiles, según han explicado muchos pacientes. Siguen existiendo casos de contenciones mecánicas o forzosas, en los que se pone en riesgo la vida del paciente, cuando se supone que se intenta salvar. Por otro lado, existe “seguridad” con guardias que portan porra, algo que hace aún más hostil el territorio. Entiendo las dificultades con las que se encuentran muchos profesionales en este sentido, pero creo que es necesario un cambio de paradigma, ya que este no está funcionando. Conozco casos de personas que han decidido no ingresar más para no tener que pasar por situaciones como las que describo.
Para evitar suicidios hay que empezar desde los primeros años. Muchos maestros piden más formación en los colegios e institutos, ya que hay casos de bullying que terminan en suicidio.
Por tanto, sí le pediría a la ministra que hable con los pacientes, con las familias, con los profesionales y entre todos pueda acercarse lo más posible a una prevención real en una situación tan compleja. Y diré más, ya no sólo debería tratarse de prevenir el suicidio, que también, sino de vivir con dignidad, de tratar a las personas con problemas de salud mental sin paternalismos ni jerarquías. No me interesa tanto la muerte o la vida, pero sí la muerte y la vida con dignidad.
Otra de las cuestiones determinantes es la soledad en la que se encuentran muchas personas con problemas de salud mental. En esta sociedad de la soledad, del aislamiento, del individualismo, en la que nuestros mayores mueren solos y olvidados en sus propias casas, no somos conscientes a veces de que nuestra compañía puede ser a veces la mejor medicina. Hablar, escuchar, tejer redes, intercambiar experiencias y saberes, un abrazo a tiempo… todo ello mientras el sistema y las instituciones deberían ir haciendo lo suyo en paralelo a lo nuestro.